Observo desde un lugar discreto cómo un zorro Vulpes vulpes salta desde los apretados arbustos sobre la tabla segada de alfalfa al avistar una furgoneta blanca. Con trote zorruno, elegante como su pelaje de rojo intenso, alcanza el ribazo de una acequia junto a una tajadera metálica con elevación mecánica de cremallera. Allí aguarda desde una distancia de unos 80 m. Vigila atentamente durante unos minutos, como esperando a que el dueño de la furgoneta aparezca y situar su presencia. Nada sospechoso en su territorio.
Transcurrido un tiempo prudente, regresa sobre sus pasos; de igual modo, trote elegante como sólo estila el raposo.
Hace una breve parada cerciorándose de que el intruso humano no está en sus dominios. Todo bien. Inicia la marcha sobre el despejado terreno y se adentra por la ruta donde una de las cámaras de fototrampeo le aguarda.
Hablo del ejemplar que aparece en las dos primeras tomas del vídeo para que aprecieis la belleza de este singular cánido habitual de nuestros campos.
Aparecen otros ejemplares cazadores de conejos, con su presa en las fauces. Según las quejas de agricultores, los conejos suponen una plaga perjudicial para sus cultivos. Aquí está el apoyo indiscutible para evitarles males mayores de modo natural. Sin olvidar la enorme cantidad de roedores que también consumen.