El
poder físico del águila de Bonelli Aquila fasciata había relegado al alimoche Neophron percnopterus a otro farallón donde
ubicar su nido.
Entre el bosque montaraz de pino carrasco Pinus halepensis, bajo sus afiladas copas, seguía los pasos de
estos necrófagos que consolidaban su lugar de cría para evitar los encontronazos
con la irascible rapaz de pecho blanco.
Con
la tarde avanzada, mi atención se centró en la maraña acicular de los pinos. Fueron cayendo del cielo tardío, espaciadamente, multitud de zorzales Turdus philomelos en peregrinación
prenupcial, cubriéndose entre las ramas bajas y retorcidas de los pinos. Amparados
por las copas de las altivas píceas podía sentir desde mi escondite el desconcierto
y semblante temeroso de estas aves migradoras, tratando de escapar de la rapaz
mas perseverante de la fronda boscosa. El gavilán Accipiter nisus pendía del espacio, soberbio,
amenazante…
El peligro pasó cuando el más despistado erró en su estrategia defensiva.
Cañón
del río Mesa, Zaragoza 12/03/2020