lunes, 31 de mayo de 2010

Halcón peregrino de caza

Dejó de ser casualidad al darme cuenta la tercera vez; cuando observé al halcón peregrino (Falco peregrinus) lanzarse a la captura de las veloces palomas bravías (Columba livia) después de haberlas ahuyentado a mi paso en uno de los rincones más agrestes y recónditos que conozco del río Huerva. No se inmutó ante mi presencia, sino todo lo contrario. Era para él, trascendental mi aparición, y de este modo, levantándole las palomas de las repisas, podía atacarlas encubierto por el alboroto y el desorden establecido. Así, le aumentaba las posibilidades de captura. Una extraña simbiosis, sin duda. La rapaz se aprovechaba de mi acción involuntaria y yo, de la espectacular secuencia ofrecida por un grandísimo volador.

Como decía: después de revolotear las palomas a media altura del cortado rocoso, apareció el peregrino. Las bravías seguidamente, se posaron. Comenzó la rapaz acelerando paulatinamente su vuelo con un profundo batir de alas, hasta situarse a mitad del cortado. Trazando una marcada y apresurada trayectoria horizontal pegado a la roca enlazó el lado derecho con el final, donde descansaban las columbiformes. Una vez alcanzado el punto de encuentro, se dejó ver, provocando la estampida de todas ellas. Aún se permitió adornar con un elegante rizo el ataque, para reventar teóricamente el compactado bando y confundir a sus componentes. Seleccionar y aislar al ejemplar más lento, peor volador o despistado, era su cometido. Tras localizarlo, el halcón encadenó una fugaz persecución que no alargó en exceso, debido sobre todo, a la potencia de vuelo y capacidad maniobrera de la que hizo gala la esquiva paloma.

Esta dinámica cinegética de lances infructuosos, se repitió hasta diez veces durante quince minutos.

El halcón peregrino jugó con el efecto súbito y continuado del ataque, tratando de evitar la cohesión del grupo de palomas y así confundirlas, facilitando por esta vía su posible captura. La fortaleza física de estas fitófagas, y una perfecta coordinación en el vuelo agrupado (similar al flocking de estorninos), hizo finalmente desistir de su empeño al más veloz de los halcones.

No siempre gana el cazador. Si así fuera, nuestro cielo carecería de esta emblemática y no menos espectacular voladora; la paloma bravía. Ésta, para evadirse de sus ataques, ha evolucionado paralelamente junto a este enemigo tan señalado mediante el desarrollo y fortaleza de su musculatura pectoral y su recio plumaje. En cierto modo, similar al del halcón peregrino para cazarla.


-Aquellas palomas que osan abandonar la protección de los pueblos o ciudades para unirse a grupos salvajes de palomas bravas, son las primeras víctimas del halcón peregrino. La falta de precisión en el vuelo unida a su baja fortaleza física, pasa a estas inocentes e inexpertas aves una severa factura.

El contenido craneal y los músculos pectorales son las partes habituales consumidas por los halcones.


 
-Las carcasas óseas duran poco en su lugar de origen. Son muchos los merodeadores carnívoros que encuentran este botín inesperado dando buena cuenta de él. Lo que queda finalmente, es un montón de plumas.


 
-Fotografía hecha con telescopio. Falta otro ejemplar que no entraba en el encuadre. Como veis, los jóvenes se encuentran totalmente volcados en el arreglo permanente de su plumaje. Cuando abandonen el nido, deleitarán a quienes tengan la oportunidad de verlos rasgar el cielo con sus soberbios picados.

lunes, 24 de mayo de 2010

Experiencias de un pequeño búho real


El sábado pasado, me adentré en un cañón calizo con la intención de comprobar la cría del búho real en su antiguo nido. Hacía calor y por fortuna, la zona a prospectar estaba sombreada. No había rastro alguno de presas ni de plumones que atestiguaran su presencia.

Apenas pasaron unos minutos, escuché un insistente reclamo de áspero siseo a intervalos de cuatro y cinco segundos. Era sin duda un pollo de búho real. Pero… ¿Dónde estaba? Esa era mi prioridad; encontrarlo entre tanta maraña vegetal y anotar el hallazgo y el número de pollos en el nido a vista de telescopio. Es raro el reclamo en los pollos de búho real si no es por causas de necesidad como hambre y falta de contacto físico con los suyos. Pedir alimento ocurre durante el atardecer, y la pérdida de contacto en cualquier descuido.

Cuándo lo localicé caminaba por la cuerda floja a dos metros del suelo, buscando desesperadamente ganar altura a través de una afilada repisa apoyándose con las alas abiertas. Fue al tenerlo en el centro del campo visual de los prismáticos y siguiendo su penosa travesía, cuando apareció como un relámpago el halcón peregrino. En una vertiginosa pasada con un espectacular giro (el de un excepcional volador), logró arrancarlo del cortado y lanzarlo al vacío. La protectora sabina le amortiguó el golpe. El peligro del pequeño búho era evidente y su insistencia en el reclamo tenía una finalidad: escuchar la del hermano o progenitora para situarse y regresar, aunque el hermano no contestaba. Descubrí a este último poco después, posado a la sombra de una alargada oquedad a mayor altura; unos treinta metros.

Desde el otro lado del roquedo sombrío y cruzando el cauce seco, alcancé el otro frente rocoso donde el sol daba con ganas. Lo primero que encontré fue una tejonera en activo a cinco metros de distancia suya.
-Pequeño, hoy no es tu día, me dije: o sí, ¡qué narices! Te voy a llevar con tu hermano, que será seguramente el lugar donde se ubica el nido y donde estarás más protegido-.
Después de acomodarlo en la oquedad de la extensa repisa, desaparecí. Y observándolo desde la lejanía, el reclamo no se escuchó más.


Entre la primera y segunda foto hay unos minutos de intervalo para apaciguar al pollo después del sobresalto con el halcón peregrino y mi irrupción posterior. Una vez tranquilizado, le quité todas las pequeñas garrapatas sujetas al interior del párpado izquierdo y a la comisura ocular derecha. Me sorprendió la quietud con la que me dejó actuar.

 

Detalle de las garras, espero que de un futuro cazador. Las plumas que recubren la parte superior de las garras sirven también, como el resto del plumaje, para silenciarlas cuando sobresalen al descolgarse sobre su presa. Y, los lóbulos de las almohadillas plantares, tienen la finalidad de sujetar con firmeza, junto con las uñas, a su presunta e incauta víctima.

 

En esta parte final de la repisa se quedó el joven aventurero, a unos diez metros del hermano.

 

A la izquierda de la imagen está la oquedad nido. Si os fijáis, hay un leve escalón que los pequeños pollos saltaron prematuramente para recorrer y curiosear los alrededores, dando lugar a este tipo de accidentes. Muchos de ellos no tienen la fortuna del protagonista y acaban devorados por depredadores que deambulan por la base del cortado.



Restos de presas halladas en el nido: arriba a la izquierda; plumas de mochuelo y extremidad posterior de garduña: abajo a la izquierda; mechones de púas de erizo, y a la derecha; plumas de búho chico y paloma bravía. Un superpredador en toda regla.

domingo, 16 de mayo de 2010

A las vaquillas




Eso pensé el sábado por la mañana, cuando después de ver el día ventoso y desapacible, decidí visitar a las vaquillas. Está claro que, con el río Ebro de por medio.

Hacía dos semanas que las observé desde el mismo lugar, centrando mi mirada en tres animados zorros que deambulaban por el prado de la ribera. A su aire. Me chocaba la curiosidad con que se detenían en la orilla, fijándose detenidamente en los aparatosos coletazos de enormes carpas enfrentándose entre sí. Pensaba quizá que, el marcado impulso instintivo, les animara a saltar a por alguna de ellas pese a su gran tamaño. Pero sólo fue curiosidad.

Uno de los raposos, somnoliento, se tumbó al sol, y al paso de los bovinos, se incorporó tras ser marcado y advertido por sus cuernos. Al zorro, no le quedaba alternativa, sólo levantarse y hallar otro acomodo.

Casualmente, no llevaba cámara de fotos.

Pero como decía, este sábado si que tuve la idea de llevarla conmigo. Y, sentado frente a la finca, tomé unas relajantes fotografías de estos animales, que vistos en un espacio campestre y con verdes pastos, reflejan tranquilidad y contagian sosiego. Esta vez, sólo un zorro apareció fugaz en el escenario ribereño.

Recogido y preparado en un escondido abrigaño, tuve la fortuna de disfrutar de otras criaturas que quisieron participar como modelos de la naturaleza. La intención única, era la relajación.


Semanas después, desgraciadamente; no para mí, sino para las pobres reses, la saña y el desfogue de la multitud humana, las convertirán en el punto de mira de la crónica atracción de los pueblos que atesoran esta penosa tradición vaquillera.



-Un leve mugido, pone de manifiesto cierta desconfianza ante mi presencia.


-Reconocimiento entre individuos del grupo.




-El rojo intenso de la amapola se interpone entre mi mirada y la secuencia tranquila del rebaño.


-A primera hora uno de los zorros (Vulpes vulpes) apareció, pero se esfumó rápidamente concentrado en su campeo.


-Un multicolor y tempranero jilguero (Carduelis carduelos), posado en unas secas hierbas que sobresalen de un verde ribereño no visible.


-Paloma torcaz (Columba palumbus) posada en lo alto de un álamo cuyas ramas están secas. Es habitual que estas columbiformes tengan predilección por estos secos posaderos.


-Una secuencia de cigüeña blanca (Ciconia ciconia) buscando alimento entre las altas hierbas. A esta ave común por fortuna, la cobertura borrosa de la vegetación le da un aire interesante de misterio.


-Qué línea tan envolvente la que exhiben las gaviotas. Siempre que observo a estas aves marinas en cualquier lugar húmedo, levanto la vista deleitándome con su soberbia elegancia.

Es una suerte presenciar las internadas de las gaviotas patiamarillas (Larus cachinnans) por el caudaloso curso del río Ebro.


lunes, 10 de mayo de 2010

"Botella en agua"


-A pesar del efecto natural de esta portentosa y espectacular cascada en Calmarza, el río Mesa, sufre una incesante e imparable degradación sometida por las poblaciones de Guadalajara y Zaragoza, por donde transcurre su cauce.

“Un asesor del gobierno británico afirma que la sociedad debería hacer del acto de beber agua embotellada, algo tan poco elegante como fumar”.

Me vais a perdonar los seguidores del blog. No es que quiera desmoralizar pero, necesito que alguien me explique: cómo podemos consentir halagando con orgullo la belleza de nuestras poblaciones como ejemplo de lo mejor, dejando simultáneamente que nuestros espacios naturales sucumban bajo el pesado lastre de la basura. Cómo permitimos esa presencia incómoda que arruina nuestro entorno ofreciendo una pésima imagen que todos debiéramos de evitar. Y, cómo no apostamos por un futuro más acorde y funcional de cara a un amplio abanico turístico totalmente presentable y acogedor. Aunque sólo sea, por no pasar la vergüenza y el sonrojo al que someten estas imágenes.

Es cierto que existe una injusta reciprocidad en esto del agua y la botella, sobre todo, por parte de la embotelladora. Lo que debiera de ser en principio y como supuesta finalidad el agua en botella, es además, desgraciadamente, “botella en agua”.


-¿Cuánto aguantará el mirlo acuático (Cinclus cinclus) anidando en la cascada?


-La culebra viperina (Nartrix maura) menos exigente que el mirlo acuático, todavía tiene futuro por delante.


-De la gran mole de roca caliza rezuman diversos manantiales que forman coquetos lagos cristalinos, a su vez, pequeños afluentes del Mesa.


-Pasarela artesanal para acceder a la huerta, perjudicada por las crecidas del río.


-Remanso en un azud construido para trasvasar agua hacia hortales más apartados.


-Un acertado puente construido sobre el río. Da continuidad a una senda de largo recorrido en un espacio natural muy visitado: el cañón del río Mesa.


-Fábrica embotelladora de “Fontecabras” contigua al balneario de La Virgen. Las escaleras de acceso que se ven al fondo, son el lugar de descanso para los trabajadores. Algunos fuman, beben de su agua y observad donde paran las botellas.


-En una carretera comarcal y de tan complicado acceso, podían haberse utilizado camiones de menor porte, y no estos gigantes articulados.
La foto está hecha desde el paseo del balneario mencionado.


-Otra perspectiva de la caótica fábrica embotelladora. El balneario queda detrás. Foto desde el paseo.


-Las maniobras de los enormes camiones, provocan estos desperfectos que llevan años sin repararse. Un precioso puente medieval a la entrada del balneario, fue derribado para facilitar el paso de estas máquinas.


-Agua termal clorurado sódica bicarbonatada a unos 34º. Procede del manantial de La Peña, en el balneario de Serón (Jaraba).


Imaginaros al personal turístico deliberando para, encontrar un determinado tramo del río donde no haya tanta basura. Esto, ya está ocurriendo.

Me parece razón suficiente para dejar de beber agua aprisionada en botella. O, acaso debemos acostumbrarnos a ésta situación porque el progreso del nuevo siglo así lo exige.

domingo, 2 de mayo de 2010

Reciclaje sin lucro.



El reciclaje actual no me convence y me toca la moral enormemente. Es un tocomocho bien entramado. Lo tengo muy claro; pienso reciclar lo menos posible con "el modelo derroche". Por no reciclar de este modo, dejé incluso de consumir agua embotellada entre otros artículos con envoltorio no reutilizable. Todos los malditos productos de consumo van empalagosamente envueltos, generando infinidad de desperdicios que por no tener un coste de retorno para facilitar su control, son tratados con descuido y desinterés por el consumidor; unos se reciclan, y otros se abandonan en cualquier lugar. Basta con ver el cauce de nuestros ríos y las afueras de nuestros pueblos y ciudades; todo el paisaje se complementa con la basura arrojada por gente sin escrúpulos. Gente sin duda, guarra por herencia genética.

Intentar encontrar establecimientos donde la venta de productos sea a granel, es una aventura “harto difícil”. La recogida de la leche con la típica lechera, o el pan con la bolsa de tela como elementos útiles para trasladar los alimentos, pasaron a la historia. Eso sí era auténtico reciclaje: el uso continuado del mismo material no desechable.



-La correcta gestión de la madera en nuestros montes supone un gran empuje económico para poblaciones que viven de ella.

Cómo recuerdo las patatas dentro del caldero sobre la lumbre que iban destinadas a la alimentación del tocino; era incontenible la tentación de comerlas pequeñas y recién hechas.



-El pórtico de madera de encina soporta la zona de la fachada principal de la casa. Me fascina la obra hecha con materiales del lugar y la austeridad con que los moradores la construyeron. Aunque su edad es desconocida, la planta tiene algunos siglos; el resto de la casa, fue reformada en los años cincuenta.

Antes de la reforma no había puerta, y dentro se albergaba la pareja de mulos. Una barra de hierro cruzada en el marco no impedía que el Macho (mulo) lo sobrepasara ocasionalmente.



-Unas viejas maderas ornamentales de las barras cortineras se pueden convertir, transformándolas, en curiosos soportes para colgar elementos de cocina o cualquier otro objeto.

Los candiles, eran antiguas lámparas con un vaso menor interpuesto llamado candileja, donde se vertía el aceite. Tenía apoyada en el pico una mecha de algodón que, prendiéndose, daba una luz algo más fuerte que la de las velas.



-Este humilde mueble para la cubertería, es una muestra tangible de sencillez creativa al alcance económico de antaño.


-Efectivamente, este ostentoso mueble clásico no tiene cabida en una casa de labradores. La vitrina noble, fue un regalo que no deseché; en primer lugar, suponía la donación de un mueble con carga sentimental por parte de sus dueños. Un mueble con historia y recuerdos que acepté con respeto.

En su interior guardo los pucheros; unos recipientes muy habituales y apropiados para cocinar frente al fuego del hogar.



-Las lecheras; eran los mismos envases de siempre para acudir a por la leche durante años y consumirla después de hervida.


-Quién sabe si por el orificio bajo de la puerta pasó la ágil gineta o, un escuálido gato hambriento. Los musulmanes fueron habitantes de estas tierras antes de que Alfonso I conquistara toda la comarca.



-Puerta de acceso a las escaleras. Como se puede apreciar, tallada a mano. Por guardar la esencia de tan singular trabajo, la dejé como siempre ha estado desde su origen.


-Latas de gasas; de harina lacteada Nestlé, etc., dos botellas de ceregumil y una de gaseosa junto a un elemento de madera para medir pequeñas cantidades de cereal. Todo era aprovechable en tiempos difíciles.


-Rellano de acceso a las habitaciones. La cómoda, fue restaurada con mucha dedicación y tiempo, partiendo de un montón de madera apilada irreconocible.

Con cuatro hierros bien organizados, se disponía de una eficaz estructura para apoyar la palangana y la toalla.



- Habitación de la chimenea. Este pequeño cuarto, tenía la ventaja de ser el más caliente en invierno. Aquí dormía el abuelo.


-La cama del abuelo, su gayata y un viejo baúl sin restaurar. Subí la cama al granero para disfrutar de esta reliquia durante la noche y, despertar con el privilegio de ver a través de la ventana el vuelo de buitres, vencejos reales, chovas y todas las criaturas posibles del lugar.


-El granero y algunos aperos para trabajar en el campo. Una decoración que jamás pasará de moda, ni hará olvidar mi pasado. Por fortuna.


-Un viejo collerón del mulo. Su función era la de anclar y amortiguar el pesado arrastre del arado.


-Una foto entrañable y de gran valor para mí. Yo soy el de la izquierda. Advertiréis entre otras cosas, la gran similitud de nuestros pabellones auriculares.

Los mulos, eran grandes trabajadores en tareas agrícolas. En este caso el Macho, como lo llamábamos, era un equino curioso, obediente y bonachón. A escondidas en la cuadra, le ofrecía algunas patatas y manzanas. El sonido característico de estos frutos triturados por sus molares, llamaba la atención de mis tíos que no tardaban en regañarme.

Hago mía la frase de Félix Rodríguez de La Fuente: “amo a cualquier animal como a cualquier ser humano”. En estos casos, lo políticamente correcto me importa poco, o nada.


Para terminar; sólo deseo que miréis detenidamente el contenido de las fotos y saquéis vuestras propias conclusiones. Demasiada opulencia en una sociedad, creo que mal acostumbrada y egoísta.