La
mañana tiene una luz excelente y el río Ebro una gran corpulencia gracias a las
generosas lluvias pasadas. Rebosante, fluye con su fuerza arrolladora.
En
este tramo del meandro, son habituales las gaviotas patiamarillas Larus michahellis. Gaviotas,
que navegan a lomos de este caudaloso río, pendientes de alguna oferta que
discurra por la bravura de sus aguas.
Cuánto
han aprendido estas aves interesadas al compartir hábitat con la especie
humana. Ese homínido desparramador de excedentes y, cuyos despojos, son un
manjar expedido por el cuerno de la abundancia mediante descartes pesqueros, vertederos y todo tipo de
lugares que las gaviotas conocen muy bien.
Aprovechando
la frecuencia de las gaviotas patiamarillas por la cuenca del Ebro, no hay día
que pasee por sus orillas y disfrute de la elegancia y desparpajo de estas aves.
Como
no dejo de seguirlas nunca, hace unos días, mi mirada se perdía atendiendo las
evoluciones de una pareja a la deriva sobre la corriente de agua. Un momento de
atención como otro cualquiera que no desaproveché obteniendo, para mí, una interesante
instantánea; una de ellas capturando un ejemplar de estornino negro Sturnus unicolor muerto que flotaba en
el agua.
Hace falta mucha atención y precisión visual para detectar un pequeño pájaro negro
arrastrado por la corriente sobre un fondo oscuro y turbulento.
A las especies oportunistas, esta habilidad les resulta de vital importancia.
Quiero hacer mención, como dato curioso, de los resultados importantes sobre un estudio en Oxford de la ecología de población de aves durante la década de 1940 dirigido por David
Lack, ornitólogo y biólogo inglés. En él, obtuvo una previsión porcentual del 80% de mortandad en la población de
juveniles de carbonero común Parus major durante su primer año de vida. Estas cifras para
ornitólogos y no ornitólogos resultaban increíbles y, por ellas, el autor fue
duramente criticado: “si morían tantos pájaros, decían los críticos, sus minúsculos cadáveres nos
llegarían hasta las rodillas”. Sus desaprobaciones eran erróneas y Lack estaba en lo
cierto. El no ver esa enorme cantidad de pájaros muertos es debido, en cierto
modo, a la acción eficiente de carroñeros que los eliminan rápidamente o, también,
son devorados por los predadores.
El detalle de la gaviota deja de manifiesto, como ejemplo puntual, esa eficacia carroñera dependiente de la fracasada supervivencia de otros animales; destacando los de pequeño tamaño por su mayor vulnerabilidad.
14 de febrero 2021, Río Ebro (Zaragoza)