domingo, 19 de marzo de 2023

El zorro, cazador de conejos




 Observo desde un lugar discreto cómo un zorro Vulpes vulpes salta desde los apretados arbustos sobre la tabla segada de alfalfa al avistar una furgoneta blanca. Con trote zorruno, elegante como su pelaje de rojo intenso, alcanza el ribazo de una acequia junto a una tajadera metálica con elevación mecánica de cremallera. Allí aguarda desde una distancia de unos 80 m. Vigila atentamente durante unos minutos, como esperando a que el dueño de la furgoneta aparezca y situar su presencia. Nada sospechoso en su territorio. 
Transcurrido un tiempo prudente, regresa sobre sus pasos; de igual modo, trote elegante como sólo estila el raposo.
Hace una breve parada cerciorándose de que el intruso humano no está en sus dominios. Todo bien. Inicia la marcha sobre el despejado terreno y se adentra por la ruta donde una de las cámaras de fototrampeo le aguarda.
  
Hablo del ejemplar que aparece en las dos primeras tomas del vídeo para que aprecieis la belleza de este singular cánido habitual de nuestros campos.

Aparecen otros ejemplares cazadores de conejos, con su presa en las fauces. Según las quejas de agricultores, los conejos suponen una plaga perjudicial para sus cultivos. Aquí está el apoyo indiscutible para evitarles males mayores de modo natural. Sin olvidar la enorme cantidad de roedores que también consumen.




lunes, 13 de marzo de 2023

Las nutrias de Félix Rodríguez de la Fuente

 


Los mustélidos son carnívoros extraordinariamente juguetones porque parece probado que, durante la infancia y la juventud de estos animales -tremendamente agresivos y perfectamente dotados para dar muerte a sus víctimas- los juegos permiten un contacto entre los distintos miembros de las familias, que van inhibiendo su agresividad natural, como una válvula de escape a su violencia potencial.

No tenemos nada que objetar a tales consideraciones etológicas mientras no se incluya en ellas al más hermoso, inteligente y lúcido de los mustélidos: La nutria. Porque durante los muchos años que he convivido con nutrias, durante las interminables horas que he dedicado a su observación y a su filmación, las he visto poner en práctica sistemas de juego que pueden, no tener nada que ver con la inhibición de la agresividad y tratarse, más bien, de la materialización de un infinito torrente de recursos psíquicos -me atrevería a decir que imaginativos- que la nutria parece obligada a liberar con los más insólitos, ingeniosos y divertidos juegos.

Una  bonita hembra española, llamada Lola por los miembros de mi equipo, vivía en un pozo cristalino del río Dulce. Su juego favorito consistía en sumergirse verticalmente, coger una piedra con sus recias zarpas, subir a la superficie con toda celeridad, colocar la piedra sobre el dorso de sus corto hocico, extender violentamente el cuello para lanzar la piedra hacia el cielo, seguir su trayectoria con la vista, esperar que el proyectil cayera nuevamente al agua para lanzarse entonces en una rapidísima inmersión y recuperarla antes de que tocara fondo. La nutria pasaba mañanas enteras entregada a este fascinante ejercicio, que no era más que uno de los infinitos recursos de Lola, de Teo -el macho que la acompañaba- o de cualquiera de las muchas nutrias que he conocido. 
Los toboganes, los juegos del escondite, el "que te cojo" el "waterpolo" con madera flotante o cualquier otra actividad por asombrosa que parezca pueden entretener a las nutrias durante sus interminables sesiones de juego.

Félix Rodríguez de la Fuente

Cuaderno de Campo nº 49, pequeños carnívoros (II)

En recuerdo del equipo de El Hombre y la Tierra.



domingo, 12 de marzo de 2023

Hembra de búho real acicalándose

 

Las noches frías de invierno, esconden en diferentes posaderos, los momentos íntimos de descanso de la mayor de nuestras rapaces nocturnas. Son noches muy largas. 
Fuera de la actividad del celo y la caza por un momento, esta hembra de búho real Bubo bubo aprovecha en su posadero habitual el ejercicio del cuidado de su plumaje, esencial para su correcta función. Las plumas bien peinadas y engrasadas mediante el pico y las garras, haciendo uso del contenido oleoso de la glándula uropigial, resulta de vital importancia para mantener las habilidades cinegéticas y desplazamientos de este coloso nocturno.