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lunes, 27 de julio de 2020

Búho real sujetando un conejo



El tiempo escasea cuando uno está inmerso en tanto trabajo. Ya se sabe, primero el trabajo y después la devoción. Evidentemente, devoción a la naturaleza, la que nos une en este y tantos otros blogs de fauna de todo tipo.

Sin mas preámbulos, os entrego esta secuencia algo "parada" de un macho de búho real Bubo b. hispanus sujetando sobre el terreno un joven conejo Oryctolagus cuniculus recién cazado. Supongo que, trata de hallar a su descendencia para aportarles el rico manjar. Esta soledad del macho podría explicarse al estar la hembra con ellos después de haberles ofrecido otra presa. El conejo abunda en esta zona, por ello, esta pareja tiene un gran éxito reproductor.

En fin, por hoy, eso es todo. En cuanto pueda, os presento al resto de la familia.


La lectura de restos tan característicos aparecidos en el campo dejan constancia de muchos datos para confirmar, por ejemplo, el de obtener una aproximación del número de individuos de una familia de búhos reales.


En una zona de cría de búho real no faltan plumones de los jóvenes sujetos en plantas y arbustos. Es la evidencia mas rentable para saber de un territorio ocupado por esta especie.


No sólo es agradable ver a las rapaces de la  noche en directo al atardecer o al amanecer, durante el resto del día, uno puede leer el terreno descubriendo detalles que concretan ciertas historias de sus andanzas nocturnas. En el centro una huella de búho real.


Tenemos plumón, huella y, ahora, excremento. Las heces de búho real son blancas y pastosas; bastante espesas.


Este detalle lo encuentro de lo mas curioso. Es una repisa donde hay excrementos de la rapaz nocturna pero, observamos un bocado arrancado de la presa por un ejemplar de búho real al alimentarse. Ahora, perdido sobre la tierra y custodiado por la laboriosas hormigas.

domingo, 19 de abril de 2020

Muestras óseas de presas lisiadas capturadas por el búho real



Mandíbula inferior de Rattus norvegicus con una infección grave.


Hablar de la alimentación del búho real sería demasiado recurrente si no se contara con alguna novedad que rompiera esa tendencia tan explotada gracias a los grandes trabajos de estudio de la dieta de esta rapaz nocturna. No voy a incidir en ello, puesto que hay una larga lista bibliográfica de excelentes trabajos al respecto, interesantes y muy detallados. 
Ahora, sí os ofreceré unas imágenes elocuentes de cierto tipo de presas con limitaciones físicas capturadas por el búho real y descubiertas en los análisis de egagrópilas que realicé hace unos años. Son pocas, pero muy curiosas.

Al final os dejo el enlace sobre un estudio de Pedro Fernández Llario y Sebastián J. Hidalgo referido al tema tratado: “Importancia de presas con limitaciones físicas en la dieta del búho real Bubo bubo”, explicando la importancia del búho real como controlador selectivo de presas transmisoras de enfermedades.

Por lo demás, entender la dura existencia de esas especies que estoicamente superaron periodos de vida más o menos largos sufriendo una enfermedad, heridas infecciosas o fracturas óseas. 
Gracias al análisis de Adérito Calzón Ayerza (veterinario) realizado con la única disponibilidad de las fotografías para sacar un complicado diagnóstico, podemos saber con cierta probabilidad, las causas que afectaron a estas malogradas víctimas.
Uno puede imaginar el suplicio de la rata gris Rattus norvegicus en el transcurso de su infección. Capturada por el búho real, tal vez fuera el alivio a una agonía dolorosa. Qué decir del ratón de campo y la fractura soldada de su tibia. Sospechamos del dolor en la recuperación, pero, descubrimos que el roedor se dio cierta vida antes de morir en las garras de la rapaz nocturna.
Los análisis de egagrópilas nos descubren verdaderas historias sobre las presas, al margen de la identificación de las especies depredadas. Un mundo lleno de sorpresas.

Nº1
Mandíbula inferior izquierda de rata gris o de alcantarilla Rattus norvegicus (arriba), y de rata negra o campestre Rattus rattus (abajo).

Lo más probable es que se trate de una infección ósea, bien sea primaria por acción de una bacteria y aquí las más habituales por el tipo de lesión que se ve pudieran ser un Mycobacterium, Fusobacterium y más difícil Yersinia o bien  secundaria a una lesión por mordedura en peleas, depredadores, etc y posterior contaminación. Se ve como una línea de fractura semicircular. Obviamente, con ese grado de lesión y sus consecuencias, la vulnerabilidad ante un búho aumentan, de ahí que en las egagrópilas haya un sesgo hacia animales con  “déficits”(Dejémoslo entre comillas). Tampoco sería una malformación congénita por el tipo de lesión.

Fractura ósea soldada en tibia de ratón de campo.

Nº2 
Tibias y peroné (izquierda), fémures (derecha) de ratón de campo Apodemus sylvaticus

En esta no hay duda. Se trata de una fractura no consolidada correctamente por falta de reducción lógicamente y por tanto callo óseo defectuoso. 
Los fémures más que alargarse para compensar lo que si ocurre es que si un hueso está sometido a una mayor carga se suele producir un aumento de crecimiento y alargamiento por tanto. Los trocánteres cerca de la cabeza están algo desprendidos e igualmente las partes distales.


Nº3
Fémures y tibias de rata campestre Rattus rattus. 


Nº4 
Metatarsos y falanges de conejo Oryctolagus cuniculus.

(Nº3 y Nº4) Engrosamiento por antigua osteomielitis ya curada que produce aumento del diámetro del hueso por aumento de grosor de la cortical.


Nº4 
Metatarsos de conejo Oryctolagus cuniculus.


Exostosis por traumatismo o infecciones en el periostio en zona probable de inserción de músculos que facilitan una mayor respuesta ósea celular reactiva en esos puntos concretos.   
                                                                                                                    
Búho real Bubo bubo.

Conejo Oryctolagus cuniculus. 
Prácticamente todos autores de estudios de alimentación del búho real coinciden en catalogar al conejo como su presa potencial y básica.

Restos de conejo abandonados por el búho real, no muy bien escondidos. Observad los mechones pegados a la pared donde se alimentó.

Después de acudir de nuevo, gracias a su gran memoria, la rapaz nocturna termina con la presa (si no le es arrebatada).

Egagrópila en posadero dentro de una oquedad.

Posadero en repisa donde se aprecia una egagrópila, deyecciones y tres plumones de la rapaz nocturna.


(Pedro Fernández Llario y Sebastián J. Hidalgo de Trucios)



jueves, 25 de abril de 2019

Un día de inquietud




El monte está lleno de conejos Oryctolagus cuniculus y, al paso del vehículo, corren en todas las direcciones. Se ocultan rápidos, zigzaguean desesperados por ocultarse y, los más curiosos, se detienen mirando con atención. Uno de ellos, tiene dificultades para encontrar su cubil, apenas puede abrir los ojos y camina a tientas guiándose más por el olfato.
No hay duda sobre la visible explosión demográfica de estos lagomorfos por esta barranca de la particular estepa.

Transito lentamente por el camino agrícola deteniéndome frente al antiguo posadero del macho de búho real Bubo bubo, mirando además el hueco donde criaron en la loma de yesos y, encuentro ambos deshabitados. No hace falta que baje del vehículo en el improvisado trayecto, tan sólo con avanzar sin prisas y con paradas puntuales, la información, aunque superficial, resulta suficiente.

Hembra de búho real frente a su nido con cinco pollos de algo mas de cuatro semanas.


Al paso de la siguiente vaguada coincido con la pareja de rapaces nocturnas, parecen agobiadas. El macho con suma agilidad, dado su menor tamaño, abandona súbitamente la compañía de su consorte entre el declive, superando la cima del cabezo.
Allí queda, solitaria, la hembra. Su insistente mirada al mismo punto, sin prestarme atención, me desconcierta. No entiendo qué hace la hembra, dubitativa, a las 8´30 horas de una mañana luminosa posada en una cortadura de yeso y desprotegida de hostigadores. Insiste la hembra con su mirada alternando la parte alta del monte con la más baja. Apenas una mirada fija pero fugaz se encuentra con la mía. No soy su mayor problema.
Gira media vuelta dando la espalda a su fijación, se impulsa con fuerza y emprende el vuelo con decisión. No se va por la parte superior como el macho, sino todo lo contrario, lo hace por su parte baja cerca de mi ubicación. No repara en mi presencia.
Creo que tengo que mirar la barranca para eliminar cualquier duda que más adelante, pudiera lamentar.



Después de rodear toda la loma y ascender para optar a una vista adecuada de la vertiente mas apartada donde estaba la hembra, descubro desde lo lejos en una desdibujada repisa unos cuerpos inertes, disgregados y con extrañas posturas; uno de ellos, queda tres metros más abajo y pegado a un matorral. Tras una paciente espera de unos diez minutos ninguno se mueve, creo que están muertos. Ni siguiera unas fuertes palmadas de desesperación al aire los hace reaccionar.
No accederé al nido para no contaminarlo con mis huellas, pero sí daré aviso a la Guardería de Medio Ambiente para que tomen las medidas pertinentes por si hubieran sido golpeados o envenenados.



El mismo día acude Ester, una agente medioambiental a quien expongo lo ocurrido. Saca unas bolsas negras, para depositar aisladamente los cuerpecillos de los cinco pollos de unas cuatro semanas de edad. La angustia nos enmudece. 
Me acompaña al lugar y ambos ascendemos en silencio por la térrea ladera de fragilidad evidente. En el último giro, cuando encaramos el nido faltando unos diez metros, la hembra lo abandona y los pollos, resucitados, nos observan alterados mientras sus audibles chasquidos tratan de intimidarnos. Me giro de inmediato hacia la agente y, con una sonrisa nerviosa, le comento que los pollos están vivos. Siento un enorme bochorno solamente superado por el alivio de tan amarga experiencia. El prejuicio de tantos atentados mortales contra esta rapaz y sus vástagos me llevaron a esta encerrona. Por fortuna, hoy no ha sido el caso, y ambos respiramos tranquilos. Me disculpo, y ella quita hierro al asunto. Sin embargo, no conviene bajar la guardia, no es la primera vez que estas aves son tiroteadas y los pollos sacrificados.
Con todos los datos en la memoria me resulta más sencillo establecer un balance de lo acontecido y, por lo tanto, de lo aprendido.



La vista atrás, me hace reflexionar y comprender desde el principio de la historia el porqué de la mirada atenta de la hembra de búho real al mismo punto, que era precisamente, el nido con sus cinco vástagos. También, la insistente mirada bajo sus garras donde los conejos correteaban al fondo del barranco. Con tanta descendencia, las noches se hacen cortas y el trabajo de alimentarlos una exhaustiva labor. Por ello, la pareja emprende el vuelo espontáneamente tratando de incrementar el horario nocturno arrancando tiempo a la luz del día. El pico matinal es muy útil para asegurar las reservas de la despensa familiar.

Por otro lado, entiendo la inmovilidad de los pollos, agotados durante la noche para asegurarse su bocado, peleándolo frenéticamente contra el resto de los hermanos. Cinco pollos en un nido tratando de luchar por su ración de carne ha de ser agotador.
Me resulta, después de todo, mucho más sencillo entender que 10 ojos permanecieran apagados ante mi presencia a causa del cansancio acumulado por sus continuadas batallas en busca de la primera ceba. No me disgusta en absoluto seguir aprendiendo.


A pesar de todo, es recomendable que ante muertes evidentes e incluso si el escenario expone dudas, no manipularlo y recurrir a los agentes medioambientales o al Seprona; ellos valorarán correctamente la situación sea cuál sea, actuando en consecuencia.


Los conejos con la enfermedad avanzada echan a correr ante cualquier peligro tomando rumbos desorbitados.
La acción de las rapaces es muy útil para erradicar los ejemplares afectados.