Dormidero de Garcillas bueyeras.
Otra opción para no acercarse a las pajareras durante la cría, es esperarlas en sus arboledas de otoño e invierno. Bueno, no es lo mismo disfrutar de su plumaje
nupcial, mas vistoso que, el del resto del año, menos colorido. Sin embargo, las criaturas son las mismas; tanto la algarabía que montan al concentrarse, como la vivacidad y colorido al aposentarse en sus dormideros ribereños después de
la reproducción.
En la ciudad de Zaragoza, a orillas del Ebro, cuyo cauce discurre al pie
de la basílica del Pilar y bajo el imponente Puente de Piedra, podemos presenciar el alboroto de
estos medianos ardeidos ya desde el otoño. Cualquier paseante las puede
contemplar sin temor a molestarlas caminando por los tramos pertinentes del paseo. Al
atardecer acuden prestas a ocupar sus respectivos posaderos, no sin las
disputas diarias para defender su pequeña parcela. Gregarias sí, pero, no revueltas.
Aquí se respeta el metro cuadrado correspondiente como si se tratara del
espacio nidal.
Dando paso al invierno avanzado las visitas crecen, agrupándose estas garzas por centenares
junto a sus parientes las garcetas comunes Egretta garzetta, éstas últimas en cantidades inferiores.
Llevan las garcillas bueyeras Bubulbus ibis unos cuantos años congregándose en este reducto ribereño
urbano. Seguramente, la urbe las proteja del exceso de viento y frío tan "corriente" por aquí.
Disputa entre la que llega queriendo ése sitio y, la que no va a permitirlo.
Bonitas pero, con genio.
Advirtiendo, tal vez que, ni se te ocurra venir aquí.
Rascada de cabeza, donde no llega el pico (para aliviar el picor o ahuecar el plumaje cefálico).
Y, cómo no, sacudida del plumaje.
Abandonadas las ramas de los álamos, otra quedada en un islote del río. Una gaviota patiamarilla Larus michahellis descansa junto a ellas.
No podía faltar la grandullona de las garzas, la real Ardea cinerea.
Por último, la majestuosa panorámica vista desde el paseo. Qué maravilla para un amante de las aves.
Me ha recordado la colonia de ardeidas de los chopos en el Guadalquivir a su paso por la ciudad de Córdoba, ruidosa y ajetreada como ella sola (la pajarera, claro).
ResponderEliminar¡Saludos!
En esta colonia, no hace falta caminar mucho. Es una suerte enorme.
EliminarSaludos.
Una imagen preciosa, que se repite en muchos ríos de nuestro país. En el Guadiana, a su paso por Mérida, existe, también, una colonia de estas aves que usan la arboleda de una pequeña isla , como dormidero y zona de cría. Se puede ver perfectamente paseando por el puente romano.
ResponderEliminarsaludos
En este caso, el dormidero es bastante accesible (a la vista). Sin embargo, la colonia de cría está en una zona de tamarices y carrizo con muy malas posibilidades de observación. Creo que así están mejor.
EliminarSaludos.
Que lindo! que alegria! Que comunhão!
ResponderEliminarQuando vejo imagens desse calibre fico quase sem fôlego para comentar a sensação...
Um beijo
Entonces, disfrútalas desde el rincón mas cómodo que tengas. Es cuestión de sentir de una u otra manera el bullicio de estas imágenes.
EliminarBesos...
Guapo reportaje Javier!!! Por Cantabria también tenemos un par de pajareras de bueyeras que me gusta visitar por estas fechas y ya ves, este año me queda el recuerdo. Un abrazo amigo mío, a ver si esto acaba pronto y podemos salir a volar. Salud!!!
ResponderEliminarYa me hago una idea de lo quemado que estás, ya que lo estamos sufriendo con mucha ansiedad. El campo es lo que tiene.
EliminarUna vez fui al zoo de Santillana de Mar pero, para ver las especies silvestres que comentaba en un programa de radio Ingnacio Pardo de Santayana, agregadas al zoo. Recuerdo la colonia de garcillas que se podían ver de maravilla a ser bastante receptivas con la gente.
Un abrazo Germán y, mucho, mucho ánimo.
Queda menos...
Por aquí he visto varias en una laguna y llaman la atención. Besitos y salud.
ResponderEliminarEso es tener muy buena suerte. Son un gran y bello espectáculo.
EliminarCuídate.
Besos.
Y tanto que es una maravilla poder disfrutar de ellas. Son preciosas. Siempre me sorprende la cantidad de especies que conviven juntas, en un mismo ecosistema.
ResponderEliminarY lo mejor de todo, es que las tengas tan cerca a pie dejándose fotografiar mejor que en su hábitat mas palustre.
EliminarQue bueno hacer las paces con las aves en los medios urbanos.
Saludos.
En el Duero son muy abundantes. Tienen su posadero y se juntan bastantes. Un abrazo.
ResponderEliminarEntonces, disfrutarás bastante de su presencia. Es una suerte tenerlas y disfrutarlas en los paseos junto al río.
EliminarUn abrazo.
Hola Javier.
ResponderEliminarCon lo cerca que vivimos de Zaragoza y mira que hace tiempo que no voy por el paseo del río, a mi mujer cuando vamos a la ciudad le apetece ir de tiendas, así que está es una buena escusa para dejarla un rato e irme a disfrutar de esta pajarera.
Yo con la excusa del chico, ya me queda poco para disfrutar del monte, aunque sean paseos cortos.
Un saludo
Pues no te lo pierdas. El paseo tiene muchas sorpresas y, si vas con prismáticos mejor. De garzas puedes ver la garceta grande, la garza real, la garza imperial, la garcilla bueyera, la garceta común y, a veces, el martinete (casi nada). También hay avistamientos de castor y nutria, en fin, una fauna de lujo para un tramo urbano bien nutrido de especies.
EliminarSupongo que mañana ya podrás dar una vuelta con el chaval, ganas no le faltarán, como a ti y a todos, vamos.
De todos modos, ya queda poco. Solo falta que nos ordenemos para centrar la economía española y seguir disfrutando de la vida; lo mas importante de todo.
Saludos.