Los machos de fragata o rabihorcado son negros, destacando ligeramente su bolsa gular que, incluso plegada, deja notar su color rojizo.
Exultante, en un radiante día soleado de 2014, caminaba por la
avenida Vieira Souto deslumbrado por la blanca arena de su famosa playa de
Ipanema en Río de Janeiro. No puedo negar como mi memoria reproducía la
conocida canción a cada paso, Garota de Ipanema, un tema que redobló la fama de
esta maravillosa playa. Esta canción fue compuesta de modo espontáneo por Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes, dedicada a una muchacha que
observaron mientras caminaba hacia el mar deslumbrándoles con su belleza y su
mirada.
Garota es chica en
brasileño y, mi garota, bueno, muchas más realmente, no caminaban por la arena
de la playa, la sobrevolaban con sus negras y amplias siluetas. Eran fragatas o
rabihorcados Fragata magnificens las
aves o chicas a las que me refiero. Siluetas siniestras en cierto modo pero,
muy seductoras para el observador. Piratas del aire dispuestas a arrebatar las
presas a otras especies y, saqueadoras de nidos, son algunas lindezas
características de su comportamiento. Desde el saliente de Pedra do Arpoador
podía sentir toda la brisa aromática del Océano Atlántico, una gran roca
adentrada en el agua y golpeada por sus suaves olas. Durante un buen rato,
sentado en el duro granito, veía pasar las líneas desorganizadas de estas aves
de 220 a 230 cm de envergadura, soportando un peso aproximado de 1200 a 1700
gramos. Algunos machos, ya portaban en sus picos finas ramitas para la construcción
de sus nidos.
Macho de fragata seguido de una hembra y portando una ramita para su futuro nido.
Macho de fragata sobre un joven.
Desde sus
plataformas, una vez terminadas, los machos dilatarán su bolsa gular de un
intenso color rojo para llamar la atención de las hembras. Este proceso les
supone un enorme gasto de energía.
Cada macho
necesitará una agotadora semana para inflar y mantener su saco gular, pero el
esfuerzo merece la pena, las hembras de fragata sólo crían cada dos años y
únicamente ponen un único huevo por lo que son muy exigentes a la hora de
elegir pareja. La exhibición del macho intenta convencer a las hembras de su
vigor y resistencia, dos modalidades que le harán falta para sacar adelante a
su escasa prole. La cría del único pollo las llevará entre 7 y 8 semanas y los
padres tendrán que alternarse en el trabajo. La tarea es tan dura que, cada
semana, en el nido, el adulto correspondiente perderá 1/5 de su peso, por lo
que sólo los más fuertes podrán conseguirlo, y estos son, precisamente, los que
han realizado el cortejo más llamativo.
Las hembras son de color negro salvo la zona pectoral.
Las jóvenes fragatas tienen la cabeza y zona ventral blancas, el resto del plumaje es negruzco.
Piquero pardo (Sula leucogaster), una de las especies parasitadas por las fragatas.
Si volviera a Ipanema, me gustaría encontrarme de nuevo con ellas, observarlas tumbado sobre el duro granito del pequeño cabo al final de la luminosa arena para verlas durante horas sostenerse a lomos de la brisa atlántica mientras van y vienen.