He rescatado una observación muy curiosa que recuerdo como
un especial apunte de campo. Se trata del sueño demasiado profundo de un macho de búho
real Bubo bubo que me dejó perplejo.
Nos
desplazaremos al río Dulce en Guadalajara. El mismo que atraviesa el paisaje de
quebradas donde voló el Buitre Sabio, el águila real prendiendo al recental o la Bella Matadora entre la galería de álamos negros; me refiero a la hoz de
Pelegrina. Un paraje que abrumó los sentidos de Félix Rodríguez de la Fuente; no es de
extrañar.
Cada vez que
hago escala en este paraje, tengo la misma admiración hacia sus cortaduras
calizas y paisaje diáfano. Todo es, como si me sorprendiera de nuevo una vez más. Este recogido
roquedo, sigue albergando al Gran Duque que en estos momentos se halla
aposentado en su alcoba arbustiva. Confieso que no me canso de observarlo y
admirarlo. Cada vez, es como la primera.
La rapaz está ubicada sobre la rama horizontal de su lentisco. Hay otros arbustos mas, pero este es el suyo. Entre el entramado ramaje distingo su cuerpo bastante difuso, mimetizado. Las afiladas uñas de sus dedos anteriores descansan sobre la áspera corteza que lo soporta. Al principio, como siempre, no me ha quitado la vista de encima, pero, a medida que el tiempo pasa, todo juega a mi favor si continúo estático en el lugar elegido. Anoto que ahora, su atención la atraen los pajarillos que pululan por el espeso enramado del arbusto, y por su cercanía, le causan mayor inquietud. No logro verle los penachos cefálicos, pero, sí destaco su blanca pechera y el vermiculado de su plumaje.
Si se alarma, abre totalmente los ojos o uno de ellos, girando su
cabeza a la fuente sonora provocada por currucas y fringílidos habitualmente.
Tras comprobar que todo va bien, controla mi posición y seguidamente cierra los
ojos lentamente dormitando de nuevo.
Lentisco sujeto al piso de la quebrada caliza. Entre el hueco de la grieta rocosa y la base del ramaje descansa la rapaz.
11´00 horas. Continúo en el mismo lugar y detrás del telescopio. Las siestas del búho real
son cada vez mas prolongadas, el silencio relaja. Mi inmovilidad parece que ya no le incomoda.
En este
particular momento, al observarlo con los 60 aumentos veo su ojo derecho
mirándome fijamente, impresiona bastante su amenazadora expresión facial. Al
hallarse todo en orden, de nuevo lo cierra.
11´06 horas. Acicala la garra derecha, después, sujetándose con la mencionada extremidad repite la operación con la izquierda. Está tan somnoliento, que su garra cae lentamente,
parece como si no le diera tiempo de aguantar el sueño antes de apoyarla en el
tronco. Al hacerlo, los dedos quedan cerrados sobre la corteza. Me sorprende
¿Qué noche de actividad tan desenfrenada habrá tenido esta rapaz? Poco después,
descansa sobre las dos extremidades y dormita de nuevo.
Hasta las
11´15 horas el búho real reposa plácidamente. Aprovecho para mirar los posaderos
más alejados. Entre los restos de presas hallados durante el paréntesis de observación, figura un joven aguilucho cenizo Circus pygargus.
Búho real dormitando profundamente entre el ramaje y los frutos del Lentisco.
12´00 horas. Ocupo de nuevo el observatorio. Esta es una zona muy tranquila, aunque esté
situada al lado de un camino agrícola. Supongo que en época festiva será
bastante visitada por gente que la conozca.
La rapaz
apenas se inmuta ya por mi presencia. Está mas pendiente de la parte superior y
alrededores de su descansadero que de mi punto de observación.
Cada corto
espacio de tiempo, variable, atusa ligeramente su plumaje y las garras.
Después, realiza otro barrido de control con sus anaranjados ojos; sosegado, los cierra
lentamente y dormita. Sus penachos se
mantienen enhiestos y los párpados inferiores cubren más porción ocular que los
superiores. Este detalle solo lo he visto en búhos reales que descansan
plenamente (pocas veces).
13´18 horas. No me movería si no fuera por que he de visitar mas zonas y el tiempo es limitado. Estas observaciones aparentemente tediosas, me aportan una información interesante. No todo ha de ser acción. La mayor parte del tiempo el
búho real lo ocupa en descansar, por lo tanto, no desdeño sus horas de
inactividad para comprender mejor a este gran cazador de la noche entregado a su
recuperación.
13´28 horas. De nuevo picotea una de sus garras, concretamente la izquierda y, antes de
terminar, cae dormido plácidamente con la extremidad levantada. A los pocos
segundos un espasmo le hace reaccionar y la apoya, me mira temeroso, como asustado y, seguidamente, vuelve al leve
sopor. Todo en orden.
Los búhos reales observados toleraban mi quietud al cabo de unos veinte minutos, con éste, apenas pasaron cinco.
Los búhos reales observados toleraban mi quietud al cabo de unos veinte minutos, con éste, apenas pasaron cinco.
La cámara
Nikon Coolpix 4500 y el telescopio (digiscoping) con que hice la foto del búho real, se estropeó
aquel día. Comenzó a enloquecer el enfoque y, salvo la foto expuesta de la
rapaz, no pude recuperar ninguna mas en condiciones aceptables.
De todos modos, enfocar con aquella minúscula pantalla era todo un desafío.
Paisaje de paramera cerealista con peñascales calizos.
Cortadura rocosa inaccesible donde anida el búho real.