Han
pasado varios años desde que observé aquel aterrizaje fallido de un buitre
leonado Gyps fulvus en lo alto de un cortado calizo. No imaginaba el vuelco que iba a dar la escena.
Era
un día de viento tan fuerte, que solamente los milanos hubieran sabido sacarle
partido lúdico con sus piruetas aéreas a ese vendaval. Verdaderos artistas de la navegación por este meteoro tan molesto para los humanos y otras tantas
especies. Ni siquiera el búho real Bubo b. hispanus se molesta con noches tan ventosas en
desgañitarse para marcar su territorio.
Como
decía, el amplio carroñero volaba hacia el cortado calizo. Nada extraño hasta
el momento. El cañón calizo del río Mesa era un conductor acelerante del
viento, y lo peor de todo, esos cambios racheados que desconcertaron a la magna
rapaz velera.
Así ocurrió cuando fue a posarse en lo alto del cantil. El
aterrizaje basado en las maniobras precisas del buitre eran las correctas, manejando
mediante movimientos alares y el timón de las rectrices el viento a su antojo. Todo
iba bien cuando las garras encaraban la roca para culminar sus alas el final
del viaje. Sin embargo, una ráfaga inesperada y bestial fue tumbando la
vegetación a su dramático paso, alcanzando también al maniobrero buitre
haciéndole perder el equilibrio. Pegado al cortado y aleteando, descendía mientras
en caída libre era absorbido por el abismo.
Por fortuna, una sabina negra
aperchada en la roca, logró sujetarlo como si de un abrigo se tratara. Con las
alas extendidas quedó abarcando la totalidad del arbusto, por fortuna, a salvo.
Parecía sujetarle las alas el ramaje amigo de la desvencijada y centenaria
sabina, soporte de tantas aves en su, ahora, yerma copa.
El
buitre leonado se tomó su tiempo. Descansó y trató de sujetarse al troco
principal, ya que sus garras pendían entre las ramas escamosas. Aleteó
para ganar apoyo. Un punto adecuado que le permitiera impulsarse hasta dejarse caer.
Parecía una maniobra a la desesperada, pero, lo hizo con una brusquedad elegante.
Al separarse aparatosamente del arbusto y de la
pared caliza con agitados aleteos, todo retumbó entre el cañón rocoso a pesar del
ensordecedor viento.
De
nuevo, limpio el horizonte, se apropió del espacio.
Os muestro el curioso vídeo de un buitre leonado tomándose su tiempo para despegar con éxito contra el fuerte viento.
Aterrizaje de buitre leonado.
Flexionado para tomar impulso antes de emprender el vuelo.
Solárium matinal en la pareja de buitres leonados.