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miércoles, 12 de abril de 2023

Zorro persigue a una garduña y, a una gineta




 Lástima no contar con más espacio y seguimiento para inmortalizar estos portentosos lances del raposo. 
Hay una cámara anterior a la que graba esta fantástica secuencia, pero, no logró nada más que un breve fotograma del zorro Vulpes vulpes en un atlético salto. La imágen en sí no revela nada por carecer de continuidad. 

A pesar de la limitación de encuadre de la cámara de fototrampeo, podemos disfrutar de dos corredores extraordinarios que lo hacen con toda su capacidad; el uno para comer y el otro, para seguir vivo un día más. En el zorro se aprecia el balance de su poblada cola para equilibrarse en la carrera. Apenas veinte metros más adelante, concluye el pasillo despejado al penetrar entre zarzales con limitaciones importantes de acceso fluido. La garduña Martes foina, por su tamaño menor y capaz de acceder por ajustados orificios entre la maraña vegetal, logra, como se ve en la imágen del regreso del raposo, burlar su apabullante asedio.

En la toma con la gineta Genetta genetta, ésta se apercibe de los pasos del zorro sobre la crepitante hojarasca. Tan sólo unas décimas de segundo le bastan para acceder al tronco del árbol que, como vemos, utiliza en dos ocasiones; una para escapar del zorro y la otra por una falsa alarma. 

Al final del reportaje, una hembra de zorro con sarna escenifica el lugar de la persecución y, al final, el macho encuadrado a la derecha, porta en sus fauces un conejo (por la fecha) capturado después de su aventura con la garduña y la gineta.

En éste vídeo ya publicado, vemos la gran labor
 del cánido cazador sobre la población de conejos de este lugar agrícola. 



domingo, 19 de marzo de 2023

El zorro, cazador de conejos




 Observo desde un lugar discreto cómo un zorro Vulpes vulpes salta desde los apretados arbustos sobre la tabla segada de alfalfa al avistar una furgoneta blanca. Con trote zorruno, elegante como su pelaje de rojo intenso, alcanza el ribazo de una acequia junto a una tajadera metálica con elevación mecánica de cremallera. Allí aguarda desde una distancia de unos 80 m. Vigila atentamente durante unos minutos, como esperando a que el dueño de la furgoneta aparezca y situar su presencia. Nada sospechoso en su territorio. 
Transcurrido un tiempo prudente, regresa sobre sus pasos; de igual modo, trote elegante como sólo estila el raposo.
Hace una breve parada cerciorándose de que el intruso humano no está en sus dominios. Todo bien. Inicia la marcha sobre el despejado terreno y se adentra por la ruta donde una de las cámaras de fototrampeo le aguarda.
  
Hablo del ejemplar que aparece en las dos primeras tomas del vídeo para que aprecieis la belleza de este singular cánido habitual de nuestros campos.

Aparecen otros ejemplares cazadores de conejos, con su presa en las fauces. Según las quejas de agricultores, los conejos suponen una plaga perjudicial para sus cultivos. Aquí está el apoyo indiscutible para evitarles males mayores de modo natural. Sin olvidar la enorme cantidad de roedores que también consumen.




viernes, 13 de enero de 2023

Zorro y tejón, mala combinación

                       
                      


Ver al zorro Vulpes vulpes no resulta muy complicado. Este mamífero, está especializado en convivir con la especie humana. De ella extrae un suculento rédito alimenticio al aprovecharse de sus despojos, resolviendo de este modo, su futuro mediante esta conexión interesada.

Los mamíferos tienen sus trayectos prácticamente memorizados. Sólo hay que echar un vistazo a las cámaras de fototrampeo para darse cuenta de lo habituales que se hacen sus prospecciones por los mismos senderos. Para ellos es más cómodo abrir veredas entre las siempre molestas zarzas y vegetación densa o pasillos entre la hierba.

Se me hacía raro, por lo que comento, no llegar al punto que revela este vídeo corto, el de un tejón Meles meles molesto porque el zorro lleva su mismo recorrido y a éste no le agrada tener al raposo pegado a sus pasos. Una rara coincidencia por todo lo visto en las tarjetas nocturnas. Lo más habitual es ver a los mamíferos en solitario. Tal vez, ellos rehúsan estos encuentros por la competencia carnívora. En este caso, el zorro sólo quiere adelantar al mustélido porque es más ligero que él. 

miércoles, 4 de enero de 2023

CASTORES: secuencias nocturnas


Castores en el río Ebro
Para apreciar mejor el modo de actuar de este gran roedor en su medio natural, nada mejor que unas secuencias. El castor es disciplinado, precavido, actúa con suma cautela cuando sale del agua. Eso sí, sin alejarse mucho, pues de ella depende su seguridad ante los enemigos.

El castor europeo Castor fiber es nuestro mayor roedor en la península. Su peso oscila entre los 18 y 30 kg. Mamífero pesado y de constitución corpulenta; su pelaje es muy espeso, con una coloración parda y negruzca; el rabo es aplanado y escamoso, utilizado como timón en sus maniobras de buceo. Unos ojos y orejas pequeñas asoman junto a parte del lomo cuando nada. Sus manos son prensiles gracias al quinto dedo posterior alineado en posición contraria al resto; de este modo, puede sujetar con firmeza las pequeñas ramas para alimentarse de su corteza girándolas con habilidad a medida que las consumen. Las extremidades posteriores van equipadas con unas membranas interdigitales que le sirven para impulsarse durante sus inmersiones o desplazamientos a nado.

Se introdujo en España de forma "ilegal" en el año 2003. Aunque, más acertadamente, tras su extinción en el siglo XIX, podríamos decir que se empezó a recuperar a esta especie en dos ríos españoles a partir de la fecha señalada. Fueron 18 ejemplares traídos desde Alemania y soltados en los tramos bajo del río Aragón y medio del río Ebro. Los cursos fluviales correspondían a las comunidades autónomas de  Navarra y La Rioja.
Estos enormes roedores supervivientes, retomaron de nuevo su espacio natural arrebatado por el hombre. La avaricia humana hizo que durante siglos fuera perseguido, no sólo por su espesa piel, sino además por la codiciada "holocrina castórea", una secreción grasosa con la que la especie marca su territorio familiar y que en el mercado de la medicina y la perfumería estaba muy cotizada.  Todo ello, les llevó a la extinción en muchos lugares del planeta; entre ellos, España. 

Este espontáneo procedimiento de introducción del castor, provocó gran malestar en las comunidades de Navarra y La Rioja al ser llevado a cabo sin la autorización correspondiente. Dichas comunidades alegaron el enorme perjuicio que ocasionaban a determinados espacios agrícolas. Pronto, se aplicó el protocolo de extinción y los "equilibradores de la naturaleza" procedieron a su captura. Unos acabaron en algún centro zoológico, pero el resto fue sacrificado.

Por fortuna, los supervivientes, ahora protegidos, van colonizando con paso firme nuestros ríos. 

Raíz de álamo roída por castor. La división de la raíz provoca nuevos rebrotes que se convertirán en nuevos árboles.


viernes, 25 de septiembre de 2020

Ratonero pardo (Myotis emarginatus)



El hueco del túnel y aliviadero del barranco bajo la carretera es amplio, se puede transitar sin dificultad. Es un buen punto para ubicar la vídeo-cámara y comprobar qué criaturas lo utilizan y se aprovechan de él.
Hay una pequeña fisura en lo alto del arqueado techo donde se oculta un murciélago. Está solo, pero, al parecer, bastante cómodo habitando su morada. Es un ratonero pardo Myotis emarginatus. Con toda precaución, utilizando una luz tamizada no muy violenta, hago unas fotos de la especie, pocas para no agobiarla.

El borde exterior de las orejas presenta una profunda escotadura, característica de Myotis emarginatus.


Su tamaño es mediano y el peso normal entre 6 y 9 gramos (máx. 15) y una envergadura de 220 a 245 mm. Tiene un pelaje largo, de aspecto lanoso y de un color pardo rojizo en la zona dorsal, mas claro 
(pajizo) en la ventral.
 
Se distribuye en el centro y sur de Europa, en casi toda la geografía peninsular española.
Especie termófila, en el norte vive preferentemente en las casas y en el sur de refugia tanto en construcciones humanas como en cuevas; habita en las llanuras y en las partes más bajas de las montañas, tanto en lugares con parques, jardines y agua como en las regiones calizas; en las montañas se le ha observado hasta 1000 metros de altitud.
 
Los refugios estivales (parideras) se localizan en buhardillas cálidas (36º- 40º C ). Los animales se cuelgan de las viguetas  del techo o del lomo del tejado, en los países del sur de Europa suelen vivir en cuevas y también galerías subterráneas.
 
Los refugios hibernales suelen ser cuevas, galerías subterráneas y sótanos; la temperatura es de 6º- 9º C, pocas veces inferior. Suele colgar de las paredes o del techo, y pocas veces de las grietas o en grupos.
La hibernación tiene lugar de octubre a marzo/abril. En España dicho periodo de letargo es más reducido.


Los excrementos bajo el cobijo del ratonero pardo revelan su alimentación exclusiva de invertebrados.
 
Su edad máxima reconocida es de 16 años, la media de 2´8 a 3´5 años.
 
Emprende el vuelo cuando empieza a oscurecer. Caza a 1-5 metros de altura. El vuelo es ágil y también puede cazar sobre el agua.
Se alimenta principalmente a base de arañas, aunque también algunas veces caza dípteros, como por ejemplo mosquitos, así como mariposas y orugas. Al parecer, las presas también pueden ser capturadas en las ramas de los árboles o en el suelo.


Los opiliones son artrópodos que comparten la oscuridad y tranquilidad de lugares umbríos con los murciélagos. Carecen de veneno y de seda. Se alimentan de otros pequeños animales tanto vivos como muertos.

A pesar de sus patas sensoriales, indicadoras de todo tipo de información y peligro inminente, no le ha servido para nada ante una araña de galería con su tela bien camuflada.

Paso del zorro en el túnel 

En el vídeo se observa a un zorro Vulpes vulpes (posiblemente una hembra con cachorros) que deposita momentáneamente un micromamífero del tamaño de un topillo y, lo vuelve a coger. Está receloso. Cuando lo coge, se acerca a cámara y nota el olor humano por lo que acelera la marcha.

Otro zorro camina en dirección contraria. Podemos apreciar un pelaje deficiente. 

De nuevo, la posible progenitora pasa de nuevo, tal vez con un gazapo entre las fauces. Apenas se aprecia cuando sale al exterior. 

Precavido y protegido por un mar de piedras arrastradas por las riadas, el pequeño ratón de campo Apodemus sylvaticus asoma levemente en un pequeño tramo. Razones tiene, ya que la garduña Martes foina busca para alimentarse protagonistas como él en un descuido.

                             


Fuentes consultadas:

Murciélagos de Europa; Omega, Dietz, kiefer.
Murciélagos de España y Europa; Omega, Wifried Schober, Eckard Grimmberger.
Insectos de Europa; Omega, Michael Chinery.

sábado, 25 de abril de 2020

Algunos rastros del tejón (Meles meles)


Tejón en la nieve. Obra del ilustrador Manuel Sosa. 
Os dejo el enlace para que disfrutéis de su galería con obras originales y láminas excepcionales; https://www.manuelsosa.com/

Sigo rascando pequeñas historias vividas con nuestra querida fauna ibérica. He escogido esta del tejón por lo peculiar del encuentro, aderezada con fotografías archivadas sobre rastros habituales de este gran mustélido.


Es de madrugada, pero una madrugada cerrada, gélida, ligeramente alboreada por la escarcha. Gracias a los faros del coche adivino la presencia de un animal corriendo apresurado por el borde de la carretera. Por fortuna, es una carretera local sin apenas tránsito. No hay animal cuya carrera sea tan agitada como la del tejón Meles meles. Casi parece un elemento esférico que recuerda a los pompones sacudidos por las animadoras de ciertos deportes. He ralentizado la marcha, sé que el mustélido busca la bajada hacia el camino pedregoso que lleva a su madriguera y, quiero facilitársela. Baja precipitado la pendiente, hasta que la oscuridad de las sombras lo absorbe en su totalidad.
Seguramente, su campeo ha concluido y acude raudo a su cubil, que no es otro que el que os muestro en las imágenes de la entrada.
Su alimentación omnívora provoca visitas a huertas donde los horticultores critican los destrozos ocasionados. Al estar la vega prácticamente ocupada por parcelas de cultivo humano condenan a los tejones y a otros animales, a los que no quedan apenas espacios silvestres para nutrirse.

(Ejemplar atropellado)

Tiene una gran capacidad olfativa muy útil para descubrir las lombrices, caracoles y otros invertebrados de los que se alimenta; además de ranas, micromamíferos, carroña, raíces, bulbos, fruta, bayas, etc.

Uñas muy desarrolladas en las manos para excavar tanto en sus cubiles como en zonas apropiadas para hallar a sus presas bajo tierra.

Los tejones son animales plantígrados con cinco dedos provistos de largas y poderosas uñas. Detalle de las almohadillas que forman la palma de la mano.
Las extremidades posteriores no tienen uñas tan prominentes.

El peso de este mustélido (7 a 13 kg en verano, 16 a 24 kg en otoño) y su modo de pisar fuerte, deja detalles claros de sus huellas sobre superficies blandas. 
Con su modo de caminar, posiciona en la mayoría de los rastros el pie sobre el talón de la mano. Las uñas de las manos mas marcadas que la de los pies.

Esta pequeña rambla de escorrentías deja un pasillo muy utilizado por el tejón para transitar cómodamente desde su madriguera hasta la zona fluvial.


Para depositar sus excrementos, el tejón escarba un pequeño agujero que no tapa después. Es normal que estas letrinas sean utilizadas mas de una vez. Se hallan cerca de la tejonera o en sus zonas de tránsito.
Dependiendo de la alimentación, las heces pueden tomar diferentes tonalidades.

Las heces son cilíndricas y tienen superficie áspera y rugosa. Su contenido son restos de insectos, granos y bayas. 
En la imagen se aprecian las escamas ventrales de un pequeño reptil.



El aseo para los tejones como para la mayoría de los animales resulta de vital importancia y, por ello, dedican una buena parte de su tiempo al buen estado del pelaje.
En primavera, parte de su pelambre, sufre una caída anual ante la llegada del calor. En la imagen se aprecian mechones sobrantes de pelo, probablemente, arrancados por el tejón durante su acicalamiento.


El tejón, al extraer tierra del interior de las galerías arrastrándola con las zarpas, la lleva a una corta distancia dejando a la entrada un marcado surco, sobre todo, en zonas de tierra bajo árboles corpulentos. 
En el caso de la fotografía cuya tejonera se ubica bajo un cortado calizo, no ocurre así por la dureza del terreno. Comprobamos que la tierra tiene materia vegetal utilizada para la cámara de cría y descanso, desechada tras una limpieza o agrandamiento de alguna galería. 

Cuando es un zorro Vulpes vulpes quien realiza la misma labor, no arrastra nada mas que tierra. Además, su costumbre de lanzar con fuerza la tierra con las zarpas hacia el exterior, provoca que el montón de tierra forme un abanico.

Zorrera recién excavada. El fuerte olor a descomposición de restos animales que despide la guarida del zorro la diferencia de la del tejón, cuya alimentación es menos carnívora.



lunes, 9 de octubre de 2017

Palacio real de San Ildefonso y su zorro particular.


Cuantas veces he tenido la fortuna de ver al zorro Vulpes vulpes embelesado en sus prospecciones a la búsqueda de topillos, aderezado su trote con ese estilo tan particular lleno de elegancia entre parada y parada. Como decía el gran divulgador Félix Rodríguez de la Fuente "el zorro no corre como el lobo, prodigioso fondista, o como el torpe tejón o como el agilísimo lince. Se mueve con una armonía absoluta, con una elegancia que no pueden olvidar quienes hayan observado en una limpia pradera la carrera de un raposo sobre los cien metros lisos". Es cierto, uno no se olvida jamás de su portentosa modalidad atlética. Siempre he sentido una extraña admiración por este pequeño cánido, tan astuto y taimado, tan ligado al medio antropógeno tratando de sacar el máximo partido de sus acechos a la opulencia humana. 

Tras el acercamiento, el reconocimiento pertinente. También se aupó sobre sus patas traseras apoyándose en mi pierna. Lo peor, no tener nada que darle para comer. 
Aunque volví al día siguiente con alimento, ya no lo encontré.


He visto sus escandalosas batallas territoriales, irguiéndose sobre sus patas traseras y golpeándose entre ellos con las delanteras, emitiendo simultáneamente gritos estremecedores que inquietarían a cualquier desconocedor de la especie. También, he presenciado sus correrías nocturnas y recogimiento en la alborada, cuando un grupo de éstos cánidos ascendía por una ladera. La progenitora era seguida por los jóvenes mientras éstos iban marcando su estatus jerárquico. Por supuesto, he seguido los juegos de los pequeños zorros a la entrada de su cubil y, como no, los restos del oportunismo del búho real ante la inconsciencia de estos pequeños centrados en sus juegos infantiles. He visto, para afirmar las palabras anteriores, muchos nidos con restos recientes de incautos raposos que, por su entrega, descuidaron su retaguardia. 

Aunque puede parecer una reacción agresiva, nada de eso, fue sencillamente una travesura del joven zorro que le dio por morder la correa.


En fin, supongo que he disfrutado de casi toda la conducta biológica del zorro pero, me faltaba como he visto en otros blogs, "mi zorro manso". 
Sé que Carlos Martinez en su blog "Zancadas Ligeras", al igual que otros autores, también tuvo esa oportunidad donde muestra con orgullo esa interacción con Maese Raposo, además de tenerla con jabalíes, cabras y caballos, entre otros. 
Así que, en los soberbios jardines del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso (Segovia), durante una visita, aconteció el encuentro con el real zorro tan amable y atento, aunque algo correoso con la cámara de fotos.
He visto muchos zorros y, todavía, sigo disfrutando como el primer día de su presencia.



Jardines del Palacio Real de San Ildefonso (Segovia).


lunes, 13 de octubre de 2014

El desparpajo de un joven zorro


Ayer tocaba ofrenda de flores a la Virgen del Pilar y aproveché para salir de la ciudad y dedicar ese tiempo que, otros utilizan para el cometido mencionado, a dar un paseo y observar aves. Me costó salir de la furgoneta y, esa pereza precisamente, fue la que me dio la sorpresa que podéis comprobar en las fotos.
No voy a describir al zorro, sobradamente conocido que, quien más, quien menos, habrá visto alguna vez en su vida de la manera más sorprendente e inesperada. El zorro Vulpes vulpes es un cánido muy versátil y, sobre todo muy oportunista, acopiando las ventajas que le unen al medio antropógeno donde aprovecha, de buena gana, los alimentos desechados por los humanos.



Los zorros, al margen de su comportamiento específico, poseen indistintamente su propio carácter y, esa psicología individual, los hace diferenciarse en acciones puntuales de otros ejemplares, haciendo que nos sorprendamos con comportamientos extraños dada su arriesgada forma de actuar, precisamente, como la que demuestran las fotos de este ejemplar juvenil acercándose peligrosamente a un humano encerrado en su vehículo. Una de las razones de este descarado acercamiento curioso del zorro podría deberse a las muestras perrunas en el coche durante mi estancia en el pueblo, ya que las ruedas del vehículo son marcadas con la orina de los cánidos domésticos.



Este zorro por fortuna, está en un lugar protegido donde goza de cierta seguridad. Por esta zona situada en la ribera del río Ebro a unos siete kilómetros de Zaragoza, se beneficia de la ventaja de una alimentación variada. Su territorio de caza son amplias tablas de cultivo de alfalfa y otras variedades de regadío donde la presencia de topillos es abundante.  Al amanecer se les puede ver excavando sus madrigueras para capturarlos al igual que a otros micromamíferos por los ribazos y zonas apropiadas. Tiene además, la oportunidad de alimentarse de los restos de ovejas muertas abandonadas o de los despojos de alimento dejados en los contenedores circundantes del lugar. Las moras, escaramujos o bayas de majuelo entre otros vegetales, complementan también la dieta del raposo.
 


Las imágenes explican mejor que yo el desparpajo de maese raposo frente a mi. No he visto tanto descaro en un zorro. Tan sólo el sonido mecánico de la ventanilla al bajarla parecía alertarlo e inquietarlo.

Esta mañana he querido verlo de nuevo y, de hecho, lo he visto pero, llovía, y el cánido llegando por un lado del camino, empapado, ha cruzado delante del vehículo tomando dirección, seguramente, al abrigo de su hogar.
Estos encuentros me llenan el alma…