Las
noches invernales de Teruel son largas y heladoras. Al amanecer, tras la veladura
escarchada del monte a causa de las gélidas temperaturas, los buitres leonados Gyps fulvus buscan los mejores bloques pétreos para atenuar el frío ante los cálidos rayos
del sol matinal. Ya cuentan con espacios comunitarios e individuales para dicha
funcionalidad, y los van llenando paulatinamente cuando su pereza mañanera es
vencida por la necesidad de calentarse al sol. Así, vemos desplegar su gran
envergadura desde lo alto, con una postura que tanto nos llama la atención
cuando miramos perplejos la inmensidad del ave.
Otras funciones por las que abren sus inmensas alas, comentan los científicos, han sido relacionadas con la lucha contra ectoparásitos, la síntesis de la vitamina D, el mantenimiento correcto del estado del plumaje y la termorregulación, sobre todo, en noches tan desapacibles. La frecuencia más común por la que adoptan los buitres leonados esta postura para solearse coincide con la dureza invernal y los periodos de lluvias. Aunque, no resulta extraño observar a estas carroñeras solearse en condiciones nada adversas y con un penetrante sol en días estivales.
En
consecuencia, dada la disparidad de motivos variados sobre dicha conducta
en estas aves carroñeras, este interrogante queda abierto a futuras
investigaciones más precisas de seguimiento científico.
Nota:
El vídeo se ha abreviado para resumir la secuencia. El buitre permanece cerca de tres minutos con las alas abiertas.