Tejón en la nieve. Obra del ilustrador Manuel Sosa.
Sigo rascando pequeñas historias vividas con nuestra querida fauna ibérica. He escogido esta del tejón por lo peculiar del encuentro, aderezada con fotografías archivadas sobre rastros habituales de este gran mustélido.
Es de
madrugada, pero una madrugada cerrada, gélida, ligeramente alboreada por la
escarcha. Gracias a los faros del coche adivino la presencia de un animal
corriendo apresurado por el borde de la carretera. Por fortuna, es una
carretera local sin apenas tránsito. No hay animal cuya carrera sea tan agitada
como la del tejón Meles meles. Casi parece un elemento esférico que recuerda a
los pompones sacudidos por las animadoras de ciertos deportes. He ralentizado
la marcha, sé que el mustélido busca la bajada hacia el camino pedregoso
que lleva a su madriguera y, quiero facilitársela. Baja precipitado la
pendiente, hasta que la oscuridad de las sombras lo absorbe en su totalidad.
Seguramente,
su campeo ha concluido y acude raudo a su cubil, que no es otro que el que os
muestro en las imágenes de la entrada.
Su
alimentación omnívora provoca visitas a huertas donde los horticultores
critican los destrozos ocasionados. Al estar la vega prácticamente ocupada por parcelas de cultivo humano condenan a los tejones
y a otros animales, a los que no quedan apenas espacios silvestres para nutrirse.
(Ejemplar atropellado)
Tiene una gran capacidad olfativa muy útil para descubrir las lombrices, caracoles y otros invertebrados de los que se alimenta; además de ranas, micromamíferos, carroña, raíces, bulbos, fruta, bayas, etc.
Uñas muy desarrolladas en las manos para excavar tanto en sus cubiles como en zonas apropiadas para hallar a sus presas bajo tierra.
Los tejones son animales plantígrados con cinco dedos provistos de largas y poderosas uñas. Detalle de las almohadillas que forman la palma de la mano.
Las extremidades posteriores no tienen uñas tan prominentes.
El peso de este mustélido (7 a 13 kg en verano, 16 a 24 kg en otoño) y su modo de pisar fuerte, deja detalles claros de sus huellas sobre superficies blandas.
Con su modo de caminar, posiciona en la mayoría de los rastros el pie sobre el talón de la mano. Las uñas de las manos mas marcadas que la de los pies.
Esta pequeña rambla de escorrentías deja un pasillo muy utilizado por el tejón para transitar cómodamente desde su madriguera hasta la zona fluvial.
Para depositar sus excrementos, el tejón escarba un pequeño agujero que no tapa después. Es normal que estas letrinas sean utilizadas mas de una vez. Se hallan cerca de la tejonera o en sus zonas de tránsito.
Dependiendo de la alimentación, las heces pueden tomar diferentes tonalidades.
Las heces son cilíndricas y tienen superficie áspera y rugosa. Su contenido son restos de insectos, granos y bayas.
En la imagen se aprecian las escamas ventrales de un pequeño reptil.
El aseo para los tejones como para la mayoría de los animales resulta de vital importancia y, por ello, dedican una buena parte de su tiempo al buen estado del pelaje.
En primavera, parte de su pelambre, sufre una caída anual ante la llegada del calor. En la imagen se aprecian mechones sobrantes de pelo, probablemente, arrancados por el tejón durante su acicalamiento.


El tejón, al extraer tierra del interior de las galerías arrastrándola con las zarpas, la lleva a una corta distancia dejando a la entrada un marcado surco, sobre todo, en zonas de tierra bajo árboles corpulentos.
En el caso de la fotografía cuya tejonera se ubica bajo un cortado calizo, no ocurre así por la dureza del terreno. Comprobamos que la tierra tiene materia vegetal utilizada para la cámara de cría y descanso, desechada tras una limpieza o agrandamiento de alguna galería.
Cuando es un zorro Vulpes vulpes quien realiza la misma labor, no arrastra nada mas que tierra. Además, su costumbre de lanzar con fuerza la tierra con las zarpas hacia el exterior, provoca que el montón de tierra forme un abanico.
Zorrera recién excavada. El fuerte olor a descomposición de restos animales que despide la guarida del zorro la diferencia de la del tejón, cuya alimentación es menos carnívora.