No obstante, la cálida esencia del tierno pájaro fue desmontada por el biólogo evolucionista David Lack, al demostrar la ferocidad territorial del petirrojo mediante un experimento curioso. Entre dos ejemplares, si la voz de aviso o la presencia del regente haciendo uso del lenguaje corporal no es efectiva, se producirá el desencuentro fatal. Lack quería hallar la respuesta a varias posibilidades para concluir con una de ellas. ¿Qué desconcertaba tanto al pequeño pájaro frente a un rival; los movimientos, el canto, comportamiento provocador, los colores del intruso?
El desconcertado biólogo utilizó un petirrojo disecado dentro de un territorio ocupado por un congénere, evidentemente, vivo. Allí, se desató un tremendo conflicto de consecuencias inimaginables. El señuelo perdió la cabeza en primer lugar dada la furia de los ataques. El equipo continuó el experimento eliminando poco a poco diversas partes del petirrojo disecado sin que cesaran las arremetidas. Finalmente, sólo quedó un jirón de plumas rojas sujetas al alambre y, aún así, la agresión continuó.
El plumaje del joven petirrojo, de coloración discreta, contribuye a su seguridad frente a predadores durante el primer año de vida dada su inexperiencia. Además, no lucir el rojo pectoral, los salvaguarda de posibles agresiones de los adultos.