Despiadada
con la madera, a pesar de su dureza, la carcoma horada pacientemente vigas, puertas y
ventanas del viejo refugio labriego convirtiéndolas en laberínticas galerías. Allí, sus voraces moradores, incólumes, taladran su interior hasta transformarlo
en polvo de serrín.
Los
años de acción del diminuto coleóptero propician en las exhaustas vigas una
debilidad creciente. Provocan su agotamiento y ceden bajo el peso de las tejas.
Cuando el tejado se desploma, la destrucción completa es inminente.
En
el interior de la añeja construcción la superficie del suelo era bastante
irregular, repleta de galerías practicadas por los conejos Oryctolagus cuniculus. En las vigas había excrementos de pájaros, y el sol penetraba por el enorme boquete del tejado. La
casa nunca dejó de estar habitada.
Más adelante, me fijé en las inscripciones trazadas en el yeso rugoso
de la pared. Estaban sobre la línea superior del pesebre. La curiosidad me pudo
y las fui revisando con atención. Parecían notas de creatividad espontánea. Tal
vez, para evadirse del monótono silencio y soledad imperantes. O por qué no, un
memorándum de autor como recuerdo de visitas posteriores.
Quién sabe, no
obstante, siempre las leo.
Estaba
absorto leyendo los grafitis a lapicero no sin cierta dificultad para
descifrarlos. Entonces..., un aletazo súbito, acompañado de una notable brisa inaudible me
sacudió en la nuca suavemente. El susto fue grande debido a la alta
concentración de ese preciso momento. Giré la mirada siguiendo la trayectoria del causante hasta descubrir al protagonista posándose en un hueco similar a una
hornacina o nicho de la pared. Un mochuelo Athene noctua. Un mochuelo fugaz dándome un susto
monumental. Inquieto por mi presencia salió de nuevo. Me asomé rápido, por la
puerta, y vi la silueta del gavilán Accipiter nisus sobrevolando el cabezo cercano, justo, por
el lado contrario al del fugado mochuelo.
Este
pequeño búho, tenía en el interior su posadero y vivienda. Es razonable pensar
que la presencia del gavilán, forzó al mochuelo a internarse con desesperación
en la casa.
Mi
inoportuna presencia, le hizo reaccionar con un plan “B”.



Posadero habitual del mochuelo sobre el travesaño superior de la puerta de acceso al interior de la casa.

Egagrópilas acumuladas en el suelo junto a excrementos bajo el posadero de la rapaz nocturna.

"El día28 de diciembre estuve aquí por el frío y las gotas, sobre las 2´50 h. de la tarde del año 1959".

"El día 30/9/1960 estuve en este mas comiendo, día que estrené el cabezal y rompí 2 rejas. Una la encontré pero la otra me cansé de buscarla, pero no pude encontrarla".

"En el rancho La Paloma, una vieja solterona se me quiso enamorar, como le di calabaza me tiró con una taba en la columna vertebral".

Cupido violento, desamor evidente...

Mochuelo tomando medidas de seguridad.
Gavilán buscando...
Movimientos habituales del mochuelo