Los
días previos al despunte primaveral, hacen que las aves estén muy activas por el
proceso ampliatorio de la luz diurna (fotoperiodo). Fotoperiodo,
es la cantidad relativa de luz y oscuridad en un periodo de veinticuatro horas.
Éste, aúna el proceso planificador, en el caso de las aves, del momento adecuado para preparar la reproducción teniendo en cuenta la construcción del nido, las cópulas, el
cúmulo de nutrientes para la producción de huevos etc.
Según
David Lack, no comienzan las aves su ciclo reproductor amoldándose a la mayor cantidad
de alimento disponible como sugerían otros investigadores, si no por la duración del
día.
“Un
individuo que inicie la reproducción con una duración del día cuyo resultado
sea tener polluelos en el momento adecuado dejará muchos descendientes, y los
genes para reproducirse en el momento adecuado se heredarán en la siguiente
generación. Aquellos individuos que respondan a una duración del día equivocada
-y se reproduzcan demasiado pronto o demasiado tarde- dejarán pocos
descendientes, si es que dejan alguno, y serán meros recuerdos en la evolución”.
Así, encuentro al macho de escribano montesino Emberiza cia ocupado en advertir con su canto a los rivales del comienzo de un periodo de dispersión y emparejamiento. Ya no serán bienvenidos otros machos competidores a su territorio, tan sólo las hembras que vean en él al consorte adecuado para iniciar la cría.