
El fin de semana pasado fue espectacular ver a la pareja de halcón peregrino Falco peregrinus sobrevolando la peña de los buitres leonados Gyps fulvus, sobre todo, por la intensidad de su reclamo estos días previos a su reproducción. Lo mejor de todo, es la posibilidad de verlos desde casa, desde la terraza, puesto que el posible nido en el que los vi introducirse, aunque me queda lejos, puedo seguirlos haciendo uso de los 60 aumentos del telescopio, eso sí, mientras no haya reverberaciones.

Macho posado y hembra en vuelo.

RÍO HUERVA 23/ABRIL/2008
A lo largo de la mañana una moto y un quad atronan el valle del Huerva provocando una notable inquietud en la rapaz que protege a su descendencia.
Con la hembra de águila de Bonelli Aquila fasciata en el nido, observo con asombro como repentinamente la blanca rapaz emite alarmada un potente reclamo abandonando el nido a continuación. La razón, una pareja de águilas reales sobrevolando su nido. Parece que trata de alertar al macho para duplicar la fuerza defensiva. Afortunadamente, las grandes rapaces se alejan y todo vuelve a la calma.
Un buitre leonado, seguramente dirigiéndose a su nido, se cruza con la hembra de Bonelli montando la guardia de su zona de cría que prospecta minuciosamente. Acto seguido, el necrófago se ve asediado por los ataques impactantes del águila de pecho blanco. El sonido de los golpes secos causados por el aparatoso quiebro ejercido por el buitre para evitar los envites del águila de Bonelli retumban hasta mi observatorio. Me estremece la intensidad de la inmisericorde agresividad contra el pacífico buitre leonado que trata de evitarla sin abandonar su ruta pero, soportando a duras penas la agilidad de esta mediana rapaz tan maniobrera durante su ejercicio hostil.
Paradójicamente, el perseguidor pasa a ser el perseguido. Un halcón peregrino, con sus garras, acuchilla en vuelo al águila de Bonelli. Con fugaces picados de extraordinaria recuperación gracias a la inercia súbita, el falcónido es capaz de multiplicar los ataques acelerándolos en un reducido espacio de tiempo, ocasionándole al águila cierta indefensión dada la incomparable velocidad de su adversario. Así, el águila de Bonelli apercibida por la grandiosa capacidad voladora del falcónido, se aleja de su zona nidificante.
No hay azote más destacado y pertinaz para las tres grandes rapaces; águila real, águila de Bonelli y búho real que el de los fulgurantes ataques del Halcón peregrino. Todas han sentido en alguna ocasión la penitencia de sus insistentes picados acompañados de leves impactos.
Terminaré con el estoico búho real Bubo bubo, una fiera nocturna cuyo vuelo es muy deficiente comparado con el del halcón peregrino para esquivar sus ataques.
Hace unos años, en unos cortados del río Dulce en Guadalajara, un macho de búho real había abandonado su posadero espoleado por la voz de un competidor cercano. Se colocó en lo alto del anaranjado risco cuando la luz del sol era todavía bastante apreciable.
Apareció el halcón peregrino con su reclamo agudo y alarmado, al cual, la nocturna no le pasó desapercibido. Mientras los seguía con el telescopio, los encendidos ojos del búho real sólo buscaban la ubicación del congénere desafiante. El peregrino se limitaba a picar sobre la cabeza de la estrigiforme, y ésta, se agachaba en cada uno de ellos. La enraizada territorialidad del búho real restaba importancia a las molestias del peregrino, sólo le inquietaba el macho rival.
Cuando la noche descomponía las formas, el búho real se creció aliándose con las tinieblas. El halcón se posó en la otra punta del cortado gritando lastimeramente, impotente por la llegada de la oscuridad donde la velocidad ya no le servía para nada.
Elegí el lugar correcto, a pesar de quedar algo lejos de los halcones.
El macho se posó arriba del cortado y la hembra algo mas abajo, ambos llegaron después, pero, me obsequiaron con estas vistas.
Se aprecian sus garras ensangrentadas y el buche lleno, ya que el macho la había obsequiado anteriormente con una presa muy temprana.