No desaprovecho ninguna ocasión de ver al zorro Vulpes vulpes en su elegante carrera. Es hipnótico sentir la destreza de sus zancadas durante una aceleración y velocidad incesantes con las que trata de abandonar el escenario del peligro.
Si había una descripción elegante, era la sentida por el Doctor Félix Rodríguez de la Fuente en los apuntes personales de sus cuadernos de campo, una retórica realmente apasionante.
Os dejo la nota de campo sobre el zorro del cuaderno nº 11, sobre todo, para aquellos que la desconocéis.
Unas sabias y sentidas palabras de respeto por la naturaleza me convencieron más que cualquier exposición por parte del mundo científico.

"La realización de películas zoológicas permite descubrir matices de la conducta o la morfología de los animales que muchas veces, escapan al más penetrante de los observadores.Filmando distintas especies de la fauna ibérica en plena carrera, sobre distancias previamente registradas,nos llama a todos la atención el fantástico "sprint" del zorro; pero no sólo por la enorme aceleración que alcanza en pocos metros o por la velocidad punta que mantiene la carrera del zorro que a los operadores, a los naturalistas del equipo, incluso al personal técnico, como los conductores, les deja absolutamente prendados. El zorro no corre como el lobo, prodigioso fondista, o como el torpe tejón o como el agilísimo lince. Se mueve con una armonía absoluta, con una elegancia que no pueden olvidar quienes hayan observado en una limpia pradera la carrera de un raposo sobre los cien metros lisos.
¿Qué tiene, entonces, el galope del zorro, para resultar tan bello? La moviola, esa reveladora máquina que permite "ralentizar" detener o acelerar las imágenes cinematográficas nos descubre el secreto. Trazando dos líneas horizontales, perfectamente paralelas, la superior exactamente sobre las orejas del zorro y la inferior bajo las plantas de sus zarpas, podemos comprobar que el raposo, ahora en pleno galope, no desplaza ni un centímetro el centro de gravedad de su cuerpo hacia arriba o hacia abajo; avanza con tanta perfección cual si su carrera se realizara sobre ruedas equipadas con cojinetes de precisión, en lugar de hacerlo sobre miembros construidos con músculos, huesos y nervios."
Félix Rodríguez de la Fuente. Cuaderno de Campo nº 11, (El zorro)