Las huertas baldías se entremezclan con las productivas
desordenadamente. Todavía quedan restos de las últimas cosechas recogidas y sin
recoger; alcachofas y navideños cardos. También hay tablas labradas y
atemperadas listas para cultivar.
Unos lúganos Carduelis
spinus llaman mi atención al pulular discretamente por el ribazo del
hortal. Poco a poco van invadiendo las ramas de una desnuda higuera y los sigo
con mis prismaticos atentamente, temo que si los bajo para cambiarlos por la
cámara de fotos éstos puedan ahuyentarse. Satisfecho de observar a los invernantes
lúganos, tiento a la suerte y monto la cámara de fotos con el teleobjetivo.
Curiosamente, los verdosos pajarillos me lo consienten. Agradecido, les prometo
que intentaré sacarlos lo mejor que sepa y, no me puedo quejar con el
resultado; ellos tampoco.
Bromas aparte, sabiendo que estos jilgueros verdes de
alimentan de diminutas semillas extraídas de todo tipo de cardos con su
punzante pico, semillas de píceas, amentos de abedules y de alisos y otras semillas de
hierbas, me sorprendo viéndolos desmontar los higos cerrados y, abiertos
durante el verano por otros pájaros, separando y desechando la pulpa seca para
consumir los minúsculos granos aprisionados en los momificados higos.
Concienzudamente van trabajando los frutos con una habilidad sorprendente,
extrayendo todas las semillas accesibles.
Hembra de lúgano (jovenes algo mas parduscos)
Macho de lúgano
Aunque hay un pequeño contingente de cría en España, se
reproducen en bosques de coníferas del Pirineo, País Vasco, y zonas de
Guadarrama, serranía de Cuenca y sierra de Cazorla de forma escasa pero regular.
Cría principalmente en el centro y norte de Europa y visita el sur y oeste en
invierno ante la escasez de alimentos. Dependiendo de la dureza de los
inviernos llegan más o menos ejemplares a la península, provenientes del resto
de Europa.
Hace años que, por fortuna, se erradicó la mala costumbre de
vender fringílidos trampeados a las entradas de los supermercados. Recuerdo que compraba
regateando precios los ejemplares más débiles. Tenía una enorme jaula en la
galería de casa muy bien ambientada para recuperar a los pajarillos que traía.
Uno de ellos fue un lúgano, al que tenía que comprar unas semillas especiales
“negrillo” que devoraba con gran habilidad. Por fortuna se recuperó pronto, ya
que esas semillas eran carísimas y hubieran supuesto la ruina de mi limitada
economía.
Mereció la pena…