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lunes, 3 de abril de 2023

GRULLAS

 

 Antes de que estas ornamentadas zancudas regresaran a sus cuarteles de cría, me tomé la molestia de buscar un lugar apartado para disfrutar de su gregarismo viajero y sus voces tan evocadoras. Las grullas Grus grus.
Ya había pasado por la extensa laguna de Gallocanta para verlas en el medio acuático, de hecho, vi sus lomos a través de las inflorescencias del carrizo. Allí estaban reposando. Estaban tan tranquilas que di media vuelta sin arriesgar su descanso. No me gusta que levanten el vuelo por intrusismo. Cuanto entran o salen por voluntad propia en la laguna para descansar o dirigirse al día siguiente a las tablas aledañas para alimentarse, es el mejor momento para ser espectador de su extraordinario poder de concentración y algarabía sonora. Como agradeciendo el bendito amanecer de un nuevo día. 

Me gusta dejar el vehículo en la entrada del pueblo para caminar con el material óptico y buscar un buen punto de observación. Sin embargo, nada de esto es posible cuando soportas un trasiego de vehículos por los caminos que imposibilitan la concentración y el bienestar de las aves. 
Abandoné la laguna dejando la bella estampa de las grullas en el abrigaño del carrizal, protegidas del molesto viento reinante. Sólo esperaba que nadie rompiera ese merecido momento de descanso tan importante para estas míticas viajeras.

El premio llegó más adelante, desde la carretera diáfana hacia mi destino, que no era otro que el de un pueblo abandonado en lo alto de una loma con llamativos escarpes. 
Paré, miré y sentí el bullicio envolvente de estas aves viajeras y su parsimonioso deambular por el terreno en busca de alimento. Sólo, frente al nostálgico escenario de las grullas, que podemos ver año tras año durante sus míticos viajes migratorios. 
A pesar de la carretera, nadie interrumpió nuestro encuentro durante un buen rato.










lunes, 12 de noviembre de 2018

En el valle del río Mesa




Al comienzo de una excelente mañana, de momento calmada de fuerte viento, escogí un buen lugar para observar la actividad de los buitres leonados; especialistas en el ahorro de energía de largos desplazamientos mediante el planeo.
Para ello, tuve que esperar la larga sesión solar de estas necrófagas, útil para sintetizar la vitamina D. Además, el soleamiento con las alas abiertas se relaciona con la lucha contra ectoparásitos y el mantenimiento del plumaje; también, en condiciones meteorológicas adversas (lluvia y frío) para la termoregulación. 
El impresionante canal calizo que cerca al río Mesa, acoge en sus repisas, oquedades y anfractuosidades multitud de especies rupícolas que en él buscan cobijo y espacios para anidar. Los más visibles por su tamaño son los buitres leonados, cuya silueta destaca en cualquier altozano. 

Villa de Calmarza


Cuando la temperatura sea la adecuada para la formación de corrientes térmicas, los buitres comenzarán a abandonar los puntos de reunión donde toman el sol, y seguidamente, prospectarán desde el cielo el vasto territorio en busca de alimento.


Al chocar el viento contra laderas y cortados forma una fuerte corriente ascendente que eleva cómodamente a estas aves veleras; otro método añadido al de las térmicas, para ganar altura sin esfuerzo.




El cañón del río Mesa es uno de los ejemplos más bellos de arquitectura kárstica del territorio español.



El Villar, donde se concentran los almacenes y pajares. Antaño, en las eras, con la utilización de trillos provistos de cortantes piedras de pedernal y tirados por mulos, se machacaba la caña del cereal y las espigas para separarlas del grano. En los pajares se guardaba la herramienta y la paja.





Tumbado boca arriba, puedo estar horas mirando a estas grandes rapaces de vuelo parsimonioso surcar el cielo con sus amplias alas hasta que desaparecen.





Desde el páramo calmarceño puede observarse la cumbre del Moncayo, ahora como se aprecia, completamente nevada.


Joven buitre leonado del año en vuelo a la izquierda de un adulto. 
(Tompson, 1991) sugiere que, en líneas generales, un plumaje juvenil poco llamativo podría funcionar como una señal honesta que indica subordinación, lo cual puede evitar conflictos al joven ante la competencia por los recursos disponibles.




Poco a poco el espectáculo de las carroñeras tomando altura se va desvaneciendo. Cuando alcancen la altura necesaria, cada uno tomará su ruta más conveniente.





"La altura alcanzada en estos vuelos de remonte puede ser considerable. Pennycuick observó a todas las especies de buitres de su área de estudio volando a altitudes de hasta 4.000 metros. El ave que ostenta el récord de altitud en vuelo hasta ahora registrado, probablemente sea un buitre moteado Gyps rueppelli; el 29 de noviembre de 1973 un ejemplar de esta especie chocó con un avión en su ascensión, a más de 12.000 metros de altitud sobre Costa de Marfil."
El buitre moteado o de Rupell, es algo menor que el buitre leonado.



Chova piquirroja Pyrrhocorax pyrrhocorax, córvido habitual que forma bandos cuya voz atruena todos los rincones del cañón rocoso.



Una rapaz que puede pasar fácilmente desapercibida por su tamaño es el esmerejón Falco columbarius. Esta rapaz proveniente del norte de Europa inverna en espacios abiertos como páramos, etc. Hembra en vuelo.


Con la temporada de caza, las escopetas atruenan el monte convirtiéndolo en un lugar inestable. Los cazadores que escudriñan todos los espacios, levantan en este caso, al somnoliento búho real Bubo bubo cuyo descanso se ve interrumpido. Conocedor de su territorio, pronto se reubica entre los pinos.


La escasa águila de Bonelli no tiene buena relación con los buitres leonados a los que ataca, en ocasiones, con enorme violencia. Una de las razones teóricas de estos ataques es la del robo de sus nidos por parte de las necrófagas que crían con antelación.





No sólo los álamos entonados de amarillo son testigos del efecto otoñal. Además, hasta que no se escucha desde lo alto el coro de las grullas no percibo emocionalmente la sensación del otoño.


Puedo ver las grullas desde cualquier punto de la geografía española, sin embargo, ningún lugar motiva más mi admiración que su presencia sobre los cielos del cañón del río Mesa; allí sus voces resuenan amplificadas entre los laberintos calizos de grandes dimensiones.















LOS BUITRES IBÉRICOS
biología y conservación
José Antonio Donázar

miércoles, 6 de marzo de 2013

Las grullas sobrevuelan el cañón del río Mesa



Estaba preparando el otro día la comida y avivando el fuego del hogar cuando escuché el inconfundible griterío de las grullas. Apagué el fuego y subí a toda prisa las escaleras que separan la cocina hasta el ático para, desde la terraza, deleitarme con la compañía de estas entrañables aves que marcan con su marcha la proximidad de la primavera. Qué tienen las grullas que, con la puntualidad de todos los años, hacen que todo el mundo dejemos nuestros quehaceres otorgándonos un tiempo muy personal, levantemos la cabeza y miremos al cielo exclamando… ¡Son las grullas! Mientras la mirada atenta de nuestra curiosidad y admiración las acompaña en ese espacio de tiempo siguiéndolas en su avance hasta que desaparecen en el horizonte difuso, apagándose poco a poco su eterna voz.

El cañón del río Mesa es un lugar espectacular para observarlas en sus remontes, cuando se arremolinan buscando esas bolsas de aire caliente que ascienden y que tanto aprovechan las colonias de buitres leonados de este espacio natural en sus prospecciones. El bullicio acelera el corazón de cualquier observador, y que extraordinario es el cambio paulatino de la ascensión de estas aves en la columna térmica hasta que consiguen de nuevo la formación correspondiente para continuar avanzando hacia el norte.
Siempre es lo mismo y, cada año, resulta diferente.