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martes, 14 de abril de 2020

Demasiado sueño para un búho real



He rescatado una observación muy curiosa que recuerdo como un especial apunte de campo. Se trata del sueño demasiado profundo de un macho de búho real Bubo bubo que me dejó perplejo.

Nos desplazaremos al río Dulce en Guadalajara. El mismo que atraviesa el paisaje de quebradas donde voló el Buitre Sabio, el águila real prendiendo al recental o la Bella Matadora entre la galería de álamos negros; me refiero a la hoz de Pelegrina. Un paraje que abrumó los sentidos de Félix Rodríguez de la Fuente; no es de extrañar.

Cada vez que hago escala en este paraje, tengo la misma admiración hacia sus cortaduras calizas y paisaje diáfano. Todo es, como si me sorprendiera de nuevo una vez más. Este recogido roquedo, sigue albergando al Gran Duque que en estos momentos se halla aposentado en su alcoba arbustiva. Confieso que no me canso de observarlo y admirarlo. Cada vez, es como la primera.

La rapaz está ubicada sobre la rama horizontal de su lentisco. Hay otros arbustos mas, pero este es el suyo. Entre el entramado ramaje distingo su cuerpo bastante difuso, mimetizado. Las afiladas uñas de sus dedos anteriores descansan sobre la áspera corteza que lo soporta. Al principio, como siempre, no me ha quitado la vista de encima, pero, a medida que el tiempo pasa, todo juega a mi favor si continúo estático en el lugar elegido. Anoto que ahora, su atención la atraen los pajarillos que pululan por el espeso enramado del arbusto, y por su cercanía, le causan mayor inquietud. No logro verle los penachos cefálicos, pero, sí destaco su blanca pechera y el vermiculado de su plumaje.
Si se alarma, abre totalmente los ojos o uno de ellos, girando su cabeza a la fuente sonora provocada por currucas y fringílidos habitualmente. Tras comprobar que todo va bien, controla mi posición y seguidamente cierra los ojos lentamente dormitando de nuevo.

Lentisco sujeto al piso de la quebrada caliza. Entre el hueco de la grieta rocosa y la base del ramaje descansa la rapaz.

11´00 horas. Continúo en el mismo lugar y detrás del telescopio. Las siestas del búho real son cada vez mas prolongadas, el silencio relaja. Mi inmovilidad parece que ya no le incomoda.
En este particular momento, al observarlo con los 60 aumentos veo su ojo derecho mirándome fijamente, impresiona bastante su amenazadora expresión facial. Al hallarse todo en orden, de nuevo lo cierra.

11´06 horas. Acicala la garra derecha, después, sujetándose con la mencionada extremidad repite la operación con la izquierda. Está tan somnoliento, que su garra cae lentamente, parece como si no le diera tiempo de aguantar el sueño antes de apoyarla en el tronco. Al hacerlo, los dedos quedan cerrados sobre la corteza. Me sorprende ¿Qué noche de actividad tan desenfrenada habrá tenido esta rapaz? Poco después, descansa sobre las dos extremidades y dormita de nuevo.
Hasta las 11´15 horas el búho real reposa plácidamente. Aprovecho para mirar los posaderos más alejados. Entre los restos de presas hallados durante el paréntesis de observación, figura un joven aguilucho cenizo Circus pygargus.
 
Búho real dormitando profundamente entre el ramaje y los frutos del Lentisco.

12´00 horas. Ocupo de nuevo el observatorio. Esta es una zona muy tranquila, aunque esté situada al lado de un camino agrícola. Supongo que en época festiva será bastante visitada por gente que la conozca.
La rapaz apenas se inmuta ya por mi presencia. Está mas pendiente de la parte superior y alrededores de su descansadero que de mi punto de observación.
Cada corto espacio de tiempo, variable, atusa ligeramente su plumaje y las garras. Después, realiza otro barrido de control con sus anaranjados ojos; sosegado, los cierra lentamente y dormita. Sus penachos se mantienen enhiestos y los párpados inferiores cubren más porción ocular que los superiores. Este detalle solo lo he visto en búhos reales que descansan plenamente (pocas veces).

13´18 horas. No me movería si no fuera por que he de visitar mas zonas y el tiempo es limitado. Estas observaciones aparentemente tediosas, me aportan una información interesante. No todo ha de ser acción. La mayor parte del tiempo el búho real lo ocupa en descansar, por lo tanto, no desdeño sus horas de inactividad para comprender mejor a este gran cazador de la noche entregado a su recuperación.

13´28 horas. De nuevo picotea una de sus garras, concretamente la izquierda y, antes de terminar, cae dormido plácidamente con la extremidad levantada. A los pocos segundos un espasmo le hace reaccionar y la apoya, me mira temeroso, como asustado y, seguidamente, vuelve al leve sopor. Todo en orden.
Los búhos reales observados toleraban mi quietud al cabo de unos veinte minutos, con éste, apenas pasaron cinco.

La cámara Nikon Coolpix 4500 y el telescopio (digiscoping) con que hice la foto del búho real, se estropeó aquel día. Comenzó a enloquecer el enfoque y, salvo la foto expuesta de la rapaz, no pude recuperar ninguna mas en condiciones aceptables. 
De todos modos, enfocar con aquella minúscula pantalla era todo un desafío.

Paisaje de paramera cerealista con peñascales calizos.

Cortadura rocosa inaccesible donde anida el búho real.




domingo, 9 de febrero de 2020

Buitre leonado aporta el primer palo al nuevo nido




He dejado que la historia de esta entrada terminara de hacerse, sin embargo, nada es definitivo.
Lleva tantos años el búho real Bubo bubo anidando en esta misma oquedad que resulta desalentador ver como otros animales la ocupan. En la naturaleza se defiende el territorio ante otros congéneres, pero el lugar habitable no tiene papeles, aunque pese al observador; es ley de vida. Las especies lo asumen estoicamente.

Sé que la rapaz nocturna revisa los nidos durante casi todo el año. Cuando miré la tierra del cuenco tras haberla alisado con las manos, pude comprobar dicha actividad (también la de otros merodeadores que se descubren con vídeo-trampeo).
Quería comprobar si las cabras abordaban el altillo nidal de la rapaz nocturna para saber si pudiera existir otra ubicación diferente que el búho real utilizara al serle arrebatado. Visitar el nido fuera del periodo de cría no implica ninguna molestia, ya que, fuera de ella, no tiene interés para la rapaz. No importa la de veces que el búho real visite el nido, parece que al final, cerca del período reproductor, es cuando la hembra se decide por uno u otro.

El receptor de imágenes estuvo unos días en la oquedad y, al recogerlo, no vi indicios de nada en particular. Todo cambió al descargarlas en el ordenador. Me impactó el privilegio de observar por primera vez cómo comienza el planteamiento de un nido nuevo el buitre leonado Gyps fulvus
21 diciembre 2020.


                                        


En la cámara exterior (modo fototrampeo) antes del vídeo, se fraguaba la consolidación de la pareja con una cópula (de otras tantas a lo largo del año). 
Todas las fotografías de la pareja de buitre leonado son anteriores al vídeo.



El ajustado fondo de la entrada, hacía difícil un encuadre mas espacioso. Sin embargo, se aprecia uno de los dedos del macho encima del dorso de la hembra mientras copulan.

Después de la cópula, un momento de distensión hasta reaccionar de nuevo con los preparativos para el nido. 


La cámara congela el momento en que la hembra prende el palito con el pico que dejará en el interior de la ajustada oquedad según se aprecia en el vídeo.


Un par de semanas después el cúmulo de leña gruesa que conforma la plataforma ya está construido. Sólo falta el forro mas suave para el cuenco.


Desde abajo, observo el nido del buitre leonado (a la izquierda está el del búho real). Han pasado cuatro semanas. No veo ningún avance en el mismo y, sospecho que lo han abandonado por causas desconocidas. 
Tal vez, los buitres no aguanten la presión de los vehículos que transitan por el camino adyacente. También, existe la posibilidad de molestia de la rama de higuera que sobresale sobre el nido, imposible de arrancar por los carroñeros.

Hace dos años, el búho real crió en la oquedad contigua que hay a la izquierda. Aquel año, la hembra y los pollos estaban ocultos entre el murete de las dos oquedades mientras contaba desde mi observatorio el desfile de romería de 113 personas por el camino. Dudo que el buitre lo hubiera soportado.

1 de febrero del presente año. La pareja de búho real se ha reunido en el posadero del macho frente al lugar de cría. Es posible que ambas rapaces hayan visto la eficacia constructora de sus vecinos los buitres leonados y, su posterior abandono. Por lo visto, puede que estén de suerte (lo sabremos para marzo) y ocupen la susodicha oquedad en la que, si es elegida por la hembra, podremos asistir a otro periodo reproductor de esta portentosa rapaz de la noche. 
Veremos el desenlace final de cría de esta pareja, tan presionada por buitres y cabras monteses en toda su cortadura principal.

jueves, 29 de agosto de 2019

Cantadero de búho real



El protagonista de esta entrada es este búho real Bubo b. hipanus, cuyo posadero utiliza para el fin descrito a continuación.

Un puesto de mucha utilidad en esta especie es el cantadero. Desde este punto, el macho ululando, tratará de atraer a la hembra obsequiándola con parte de una presa convenientemente limpia para proceder a la cópula si es el momento oportuno. La hembra contesta y, habitualmente, es el macho el que acude a su encuentro. 
El macho ulula desde un lugar con buen eco para amplificar su voz y expandirla en rededor girando la cabeza a los lados, dejándose ver además, mediante su mechón gutural blanco tanto para ofrendar a la hembra como para advertir a otros machos de la propiedad del territorio. 
Cuando ha empezado la cría, el macho es muy cauteloso durante el aporte de alimento al nido y ulula algo mas apartado de éste emplazamiento (evidentemente, según mis observaciones personales).

Posadero estratégico sobre un altozano calizo que abarca ambos lados del barranco. Aumenta la efectividad de su voz, potenciándola y distribuyéndola en ambas direcciones.
Presa del momento: paloma bravía Columba livia, 23 febrero 2018

Mechón de conejo de la presa preparada en su día. Puede que hubiera algunos mas finos que el viento haya eliminado.
Presa del momento: conejo Oryctolagus cuniculus, 22 diciembre 2018


Recién llegada de sus cuarteles de invierno, esta codorniz, exhausta por el viaje, tuvo la mala suerte de cruzarse con el Gran Duque en campo abierto. Por la fecha, fácilmente serviría para alimentar a la hembra que incubaría en el nido.
Presa del momento: codorniz Coturnix coturnix, 10 febrero 2019


Otro escenario con los restos de mechones de conejo. Otra presa preparada para aportar a la hembra, probablemente incubando en el nido.
Presa del momento: conejo Oryctolagus cuniculus, 16 febrero 2019


El mismo escenario completamente agostado con los calores estivales y sin uso aparente por parte del macho de búho real.
27 agosto 2019




domingo, 11 de agosto de 2019

Encame de búho real (Bubo b. hispanus)



Hembra de búho real encamada.

Lo primero en llamar mi atención son los plumones de la rapaz nocturna rodeando el cuenco donde reposó. 
Imagino, mirando atentamente y acopiando en mi mente los detalles observados, cada paso del búho real llegando a este punto de descanso. Su vuelo silencioso pero lleno de turbulencias al aterrizar, provocando una leve nube de polvo en suspensión que acabará posándose plácidamente sobre las piedras del suelo. Y, la rapaz, girándose con sus pupilas dilatadas para asegurarse del inexistente peligro antes de tumbarse sosegadamente. La imagino poderosa en su feudo, atravesando la noche con su mirada, desvelando cualquier imprevisto para salvaguardar su descanso. 

Los encames de esta gran rapaz nocturna (donde a veces no hay restos) no son tan fáciles de hallar como los posaderos o nidos. En estos espacios de descanso reposan tumbadas, y no precisamente durante el día, también por la noche si ésta se presenta laboriosa y larga. 
En los encames, el búho real se echa sobre el sustrato cómodamente, como si estuviera incubando. Sin embargo en los posaderos habituales, durante el día la rapaz reposa siempre de pie dejando excrementos y egagrópilas de su larga estancia con mas frecuencia que en los encames. Ninguna de las dos ubicaciones albergará restos desgarrados de presas, etc., labor ejercida en otros puntos adecuados para ello. 




Encame de búho real. Se observan plumones ventrales alrededor del polvoriento cuenco y huellas de los lóbulos plantares de sus garras.


lunes, 8 de julio de 2019

La templanza del joven autillo




Son tan habituales los nidos de golondrina común Hirundo rustica en las construcciones humanas que, al ver una pareja de ellas adentrándose en una vieja cueva forrada de cantos rodados, me picó la curiosidad por ver la obra nidal de estas aves adherida a la piedra. Muchos años lleva esta zona en deshuso tratándose de una antigua explotación para extraer grava, antaño, tan habitual.



Mi sorpresa salta al ver, como si fuera una gárgola en un extremo de la entrada, a un joven autillo Otus scops que aguanta con valentía mi presencia, controlándome bien templado a través de la discreta abertura de sus párpados. No ha elegido madera para sacarle partido, ni siquiera un árbol a cien metros a la redonda con el que camuflarse. El joven, bien disciplinado, aguanta el tipo convertido en un pequeño fragmento más de hormigón. A dos metros de él, desando los pasos temeroso de romper su firmeza. Desde una prudente distancia, hago las fotos testimoniales al ave, aparentemente, menos tensa. 
Allí se queda el guardián de la caverna y, si logra esa tranquilidad necesaria, seguirá con su empeño hasta emprender, por primera vez, un viaje migratorio transahariano en compañía de multitud de congéneres con los que pasar el invierno. 

7 de Julio de 2019 


Frente a su posadero se extienden unas nutridas tablas de cultivo y ribazos donde capturar todo tipo de presas, sobre todo, insectos.



domingo, 9 de junio de 2019

Retazo de sotobosque




Efervescencia sonora en el sotobosque, debido a la multitud de voces entre la maraña vegetal, es la palabra que mejor definiría todo este entorno natural. Los prismáticos giran como locos en busca de todo ser viviente moviéndose entre la espesura del entrelazado ramaje, inmerso además, en la eterna penumbra foliar.
La vida se abre camino, en éste caso, representada por el joven y rodado volador todavía vigilado de cerca por sus progenitores. El joven verdecillo Serinus serinus, atisba atentamente todo lo que le rodea, incluso mi persona. Pasa a su archivo mental mi forma, para adecuarme en su memoria a la hora de atribuirme cierta peligrosidad o no en posteriores encuentros. El pequeño lo mira todo, los padres se inquietan ante la curiosidad imperecedera del inexperto paseriforme. 





Un asustado autillo Otus scops, ahuyenta de carambola a nuestro verdecillo. Seguramente, era la mejor opción para arrancar al pequeño canario silvestre de una zona tan expuesta. La familia prosigue con su prospección matinal.

La diminuta rapaz nocturna ha salido de alguna oquedad de la terrera y, casualmente, lo ha hecho debido al paso asilvestrado de un motorista de cross. Buena leña al acelerador que el campo es suyo. Que la turbulencia de polvo nuble todo el mundo que deja atrás, sin darle importancia. Vivir cómo el presente, a golpe de acelerador, se arrima a mayor velocidad delante de la visera de su casco para sortear o atropellar. Ruido, además, ascendente, como si la escala de agudos fuera a terminar en una explosión nuclear. Con qué satisfacción nos va perdiendo y apartando a los demás mortales de su camino, quienes compartimos el polvo levantado por las ruedas de su cabalgadura.





Creo que el autillo habrá notado la vibración bestial de la moto rodando por el cercano camino que transcurre sobre su posible nido. Su mirada incendiada alcanza mi ubicación, haciéndome responsable de semejante temeridad. No, no he sido yo pequeño. A mí me gusta el silencio tanto como a ti. Pero no a todos, claro.



Cuando el autillo se funde en la oscuridad del entramado ramaje de árboles y arbustos, me ausento del lugar para observar el punto donde abandonó su oquedad de descanso o de cría. Una vez frente a ella, veo que se trata de una galería abandonada de abejaruco Merops apiaster. Hay varias dispersas de una pequeña colonia que anidó anteriormente. A nuestro pequeño búho estival llegado de África, mas inclinado por los nidos en huecos naturales de árboles o practicados por pícidos, le interesan además de otras, las oquedades de los abejarucos, mas ajustadas para evitar molestas visitas exteriores.




Oquedad practicada por abejaruco y probable morada del autillo.


Ejemplar de abejaruco Merops apiaster en las cercanías del sotobosque.


Otra galería de abejaruco, solitaria, de pequeños grupos de cría.

Terreras del Ebro
8 de Junio de 2019


sábado, 1 de junio de 2019

Nido malogrado de búho real (4ª parte y final)


Hembra de búho real Bubo b. hispanus en el nido con sus tres pollos el año anterior al abandono de los huevos. Siempre importunada por la provocación de las chovas piquirrojas.

Termino este breve y sencillo ciclo de entradas derivadas del abandono de la puesta de esta pareja de búho real, causada, probablemente, por la irrupción de alguna cabra montés en la repisa de nidificación.
Me ha resultado interesante la experiencia mediante el uso de vídeo-trampeo para descubrir estas secuencias tan habituales en la naturaleza. Unas imágenes imposibles para la mirada humana.
Sé que no son tan impresionantes como los grandes documentales, sin embargo, arrancan del modo menos intrusivo la intimidad de ciertas criaturas, desenvolviéndose amparadas por la oscuridad. Salir a comer y evitar ser comido es la filosofía animal de aquellos que están bajo el yugo estresante de los predadores; se palpa en las secuencias observadas.
El búho real, como el mas señalado superpredador, es capaz de atrapar ginetas, pequeños tejones, jóvenes zorros y garduñas, por ello, el campeo de estos animales siempre va acompañado de mucha prudencia. Cualquier descuido les puede pasar una desagradable factura. 

Restos de un joven tejón Meles meles tras la cría de esta hembra de búho real en el mismo nido. 

Extremidad posterior de garduña Martes foina devorada por búho real tras la cría.

No obstante, a pesar de la imponente presencia del búho real, o la garduña desvalijando el nido, con huevos falsos, nada ha llamado mas mi atención que la criatura de este vídeo. Aparece en las restantes grabaciones de 30 segundos la misma noche que lo hace la hembra de búho real y la garduña. Su desparpajo evidencia esa actitud indudable como propietario de este territorio, compartido indirectamente, con estas dos especies nada amigables. Un superviviente nato.

                             
Ratón de campo Apodemus sylvaticus afincado en la repisa de nidificación del búho real, rebusca en el cuenco del nido.

La vida para algunas criaturas es tan larga por la noche como por el día, dada la presión que ejercen sobre ella sus predadores. Realmente son seres que, a pesar de su enorme capacidad reproductora, requieren de una inteligencia adaptativa sorprendente para cargar en su cuenta vital tantos días como les sea posible, evitando el mínimo despiste. Solo suma alternar la alimentación y la reproducción con la atención férrea de todos sus sentidos.

Un lirón careto Eliomys quercinus se acerca a la presa oculta por un búho real, cuya oquedad, la rapaz ha convertido en despensa.


Búho real acude a recuperar su presa; la mitad posterior de una liebre depositada la noche anterior. 



Mas sobre este apartado entre el lirón careto y el búho real:
https://lanaturalezaquenosqueda.blogspot.com/2009/07/despensas-del-buho-
real-ii.html

Sobre el búho real y su entorno:
https://lanaturalezaquenosqueda.blogspot.com/2014/07/no-es-facil-ser-buho-real-parte-1.html



domingo, 26 de mayo de 2019

Nido malogrado de búho real (3ª parte)




Como era previsible, a pesar de tantas visitas de la hembra de búho real Bubo b. hispanus al nido, no fue, en este caso, el elegido para anidar.
Por otro lado, era la ocasión perfecta para experimentar el escenario del año pasado al abandonar definitivamente la rapaz nocturna el nido con dos huevos.
En el siguiente paso aprovecharía para recrear, similarmente, otro abandono del nido. Escenificar la puesta con el mismo número de huevos que el año pasado y, el apoyo de dos cámaras de vídeo trampeo, me proporcionaría imágenes tanto diurnas como nocturnas. Quería tener la oportunidad, bajo esa presión incontrolable de curiosidad, de poder descubrir qué córvido o ave podía haber horadado los blancos huevos de la puesta de la hembra del búho real con tanta precisión. No terminaba de convencerme la herramienta basta de la corneja negra Corvus corone, el cuervo Corvus corax o la grajilla Corvus monedula. De la chova piquirroja Phyrrhocorax phyrrhocorax desconozco si los huevos entran en su dieta; sin embargo, el bisturí de este córvido parecía el ideal para tan refinado trabajo.  


El nido vacío, y la pareja anidando en otro lado, propiciaba la combinación perfecta para reproducir el montaje del nido abandonado. 

Dos huevos blancos de similar tamaño plagiarían la puesta del búho real.

Pero, el mundo es cambiante en cada momento y la oportunidad que se le brindó al ave comedora de huevos el año pasado, éste se la presentó a un mamífero tan ágil trepando por la roca como el búho real atravesando la noche. 

Con dos huevos de gallina de un tamaño similar al de una puesta de búho real escenifiqué la idea del abandono definitivo. Presenté una réplica del nido con la colocación de dos pequeñas cámaras durante una semana enfocando los blancos huevos y, la segunda noche, ocurrió el desenlace. 


                               GARDUÑA EXPOLIANDO HUEVOS: VER VÍDEO

                       

Como nota curiosa de este territorio, comentar gracias a tres observaciones puntuales que, una sabina negral Juniperus phoeniecea ubicada a baja altura en un rincón del barranco albergó en días distintos al búho real, a la garduña Martes foina y a la gineta Genetta genetta.
Un lugar cómodo por el que tres especies sabedoras del descanso, no se pueden equivocar. 
El posadero, por el uso habitual, correspondía a la rapaz nocturna. 


viernes, 24 de mayo de 2019

Nido malogrado de búho real (2ª parte)



Nido desatendido tras el fracaso de la puesta.

Una vez comprobado el triste final de la puesta del año pasado, me centré en averiguar las posibles visitas al nido de la rapaz de la noche a partir de agosto del mismo año.
La primera labor, eliminar el exceso de huesos y piedras para dejar una superficie mullida y lisa, de modo que se imprimieran con nitidez las huellas de la rapaz.
Como adelantaba en la anterior entrada, veía con los prismáticos desde lo alto las huellas lobuladas de las garras del búho real Bubo b. hispanus en la tierra esponjosa. Alisaba el cuenco y, a la semana siguiente (no siempre), había sido escarbado o pisado levemente de nuevo.  


Cuenco del nido reparado por mí para comprobar las visitas posteriores de la hembra de búho real. 


La primera actividad y presencia de la rapaz después de la reparación, correspondía a tres meses antes de la puesta e incubación por esta zona.
Se aprecian con nitidez las almohadillas plantares de la hembra de búho real.

En un principio, el hecho de averiguar la utilización del nido antes de la reproducción, lo entendía como una restauración o cuidado previo del cuenco para ese fin. Pensé que tenía como finalidad el mantenimiento de dicho espacio para la cría posterior de la hembra de búho real. Nada mas lejos de la realidad. Tanto en otros ejemplos de nidos, como en el presente, la rapaz podía utilizarlos como lugar de descanso y, así pude comprobarlo. 


Sentía una enorme curiosidad por tener el privilegio de observar, mediante una pequeña cámara de vídeo nocturna, la delicadeza de la hembra de búho real, a la cual, tan sólo sentía mediante la observación de sus huellas impresas en el terreno.
El momento se hizo presente y la rapaz apareció como era de esperar. Sin embargo, las penumbrosas luces del dispositivo de iluminación hicieron recelar a nuestra protagonista. Ver en la imagen a la rapaz trémula debido al efecto de lo desconocido causado por la cámara, me hizo desistir de mas sesiones.

Posteriormente, como no podía ser de otro modo, continué con el borrado de huellas, y la hembra de búho real, siguió marcándomelas en la suave tierra de su acogedor espacio nidal.
Que descanso...




jueves, 25 de abril de 2019

Un día de inquietud




El monte está lleno de conejos Oryctolagus cuniculus y, al paso del vehículo, corren en todas las direcciones. Se ocultan rápidos, zigzaguean desesperados por ocultarse y, los más curiosos, se detienen mirando con atención. Uno de ellos, tiene dificultades para encontrar su cubil, apenas puede abrir los ojos y camina a tientas guiándose más por el olfato.
No hay duda sobre la visible explosión demográfica de estos lagomorfos por esta barranca de la particular estepa.

Transito lentamente por el camino agrícola deteniéndome frente al antiguo posadero del macho de búho real Bubo bubo, mirando además el hueco donde criaron en la loma de yesos y, encuentro ambos deshabitados. No hace falta que baje del vehículo en el improvisado trayecto, tan sólo con avanzar sin prisas y con paradas puntuales, la información, aunque superficial, resulta suficiente.

Hembra de búho real frente a su nido con cinco pollos de algo mas de cuatro semanas.


Al paso de la siguiente vaguada coincido con la pareja de rapaces nocturnas, parecen agobiadas. El macho con suma agilidad, dado su menor tamaño, abandona súbitamente la compañía de su consorte entre el declive, superando la cima del cabezo.
Allí queda, solitaria, la hembra. Su insistente mirada al mismo punto, sin prestarme atención, me desconcierta. No entiendo qué hace la hembra, dubitativa, a las 8´30 horas de una mañana luminosa posada en una cortadura de yeso y desprotegida de hostigadores. Insiste la hembra con su mirada alternando la parte alta del monte con la más baja. Apenas una mirada fija pero fugaz se encuentra con la mía. No soy su mayor problema.
Gira media vuelta dando la espalda a su fijación, se impulsa con fuerza y emprende el vuelo con decisión. No se va por la parte superior como el macho, sino todo lo contrario, lo hace por su parte baja cerca de mi ubicación. No repara en mi presencia.
Creo que tengo que mirar la barranca para eliminar cualquier duda que más adelante, pudiera lamentar.



Después de rodear toda la loma y ascender para optar a una vista adecuada de la vertiente mas apartada donde estaba la hembra, descubro desde lo lejos en una desdibujada repisa unos cuerpos inertes, disgregados y con extrañas posturas; uno de ellos, queda tres metros más abajo y pegado a un matorral. Tras una paciente espera de unos diez minutos ninguno se mueve, creo que están muertos. Ni siguiera unas fuertes palmadas de desesperación al aire los hace reaccionar.
No accederé al nido para no contaminarlo con mis huellas, pero sí daré aviso a la Guardería de Medio Ambiente para que tomen las medidas pertinentes por si hubieran sido golpeados o envenenados.



El mismo día acude Ester, una agente medioambiental a quien expongo lo ocurrido. Saca unas bolsas negras, para depositar aisladamente los cuerpecillos de los cinco pollos de unas cuatro semanas de edad. La angustia nos enmudece. 
Me acompaña al lugar y ambos ascendemos en silencio por la térrea ladera de fragilidad evidente. En el último giro, cuando encaramos el nido faltando unos diez metros, la hembra lo abandona y los pollos, resucitados, nos observan alterados mientras sus audibles chasquidos tratan de intimidarnos. Me giro de inmediato hacia la agente y, con una sonrisa nerviosa, le comento que los pollos están vivos. Siento un enorme bochorno solamente superado por el alivio de tan amarga experiencia. El prejuicio de tantos atentados mortales contra esta rapaz y sus vástagos me llevaron a esta encerrona. Por fortuna, hoy no ha sido el caso, y ambos respiramos tranquilos. Me disculpo, y ella quita hierro al asunto. Sin embargo, no conviene bajar la guardia, no es la primera vez que estas aves son tiroteadas y los pollos sacrificados.
Con todos los datos en la memoria me resulta más sencillo establecer un balance de lo acontecido y, por lo tanto, de lo aprendido.



La vista atrás, me hace reflexionar y comprender desde el principio de la historia el porqué de la mirada atenta de la hembra de búho real al mismo punto, que era precisamente, el nido con sus cinco vástagos. También, la insistente mirada bajo sus garras donde los conejos correteaban al fondo del barranco. Con tanta descendencia, las noches se hacen cortas y el trabajo de alimentarlos una exhaustiva labor. Por ello, la pareja emprende el vuelo espontáneamente tratando de incrementar el horario nocturno arrancando tiempo a la luz del día. El pico matinal es muy útil para asegurar las reservas de la despensa familiar.

Por otro lado, entiendo la inmovilidad de los pollos, agotados durante la noche para asegurarse su bocado, peleándolo frenéticamente contra el resto de los hermanos. Cinco pollos en un nido tratando de luchar por su ración de carne ha de ser agotador.
Me resulta, después de todo, mucho más sencillo entender que 10 ojos permanecieran apagados ante mi presencia a causa del cansancio acumulado por sus continuadas batallas en busca de la primera ceba. No me disgusta en absoluto seguir aprendiendo.


A pesar de todo, es recomendable que ante muertes evidentes e incluso si el escenario expone dudas, no manipularlo y recurrir a los agentes medioambientales o al Seprona; ellos valorarán correctamente la situación sea cuál sea, actuando en consecuencia.


Los conejos con la enfermedad avanzada echan a correr ante cualquier peligro tomando rumbos desorbitados.
La acción de las rapaces es muy útil para erradicar los ejemplares afectados.