La frente es ancha, aparte, posee una barrera protectora de finas plumillas
filiformes que surgen de la zona superior de la comisura de la boca hasta la
superior del ojo (como cerrando paréntesis); evita el impacto directo de insectos
y otros objetos contra sus ojos, a su vez, protegidos por una profunda cuenca
orbital.
Hace unas semanas me trajeron un
vencejo común. Cuando caen al suelo, lo normal es que estas aves hayan sufrido un
golpe contra algún cable o cualquier otro elemento que, por su inexperiencia de
vuelo no han sabido esquivar; también suele ocurrirles por golpes de calor en
días tórridos tanto a jóvenes como a adultos. Estas aves en tierra son
incapaces de levantar el vuelo debido a la cortedad de sus tarsos, inutilizados
evolutivamente a favor del vuelo
constante, prescindiendo por ello, de su función motriz para caminar. Son
utilizadas solamente para aferrarse con sus cuatro dedos hacia delante y provistos
de afiladas uñas a lugares verticales, donde puenden reiniciar el vuelo con
facilidad dejándose caer al vacío. Beben en vuelo, copulan en vuelo y duermen
en vuelo elevándose a una altura óptima entre mil y dosmil metros reduciendo la
frecuencia de su aleteo. Se desconoce si duermen, dormitan o, simplemente
descansan mecidos por el viento en una ruta preestablecida por su mecanismo
nervioso.

Cuando observas a un volador con
estas características al que has seguido tantas veces con la mirada desde la
ventana de casa o desde cualquier lugar de la calle descolgarse del cielo con
su característico griterío, cuando lo sostienes en la mano, ves y descubres a
un ave realmente fantástica, portentosa, tan especializada en el medio aéreo como
un pez en el agua. Todo su perfil obedece a una serie detallada de caracteres
morfológicos perfectamente entretejidos que conceden al vencejo la supremacía
del espacio celeste, por supuesto, como el más volador entre las aves.
Cortan el aire cual afiladas
cuchillas cayendo en tropel como una virulenta cascada, corriente brava de
chillidos agudos haciendo gala de una formación a escuadra que domina cada
viraje a la perfección durante sus fulminantes recorridos. Palpitan en conjunto
con vivaz alegoría del placer, un placer reservado para los más precisos del
vuelo con estilo y maestría nacidos para vivir expresamente del aire y sus
ofrendas, colgados de un privilegiado sueño de aparente ingravidez.
Estas aves insectívoras son
aeroplanctófagas, están capacitadas para capturar los insectos en vuelo con la
boca abierta; para ello, han de reducir la velocidad. Si os fijáis con
detenimiento hay momentos del día, cuando los insectos abundan, que planean con
una frecuencia ralentizada apropiada para verlos y capturarlos con precisión.
Si las condiciones meteorológicas
son malas desertan masivamente con antelación del lugar buscando zonas
despejadas, estos contratiempos provocan en ocasiones una elevada mortandad. En
ornitología se conoce este fenómeno como “fuga de tempero”. Cuando los adultos
están en época de cría, los que no se han “fugado”, aguardan en el nido con los
pollos a que amaine la tormenta. Para sobrellevar la falta de cebas al
ausentarse sus progenitores los pollos sufren un letargo temporal ralentizando
su ritmo metabólico, permitiéndoles soportar periodos de ayuno de 10 o 12 días.
Regresan una vez concluido el temporal.
El vencejo es estival y ocupa sus
áreas de cría entre finales de marzo y primeros de agosto; comienzan las
puestas en mayo cuando se posarán de nuevo cumplidos 9 meses desde la última
vez. Su elevada filopatria acentúa la fidelidad al lugar de nidificación.
Debido a la mayor disposición de huecos para anidar en las ciudades, es más
abundante en los barrios antiguos que en los de construcción moderna.
Bueno y, finalmente, después de
comprobar que el joven vencejo no tenía ninguna fractura ni contusión lo retuve
durante cuatro días para nutrirlo y asegurarme de su recuperación abasteciéndolo
de reserva alimenticia.
Escogí un día ventoso, ideal, fuera
de la ciudad. Impulsé al ave lo más alto que pude y, sus alas falciformes
comenzaron a batirse con ritmo, elevándose con firmeza a la vez que desaparecía
de mi vista incluso tras utilizar los prismáticos. Mientras lo miraba alejarse
sabía que, si todo le iba bien, no volvería a posarse de nuevo hasta dentro de
unos dos años aproximadamente, coincidiendo con su madurez sexual.
El plumaje escamado y bien cerrado como el de palomas o halcones y su
cuerpo fusiforme, muy aerodinámico, capacitan al vencejo para alcanzar
velocidades medias de 70 Km,
superadas por los más de 150 de sus impetuosos picados.