El monte está lleno de conejos Oryctolagus cuniculus y, al paso del vehículo, corren en todas las direcciones. Se ocultan rápidos, zigzaguean desesperados por ocultarse y, los más curiosos, se detienen mirando con atención. Uno de ellos, tiene dificultades para encontrar su cubil, apenas puede abrir los ojos y camina a tientas guiándose más por el olfato.
No hay duda sobre la visible explosión demográfica de estos lagomorfos por esta barranca de la particular estepa.
Transito lentamente por el camino agrícola deteniéndome frente al antiguo posadero del macho de búho real Bubo bubo, mirando además el hueco donde criaron en la loma de yesos y, encuentro ambos deshabitados. No hace falta que baje del vehículo en el improvisado trayecto, tan sólo con avanzar sin prisas y con paradas puntuales, la información, aunque superficial, resulta suficiente.
Hembra de búho real frente a su nido con cinco pollos de algo mas de cuatro semanas.
Al paso de la siguiente vaguada coincido con la pareja de rapaces nocturnas, parecen agobiadas. El macho con suma agilidad, dado su menor tamaño, abandona súbitamente la compañía de su consorte entre el declive, superando la cima del cabezo.
Allí queda, solitaria, la hembra. Su insistente mirada al mismo punto, sin prestarme atención, me desconcierta. No entiendo qué hace la hembra, dubitativa, a las 8´30 horas de una mañana luminosa posada en una cortadura de yeso y desprotegida de hostigadores. Insiste la hembra con su mirada alternando la parte alta del monte con la más baja. Apenas una mirada fija pero fugaz se encuentra con la mía. No soy su mayor problema.
Gira media vuelta dando la espalda a su fijación, se impulsa con fuerza y emprende el vuelo con decisión. No se va por la parte superior como el macho, sino todo lo contrario, lo hace por su parte baja cerca de mi ubicación. No repara en mi presencia.
Creo que tengo que mirar la barranca para eliminar cualquier duda que más adelante, pudiera lamentar.
Después de rodear toda la loma y ascender para optar a una vista adecuada de la vertiente mas apartada donde estaba la hembra, descubro desde lo lejos en una desdibujada repisa unos cuerpos inertes, disgregados y con extrañas posturas; uno de ellos, queda tres metros más abajo y pegado a un matorral. Tras una paciente espera de unos diez minutos ninguno se mueve, creo que están muertos. Ni siguiera unas fuertes palmadas de desesperación al aire los hace reaccionar.
No accederé al nido para no contaminarlo con mis huellas, pero sí daré aviso a la Guardería de Medio Ambiente para que tomen las medidas pertinentes por si hubieran sido golpeados o envenenados.
El mismo día acude Ester, una agente medioambiental a quien expongo lo ocurrido. Saca unas bolsas negras, para depositar aisladamente los cuerpecillos de los cinco pollos de unas cuatro semanas de edad. La angustia nos enmudece.
Me acompaña al lugar y ambos ascendemos en silencio por la térrea ladera de fragilidad evidente. En el último giro, cuando encaramos el nido faltando unos diez metros, la hembra lo abandona y los pollos, resucitados, nos observan alterados mientras sus audibles chasquidos tratan de intimidarnos. Me giro de inmediato hacia la agente y, con una sonrisa nerviosa, le comento que los pollos están vivos. Siento un enorme bochorno solamente superado por el alivio de tan amarga experiencia. El prejuicio de tantos atentados mortales contra esta rapaz y sus vástagos me llevaron a esta encerrona. Por fortuna, hoy no ha sido el caso, y ambos respiramos tranquilos. Me disculpo, y ella quita hierro al asunto. Sin embargo, no conviene bajar la guardia, no es la primera vez que estas aves son tiroteadas y los pollos sacrificados.
Me acompaña al lugar y ambos ascendemos en silencio por la térrea ladera de fragilidad evidente. En el último giro, cuando encaramos el nido faltando unos diez metros, la hembra lo abandona y los pollos, resucitados, nos observan alterados mientras sus audibles chasquidos tratan de intimidarnos. Me giro de inmediato hacia la agente y, con una sonrisa nerviosa, le comento que los pollos están vivos. Siento un enorme bochorno solamente superado por el alivio de tan amarga experiencia. El prejuicio de tantos atentados mortales contra esta rapaz y sus vástagos me llevaron a esta encerrona. Por fortuna, hoy no ha sido el caso, y ambos respiramos tranquilos. Me disculpo, y ella quita hierro al asunto. Sin embargo, no conviene bajar la guardia, no es la primera vez que estas aves son tiroteadas y los pollos sacrificados.
Con todos los datos en la memoria me resulta más sencillo establecer un balance de lo acontecido y, por lo tanto, de lo aprendido.
La vista atrás, me hace reflexionar y comprender desde el principio de la historia el porqué de la mirada atenta de la hembra de búho real al mismo punto, que era precisamente, el nido con sus cinco vástagos. También, la insistente mirada bajo sus garras donde los conejos correteaban al fondo del barranco. Con tanta descendencia, las noches se hacen cortas y el trabajo de alimentarlos una exhaustiva labor. Por ello, la pareja emprende el vuelo espontáneamente tratando de incrementar el horario nocturno arrancando tiempo a la luz del día. El pico matinal es muy útil para asegurar las reservas de la despensa familiar.
Por otro lado, entiendo la inmovilidad de los pollos, agotados durante la noche para asegurarse su bocado, peleándolo frenéticamente contra el resto de los hermanos. Cinco pollos en un nido tratando de luchar por su ración de carne ha de ser agotador.
Me resulta, después de todo, mucho más sencillo entender que 10 ojos permanecieran apagados ante mi presencia a causa del cansancio acumulado por sus continuadas batallas en busca de la primera ceba. No me disgusta en absoluto seguir aprendiendo.
A pesar de todo, es recomendable que ante muertes evidentes e incluso si el escenario expone dudas, no manipularlo y recurrir a los agentes medioambientales o al Seprona; ellos valorarán correctamente la situación sea cuál sea, actuando en consecuencia.
Los conejos con la enfermedad avanzada echan a correr ante cualquier peligro tomando rumbos desorbitados.
La acción de las rapaces es muy útil para erradicar los ejemplares afectados.
Hay ocasiones que no se sabe cómo actuar. Mejor que haya sido este final. Un abrazo.
ResponderEliminarDe todas las posibles, se recomienda la que menciono, para no alterar en caso de muerte todas las pruebas.
EliminarVale la pena un final así, después de un día tan cargante por ello.
Un abrazo.
"Estaban un día de tertulia los animales del bosque, y el conejo dijo:
ResponderEliminar-Señores, yo les digo a ustedes que el búho es un animal superior, extraordinario; lo sabe todo, y además puede ver de noche, cosa que nosotros no podemos" (Fábula del búho y el conejo)
Como siempre, Javier, muy instructiva tu entrada. Bonito despertar.
Un abrazo
Hay libros que, en vez de farragosas estadísticas de nuestra fauna analizadas por biólogos, reflejan la conducta individual de las especies mas inteligentes y es para quitarse el sombrero.
EliminarCon autores como Carl Safina (Mentes maravillosas), J.A. Baker (El peregrino), Jennifer Ackerman (El ingenio de los pájaros) y un largo etc.,aprendes mediante entretenidas historias con bases científicas, todo el poder de supervivencia y psicología de los animales mas evolucionados. Estoy encantado con la lectura de muchos etólogos.
Gracias Carmar.
Un abrazo.
Una historia, afortunadamente, con final feliz para los búhos. Como siempre,muy interesante lo que nos cuentas.
ResponderEliminarSaludos
Es la familia numerosa mas amplia que he conseguido ver; una auténtica sorpresa. Pensaba que estas cantidades de pollos sólo se daban por el extremo sur donde abundan los conejos de manera desproporcionada.
EliminarEs el error que mejor he celebrado.
Saludos.
Apenas uma palavra após leitura atenta e entretida: impressionante!
ResponderEliminarFeliz retorno, man! Que os bons ventos nos tragam belas aves e intensas observações! Salve a sua inspiração!
Um beijo
Gracias Teca. Ya sabes que esto es salir al monte y que haya suerte en las observaciones.
EliminarEstaré atento de todos modos para extraer bellas vivencias que contar.
Besos...
Menos mal que sólo quedó en susto, desde luego es lo más inteligente contactar con los agentes ante la duda.
ResponderEliminarComo siempre, interesantísimos los relatos de los señores de la noche.
¡Saludos!
A pesar de haber quedado atrás el susto y, con la tranquilidad que da la normalidad del momento, me quedó un poso de mal recuerdo cada vez que me centro en la primera imagen pensando en lo peor.
EliminarSaludos.
Una historia con final feliz, pero con una moraleja, y es que siempre hay que estar vigilantes para poder proteger nuestros patrimonio natural.
ResponderEliminarAsí es. Curiosamente, es la primera vez que veo una familia tan numerosa y, también, cinco pollos durmiendo con una profundidad de sueño jamás vista.
EliminarSaludos.
Hola Javier.
ResponderEliminarDespués de un largo parón, ahora te has puesto las pilas y casi sin darme cuenta has colgado dos entradas. Esta primera, tras el susto inicial tuvo su final feliz y por suerte, con lo poco que ha llovido, los búhos no deberían tener problema con la comida esta temporada.
Un saludo
El trabajo a veces es incompatible con el tiempo libre si éste es demasiado físico. La necesidad de descanso se come todo el tiempo disponible.
EliminarNo sé si después de la cría, ya que gestiona la pareja la guardería forestal, tendré noticias del desenlace.
Intentaré informarme.
Saludos.