sábado, 28 de marzo de 2009

El búho real incapacitado ( II )

 
La vulnerabilidad de los jóvenes después de abandonar el nido, ocasiona bastantes bajas.

Unos días después de la liberación del infortunado búho real (Bubo bubo), revisé los restos recogidos durante el campeo bajo los cortados del tranquilo barranco calizo. Lo que parecía una extraña muda que podía subsanarse con unos días de reposo, resultó ser algo más complejo. Las plumas rémiges y rectrices desprendidas durante sus andanzas nocturnas, sólo tenían poco más de seis centímetros de desarrollo fuera de la vaina de muda, y ésta, carecía del grosor natural de un plumaje sano. Esto me hizo sospechar que realmente, el joven no volaría jamás. La vaina, era un raquítico cañón amorfo y sin consistencia, cuyo final se ensanchaba ligeramente al dejar salir la nueva pluma; tenía forma de copa y se fracturaba con facilidad. Para comprobar el estado físico de la rapaz nocturna, hice seguimientos esporádicos con intención de recuperarla.

Ejemplo de acariosis en plumas rectrices ( 4 lado izquierdo ) y rémiges ( 4 lado derecho ); se observa el subdesarrollo de las mismas y la inutilidad para el vuelo.

Detalle de las vainas de crecimiento.

El 29- 9- 1985, confirmé la sospecha al capturar de nuevo a la rapaz condenada a caminar (por la incapacidad de volar) y el estado del plumaje era el mismo. Al manipularla mientras la observaba, detecté una herida gangrenada y seca en la parte superior del ala izquierda. Tenía muy mal aspecto, a través de ella, era posible reconocer la parte ósea del radio y el cúbito, además de insectos necrófagos pululandola. 

Cuando la preparaba para el traslado al centro de veterinaria, un repentino forcejeo hizo que el búho acertara a clavarme una de sus uñas (la posterior) en la muñeca izquierda; las otras tres quedaron cerradas por fortuna. Quedé estupefacto mirando como el curvo punzón se hundía en la carne con una facilidad pasmosa. Traté de abrir la garra, cosa imposible, todavía apretaba más y sus ojos parecían enloquecidos, como a punto de estallar. La deposité en el suelo lentamente, seguía aferrada a mi muñeca, pero, era la única manera al no sentirse sujeta, de que me soltara. Sudor, náuseas, malestar general fueron los síntomas posteriores por la herida. Me tumbé en el suelo para despejarme y simultáneamente maldije el seguimiento del búho real. Al cabo de una media hora, desperté y la rapaz había desaparecido. El dolor en la muñeca empezó a hacerse insoportable.


Para hacernos una idea del tamaño de las uñas del búho real, reproduzco la escenificación del momento del accidente, ahora, sin riesgo alguno. No duró mucho el rencor y, la semana siguiente, continué la búsqueda sin resultados satisfactorios. Después de varios fines de semana buscándola infructuosamente y a pesar de ver al ejemplar adulto al final del barranco, no dimos con ella. El tiempo pasaba en su contra y las esperanzas se esfumaban.



El perímetro en rojo, delata la zona alar y caudal donde deberían estar las plumas rémiges y las rectrices. 
Finalmente, localizamos a la rapaz incapacitada dos meses y medio después a más de 500 metros de distancia del lugar de nacimiento, muerta e intacta. Era lógico, aparte del plumaje defectuoso, la grave herida alar; dos lastres excesivos para un ave condenada ya desde su nacimiento sólo a caminar. Lo más cruel, fue determinar la incógnita sobre el desplazamiento. Todo el camino recorrido hasta el lugar del hallazgo, era debido posiblemente al destierro, la emancipación forzosa. Seguramente, en octubre, los progenitores la obligaron a abandonar lo que hasta la fecha fue su territorio familiar. Comenzaba otro nuevo ciclo de reproducción para los adultos y ella, ya no era bien recibida.


No había esperanzas de encontrarla con vida pasadas tantas semanas, sobre todo, al haberle detectado una herida tan grave. Este fue el final de una cruda realidad como tantas otras que acontecen en la naturaleza. 

Conclusión; tras el recuento de las plumas recogidas, fueron tres los pollos de búho nacidos. Aunque dos de ellos, murieron por causas desconocidas ya en el nido. Los tres sufrieron el mismo parasitismo del ácaro del cañón, que vive en el interior de las plumas remeras y timoneras (rémiges y rectrices). Son muy alargados, durante la muda, abandonan las viejas plumas y se introducen en las nuevas que nacen, alimentándose de queratina que es la proteína que interviene en la formación de las plumas, uñas, pico, etc. las debilitan y se vuelven quebradizas. En este caso, anularon el crecimiento.


Las dos plumas pequeñas de la izquierda, son timoneras del joven de seis meses de edad aproximadamente; la tercera de arriba también, pero, de un ejemplar de unas cinco semanas de edad.
A la derecha, la 1ª es del ejemplar mencionado de unas cinco semanas. Las dos siguientes son del joven incapacitado. Es una diferencia desproporcionada, la de un plumaje completamente sano vista la longitud cilíndrica de la vaina a la de otro parasitado, falto de la pulpa proteica en cantidad equilibrada por la acción de los ácaros. Durante el periodo de cría, una vez abandonado el nido por parte del único superviviente, fue atendido por la hembra puntualmente que siempre estaba cerca. A pesar de las atenciones, si hubiese carecido de la herida, la expulsión del territorio le habría condenado a la muerte por inanición, debido a su insalvable incapacidad.

En este último ejemplo se compara la pluma rémige derecha de un buitre leonado Gyps fulvus con la izquierda del búho real; ambas atacadas por ácaros. El cálamo y el raquis escamosos no tienen consistencia alguna en ambas.


jueves, 19 de marzo de 2009

No solo la mantis es religiosa

Los pajares del Villar



Esperando la hora de enganchar  

Los buitres leonados en las mañanas de buen sol, aparte de la necesidad del baño solar, se reúnen quizá para deliberar sobre el tema de las carroñas "la cosa pinta mal" parecen pensar. Esta claro, que no hay mejor lugar para pedir que en la casa de Dios.

miércoles, 11 de marzo de 2009

El búho real incapacitado ( I )

La fotografía, muestra a la hembra joven dentro de la oquedad donde reposaba, al lado, yacía medio conejo aportado por su progenitora. La telilla que cubre sus ojos, es la membrana nictitante, que cumple la función de un párpado lubrificante.


El año 1985 , fue de lo más complicado para el avefría. Murieron miles de estas aves debilitadas por inanición a causa de una prolongada sequía con pertinaces heladas. Con el suelo endurecido por las bajas temperaturas, no podían alimentarse y el gélido viento, las empujaba con fuerza derribándolas. Pero no es éste mal recuerdo el tema seleccionado, sino la breve historia de una hembra de búho real que me ha dado por desempolvar . Ya ha pasado mucho tiempo desde el 23 - 8 - 1985 fecha, en la que capturé fortuitamente a mi primer búho real (Bubo bubo).

Aquel día el calor era insoportable y las 15´30 horas caían como la llama de un soplete. Miraba junto a otros dos compañeros, todos los posaderos de un pequeño barranco de roca caliza, cerrado al final y muy acogedor por su bosquete de almeces, portadores de una agradable sombra. Dos años antes, hallé una egagrópila con los restos de un escorpión; aparecían fragmentos del cefalotorax, las dos pinzas y la uña o aguijón venenoso, todo envuelto en pelo de conejo. Hallar más presas, acentuaba mi curiosidad, pues siempre existía la posibilidad de dar con algo inimaginable. Recuerdo que la clave era la localización del nido donde hallaríamos todo el listado de capturas consumidas, aprovechando la ausencia de riesgo concluida la cría. Poco había de interesante tras su localización, salvo afloradas plumillas de un infortunado pollo de búho depredado por sus hermanos.

Cambiamos de linea de cortados; de la cara sur, a la norte. Por esta trayectoria, aparecieron multitud de plumones, egagrópilas y deyecciones. El rastro era tan abundante, que llegué a pensar si la rapaz nocturna tenía los conejos por la base del roquedo al alcance de sus garras. Bastaron 50 metros de recorrido para aliviar nuestra olla a presión. Como una centella, salió fugaz de la oquedad más próxima, un búho real, que con enormes saltos ladera abajo, alcanzó el fondo del barranco donde se ocultó. Ahí estaba la pregunta del millón; no salió volando, sino saltando. ¿Era un búho en muda, o era un ejemplar viejo? Las preguntas se agolpaban con una incógnita difícil de descifrar. Al capturarlo, comprobamos que carecía de todas las plumas rémiges y rectrices, (las del ala y la cola). Por el tamaño, era una hembra. Volvimos a la oquedad, donde hallamos una mitad posterior de conejo que la rapaz custodiaba. De nuevo, más preguntas, a las que gracias a un exhaustivo registro del lugar, acertamos a despejar. El hallazgo de un cráneo de garceta común en la entrada de la oquedad bajo el cortado, y las blancas plumas, incluidas las ornamentales localizadas arriba, desestimaron la posibilidad de caza por parte del ejemplar incapacitado. 

Finalmente, la solución llegó al ahuyentar a un adulto que reposaba en los alrededores y que también era hembra, por su pesado vuelo . La madre y el joven del año. La progenitora, era la encargada de avituallar a su vástago. Hasta la fecha de la localización, el búho tenía la edad de cinco meses aproximadamente. Aún quedaban todavía respuestas que aclarar en torno al desarrollo de un plumaje de crecimiento anormal y el desenlace final de la historia, que entonces, no era previsible. Con objeto de preparar los datos y fotos para la conclusión, no tengo otra opción que la de realizar un segundo post, para no extenderme en éste demasiado.

IMÁGENES DEL BÚHO INCAPACITADO 


Pedro, sujeta firmemente a la rapaz, poseedora de una sorprendente fuerza. La imágen, revela dramáticamente la carencia de las principales plumas de vuelo.

Los búhos, recelan del campo abierto sin la protección de la roca y los arbustos, miran en todas direcciones temiendo los ataques de multitud de enemigos, la mayoría sus posibles presas.

La incapacidad de volar, relegaba al búho a zonas de fácil acceso. Pero tal vez, por esta causa, la fuerza en sus extremidades posteriores y garras se había multiplicado.

 

23- 8- 1985 Apunte de campo. 

No cabía en mi interior tanto asombro y tanto anhelo, un deseo que como un milagro se hizo realidad. El búho real, dueño de la noche, el gran superpredador nocturno se hallaba en estos críticos momentos a mi alcance. No dejaba de observar toda clase de detalles de su morfología; plumaje de terciopelo, pico ganchudo y poderoso capaz de triturar el cráneo de una liebre, garras emplumadas, armadas con afiladísimas uñas de fácil penetración y dotadas para presionar firmemente el cuerpo de sus víctimas. Los ojos, amplios y tremendamente llamativos, reflejaban vivamente el color del fuego. 
Cuando el búho real clavaba su mirada en mis ojos, comprendía el temor de sus enemigos frente a él. Huye por el día y reina en la oscuridad de la penumbra, sin lugar a dudas, el búho real impera notablemente con la garantía morfológica que suponen sus bien atribuidos miembros de caza y defensa.

martes, 3 de marzo de 2009

PEQUEÑOS DETALLES


Nacemos en comunidades de todos los tamaños, aprovechándonos de sus estructuras...



...algunos, son creativos y disciplinados con la naturaleza...

...otros, prefieren el stress de la aglomeración y la jerarquía social...

...aunque hay quien, quiere llamar la atención desde el silencio y la soledad.


La muerte, agolpa fríamente los bellos recuerdos, y esas viejas ilusiones, ajenas al olvido, dan paso a nuevas esperanzas...

porqué complicarnos con obstinación difusa, cuando hay resquicios abiertos a claras oportunidades...

...teniendo maneras de brillar,construyendo con garantías o ...


... ser más sencillos, pero no menos eficaces.


Contrastemos la vida.

No nos empeñemos sólamente en vivir más tiempo...

...sino seguir ideales que nos acompañen y colmen nuestros
sentidos...

...antes de acabar vacíos y archivados en el cementerio.

Impulsemos el tiempo de nuestra vida...

...para que la dejadez no nos lleve al abandono...

...de la misma manera con la que muere nuestra historia.