Hembra reposando
He rescatado esta observación de 2002 para aquellos
seguidores que apreciáis de buen grado las historias extraordinarias acaecidas
en la naturaleza. Una observación, donde solamente coincidir en el lugar
adecuado y en el momento oportuno, me ofreció la privilegiada oportunidad de
vivir este acontecimiento tan extraño ocurrido a una familia de búhos reales.
Espero que también alimente vuestro interés.
Nido malogrado. La flecha superior indica la presencia de la paloma; la izquierda el huevo huero y, la derecha, el segundo pollo muerto.
Ciertamente, la escena no puede ser más desoladora. En el interior
de la oquedad del pequeño cortado ribereño descubro a un pollo de búho real (Bubo
bubo) de cuatro semanas de edad muerto. Yace boca abajo, al lado de un huevo
huero y de una paloma bravía decapitada y carente de rémiges. La presa en el
nido, revela la atención paterna al
joven con puntual provisión de alimento; sin embargo, en algún punto crítico
del ciclo reproductor, la dinámica familiar se desmoronó propiciando tan
devastador final.
Si buscáramos entre el abanico de probables hipótesis sobre
el hecho acaecido, tal vez, coincidiéramos en asegurar que la malograda cría de
esta rapaz nocturna, fue provocada por una continuada molestia al nido causada
por la intrusión de alguna persona. Pero, para darnos una idea de la cantidad
de conjeturas erróneas que pueden barajarse ante escenarios capciosos como el
mencionado, comprobaremos zanjando más elucubraciones, el verdadero desenlace
de tan peculiar historia.
Nos remontaremos 66 días (hasta el 23 de febrero de 2002)
descubriendo a la hembra incubando en su nido rocoso.
Aguarda la rapaz nocturna semioculta entre la sombra
interior de una raquítica ephedra que cubre parte de la entrada. El río
transcurre a lo largo del escarpe calizo de escaso porte, apagando la sed de
las pequeñas tablas de labor que sobreviven en este árido entorno deforestado y
de baja altitud. La presencia de hortelanos con sus aperos mecánicos de
labranza no ha supuesto hasta la fecha, impedimento ni abandono de la
crianza por parte de estas rapaces
durante 15 años de reproducción reconocidos. Hay un camino de acceso a los
cultivos del páramo a 120
metros del nido, con más tránsito (sobre todo de motos)
durante los fines de semana. La carretera comarcal se sitúa a unos 250 metros de dicho nido
ubicado en solana. En días festivos, la afluencia circulatoria alcanza en
horario de 18´00 a 20´00 h. los 60 vehículos a la hora, evidenciando una
considerable presión humana.
Dibujo a lápiz (Búho real, Bubo bubo).
CRONOLOGÍA
DE LAS FECHAS DE INTERÉS
24 – 03 – 2002 El cielo está completamente despejado por la
acción persistente del viento frío, siendo la temperatura agradable a
resguardo. La correcta instalación del observatorio frente al nido es
fundamental una vez tomadas las medidas
preventivas pertinentes, por esta razón, lo ubico próximo a una escorada retama
al lado derecho. De este modo, permito que la hembra de búho real se sienta más
protegida en el interior de la cavidad; hecho comprobado en otras ocasiones al
facilitarle el ocultamiento frente a la presencia del observador.
Incuba posicionada hacia la derecha, desviando ocasionalmente
la mirada y mostrándose más sosegada. Sus penachos están levantados y los ojos
semicerrados. Dormita pausadamente.
A unos cien metros del nido un tractor laborea el hortal,
mientras una pareja de ánades reales atraviesa fugaz la galería forestal que acompaña
al río. Nada empaña la tranquilidad del ave ajena al ruido conocido.
- 29- 03- 2002-
El sol destella esporádicamente debido al paso de
cúmulo-nimbos mientras la hembra de búho real descansa en la oquedad sombreada.
Cierra casi los ojos ante la repentina aparición del inoportuno sol que la
ciega desde el horizonte. Permanece inmóvil, parpadeando levemente. Un
cuidadoso movimiento del cuerpo me hace sospechar la existencia de los recién
nacidos pollos, resguardados bajo el denso plumaje materno.
Abandono la observación prospectando el farallón calizo y
sobre un espolón rocoso a 120
metros del nido detecto un desplumadero de la rapaz; la
víctima es una hembra de ánade real. Más tarde, cruzando el soto ribereño,
ahuyento a un solitario macho de la misma
especie.
- 20- 04- 2002-
A última hora, el sol da de lleno en la cámara de cría. La
progenitora (es la que se encarga del cuidado exclusivo de los pollos),
desplaza la cabeza ligeramente y a través de las acículas de la ephedra
controla mi presencia. La penumbra acentúa la escasa visibilidad y el pequeño
de los pollos comienza a moverse, sin embargo, el mayor que permanece de
espaldas a la entrada de la oquedad, no varía su postura pasiva. Intenta
defecar reiteradamente pero alguna complicación intestinal se lo impide. Apenas
consigue evacuar una minima cantidad fecal que se adhiere al plumón caudal.
Tanta inmovilidad y apatía en este pollo resulta preocupante. Contrariamente
durante las reproducciones anteriores, al concluir el día, las crías siempre
multiplicaban su actividad.
- 21- 04- 2002-
Compruebo abatido el fatídico desenlace final y descubro al
pollo que yace inerte sobre el sustrato arenoso. Su hermano dormita
apaciblemente aunque se mueve con frecuencia. Llega incluso, a subirse sobre el
cadáver.
Apenas hay cambios de conducta dentro del comportamiento
habitual en estas nocturnas a lo largo del resto del día.
El pollo muerto, ha permanecido sin ser retirado del mismo
punto durante todo el día.
- 22- 04- 2002-
Ahora mi interés se centra en descubrir a duras penas el
cuerpo sin vida, puesto que la madre y el hermano me impiden escrutar con
claridad los rincones del reducto familiar.
Afortunadamente al desplazarse el polluelo, deja al
descubierto los restos medio consumidos del hermano. Estos han sido depositados
en la despensa donde el adulto guarda despojos sobrantes de las cebas y
posteriores capturas. Sólo queda de él la zona abdominal y las garras. El
aprovechamiento íntegro del pequeño se hace patente; la progenitora resolverá
de este modo, diversas cebas postreras.
Extremidad inferior del primer pollo de búho real depositada en un posadero de sus progenitores. Algunos ejemplares de esta especie suelen mantener el nido limpio de restos de presas.
- 27- 04- 2002-
Han transcurrido seis días desde la muerte del infortunado
pollo y de nuevo, continúo el seguimiento del hermano a través del telescopio.
En puertas de la noche, el pequeño búho parece activarse al
desentumecer sus músculos. De nuevo, se repite la escena; el pollo defeca
anormalmente, quedándole un hilillo fecal suspendido de la cloaca. Los síntomas
son los mismos que consumieron la vida de su compañero de nido. Tras el escaso
movimiento, siguen horas de quietud
sobrecogedora y, la agonía, parece avanzar inexorablemente.
- 28- 04-2002-
Las verdes espigas se mecen con el viento sobre el extenso
labrantío del páramo. El cielo, salpicado de cirro-cúmulos, tamiza la luz solar
filtrada por las nubes en un día caluroso y agradable. No siempre la naturaleza
se muestra generosa, la vida tiene muchos matices, y el amargo, lo padece
estoicamente la hembra de búho real. Me recibe alertada, con los penachos
cefálicos levantados y mirándome atentamente con los ojos entreabiertos, aunque
minutos después, menos recelosa, desvía la mirada. Este hábito común entre la
rapaz y el observador, rompe hoy la monotonía de pasados encuentros desde el
momento en que vislumbro al malogrado pollo postrado ante el vientre materno. Todo
ha terminado; asisto estupefacto a una desgraciada situación poco común de
equilibrio poblacional de la especie, hasta ahora, desconocida para mí.
- 29- 04- 2002-
La posición del cadáver no ha variado y la hembra lo
acompaña algo apartada.
No deja de sorprenderme la extraña conducta de tamaña
estrigiforme cuyo proceder resalta dos interesantes facetas extremas; una
despiadada y otra maternal. Fue capaz de descuartizar a una de sus crías sin
vida para nutrir a la otra. Hoy, continúa permaneciendo junto a ésta dos días
después de su muerte.
El viento abate en volandas los penachos erguidos de la
rapaz, y sus amplios ojos de mirada fija no se apartan ni un segundo de mí. La
contemplo con detenimiento y algo afligido, forjándose un interrogante que no cesa
de golpear mi mente ¿Qué hay detrás de esa curtida mirada de apariencia feroz
mientras acompaña los restos mortales de su cría? Interesante enigma.
- 30- 04- 2002-
En la oquedad del pequeño cortado ribereño ya no queda vida.
Encuentro al pollo tumbado boca abajo con la cabeza apoyada en su mandíbula
inferior. Abriéndole el pico, compruebo que las larvas de Lucilia caesar copan
todo el orificio digestivo retorciéndose espasmódicamente dentro del prometedor
festín.
Con la intención de hallar los restos en prospecciones
posteriores, son marcados los tarsos de la paloma y del pollo de búho real
utilizando unas bridas negras de plástico y rodeándolas sobre su vértice flexor
(como si fuera una anilla). De este modo, tras su localización, se podrá
comprobar a posteriori si la extracción de las mismas se lleva a cabo
presumiblemente por uno de los progenitores tras visitar el nido, pretendiendo
quizá, aprovechar la carne del columbido.
No es la primera vez que nidos malogrados de esta rapaz, son
visitados y despojados de los restos por sus moradores.
Han transcurrido dos días y dentro del nido sólo queda el
cadáver del pollo en avanzado estado de descomposición. Éste ha sido movido
ligeramente y la paloma no está. Recorro la parte baja, media y alta de los
cortados, descubriendo a 200
metros del nido una de las extremidades del primer pollo
del búho real. A 300
metros, anteriormente, hallé un mechón de plumones,
seguramente del mismo ejemplar correspondiente a la otra extremidad posterior,
salvo que ésta, debió ser devorada por algún carroñero.
No cesan aquí los hallazgos, y frente al nido, a unos 150 metros localizo la
paloma bravía sobre una repisa. Desciendo para comprobar su identidad y en
efecto porta la brida, salvo que ahora, carece de las rectrices y el ala
derecha ha sido arrancada hallándose al lado de un plumón del búho real; la
paloma está agusanada. El lugar corresponde al antiguo nido de “1996” y curiosamente, la
tierra del interior aparece arañada. La
lectura ofrece cierta orientación, parece que el macho extrajo la presa del
nido, quizá, con la intención de refrendar la ceremonia nupcial en un nuevo
intento de repetir el ciclo reproductor. Desgraciadamente la cría de reposición
no se llevó a cabo, pero como dato significativo, sirva el de la localización
de una hembra de búho real incubando un tres de mayo de 1997(observación
personal).
Restos de la paloma bravía sobre la repisa donde el macho ofreció a la hembra un nuevo lugar para anidar. El colúmbido ya había sido retirado del nido malogrado por éste.
En el círculo, aparece un plumón del búho y el ala de la paloma, arrancada. Cuando el macho requiere la atención de la hembra, ulula y va desplumando la presa que servirá de ofrenda nupcial.
CONCLUSION
Siempre se nos ha presentado al búho real como una criatura
atroz y despiadada y, en cierto modo lo es, aunque su tiranía es ejercida
exclusivamente sobre sus presas durante la labor cinegética con el único fin de
alimentarse y avituallar a su prole.
En el atípico cuadro reproductor de esta pareja, destaca el
enigmático comportamiento de la hembra hacia su pollada. Curiosamente, guarda
un riguroso espacio de tiempo antes de determinar el aprovechamiento del primer
vástago y el abandono del segundo. No he hallado relación equivalente a esta
conducta en bibliografías consultadas. (Mikkola, 1983) comunica de modo
superficial algún desenlace fratricida entre hermanos de edades distintas,
existiendo la posibilidad de adelantar la hembra esa labor de ceba a costa del
menor muerto o moribundo. Esta conducta es extrapolable a un determinado grupo
genérico de las estrigiformes. Matar y comerse al hermano es corriente entre
búhos y otras aves rapaces (Andersson, 1982). En la lechuza, cuando el más
joven de la pollada perece desnutrido - al no moverse ni emitir sonido alguno-,
el adulto lo considerará como si fuera
una presa, alimentando con él al resto de la prole (Mikkola 1983).
¿Distingue nuestro búho real a sus pollos muertos de las
presas del nido? Probablemente, si. El primer pollo agonizaba durante la tarde,
tal vez muriera al oscurecer y fue respetado hasta la siguiente noche; el
segundo, fue movido ligeramente, siendo extraída la paloma selectivamente por
el macho que debió de utilizarla como ofrenda nupcial, y que evidentemente, no
aceptó la hembra por su estado putrefacto (sería como regalar a una novia las
mismas flores pero marchitas).
Todavía quedan muchas lagunas por descubrir en la
apasionante conducta del búho real. Poco a poco, con precisión de cuentagotas,
aparecen detalles inéditos arrancados de su comportamiento hermético, oculto
celosamente en el corazón de las serranías donde campea en libertad.
Después del mencionado relato, conviene concluir destacando
el hallazgo de un nido con dos huevos abandonados en mayo de 1994. El año
anterior, en el mismo cuenco, descubrí apoyado contra la roca un pollo de
escasa edad muerto. Estos dos fracasos reproductores del búho real adquieren
hoy una dimensión enigmática sujeta a múltiples conjeturas, con la salvedad de
no caer bajo la hipótesis errónea más accesible: la de molestia humana-.
Estos pollos volantones pertenecen a otro nido que tampoco corrió mejor suerte.
De
los tres que nacieron, el más pequeño fue devorado por los hermanos;
tal vez, murió después de recibir escasas cebas de los adultos. Los hermanos
de la fotografía pudieron ser presa del águila real (probablemente, por los
restos hallados).