
No sé cómo hacen las palomas para comer o"aspirar" las migas de pan, galletas, etc. que la gente suele echarles. Todo, a palo seco. Tienen mucha habilidad y rapidez para consumir gran cantidad de alimento. No obstante, la corneja negra Corvus corone habitante de la ciudad de París y bien asentada, no necesita de la premura de sus vecinas las palomas. Tiene genio y poder para hacerse respetar cuando de comer se trata.


Tenía la esperanza de poder observar en vivo la actuación de cualquier pajarillo que saciara mi curiosidad, tal y como describe Lefebvre en sus investigaciones acerca de la conducta de algunas aves respecto a su modo de alimentarse.
De paseo por las calles de París, no dejaba de mirar a todas las aves urbanas. Así apareció la corneja; altanera, soberbia, casi con el caminar de un pura sangre árabe. Muy segura, vamos. Sin apresurarse, sabiendo que nadie le discutiría la galleta, pinzó una esquina y con el tiempo a su favor se acercó hasta el bloque del bordillo de la acera. Allí suele acumularse el agua de lluvia que no tragan las alcantarillas. Dejó caer el fragmento de galleta y lo removió en el agua con el pico. Cuando estuvo blando, a su gusto, lo ingirió.


Louis Lefebvre es biólogo y psicólogo comparativo en la Universidad McGill de Montreal Canadá. Toda su carrera la ha dedicado a investigar la mente de los pájaros y determinar cómo medir su inteligencia. Fue, precisamente, quien inventó la primera escala para medir la inteligencia de las aves.
No es Lefebvre gran seguidor de las rarezas ornitológicas, prefiere la confianza de las aves urbanas por su cercanía para observar y extraer de ellas todo su potencial psicológico. La ciudad es un espacio ideal, además de un auténtico paraíso para contemplar aves haciendo cosas inteligentes y encantadoras. Para Lefebvre "la docilidad de las aves en este lugar facilita hacer experimentos".
Así lo vive en su ciudad de la isla de Barbados. Una isla del archipiélago de las Antillas Menores muy urbanizada por su explotación turística. Sus bosques y maleza han sido sustituidos por plantaciones de caña de azúcar.


Un laboratorio adicional para este científico es la terraza de piedra de su apartamento, donde zenaidas caribeñas Zenaida aurita y zanates caribeños Quiscalus lugubris prospectan atentos la oferta gastronómica. Estas aves conocen a Lefebvre "el tipo de las bolitas y el agua" como gusta describirse. No tienen nada mas que esperar impacientes rondando por la azotea a que les dé la comida y el agua. Lefebvre vierte agua sobre el suelo formando un adecuado charco, y después, unas bolitas duras de comida para perros en lugar seco. Los zanates prenden una bola con el pico y se dirigen al agua estancada para sumergirla y reblandecerla, luego, vuelan a otro lugar para ingerirla tranquilamente.
"Más de veinticinco especies de aves remojan los alimentos que encuentran en la naturaleza por algún motivo, sea para eliminar la suciedad o sustancias tóxicas, para ablandar los duros o secos, o para alisar el pelaje o el plumaje de una presa difícil de tragar (se ha visto a un cuervo de Torres remojando un gorrión muerto). «Es un comportamiento de protoherramienta, una suerte de procesamiento de los alimentos», explica Lefebvre. Al remojarla, la bolita resulta más fácil de deglutir".
Fuente:
El ingenio de los pájaros, Jennifer Ackerman