lunes, 31 de enero de 2011

El frío que no se ve


- Las cigüeñas (Ciconia ciconia), también tienen su lugar de congregación habitual. En este caso, todas se encaran aerodinámicamente frente al viento frío, de éste modo, lo evitan en gran parte.

Estoy atento observando un lugar idóneo para ver aves. Aún no ha hecho efecto, ni sé si lo hará, la presencia del esperado calor proyectado por los tímidos rayos del sol en el amanecer de esta mañana. De una mañana dominada por los tintes azulados del frío helador dejados por la escarcha nocturna. Una mañana que, zarandeada por el fuerte viento, descubre solamente iluminada la ubicación donde se agrupan aquellas aves, que buscan como abrigo el calor del gregarismo en un punto muy concreto que ya conocen. Ocultan las aves sus picos entre el plumaje para evitar la pérdida de calor en esta zona tan sensible de su anatomía. Así, pasan las horas entre la jornada de alimentación a lo largo del día, cuando reposan sosegadamente, es ante la ausencia evidente de peligro.
Cuando estás bien protegido, el frío no se ve y, además, no se padece, aunque se deja notar.




- El cormorán grande (Phalacrocorax carbo) no tiene la ventaja que para otras especies supone el uso del aceite impermeabilizante para su plumaje. En su defecto, estas aves negras durante las inmersiones, necesitan que sus plumas se empapen para ganar peso y poder sumergirse con más facilidad, pero cuando terminan sus veloces buceos y salen a la superficie, precisan por contra, secar su plumaje al sol o al viento. Tiene que ser helador.




- Grupo apelotonado de cercetas comunes y ánades reales absorbiendo los primeros rayos de sol en una gélida mañana.


- Las cercetas son capaces de despegar del agua directamente sin necesidad de chapotear. Y, son las únicas en hacerlo casi verticalmente, gracias a la potencia de su vuelo.


- El ordenado sincronismo de su vuelo hace recordar al de las limícolas.


- Cerceta común (Anas crecca). Aterrizaje tras el cambio de lugar


- Cercetas comunes soleándose en aguas tranquilas de tramos escogidos del río Ebro.

viernes, 21 de enero de 2011

Contrafuego


Alcornocal (Quercus suber) Cambarco (Cantabria)

La pintura “intumescente” es un material compuesto por elementos que, bajo la acción calorífica del fuego, cambia su estructura reaccionando entre ellos para formar un aislamiento multicelular. Dicha pintura se aplica con un espesor de 625 micras, según normas vigentes.
La alta temperatura del calor del fuego, provoca un aumento de volumen en la pintura de hasta cien veces su espesor nominal por intumescencia de la película de pintura aplicada, con una capacidad aislante del fuego que protege la estructura de la construcción interponiendo una barrera útil que aumenta el tiempo de aislamiento en el cual, las altas temperaturas podrían afectarla y destruirla.
Es una protección pasiva contra el fuego. La mayoría de las estructuras de edificaciones fabricadas en todo tipo de materiales, se hallan protegidas por estos productos ignífugos por normas obligatorias de seguridad. Es el tiempo necesario para que la actuación de los bomberos sea lo más efectiva posible.

Y precisamente, lo comentado con anterioridad, fue lo que pasó por mi cabeza cuando vi esta ladera quemada con los alcornoques supervivientes reverdeciendo. Gracias a esa capa mágica intumescente de corcho, los alcornoques evitaron el achicharramiento de su núcleo vital. La función más importante del corcho en el alcornoque es la de protegerle del fuego, muy frecuente en las regiones de clima mediterráneo donde se asienta. Es una protección fabricada magistralmente por las células muertas y huecas que, se van creando desde el interior de la capa madre hacia el exterior. Al arder, sólo lo hace la parte exterior más porosa, quedando la interior cerrada a la entrada de aire y por lo tanto, a la combustión. De este modo, aunque el follaje sea destruido, queda protegida su zona vital, pudiendo rebrotar una vez extinguido el incendio. Por eso, estaban vivos.





La recogida de corcho en lugares con alcornocales densos, da trabajo a la gente del campo, y en esta labor, hay especialistas en descortezarlos minimizando los daños al árbol.



El descortezamiento por la demandada utilidad del corcho, deja al árbol desprotegido ante la posibilidad de un incendio.


La corteza es de color grisáceo, poco densa y con multitud de grietas profundas a lo largo del tronco en los árboles que no han sido nunca descorchados.

lunes, 17 de enero de 2011

Gato de montes



He perdido la cuenta de los perros que libremente circulan por muchos pueblos, y que con cierta alegría, se apuntan como acompañantes de senderistas y amantes del campo. Todos parten de la misma base estratégica para acoplarse al paseo: mirada cómplice, lametazos con agitación general del cuerpo y…en cuestión de segundos, amistad consolidada.
El perro es muy activo y gregario, como su antecesor el lobo, que ya desde tiempo inmemorial logró un importante lazo afectivo con el hombre y sus intereses, en el que compartieron tareas y alimento, además de compañía. Eran ambos, cazadores sociales y jerárquicos, con técnicas muy similares de caza y por supuesto, grandes competidores.

Bueno, al tajo. Entre los cánidos atrevidos, recuerdo uno en Pelegrina (Guadalajara) que comenzó con ganas la travesía, hasta que su trayectoria temprana se desvió por la presencia de un corzo al que persiguió sin descanso y a toda velocidad monte arriba, y monte abajo. Al cabo de un considerable espacio de tiempo apareció, pero, ya no tenía ganas de pasear tras consumir la dosis de golpe.
El problema de estos encuentros cuando la intención del ornitólogo es la de ver pájaros, pone de manifiesto la inadecuada opción de acompañamiento de un perro que, seguramente, ahuyentará todo a su paso. Sin embargo, cuando la ilusión del perro es enorme, soy incapaz de arrebatársela. Un samoyedo deambulaba suelto en la casa rural donde me hospedé unos días que pasé en Asturias. Insistió en acompañarme y como sospechaba, las aves iban desapareciendo ante su presencia. A la mañana siguiente opté por irme sin él. Abrí la puerta cuidadosamente pero…detrás de la rendija encontré una mirada fija que conectó simultáneamente con la mía, una lengua ondulante y una poblada cola agitándose de un lado a otro. Mirando al espacio, acepté resignado mi atadura cómplice con el jubiloso can, ante la incapacidad de negarle una condición tan arraigada en su naturaleza social. La compañía voluntaria de un perro desbordado por tantas sensaciones, disfrutando de olores y actividades diferentes, es crucial, y lo viven intensamente, por ello, no tengo inconveniente alguno en sacrificar la observación de aves a cambio de pasear con un gran compañero.
Después de concluir la aventura y descansar en el sofá de casa, escuchaba con claridad el reproche de su “dueña” por la suciedad y la gran cantidad de semillas aprehendidas en su espeso pelaje que le daban un aspecto deplorable. Supongo que, el perro, comprendería tras el placer de una buena aventura el sacrificio que conlleva la penitencia de cargar con una buena bronca.

Me imagino vuestra sorpresa viendo solamente fotos de un gato cuando el texto va de perros. Muy sencillo. El carácter nómada y gregario de los perros, heredado de sus parientes los lobos, da sentido a su fidelidad como acompañantes de la especie humana hasta donde sea preciso. Pero, cuando el acompañante es un gato, entonces sólo queda perplejidad y asombro.
Lo encontré acomodado en el solarete de una ventana, me siguió hasta casa y le di de comer. A la mañana siguiente se vino conmigo. Sospechaba que como otros, sólo me seguiría hasta las afueras del pueblo, pero éste fue más allá. Recorrió una considerable distancia, demasiada para ser un mamífero de límitación territorial, pero al acabarse su radio de acción el felino se vio desplazado y comenzó a inquietarse maullando. Corto paseo, y agradecido por la fidelidad del gato, de vuelta a casa. Los días siguientes comió muy bien. Se lo ganó con carácter, como los perros.




- Aprovechando para descansar y guardar el equipo.



- Masaje dorsal para aliviar los dolores del esfuerzo.




- También, cómo no, masaje en cervicales.



- Comprobación efectiva del masaje mediante un demostrativo giro.

martes, 11 de enero de 2011

El apogeo constructor del buitre leonado


Los días no han acompañado mucho a las salidas al campo, a causa sobre todo, de la persistente nubosidad y fuerte viento. Es sol apenas ha hecho aparición. Pero a pesar de estos inconvenientes sin relevancia, las escenas más habituales en estas fechas han estado a la orden del día.

El mes de enero, es sin duda un gran espectáculo para observar la faceta más importante de la biología del buitre leonado (Gyps fulvus); me refiero al inicio de la construcción del nido donde traerán al mundo a un pollo cada pareja y, que cuidarán con enorme dedicación. He pasado largas horas estos días observándolos en su quehacer diario. Los buitres en su afanoso trasiego, portan el necesario material vegetal al nido. Es una actividad frenética la de éstos gigantes voladores en busca de ramas para concluir la construcción de la plataforma. Ésta labor ocupa a ambos consortes, y decora el cielo con una abundante circulación de multitud de individuos viajando de un lado a otro, cargados con su correspondiente manojo de hierbas, ramas etcétera. Todo lo transportado, depende del avance de la obra.

La pareja que sigo con gran interés regenta una parcela muy atractiva, que cuenta con la ubicación nidal exterior y una amplia cueva donde guarecerse en caso de fuertes tormentas o calor estival. El macho tiene una coloración oscura y apagada, la cabeza y la gorguera apenas destaca del resto del cuerpo. La hembra es más atractiva, con la cabeza y gorguera muy blancuzca y plateada, su plumaje es mucho más pálido. Colaboran estrechamente los dos en la construcción, y además, en los remates y acabado del nido. El macho participa brillantemente en dicha labor; a veces, me da la impresión de que si por él fuera pondría hasta el huevo. Dependiendo del orden de elaboración del nido, vemos a unos ejemplares acudir a por ramas gruesas para cimentar el nido. Otros acuden a los pinos o a los romeros para recolectar ramas intermedias. Los más adelantados, arrancan manojos de fina hierba con la que tapizarán el cuenco que cobijará al huevo, y posteriormente, al recién nacido.

También desgraciadamente, existen hurtos de material. Si un nido queda vacío y sin la vigilancia oportuna, siempre aparece algún oportunista espabilado y mal compañero, contribuyendo ilegalmente al aligeramiento de plataformas ajenas.



Buitre portando hierba para el forro del nido; esta es la última fase de su construcción.



Algunos ejemplares abordan literalmente a los pinos para arrancarles las ramas más tupidas de sus copas.






Los más cómodos las arrancan de la parte baja, aunque sus acículas son más cortas y aportan menos cubrición.

martes, 4 de enero de 2011

EL rock de la charca



Estaba esperando impaciente la llegada de pájaros al abrevadero durante una larga mañana algo tediosa. Y, en un intervalo de soledad, apareció una hembra de roquero rojo. Se acerco tímidamente y con mucha cautela hasta la orilla.

Una vez pegado al agua, se adentró con prudencia de un leve salto y…, ascendió con la velocidad del rayo propulsado por sus veloces alas. Agitándose en el aire con locura desatada. Entonces, comprendí porqué le llamaban roquero.


miércoles, 29 de diciembre de 2010

La silueta del martín pescador




El martín pescador (Alcedo atthis) es un ave privilegiada por sus atractivos y contrastados colores. Unas minúsculas alas le propulsan en vuelo, batiéndose incesantes y desplazándole a gran velocidad a escasos centímetros del agua. Su resplandeciente azul luminoso supracaudal, no escapa a la vista asombrada de todas aquellas personas que logran ver ese destello alejarse. En las jornadas de anillamiento de cara al público, el martín pescador es por su colorido la estrella de los pájaros. Así me consta cuando el anillador Carlos Pérez, lo muestra delante del personal que le atiende con gran interés durante la charla ornitológica. Al comentar lo datos biológicos del ave mientras lo saca de la bolsa de tela, una leve exclamación del grupo, unánime, cae con la suavidad de un suspiro. Personalmente, disfruto tanto del polícromo pájaro, como de la admiración que despierta en las personas congregadas.








Pero hoy este ejemplar no tiene color, tan sólo, penumbra y claroscuro en la alborada. Es un martín pescador sin colores, sin su esencia específica más reconocida. Gracias al blanco y negro de las imágenes entre las que destaca únicamente su silueta, podemos centrarnos en la paciente atención con que el ave observa la superficie del río. Es una faceta particular de esta avecilla muy entregada a la soledad de sus jornadas de pesca. Tiene varios posaderos por los que va rotando periódicamente a la espera de nuevas oportunidades. En cada uno de ellos, se repite fielmente la misma pose acechante con una intensa fijación al agua. La perseverancia es importante. Tarde o temprano, algún pececillo subirá a la superficie.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Feliz Navidad



El final de otro año se aproxima. Y, para animar la reciente entrada del invierno con su fría belleza, os dejo estas estampas de blancura luminosa. Espero que arranquéis con energía incombustible la búsqueda de más material para cubrir y compartir próximamente en nuevas entradas.


Que paséis unas Felices Fiestas.





sábado, 18 de diciembre de 2010

Abubillas para siempre.



Siempre es un placer recibir la visita de la viajera abubilla (Upupa epops) al finalizar febrero, cuando regresa del continente africano, su cuartel de invernada. Es un ave de librea caprichosa y llamativa, sobre todo, por esa combinación de blanco y negro muy destacada en vuelo. Pasea coronada con una extravagante cresta, replegándola voluntariamente según su estado de ánimo. Su monótono canto, abunda durante las demarcaciones territoriales en primavera, anunciándose simultáneamente ante las selectivas hembras disponibles.
Es cierto que para disfrutar de estos momentos especiales hay que aguardar al periodo de celo entre marzo y abril. Pero, ya no hace falta esperar su regreso en los viajes prenupciales para verla. Su costumbre parcialmente migratoria parece ampliarse, y, no solamente permanece en el sur y zonas costeras de Levante, sino que se la ve con más asiduidad por regiones del interior ibérico durante el otoño e invierno. No son poblaciones residuales provenientes de Centroeuropa como erróneamente se pensaba. Estas pequeñas poblaciones que rehúsan cruzar el Estrecho para alcanzar sus cuarteles de invierno en una amplia franja del continente africano, consiguen a pesar de las inclemencias invernales, hallar el alimento disponible en la península sin aparente dificultad.
Las citas de este coraciforme en los anuarios ornitológicos aragoneses cada vez abarcan más espacio en sus páginas. Su presencia ya no resulta tan extraña. Durante el mes de noviembre y ahora en diciembre, he visto con frecuencia en áreas despejadas y agrícolas a siete kilómetros de Zaragoza, varios especimenes de abubilla. Este sábado, he tenido incluso, la fortuna de observar a doce ejemplares juntos mientras campeaban por el terreno yermo de una desaparecida plantación de chopos. Ver el vuelo ondulante de una abubilla encandila. Pero, observar el desplazamiento de doce de estas blanquinegras aves ejecutando toda suerte de acrobacias, lo supera. Sus alas agitándose, actúan como heliógrafos. Destellos por doquier.

Me preocupa que la irrupción de algún invierno crudo cargado de fuertes y pertinaces heladas, pueda sorprender a estas magníficas aves insectívoras en su nueva andadura. Como le ocurrió un ventoso y gélido invierno de 1985 a las avefrías (Vanellus vanellus), cuyos picos, no podían perforar el terreno endurecido por las heladas para acceder y capturar a los invertebrados de los que se alimentaban. Murieron miles de estas aves completamente desnutridas.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Búho real (Bubo bubo): el superpredador y sus presas (2)


El silencio. Una de las claves de éxito del búho real.

Superpredador, es el término que define la actuación de un predador que se alimenta de otro, ocupando por ello, un
escalafón superior en la pirámide ecológica.

Listado de especies presa consumidas por el búho real (provincia de Zaragoza)

  1. Conejo -----------------(Oryctolagus cuniculus)
  2. Liebre ------------------(Lepus capensis)
  3. Erizo común ---------- (Erinaceus europaeus)
  4. Musaraña común ----- (Crocidura russula)
  5. Musarañita ------------ (Suncus etruscus)
  6. Lirón careto ----------- (Eliomys quercinus)
  7. Topillo común ----------(Microtus duodecimcostatus)
  8. Ratón de campo ------ (Apodemus sylvaticus)
  9. Ratón doméstico ------(Mus musculus)
  10. Ratón moruno -------- (Mus spretus)
  11. Rata campestre ------- (Rattus rattus)
  12. Rata gris --------------- (Rattus norvegicus)
  13. Rata de agua ---------- (Arvicola sapidus)
  14. Comadreja ------------ (Mustela Nivalis)
  15. Garduña --------------- (Martes foina)
  16. Gineta ----------------- (Genetta genetta)
  17. Zorro ------------------ (Vulpes vulpes)
  18. Gato doméstico ------- (Felis catus)
  19. Zarapito real -----------(Numenius arquata)
  20. Garza real ------------- (Ardea cinerea)
  21. Garceta común --------(Egretta garcetta)
  22. Ánade real ------------ (Anas platyrhynchos)
  23. Alimoche -------------- (Neoprhon percnopterus)
  24. Águila calzada -------- (Hieraaetus pennatus)
  25. Milano negro -----------(Milvus migrans)
  26. Ratonero -------------- (Buteo buteo)
  27. Aguilucho pálido ---- --(Circus cianeus)
  28. Aguilucho cenizo ------(Circus pygargus)
  29. Halcón abejero ------- (Pernis apivorus)
  30. Halcón peregrino ------(Falco peregrinus)
  31. Cernícalo vulgar -------(Falco tinnunculus)
  32. Esmerejón ------------ (Falco columbarius)
  33. Azor ------------------- (Accipiter gentilis)
  34. Gavilán -----------------(Accipiter nisus)
  35. Perdiz común ----------(Alectoris rufa)
  36. Codorniz -------------- (Coturnix coturnix)
  37. Gallineta -------------- (Gallinula chloropus)
  38. Becada ---------------- (Scolopax rusticola)
  39. Alcaraván ------------- (Burhinus oedicnemus)
  40. Faisán común ---------(Phasianus colchicus)
  41. Paloma bravía -------- (Columba livia)
  42. Paloma torcaz -------- (Columba palumbus)
  43. Tórtola común ------- (Streptopelia turtur)
  44. Críalo ----------------- (Clamator glandarius)
  45. Cárabo común ------- (Strix aluco)
  46. Búho chico ----------- (Asio otus)
  47. Lechuza campestre ---(Asio flammeus)
  48. Lechuza común -------(Tyto alba)
  49. Autillo común ---------(Otus stops)
  50. Mochuelo común -----(Athene noctua)
  51. Abubilla -------------- (Upupa epops)
  52. Abejaruco ------------ (Merops apiaster)
  53. Pito real -------------- (Picus viridis)
  54. Picapinos--------------(Dendrocopos major)
  55. Mirlo común ----------(Turdus merula)
  56. Estornino negro ----- (Sturnus unicolor)
  57. Gorrión común ------ (Passer domesticus)
  58. Arrendajo-------------(Garrulus glandarius)
  59. Cuervo --------------- (Corvus corax)
  60. Grajilla --------------- (Corvus monédula)
  61. Urraca ----------------(Pica pica)
  62. Chova piquirroja -----(Pyrrhocorax pyrrhocorax)
  63. Culebra de escalera - (Rhinechis scalaris)
  64. Lagarto ocelado ----- (Timon lepidus)
  65. Sapo indeter.
  66. Rana indeter.
  67. Peces indeter.
  68. Cangrejo americano--(Procambarus clarkii)
  69. Escorpión ------------ (Buthus occitanus)
  70. Escolopendra -------- (Scolopendra cingulata)
  71. Escarabajo rinoceronte (Oryctes nasicornis)
  72. Grillo indeter.
Cronología de la conducta predadora del cazador nocturno mediante los restos de sus presas.




Parece sólo, la imagen macabra de una paloma mutilada. Sin embargo, cumple la función de un obsequio. Se trata de una presa perdida por el macho de búho real mientras seguramente, la preparaba como ofrenda nupcial para la hembra. Debió de caer desde la oquedad del roquedo, donde encontré las vísceras y la molleja con granos de trigo desparramados. 
Dejé la paloma en el lugar mencionado y al día siguiente ya no estaba.



El macho que ocasionalmente guarda en alguna oquedad o arbusto los restos de una presa, acude a recogerla llegada la penumbra de la noche siguiente. Mientras la prepara ulula para ganarse la atención de la hembra, y cuando ésta contesta, acude a su encuentro con exhibiciones de vuelo. Entre carantoñas y tiernos ululares ofrecerá la pieza a la hembra, que adoptará una postura receptiva teniendo lugar la cópula. El macho tiene que ganarse la aprobación de la hembra como buen volador, y sobre todo, como mejor cazador.



Los rastros son muy importantes para compilar datos relevantes del comportamiento cazador del búho real. En este caso, la imagen revela el lugar donde el conejo ha sido preparado por la estrigiforme antes de acabar en su destino. La presión que ejerce el pico de esta rapaz nocturna es notable, y tan eficaz que, puede triturar el cráneo de sus presas habituales para acceder al contenido encefálico. 
Al margen del rastro de sangre y masa encefálica, quedan restos del hueso zigomático (pómulo) del conejo.



Se han publicado muchos trabajos sobre la alimentación del búho real en la península ibérica mediante los análisis de sus egagrópilas. Sus autores, coinciden en señalar al conejo como presa básica en la alimentación del búho real, sobre todo, por el favorable coste energético entre su captura y el aporte biomásico proporcionado. Cuando la hembra incuba, el macho la provee de alimento. Al ser el gasto energético mínimo, también lo son sus necesidades nutricionales, así pues, su consorte le ofrece la mitad posterior de cualquiera de las presas que captura. 
En un nido ocupado por una permisiva hembra, llegué a observar con el telescopio la mitad, creo, de un ratón de campo. La cría en el nido fue de un pollo. Era lógico, debido a unos aportes tan escasos en un año limitado de recursos.



Baumgart (1975) propuso que las presas preferidas del búho real no eran necesariamente las más abundantes sino las más accesibles (disponibilidad relativa) y también las más económicas (Blondel 1976). Este puede ser un claro ejemplo de una opción comentada por dichos autores, en la cual, los erizos como presas menos abundantes que el conejo, son más económicas gracias al ahorro energético que supone su cómoda captura. El periodo letárgico da un respiro a estas frágiles criaturas. 

Bochenski (1960) menciona un caso en Polonia en el que un búho real murió a causa de una espina sobresaliente de erizo.



Es bien sabido que ésta especie no tolera que haya otras aves de presa en su territorio (Hölgund 1966, Sulkava 1966); de hecho, en algunas zonas de Noruega los búhos reales matan a casi todas las demás aves de presa (Hagen 1952). 

Conozco tres casos de rapaces muertas por el búho real, cuya extraña actuación predadora desconocía. En el mismo territorio de cría, aparecieron un alimoche y un ratonero común, ambos devorados escasamente por la zona dorsal. Sin embargo, aparecían restos de plumas de sus cráneos en el nido, ocupado por dos pollos de búho muy crecidos. Podría tratarse de un ataque del macho de búho real, ya que su capacidad gástrica es pequeña; tal vez, de unos 300 gramos, y las presas apenas estaban comidas. Probablemente el macho, no pueda transportar piezas del tamaño de las rapaces mencionadas y, tan sólo, se alimente de ellas eliminando como con el azor en otro territorio la competencia por la caza. 

Un búho real hallado muerto se perforó el esófago al comerse la pata de una rapaz (Olson 1979)



Entre las dos y las tres semanas los pollos ya pueden permanecer solos en el nido. Es cuando la progenitora, de mayor tamaño que el macho, colabora activamente en la alimentación colectiva. Los pollos a medida que van creciendo, consumen más, y los aportes de la hembra, como la liebre de la imagen, son transportadas por ella hasta el nido o, como en este caso, hasta una despensa cercana. El año de la foto, corresponde a la cría de tres pollos. Comían como limas. 
Por cierto, debido al peso de la liebre que personalmente comprobé, la hembra de búho tuvo que sufrir lo suyo para transportarla. Gracias a la ubicación del nido en zonas bajo el cazadero, el acarreo de alimento es más llevadero al planear en descenso.





La juventud, es sinónimo de candidez e inexperiencia, y en la naturaleza, tiene un precio muy alto. Cualquier descuido durante sus correrías nocturnas puede acabar en tragedia. Este es un claro ejemplo de aprovechamiento del contenido encefálico. Para acceder a su interior, despedazó el cráneo. Mientras hay alimento abundante suelen quedar restos como éste. Si otros aportes no llegan, se recurre a ellos. Normalmente, no suelen quedar despojos si no son desperdicios incomestibles.



No sé, hasta qué punto, puede el búho real calcular en su comportamiento depredador el abordaje a determinados nidos acabando en primer lugar con el progenitor, regresar posteriormente tras memorizar la ubicación del nido, y acabar con los pollos indefensos. A veces, aparecen restos de plumas encañonadas de pollos sin emplumar junto a otras de ejemplares adultos de la misma especie. 
Este joven cuervo, no llegó ni a los cuatro meses de vida.



Los ofidios, como esta joven culebra de escalera, son consumidas con cierto desagrado por los jóvenes búhos. Los restos como el de la imagen, escasos por otra parte, se ven habitualmente abandonados cuando hay posibilidades de elección
entre otras presas mejores. Ello puede ser debido a la falta de pelo o pluma, que facilitaría la formación de egagrópilas y por lo tanto, una eficaz limpieza del aparato digestivo. 

En Suecia, una víbora europea de 30 centímetros de longitud (Vipera berus) fue hallada en el estómago de un búho real muerto, suponiéndose que la víbora mordió al búho real antes de que éste se la tragara (H. Mikkola).



Hay territorios donde los posaderos de búho real (habitualmente machos), acumulan egagrópilas con restos de escorpión.
Una presa bastante arriesgada por su veneno. Solamente en dos egagrópilas he hallado el aguijón venenoso. Las restantes, como la de la imagen, revela con claridad el detalle de las pinzas y restos del cefalotórax entre otros. Podrían haber sido capturados por un búho más veterano y conocedor del riesgo de su ingesta.



Esta otra pinza más exagerada, pertenece al invasor cangrejo americano. Por lo visto, el búho real, no duda ocasionalmente en capturar a este tipo de animales cuando visita las zonas acuáticas, donde además, puede capturar anfibios y peces en sus aguas someras.



Es la fotografía más curiosa que he encontrado relacionada con la hermética conducta del búho real. Es un estornino negro semioculto con dos piedras, presumiblemente, colocadas por el búho real con objeto de ocultarlo entre el escaso ramaje de una raquítica Ephedra. El estornino, aparecía decapitado y las rectrices arrancadas. Una clara maniobra preparatoria de la presa dedicada y guardada probablemente como ofrenda nupcial, ya que la fecha del hallazgo aconteció en el mes de octubre. Plumones y excrementos del gran búho, aparte de hallarse cerca de una oquedad nido, me hicieron sospechar de la autoría de esta rapaz. 
Quizá algún día, aparezca otro hallazgo como éste que pueda aportar más detalles.


jueves, 25 de noviembre de 2010

Búho real (Bubo bubo): el superpredador (1)




Es el turno del coloso de las rapaces nocturnas, el búho real, un ave con las dimensiones de una gran águila. Esta rapaz de 72 cm de altura con una envergadura de 180 cm y 3200 gramos de peso, es un gigante que se desplaza con el sigilo de un fantasma y la capacidad mortífera de un águila real. Gracias a un plumaje compuesto por miles de filamentos que amortiguan el impacto del aire, estas aves consiguen un vuelo insonorizado (la extravagante funda peluda que se pone a los micrófonos ambientales de TV consigue el mismo efecto, mitigar el molesto ruido del viento). Una visión privilegiada, una capacidad auditiva extraordinaria y unas garras con afiladas uñas, completan el equipo del superpredador por excelencia.

Me imagino que conocéis la cotidiana costumbre cinegética propia de todas las rapaces nocturnas: salida al anochecer, ocupación de la atalaya de caza, detección de la presunta presa mediante la vista y el oído y, tras un veloz picado, la captura. Curiosamente, el búho real llega algo más lejos en sus habilidades. Aparte de acercarse mediante la localización auditiva en noches cerradas a otras aves para cazarlas, sobrevuela las lomas al atardecer, planeando a baja altura para sorprender a sus víctimas si salen asustadas de sus encames o no les ha dado tiempo de aposentarse. Hay una privilegiada secuencia ocurrida hace unos años que no tuve la fortuna de presenciar, aun estando en el mismo lugar de los que si la disfrutaron. Luis Lorente, José Manuel Sánchez y Domingo Trujillo se introdujeron en una enorme cueva donde tiempo atrás se encerraba a las reses ovinas, buscaban murciélagos. Con el ruido y las luces de la linterna ahuyentaron a una chova piquirroja. Salieron apresuradamente a su paso y consiguieron alumbrarla para que pudiera posarse en algún extraplomo rocoso, pero antes de alcanzar la cima mientras se elevaba casi en vertical, el búho real la interceptó en vuelo, y ante la mirada atónita de los observadores, la rapaz atrapó al córvido y desapareció del escenario.

Actualmente la densidad de escopetas por metro cuadrado debe de ser tan alta que, quizá por ello, los búhos reales necesiten acercarse tanto a los pueblos en busca de alimento. En Mediana de Aragón pude escucharlo este verano sobre un tejado (seguramente un joven). Ululaba irritado ante la presencia de un perro que no paraba de ladrarle. La rapaz tal vez, se acercó al pueblo a la búsqueda de palomas. Pero no acaba aquí la cosa. Me cuenta Fernando Tallada que en una de sus observaciones nocturnas y a vista de prismáticos sobre un tejado al que apenas llegaba la luz de las farolas del pueblo, quedó perplejo mientras veía incrédulo a un búho real arañando e intentando mover las tejas para alcanzar con las garras a los pájaros de su interior. Qué cosas, creemos saberlo todo sobre los animales conocidos y…, hay que ver, lo que da de sí este búho.

Cuando el búho real levanta el vuelo durante el día, tal vez ahuyentado por nuestra inoportuna presencia, una larga cohorte de hostigadores forman tras de él una insoportable estela que durará el tiempo que la rapaz tarde en posarse. La enorme aversión que otras aves sienten hacia esta gran estrigiforme es fácilmente comprensible, basta simplemente, con dar un repaso hacia la lista de sus presas, lista que trataré en la siguiente entrada.

ADVERTENCIA: las imágenes de la próxima entrada son bastante desagradables. Pero, son un documento crucial que muestra la gran capacidad predadora del búho real.

El perímetro de ambos ojos, compone una marcada concavidad formada por un entretejido manto de pequeñas plumas espigadas, que dejan pasar el sonido hacia los oídos. Funcionan como unos receptores parabólicos con los que recibe la dirección de los sonidos orientándose infaliblemente.

Las garras están armadas con afiladas uñas de unos 5 cm de longitud; sus tarsos y dedos emplumados, llegan hasta las uñas para insonorizarlas cuando se descuelgan; y las almohadillas plantares, van provistas de lóbulos que garantizan la sujeción de la presa si esta es resbaladiza como los ofidios, anfibios o peces.

La textura aterciopelada es característica en el plumaje de las rapaces nocturnas, sirve para silenciar el vuelo.

Con las alas desplegadas, el borde de ataque de la primera pluma de las rémiges primarias y la escotadura de la segunda, van provistas de un “borde desflecado” que elimina la vibración y el ruido del viento durante el vuelo.