viernes, 30 de octubre de 2009

Víctimas del asfalto


Perdidos en las cunetas de las carreteras, yacen multitud de seres golpeados por los vehículos que las transitan.

La creación de infraestructuras (vías de comunicación) a nivel nacional, es reivindicada como riqueza de trabajo y modernización por gran parte del país, avalando el desarrollo económico y generando empleo y bienestar gracias al acceso inmediato y cómodo entre poblaciones. En su parte opuesta, olvidamos su enorme impacto negativo en el medio natural.


Estas estructuras lineales dividen el territorio y, los vertebrados que allí habitan se ven obligados a cruzarlas por diferentes motivos, entre ellos: dispersión juvenil, búsqueda de pareja, localización de zonas húmedas para criar (sapos), oportunismo al alimentarse de otras víctimas atropelladas, etc. Es por ello que, estos obstáculos totales o parciales por donde trascurren las especies, en este caso; de estructura lineal (carreteras y autopistas) y que se conoce como “efecto barrera”, ejercen de muro ecológico limitándoles por el aislamiento el paso a otras zonas con nuevas posibilidades. Cruzarlas, supone un riesgo enorme, cuyo desenlace mortal en la mayoría de las ocasiones depara, ya no por la vía en sí, sino por los vehículos que la transitan a gran velocidad una importante merma en sus poblaciones.


También, el final de trayecto llega para estas criaturas mecánicas que, una vez abandonadas, son absorbidas por la vegetación activa de la naturaleza.


La cifra es escalofriante: unos “diez millones de vertebrados”, mueren atropellados al año en nuestras carreteras y autopistas españolas. Son estimaciones de algunos autores tras el estudio de impacto, sobre el mencionado “efecto barrera”.

La moderación de la velocidad, es uno de los mejores recursos para frenar esta gran mortandad de animales que, inconscientemente cruzan dichas barreras.


miércoles, 28 de octubre de 2009

Todos exigimos el mismo tren de vida.

Por Miguel y los demás.



"Cuando a una persona con una capacidad diferente le dicen NO SUBAS TU SILLA, le están diciendo que deje sus piernas, que se separe de una parte de sí mismo, que se separe de su LIBERTAD".


Cuando a una empresa de este calibre cómo RENFE, le impiden que utilice su cerebro, quizás porque no lo tiene o, no tiene corazón, repercute negativamente en gente cómo Miguel (http://www.asaltodemata.com/) y, en todos los que pasan por su mismo problema.

Los españoles, estoy plenamente convencido; no pagamos impuestos para que el AVE sea para uso exclusivo de un determinado tipo de gente. Es un tren para todos, “de todos” ¡¡¡T-O-D-O-S!!!


Es lamentable que Miguel, después de recorrer medio mundo con su empeño, echando gran valor y muchas ganas y, habiéndosele quedado su minusvalía en cierto modo pequeña por su gran coraje; aparezca RENFE, con su impresentable insolidaridad confirmándose cómo la barrera de la vergüenza, infranqueable, gracias a su falta de interés por esta gente que también mueve el mundo.


BASTA YA, GRITAD TODO EL MUNDO CONMIGO BASTA YA, Y HACERSELO SABER A RENFE Y A QUIEN HAGA FALTA.


martes, 20 de octubre de 2009

Búho real: encuentro con una madre de armas tomar


Hay que considerar sin duda alguna, la valentía de un búho real desprotegido durante el día para, defender a sus crías.

Un territorio


Los nidos de búho real suelen instalarse comúnmente, en escarpes verticales de alturas diversas. La abrupta dificultad orográfica del terreno, depende de los materiales geológicos que la componen, como: yesos, calizas, o tajos arcillosos entre otros.

En cuanto a la abundancia de vegetación donde ocultar el nido, también repercute la orientación de los farallones; siendo la cara norte por la humedad acumulada y horario solar menos intenso, la que favorece una mayor cobertura vegetal.

La predilección selectiva de la oquedad, repisa, o fisura para nidificar, es labor de la hembra, y sus preferencias suelen ser muy amplias, dependiendo de sus exigencias individuales: desde espaciosas oquedades de tres metros de anchura por dos de altura; hasta un ajustado hueco de 50 cm. de anchura por 30 cm. de altura.

Los nidos y posaderos, son más habituales en umbría que en solana.

Hay también, nidos accesibles en la base del cortado, y otros, inabordables por su altura, ubicados en la zona media vertical a 40 metros o más.

Es increíble la diferencia de carácter entre ejemplares de la misma especie. La progenitora frente a mí, controla también, los ataques de otros enemigos que atacan por la retaguardia.


En el caso que nos ocupa, el nido además de accesible, -pues no superaba los 2 m. de altura del suelo-, se sitúa en un escalonado bloque calizo de no más de 15 m de altura.

Sin embargo, la cobertura vegetal reinante muy tupida de: romeros, aliagas, ephedras, sabinas negras, enebros, cornicabras, carrascas, etc., le ofrecen la necesaria protección durante el desarrollo de la cría.

Frente a este pequeño bloque rocoso, hay otro de mayores dimensiones (unos 70 m de altura), que es utilizado como alojamiento por la pareja de adultos de dicha rapaz nocturna durante, y fuera del periodo reproductor. Aunque no anidan en él, por la habitual algarabía del centenar de buitres leonados hacinados, que aquí pernoctan. Si lo utilizan como posadero, aprovechando la presencia abundante de poblados arbustos de todo tipo.

Esta imagen, revela la estrategia de la hembra al cambiar de lugar, quizás, buscando mi espalda para desconcentrarme.


Revisión de la zona de cría


La fecha crítica de desarrollo de los pollos había culminado, y éstos, ya no se hallaban dentro del nido. Era el momento ideal para abordarlo y, recoger despojos de las presas más interesantes que habían quedado abandonados. Todo el material de deshecho disponible, serviría para un posterior análisis alimentario del búho real.

Recién llegado a la base del nido, y amagar el ascenso, comienzo a escuchar de la hembra de búho real su estridente voz de alarma.- De todas las progenitoras de esta especie que conozco, es la segunda en reaccionar de modo semejante-. Por lo tanto, su estridencia vocal no me resultaba desconocida.

Las notas son cortas, pero muy agudas y audibles en toda la vaguada montaraz.

-El ulular del macho, es de tono más alto y grave que el de la hembra, a pesar de ser el primero, de menor peso y tamaño-. Sin embargo, la voz de alarma en la hembra, aunque es más aguda, suena más.

Enseguida vuelvo la vista, y la descubro al borde, en lo alto del farallón calizo mirándome fijamente y, apartada de la pequeña encina que le ofrece cobijo. Sus ojos, abiertos al máximo, apenas dejan destacar las imperceptibles pupilas perdidas en un mar anaranjado. Su dorso, con las plumas erizadas y las alas ligeramente ahuecadas, evidencian sin duda, una amenaza en toda regla.

Para cerrar el conjunto de detalles iracundos, el más impactante es; ver sus mechones filiformes (vibrisas táctiles blancas alrededor del pico) y los dedos de sus garras, ensangrentados. Seguramente, de haber alimentado a los jóvenes intrépidos, ocultos en las inmediaciones del nido.


Todo transcurre en torno a las 11 horas de la mañana. Quiero irme, y por ello provoco indirectamente la salida de la rapaz que vuela con decisión, rodeando perimetralmente mi ubicación.

Ya no sé qué hacer, porque cada movimiento mío, lo interpreta como una amenaza. Opto de inmediato por acomodarme, apoyado en la pared y mirándola a placer. Estoy asombrado por la valentía y arrojo de tan guerrera madre, y sin apartar su mirada de mí, va sorteando y esquivando todas y cada una de las aves hostigadoras que la asedian, como: cernícalos, mirlos, aviones roqueros, grajillas etc.

No he visto jamás, tanta entrega en defensa de la progenie, en rapaces.

Tengo que señalar, su capacidad simultánea de control hacia mi persona, y a la de los especímenes aéreos atacantes. Cómo no, sopesando también, la nefasta posibilidad de ataque del águila real cuyo territorio comparten. Casi nada, dos parejas del gran búho real en el mismo feudo que el de la reina de las aves, ésta última, depredadora ocasional de jóvenes búhos.

Territorio de la rapaz; incluidas dos hembras de cabra montés y un recental.


El carácter de una madre


No consentí la posibilidad de una tercera vez, y en prospecciones posteriores para controlar a los jóvenes, desaparecía solamente al oír la voz amenazante de la madre.

Pero no quiero terminar, sin comentar el placer de mí derrota (simulada), ante el audaz desafío del búho real.

Fue el año siguiente muy semejante al anterior, pero, esta vez la rapaz hiló más fino, quiero decir: con mayor presión amenazadora.

Me acechó a tan sólo 20 metros de distancia, porque el joven esta vez, se hallaba en la base del cortado completamente desprotegido. Era una vía de riesgo transitada por mamíferos depredadores. Le cogí rápidamente, lanzándolo con sumo cuidado a una repisa con vegetación abundante, y con vuelo torpe, logró ocultarse adecuadamente. No pasó desapercibida la acción presenciada atentamente por su progenitora, y ello, fue el detonante. Temía incluso, por mi integridad física. Quedé mirándola escasos segundos y reaccioné, ésta vez, le daría la batalla por ganada al salir corriendo.


De impresionante e indescriptible, detallaría la sensación que me provocaba al sentir aquella mirada espectral y de animadversión, incluida la fuerza sonora de chasquidos y desgarradores alaridos. Miré hacia atrás unos segundos, cuidando de no tropezar, y recuerdo sin lugar a dudas, esa sensación de victoria por parte de la hembra de búho real. Se regodeó desde la roca, con un gesto muy propio de satisfacción en las aves al sacudirse el plumaje, y acicalarlo después. Todo un ejercicio de calma posterior, a una labor ofensiva bien realizada.

De nuevo, y alejado ya, volví a mirarla. Se despachó con un potente vuelo de casi dos metros de envergadura y algo más de tres kilos de peso, ascendiendo con soberbia a su posadero habitual de la pequeña encina. Allí se ocultó a continuación, en su puesto estratégico de guardia.


Hembra acicalándose en su encame.

viernes, 16 de octubre de 2009

Araña lobo (Lycos tarentula)

 
La araña lobo (Lycos tarentula) es un arácnido de la familia Lycosidae (Lycos en griego significa lobo), aunque su nombre precisamente, no hace honor a las costumbres del cánido; sobre todo, en lo que a gregarismo se refiere.

Los machos adultos son menores que las hembras, y miden de 19 a 25 mm. Los pedipalpos, son más grandes y las patas proporcionalmente más largas. Su coloración es también más llamativa. La hembra es parda con marcas más oscuras y líneas en las patas. Mide de 27 a 30 mm. Los machos, alcanzan a vivir unos dos años, muriendo poco después de la madurez sexual. Las hembras más longevas, llegan a los cuatro años o más.

Excavan túneles en el suelo que sólo abandonan por la noche. El diámetro de entrada es de 2 a 3 cm, con una profundidad de unos 30 cm, forrada de hierbas y palitos unidos con seda para evitar los ataques del escorpión (Buttus occitanus), su más señalado depredador.

Habitan tanto espacios secos como húmedos, siempre que sean abiertos y soleados.

Las arañas lobo perciben el movimiento con sus ojos pequeños y luego enfocan con dos ojos de mayor tamaño. Pero siguen dependiendo sobremanera de los estímulos táctiles, con el que perciben las vibraciones cómo: los pedipalpos, y vellos sensibles conectados a terminaciones nerviosas.

Se abalanzan sobre la presa, la agarran con sus apéndices anteriores y la dan muerte con una picadura mortal. Su veneno, produce una lesión local en las personas que puede ser dolorosa, con inflamación y ampollas claras, que ceden espontáneamente entre los 4 y 7 días. No hay riesgo de muerte. Tranquilos.

Durante la reproducción, las hembras receptoras cubren el suelo con hebras de seda impregnadas con feromonas, es una señal para los machos. Antes de copular, el cortejo masculino consiste en emitir sonidos (estridulaciones), vibraciones (tamborileo del suelo) y exhibiciones. El macho abraza a la hembra desde arriba e introduce el esperma con sus pedipalpos.

Al cabo de 1-8 semanas aparece la primera ooteca (es el envoltorio esférico de seda para proteger y transportar los huevos). La hembra lo prepara de la siguiente manera: extiende en el suelo la seda con el abdomen mediante movimientos rítmicos hasta tejer una superficie uniforme y circular. Dentro, deposita la puesta y después la cierra uniendo y sellando los extremos hasta conseguir un envase circular. La ooteca queda adherida a las hileras de la hembra, quien siempre la lleva consigo: nunca la deja sola y, la defiende con fiereza.

Las crías suelen nacer al cabo de 3-6 semanas. La madre, transporta a su descendencia a todas partes en su dorso, infatigablemente. Éstas, desmontan en pequeños grupos para alimentarse y beber, volviendo a trepar a la madre.

A veces la hembra muere de vieja llevando las crías, quienes la devoran parcialmente, ya que están programadas para aprovechar toda fuente de energía.

La mayoría de las arañas (más de 34 mil especies) sobre todo, las de menor tamaño que buscan un nuevo territorio o emparejarse, lanzan su seda al aire y se dejan trasportar a cientos de metros, e incluso, centenares de kilómetros de distancia.

Terreno donde se fotografió a la araña lobo, cerca del río Ebro.

La primavera y el otoño, son estaciones propicias para la expansión de los arácnidos voladores, mediante el sistema aerostático, pero sin gas.

Aquí tenemos parte, de otra característica del otoño; la dispersión de las independizadas crías de araña.

Nuestra araña lobo, que tiene su descendencia durante estas fechas, como demuestra las fotografías realizadas en octubre, se dispersará por vía terrestre, como establece su conducta vital, arraigada a la firmeza del suelo.

Es la segunda vez, que tengo el privilegio de observar de cerca a una hembra con sus pequeños. Un placer.