sábado, 4 de abril de 2020

Garceta grande: entre cormoranes



Garceta blanca posada en lo alto de un álamo blanco sobre las tranquilas aguas de un galacho (antiguo tramo de cauce del río Ebro) con un pequeño ejemplar de siluro.

Excavando como los zorros para sacar algo de provecho, me ha dado por fijarme en esta pequeña observación de la garceta grande Egretta alba en una orilla del Ebro meses atrás. 
Me cuesta centrarme en las entradas del blog, precisamente, por causa de este confinamiento que cumplo a rajatabla como todos vosotros. Es una situación tan inusual que me despista sobremanera a la hora de actuar con toda normalidad. No, no me resulta igual este tiempo libre que el natural de otros mas ajetreados. Pero, no mas excusas. Me centraré en lo vinculante desde nuestras casas referente a la pasión que tenemos por la naturaleza y su extensa forma de vida.



Se trata de una pequeña observación de campo desde una de las márgenes del caudaloso Ebro, sencilla y breve.
Comencé siguiendo el vuelo delicado y algo soberbio que tienen las garzas grandes. Ese vuelo con el que miran al resto del mundo por encima de las alas. Vuelo batido sin aparente esfuerzo, de elegancia indiscutible, patas rectas y disciplinadas como las piernas de gimnastas muy reconocidas. Así es la altanera estampa de la garceta grande. 
Un grupo de cormoranes nadaba agrupado y algo revolucionado, seguramente, sobre un banco de peces agrupado en un remanso profundo del río. El tramo estaba saturado de estos buceadores consagrados para esta modalidad de pesca; la de inmersión y persecución. Algo que no podré relataros por falta de medios. 
Seguía muy atento el avance del ardeido a ras del agua con su deslumbrante silueta cegando toda la ribera. El panorama, tranquilo al paso del ave, no hacía presagiar su singladura definitiva. Expectante, nervioso, deseando que no se alejara mucho de mi ubicación, siguió deslizándose río abajo hasta realizar un quiebro espectacular. Disfrutando solamente de la belleza de su vuelo, no intuí esa capacidad de viraje tan apresurado y espontáneo como el juego de la silla. La exposición de sus alas, relampagueando el reflejo cegador del blanco, me dejó perplejo durante su maniobra de aproximación al tronco medio sumergido de la orilla. 
Cuando comenzaba la segunda e intrigante secuencia después de posicionarse en el lugar, sin saber si aguardaría la marcha de los cormoranes o interactuaría con ellos en la pesca (esperando que fuera desde el tronco) llegó un pescador y, todo se fue al traste. Todas, corriente abajo, se llevaron la respuesta a mi desazón por causa del inoportuno pescador. 

En fin, quedó el momento congelado de las imágenes y la esperanza de otra ocasión para descubrir si existe cierta relación entre estos pescadores alados a la hora de participar en río revuelto. 

Es un pasatiempo reconfortante, verlas surcar en vuelo las aguas del río Ebro en busca de un calvero entre tamarices y álamos para aposentarse y pescar tranquilamente. 







Bando de cormorán grande Falacrocorax carbo y garceta grande Egretta alba ahuyentado por el pescador.

Me fui acostumbrando poco a poco desde la irrupción de esta inmaculada garza del tamaño de su pariente la real, a ver esa silueta blanca en los ribazos de las tablas de cultivo, tal como lo hacía y lo hace la garza real. 
Diría que, solamente, las diferencia el color.


Las garzas son elegantes todo el año pero, cuando se visten de gala nupcial, entonces rompen los cánones de la belleza mas exuberante.


Por muy pocos centímetros supera en tamaño la garza real Ardea cinerea a la garceta grande Egretta alba
En este caso, parece que entre ellas no existe conflicto territorial.



10 comentarios:

  1. Me recuerda mucho a la observación de dos garcetas grandes en el río Guadalete hace dos años. Al desembalsar se formó una buena juerga de cormoranes y garzas de distintas especies que iban con sus platos del buffet libre.
    ¡Saludos!

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    1. Ahí quería llegar con dicha observación. Tenía la curiosidad de poder asistir a una buena actuación de la garceta grande aprovechando la revolución de los peces asediados. Desde el tronco era una buena opción.
      Saludos.

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  2. Sin duda, las ardeidas son las aves más elegantes que existen. Y lo que más me llama la atención de ellas, es la paciencia que tienen a la hora de descansar, como si fuesen estatuas. Bonitas fotos
    Saludos

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    1. Además, les gusta tanto la carne como el pescado. Durante los riegos a manta, aprovechan la oportunidad para capturar topillos e invertebrados.
      Existe una gran variedad de especies y todas de una gran belleza.
      Saludos.

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  3. Admiro el vuelo de las ardeidas. En una ocasión vien el río Duero a una garza real aprovechar el tumulto que preparaban un numeroso grupo de cormoranes para ella sacar tajada. Un abrazo.

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    1. Ah, pues mira, qué bueno que van saliendo mas historias de estas magnas garzas.
      Estas ocasiones pueden tener a uno entretenido bastante rato.
      Un abrazo.

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  4. Por aquí se ven bastantes y me encanta verlas. Besitos y mucha salud.

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  5. Es un buen pasatiempo verlas sobrevolar los humedales o, en el caso mas sencillo, los ríos al paso de ciudades.
    Besos y mucha salud para ti también.

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  6. Fotografias belíssimas e um relato encantador... me lembrei do dia que vi uma garça no alto da árvore enquanto eu caminhava na beira do rio Paraíba. Confesso que fiquei bastante excitada com a cena e não tirei os olhos da ave até que ela saísse em voo espetacular beirando a água que de cristalina não tem nada...
    Um beijo

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    1. Y qué luminosas resultan cuando se ven volando entre las frondas oscuras de los cauces de los ríos. Es una blancura tan grande que uno las sigue por la propia luz que destella el plumaje.
      Besos...

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