sábado, 28 de septiembre de 2019

Bajo el herraje de la torre Eiffel




La gente espera con regocijo, guardando fila, en todos los accesos a la megaestructura metálica que se yergue a 324 metros de altura. Atraviesa su verticalidad el azul celeste del espacio. Cada pie de la torre tiene escaleras y ascensores para aupar al personal hasta la primera planta con plataforma y balconada. Desde allí, otros elevadores lo hacen hasta lo mas alto, escalonadamente.
El acarreo de personas es constante. Contrasta el fervor y el entusiasmo de los privilegiados introduciéndose en la cabina con la frialdad de los rezagados perdidos en las largas colas.
La cima del gran monumento queda lejos, tanto por la altura, como por la larga espera.
La impaciencia agota el temple de los mas esperanzados en las colas. En mi caso, las evitaré, no las soporto. Consumen el poco tiempo del que dispones para ver otras cosas. Y, hablando de ver otras cosas, lo que veo estimula mi curiosidad. Un acogedor lago artificial se abre a los pies de esta inmensa mole férrea tan emblemática.





Si hay un pasatiempo hechizante para mí, ese es el de la curiosidad vestida de atención en los animales. Me gusta observar esa conducta interactiva de las aves con el ser humano. Es tan cercana que, las aves, cuando no hay alimento siempre están atentas con su mirada pertinaz a la reacción de las personas. Son pacientes con ellas, sin embargo, nada de eso ocurre con sus semejantes al no querer compartir lo recibido.
Hay alimento fácil en el parque, por lo tanto, hay comensales agradecidos dejándose ver sin apenas recelo, disfrutando de un maná que aliviará el hambre durante estos días de buen tiempo turístico.
Siempre existen los rincones agradecidos para observar a placer especies animales capaces de modificar su conducta y fraguar una tregua con la especie humana compartiendo estos espacios. 

Con ayuda de los turistas, la gallineta saca adelante a sus pollos.


Por fortuna, el pollo no necesita zapatillas. Los dedos de esta especie son largos y finos, útiles para no hundirse en el fango y para desplazarse entre el carrizo. En los pollos, la diferencia de tamaño se hace mayor dada su menor corpulencia.


Uno de los progenitores busca mas alimento para los pollos. La labor de crianza es agotadora.


Hay todo tipo de viandas en este restaurante a cielo abierto. La corneja negra dará buena cuenta de esta tremenda corteza.




La mirada pedigüeña de los inocentes pájaros; en este caso, un estornino pinto adulto.


Estas aves tienen una agilidad enorme. Uno de los ejemplares jóvenes de estornino pinto fue capaz de consumir una patata frita (con su largura) dando la espalda convenientemente a una paloma. El colúmbido trataba de abordarlo por todos los flancos posibles sin conseguirlo. Fue toda para el estornino.


Uno de los jóvenes estorninos pintos del lugar, sin terminar la primera muda, ataca despiadadamente una manzana. 


Gaviota reidora en plumaje de invierno sin la llamativa cabeza negruzca.

A la gaviota reidora no le interesa la fruta. 


Breve historia de la torre Eiffel:

https://idiomasblendex.com/breve-historia-de-la-torre-eiffel/




domingo, 15 de septiembre de 2019

Un joven pinzón recuperado




Como en la cúpula del trueno de Mad Max versión pájaros; "dos pájaros entran y uno solo sale". Así ocurrió el mes de julio pasado con estos protagonistas de la entrada de hoy. 
Uno, el periquito Melopsittacus undulatus llegó escapado de alguna jaula y traído a casa por mi hija; y el segundo también, un pinzón fringilla coelebs aturdido por algún golpe o atropello en la calzada de la ciudad.

Actualmente el periquito sigue en casa desde hace algo mas de un año pero, por fortuna, el pinzón pudo irse "volando" en julio valga el doble sentido de la palabra. Uno salió y el otro sigue dentro, afortunadamente, agusto.




Las aves aprenden pronto mediante la observación. Se fijan en las demás para agregar a su conducta lo mejor de lo observado en beneficio propio. La actitud tranquila del periquito era seguida y aceptada por el joven pinzón.

Tras comprobar que el pinzón no tenía ninguna fractura y seguir los procesos pertinentes para calmar al joven pájaro, necesitaba que bebiera y comiera una vez tranquilizado. Ahí vino en mi ayuda el periquito, dócil y apaciguador, sirviendo de monitor para que el pinzón tomara nota de cómo beber, comer y bañarse en su nuevo hábitat. Por supuesto, cómo no, hacer ver al novato que mi presencia no era peligrosa y que dejara de revolotear desesperado. Hizo un papelón el periquito logrando la calma del pinzón pero, no su desconfianza, vital para la vida urbana en libertad.

La galería acristalada me ha servido para sacar adelante muchos pájaros por su longitud, muy apropiada como parque de vuelo para ejercitar sus alas.
Los pinzones jóvenes necesitan una dieta insectívora vital para su perfecto crecimiento, alternada con semillas, mas frecuente de cara al otoño e invierno.
Transcurridas dos semanas de adaptación y recuperación de peso, etc., fue liberado cuatro pisos mas arriba de donde fue capturado; tan solo abriendo la ventana.

"Me encanta que los planes salgan bien" diría el coronel Hannibal Smith del Equipo A.


Hembra joven de pinzón común.

El periquito, gran imitador de voces, no tardó en reclamar como su compañero de habitación. Tiene además, buen repertorio de palabras nuestras en su haber.

El periquito tiene su jaula que utiliza como posadero. Si emprende el vuelo, regresa a ella una vez termina la ronda. Entra a comer y sale de inmediato. A la hora de dormir siempre le cuesta un poco meterse y, hay que ayudarle llevándolo si se queda frito fuera de ella. 
De origen australiano, éste es mas español que una paella y desconozco cual será su generación. De todos modos, educado y poco conflictivo es.