Me resulta complicado fotografiar de modo aceptable a los aviones roqueros Ptyonoprogne rupestris. Cuando consigo imágenes, he de arreglarlas ligeramente para corregir esas carencias de nitidez durante el seguimiento de sus fugaces trayectorias de vuelo.
Parece, cuando los observas, que pasean disfrutando de su gran capacidad voladora. Van y vienen a distintas alturas de los farallones rocosos. Se alejan sobre cielo abierto, siempre, tratando de buscar bolsas de insectos recompuestos después de atravesarlas con el pico abierto para capturar alguno. Se alimentan de una variada gama de insectos voladores como dípteros, mariposas, hormigas de ala y otros invertebrados minúsculos que arrastra el viento. Para capturar a sus presas, realizan vuelos constantes gastando gran cantidad de energía, la cual, han de recuperar mediante un elevado número de capturas.
Suele cazar en pequeñas bandadas, modificando sus técnicas de prospección dependiendo de las horas del día. Han de ciclar el espacio de sus cotos aéreos con el fin de no sobre-explotarlos. Pueden también atrapar invertebrados posados en las rocas, e incluso, acuáticos de superficie con veloces y certeras pasadas.
Avión roquero asciende en columna térmica.
Prospecta un estrato aéreo seleccionado en busca de invertebrados.
La imagen congela el momento crucial antes de la captura del insecto volador, interceptado con un elegante giro fugaz del avión roquero.
Los hinojos Foeniculum vulgare durante la floración, sobre todo, atrae a gran cantidad de insectos voladores y son un buen reclamo para estas aves.
No desdeña tampoco las zonas bajas por las que también campea.
Por supuesto, los labrantíos con la míes dorada, producen gran concentración de insectos.