Todas las mañanas, los buitres leonados repiten el mismo ritual en las rocosas cortaduras fluviales ibéricas. Cada lugar tiene su espacio dedicado al soleado matinal. Si es en invierno, ayuda a desentumecer el cuerpo helado por las bajas temperaturas nocturnas. Cómo acuden los pesados necrófagos anochecidos en la umbría húmeda hacia el sol revitalizador, aunque tengan que llegar hasta él mediante potentes aletazos sin el apoyo del viento.
En el cañón del río Mesa, existe un gran punto de concentración que observo desde mi ventana en el pueblo. Desde allí veo como la vieja cresta, resquebrajada su roca, alberga gran cantidad de buitres leonados acudiendo cada mañana a coger el mejor sitio. Los mas poderosos no piden permiso, simplemente, desalojan al que ocupa el puesto predilecto. Algunos lo batallan y, aún así, lo pierden.
Solárium estacional donde esporádicamente acuden estos necrófagos.
Al margen de éstos espacios de reunión, existen otros periódicos, en los que las rapaces se encaprichan del lugar y se establecen cómodamente. El problema aflora cuando en el susodicho lugar hay enclavado un nido. Con exhaustiva vigilancia, la pareja establecida en él ahuyenta a los congéneres del perímetro; algunos se apartan y, a veces, se van. Sin embargo, vienen más atraídos por el grupo, desconocedores de la propiedad nidal. Esto acarrea en los progenitores un desgaste generado por estrés, dada la presencia continuada de otros buitres reunidos en sociedad.
En este emplazamiento el sol está de más. Apenas un estilizado arbusto da sombra para cinco buitres en un día de calor exagerado.
Observación de campo:
13´00 a 13´15 horas, 22 de agosto de 2007 Barranco del Mortero (Teruel)
Hay una gran cueva que llama mi atención antes de la bifurcación del final del barranco, contando como principio, un corral de ganado ovino en lo alto del mismo. En su interior veo un solitario joven de buitre leonado Gyps fulvus completamente emplumado cuando son las 10´00 horas de la mañana.
A la vuelta del trayecto prospector de los posaderos de búho real Bubo bubo, y otras aves, descubro la misma covacha ocupada por 10 ejemplares de buitre leonado posados en su interior, pero, en una repisa o grada algo superior del nido de la pareja regente de esta parcela.
El progenitor del joven no permite que otros congéneres se acerquen a los límites establecidos donde se ubica el nido, expulsándolos amenazadoramente; cuello estirado y plumaje dorsal erizado.
En los buitres, a pesar de ser una especie tan estudiada, todavía quedan sorpresas por descubrir acerca de su conducta social.
Lo curioso del caso es observar a otro ejemplar joven algo mas desarrollado, pidiendo con insistencia a la vez que el verdadero descendiente, ser cebado. El adulto accede a alimentarlo regurgitando algo de contenido, sin embargo, no parece estar satisfecho e insiste, a lo que el adulto presionado por la codicia del menor opta por propinarle un picotazo, dando por finalizado el acto solidario que ejercía sobre él. El joven, a continuación, se aparta rápidamente hasta el extremo derecho de la cueva y posteriormente asciende junto al resto de adultos al fondo y extremo izquierdo. El vástago se posiciona en el lugar original del nido y, aunque pide alimento, la ceba ha concluido retirándose el progenitor al extremo izquierdo de la repisa de cría a reposar sin dejar de montar la guardia.
El joven intruso al cabo de varios minutos, emprende el vuelo hacia el lado derecho donde a unos 60 metros horizontales se encuentra la ubicación de su verdadero nido.
He quedado completamente perplejo ante la conducta picaresca del joven y el acto solidario del adulto. Increíble, de todos modos, el comportamiento de este ejemplar.
La enorme sonrisa de satisfacción dibujada en mi rostro ante la presencia de un nido de buitre leonado con dos pollos, como gran exclusiva, se desvaneció al regresar el joven a su morada de origen.
Joven buitre leonado del año en vuelo.
De todos modos, una reseña hallada en el libro Los Buitres Ibéricos de José Antonio Donázar desvela un hecho similar en otra especie de buitre. Añadiendo esta observación, se aporta otra versión de cierto paralelismo. La conclusión hipotética de este hecho, depende del punto de vista de cada cual.
"No se conocen casos de existencia de dos pollos volantones en el mismo nido. Sin embargo, este hecho puede presentarse excepcionalmente; Vernon y Piper (1986) observan dos pollos de buitre de El Cabo Gyps coprotheres en el mismo nido, descartando, quizá de forma apresurada, que se trate de parasitismo intraespecífico. La frecuencia de las puestas de dos huevos parece ser muy baja o nula".
Sobre hallazgos de nidos de buitre leonado con dos huevos:
https://sebulcor.com/2019/02/otro-nido-de-buitre-leonado-con-dos.html
Adulto de buitre leonado en lo alto de una aguja pétrea mientras unos recentales de cabra montés deambulan a sus pies.