viernes, 27 de noviembre de 2015

Progenitoras de búho real y su punto más delicado


Un ejemplo de tranquilidad en esta hembra de búho real Bubo bubo que reposa fuera de su nido, habitado por dos pollos de tres semanas de edad, a pesar de observarla apartado y al descubierto desde mi ubicación. Evita de este modo, la cargante pesadez de sus pupilos.

El año pasado hice seguimiento de un nido de búho real en el cañón del río Mesa pero, las fotos hechas con telescopio por la escasa luz de aquella rinconada pétrea quedaron tan mal que decidí no publicar entrada. Puedo permitirme añadir fotos malas pero, en ningún caso malísimas.
Sin embargo, pensé que los que ojeáis este blog, tal vez no seáis tanto de fotos buenas y sí de curiosidades, aunque sean imágenes documentales francamente malas.
He decidido retomar el asunto para desvelaros de forma sencilla las pequeñas cosas acaecidas en un nido de búho real para saber cómo reaccionan ante mi presencia, aun siendo lejana, dichos moradores. Es un ejemplo de entre tantos nidos repartidos por toda la península cuyo comportamiento familiar, seguramente, no difiere demasiado. Sin lugar a dudas la hembra, la madre, juega el papel protagonista de la entrada, entendiendo que hay madres de búho real capaces de aguantarlo todo por su descendencia; otras, no tanto.

El macho se encarga de defender el territorio de otros machos competidores y aportar alimento mientras la hembra acomete la exhaustiva labor de proteger a los pollos de cualquier peligro. No hay que olvidar el desgaste que provoca, además, acompañar a las crías pequeñas soportando sus diabluras. He de reconocer que hay madres a prueba de todo. 

Las imágenes están captadas con una cámara acoplada mediante un cilindro a un telescopio Leica (con muy mal resultado). La distancia era bastante grande para no incidir demasiado en su conducta y los 60 aumentos fueron necesarios para captar aceptablemente las escenas; sin embargo, muchas fueron desechadas. El lugar fotografiado era umbrío, apenas había luz y utilicé el máximo de ISO. Por si fuera poco, las fotografías fueron ampliadas en Photoshop.

9/03/2014
Este recóndito nido  me permitió, siempre desde la misma distancia y ubicación (13 horas en 2 visitas), observar a la hembra incubando tranquilamente en su nido. La inadvertibilidad dependía exclusivamente de ella, al no soportar todavía el trasiego de su descendencia.
Durante este periodo, la hembra de búho real apenas receló de mi presencia.

16/04/2014
Todo cambió cuando los pollos se hacían grandes y controlarlos resultaba más problemático. Los pequeños, como todos los pequeños de todas las especies, tienen en común la curiosidad e inquietud; es eso lo que incomoda a la hembra que ya no depende de su inmovilidad para pasar desapercibida. Ahora, tenía que asumir el movimiento de sus pupilos en la oquedad,  por ello, su mirada apuntaba hacia mi posición temerosa de ser descubierta.

Hasta que no cesan los pollos de curiosear dando paso a una siesta relajante, la madre no dejará de señalarme con su mirada incisiva. Su control sobre mí es férreo.


Los angelitos están profundamente dormidos, y la progenitora aprovecha su quietud para dormitar merecidamente.


17/04/2014
En esta ocasión acudo a las 17´00 h de la tarde cuando la temperatura y la luz son más agradables gracias al sol. Los vástagos duermen, y su progenitora, alerta, termina cayendo en un leve sueño.


18/04/2014
Hoy es sábado y la gente aprovecha para salir al campo a caminar. El ruido y griterío por parte de este grupo inunda todo el barranco. A mi derecha, está la senda de largo recorrido por el que transcurren los senderistas.


La paciente madre pendiente de mi persona, cambia su atención dirigiéndola al grupo vociferante. Anoto que, mi figura conocida por la rapaz, pasa a segundo plano, priorizando como de mayor riesgo la nueva irrupción de enemigos potenciales para su prole.


Pasa la gente y, de nuevo, capto su atención. Mi inmovilidad le permite una pequeña siesta, aceptándome como un riesgo asumible. Cualquier sonido, de donde quiera que proceda, llamará su atención e instantáneamente seré su primer objetivo.


20/04/2014
Los pollos van descubriendo desde su lugar de nacimiento el mundo exterior. En este caso, anoté en mi cuaderno la atención de los pequeños ante una corza campeando y asentada en el lugar. La hembra, por el contrario, vigilaba mi posición atentamente.
No podéis imaginar la pesadez con la que actúan los vástagos contra su madre: le picotean las garras, el plumaje, el pico. A veces, se lanzan sobre sus rectrices y rémiges emulando una secuencia de caza, ésta reacciona cambiando de lugar nerviosa por la actitud de su prole dado el riesgo que provoca el alboroto ante mi presencia.

02/05/2014
Este día me llevo una grata sorpresa. Con el mal que dan los pequeños, veo a la hembra descansando en la oquedad grande pegada al lado derecho y sola. Tendrá un día completamente relajado puesto que su descendencia no está con ella.

Aunque el pollo de la izquierda me vigila, la hembra descansa tranquilamente sola.


Poco más de una hora después, la pesadilla aparece de nuevo en el nido. Los pequeños terremotos desmontan la paz con su presencia. La hembra que estaba pegada en el extremo derecho es empujada al medio...

...uno de los pollos picotea su plumaje abdominal, el otro los penachos, el pico, las alas et. La paciente madre, desalojada de su rincón, aguanta como puede la compostura sin saber cómo pararlos. Tremendo…

10/05/2014
Otro nuevo día y descubro que el pollo del lado izquierdo ha tomado el hueco como habitación individual. Me vigilan atentamente él y la madre, el otro prepara sus trastadas practicando como futuro cazador.

En brazos de Morfeo y, con la tranquilidad garantizada en su espacio particular, nada tiene que temer respecto a posibles molestias del hermano. La hembra y su otro descendiente me observan expectantes.

Ha provocado bastante algarabía el pequeño antes de alcanzar el sueño en la imagen. Con la pesadez empleada por el pollo, la madre ha sido desplazada del lado izquierdo terminando acorralada en el derecho.


24/05/2014
Por fin los pollos se han quedado solos. A las 8´26 horas descubro a uno de los ejemplares acurrucado contra el lado derecho, lugar predilecto de su progenitora. Parece temeroso al estar sólo. A su hermano no lo veo por ningún lugar cercano.

Diez minutos más tarde aparece, seguramente, después de investigar el terreno cercano.
Me da la impresión de que los machos son más exploradores que las hembras. Quizá forje su comportamiento la herencia genética, encauzándolo como futuro conquistador de un territorio donde asegurar su descendencia.

Curiosamente, el atemorizado y solitario pollo se activa con la llegada de su hermano. Ahora los dos, comparten el mismo interés en controlar al intruso humano. Más tarde, me aceptan como un ser más del paisaje.


07/06/2014
Es el día de abordar el nido vacío para comprobar las sorpresas que depara su interior.

La mayoría de las plumas corresponden a cuatro búho chicos Asio otus (1 adulto, 1 joven y 2 pollos); otras especies son: un cárabo Strix aluco, un cernícalo vulgar Falco tinnunculus y un pico picapinos Dendrocopos major. El resto corresponde a micromamíferos y lagomorfos.


martes, 3 de noviembre de 2015

No es país para árboles viejos

Hoz de Pelegrina

“Medio centenar de vecinos del paseo de María Agustín, en Zaragoza, protestaron en la tarde de ayer ante la Diputación de Zaragoza (DPZ) por la tala "indiscriminada" de 40 árboles en un solar del centro de la ciudad propiedad de la institución provincial.”
Periódico de Aragón 12/04/2003

Este tipo de noticias se repite cada dos por tres en esta ciudad a lo largo de los años. Es demasiado habitual aquí, por desgracia, que los árboles no lleguen a viejos.
Por otro lado, resulta paradójico proponer el tranvía como un transporte supuestamente ecológico cuyas obras masacran los árboles por los que transcurren sus vías. En agosto de 2015, 14 árboles se talaron de madrugada de forma impune marcados como enfermos. Probablemente, les causaron destrozos a sus raíces durante el proceso irracional de las obras. Podríamos empapelar perfectamente la ciudad con la madera de los árboles cortados con tan mala planificación. Cuando un árbol molesta en el curso de cualquier operación, simplemente se le asigna un diagnóstico de enfermedad y se procede con interés de urgencia a “quitar de en medio”.
 
Serán finalmente los ineptos encargados de las obras los que acabarán con este vetusto álamo negro, algo que no han conseguido las riadas más extremas del río Ebro

Estos son algunos de los efectos tras las riadas de los que alientan a limpiar de arbolado las riberas de los ríos. Este tramo se repara demasiadas veces.

No sé qué entienden los responsables medioambientales de Zaragoza por “medio ambiente”. Tal vez, conservar la mitad de nuestro arbolado para la ciudad, denotando así una ineptitud manifiesta en su cargo, o es que con la misma facilidad con que gestionan nuestro arbolado son capaces de ponerse el traje cada día.
Si no tenemos capacidad de mantener nuestro arbolado con el respeto que se merece, sería preferible la colocación de sombrillas o lonas sobre las calles, fáciles de poner y quitar de cara al verano cuando pega bien el sol. La belleza y función de los árboles centenarios bien cuidados  debiera de tener el mismo protagonismo que los edificios históricos, al fin y al cabo todos tienen su historia y su belleza, aunque sólo reconocida  especialmente por gente concienciada.

 
Pero no les va mejor a los árboles centenarios de los pueblos, sujetos a una suerte relativa dependiendo de la benevolencia del horticultor. Es reprobable vaciar el herbicida sobrante en la base de los árboles que se pretende aniquilar, prender fuego al rastrojo amontonado al lado del tronco o descortezarlo alrededor; estas son algunas técnicas empleadas por gente sin escrúpulos. En cuestión de poco tiempo, el árbol "perjudicial" para ellos por la sombra que provoca su fronda sobre la huerta, termina secándose.
 


Hay que ir a lugares muy concretos para disfrutar de árboles de gran porte. No quedan apenas almeces Celtis australis en los rincones calizos de nuestra geografía que impresionen por su magnitud. Para ello hay que recurrir a espacios particulares donde sobreviven estos viejos colosos; el Parque Natural del Río Piedra es uno de ellos. En este refugio de espectaculares saltos de agua parecen descansar en paz también álamos negros Pupulus nigra, fresnos Fraxinus angustifolia, plátanos Platanus hipanica, castaños de indias, Aesculus hippocastanum, etc. envejeciendo como no les permiten en ningún otro lugar. Para quien quiera contemplarlos lucirán con soberbia y grandeza el paso de los años, siendo testigos por su edad, del devenir humano por las sendas tortuosas entre cascadas y el añoso claustro donde soñaron y padecieron sus devotos moradores.
Es muy placentero desde el pie de estos colosales árboles mirar hacia su denso follaje y contemplar como la luz penetra a través del hueco de sus hojas y ramas movidas por el viento, componiendo un mosaico de brillos intermitentes cual reverberantes estrellas. Este bosque con sus esbeltos y altaneros troncos sujetan como pilastras el techo del parque natural compuesto por su impenetrable follaje. Con la espesura de su fronda el caluroso verano se suaviza notablemente.

 

De este modo lucen las copas de la masa forestal protegida en el recinto pétreo del Parque Natural del Río Piedra y su monasterio

Desde cualquier rincón del cañón del río Piedra, uno puede percibir el magnetismo de la naturaleza, sin prisas, parando el tiempo si es preciso para empaparse de vida y recargar de nuevo ese entusiasmo vital que nos devuelva recuperados a la gran ciudad.
Se entrecortan mi mirada y mi respiración cuando soy testigo de un otoño que ha transformado el verdor de mis preciados álamos negros en destellantes luminarias doradas. Y los ríos, acompañados de tan notable privilegio, no dejan de murmurar entre las piedras hacia su destino.
Por fortuna, estos árboles cercados por enormes muros de roca caliza, en lugar protegido, están a buen recaudo de la inmisericorde motosierra.
 
Las llamaradas áureas de los álamos agitados por el viento va lentamente apagándose, languideciendo su intensa luz, hasta dejar al descubierto la fortaleza de sus incontables brazos ya desnudos que apuntan al cielo