lunes, 10 de mayo de 2010
"Botella en agua"
-A pesar del efecto natural de esta portentosa y espectacular cascada en Calmarza, el río Mesa, sufre una incesante e imparable degradación sometida por las poblaciones de Guadalajara y Zaragoza, por donde transcurre su cauce.
“Un asesor del gobierno británico afirma que la sociedad debería hacer del acto de beber agua embotellada, algo tan poco elegante como fumar”.
Me vais a perdonar los seguidores del blog. No es que quiera desmoralizar pero, necesito que alguien me explique: cómo podemos consentir halagando con orgullo la belleza de nuestras poblaciones como ejemplo de lo mejor, dejando simultáneamente que nuestros espacios naturales sucumban bajo el pesado lastre de la basura. Cómo permitimos esa presencia incómoda que arruina nuestro entorno ofreciendo una pésima imagen que todos debiéramos de evitar. Y, cómo no apostamos por un futuro más acorde y funcional de cara a un amplio abanico turístico totalmente presentable y acogedor. Aunque sólo sea, por no pasar la vergüenza y el sonrojo al que someten estas imágenes.
Es cierto que existe una injusta reciprocidad en esto del agua y la botella, sobre todo, por parte de la embotelladora. Lo que debiera de ser en principio y como supuesta finalidad el agua en botella, es además, desgraciadamente, “botella en agua”.
-¿Cuánto aguantará el mirlo acuático (Cinclus cinclus) anidando en la cascada?
-La culebra viperina (Nartrix maura) menos exigente que el mirlo acuático, todavía tiene futuro por delante.
-De la gran mole de roca caliza rezuman diversos manantiales que forman coquetos lagos cristalinos, a su vez, pequeños afluentes del Mesa.
-Pasarela artesanal para acceder a la huerta, perjudicada por las crecidas del río.
-Remanso en un azud construido para trasvasar agua hacia hortales más apartados.
-Un acertado puente construido sobre el río. Da continuidad a una senda de largo recorrido en un espacio natural muy visitado: el cañón del río Mesa.
-Fábrica embotelladora de “Fontecabras” contigua al balneario de La Virgen. Las escaleras de acceso que se ven al fondo, son el lugar de descanso para los trabajadores. Algunos fuman, beben de su agua y observad donde paran las botellas.
-En una carretera comarcal y de tan complicado acceso, podían haberse utilizado camiones de menor porte, y no estos gigantes articulados.
La foto está hecha desde el paseo del balneario mencionado.
-Otra perspectiva de la caótica fábrica embotelladora. El balneario queda detrás. Foto desde el paseo.
-Las maniobras de los enormes camiones, provocan estos desperfectos que llevan años sin repararse. Un precioso puente medieval a la entrada del balneario, fue derribado para facilitar el paso de estas máquinas.
-Agua termal clorurado sódica bicarbonatada a unos 34º. Procede del manantial de La Peña, en el balneario de Serón (Jaraba).
Imaginaros al personal turístico deliberando para, encontrar un determinado tramo del río donde no haya tanta basura. Esto, ya está ocurriendo.
Me parece razón suficiente para dejar de beber agua aprisionada en botella. O, acaso debemos acostumbrarnos a ésta situación porque el progreso del nuevo siglo así lo exige.
domingo, 2 de mayo de 2010
Reciclaje sin lucro.
El reciclaje actual no me convence y me toca la moral enormemente. Es un tocomocho bien entramado. Lo tengo muy claro, pienso reciclar lo menos posible con "el modelo derroche". Por no reciclar de este modo, dejé incluso de consumir agua embotellada entre otros artículos con envoltorio no reutilizable. Todos los malditos productos de consumo van empalagosamente envueltos, generando infinidad de desperdicios que por no tener un coste de retorno para facilitar su control, son tratados con descuido y desinterés por el consumidor. Unos se reciclan y otros se abandonan en cualquier lugar. Basta con ver el cauce de nuestros ríos y las afueras de nuestros pueblos y ciudades; todo el paisaje se complementa con la basura arrojada por gente sin escrúpulos. Gente sin duda, guarra por herencia genética.
Intentar encontrar establecimientos donde la venta de productos sea a granel, es una aventura “harto difícil”. La recogida de la leche con la típica lechera o el pan con la bolsa de tela como elementos útiles para trasladar los alimentos, pasaron a la historia. Eso sí era auténtico reciclaje, el uso continuado del mismo material no desechable.
La correcta gestión de la madera en nuestros montes supone un gran empuje económico para poblaciones que viven de ella.
Cómo recuerdo las patatas dentro del caldero sobre la lumbre que iban destinadas a la alimentación del tocino; era incontenible la tentación de comerlas pequeñas y recién hechas.
El pórtico de madera de encina soporta la zona de la fachada principal de la casa. Me fascina la obra hecha con materiales del lugar y la austeridad con que los moradores la construyeron. Aunque su edad es desconocida, la planta tiene algunos siglos; el resto de la casa, fue reformada en los años cincuenta.
Antes de la reforma no había puerta, y dentro se albergaba la pareja de mulos. Una barra de hierro cruzada en el marco no impedía que el Macho (mulo) lo sobrepasara ocasionalmente.
Unas viejas maderas ornamentales de las barras cortineras se pueden convertir, transformándolas, en curiosos soportes para colgar elementos de cocina o cualquier otro objeto.
Los candiles, eran antiguas lámparas con un vaso menor interpuesto llamado candileja, donde se vertía el aceite. Tenía apoyada en el pico una mecha de algodón que, prendiéndose, daba una luz algo más fuerte que la de las velas.
Este humilde mueble para la cubertería es una muestra tangible de sencillez creativa al alcance económico de antaño.
Efectivamente, este ostentoso mueble clásico no tiene cabida en una casa de labradores. La vitrina noble, fue un regalo que no deseché; en primer lugar, suponía la donación de un mueble con carga sentimental por parte de sus dueños. Un mueble con historia y recuerdos que acepté con respeto.
En su interior guardo los pucheros, unos recipientes muy habituales y apropiados para cocinar frente al fuego del hogar.
Las lecheras, eran los mismos envases de siempre para acudir a por la leche durante años y consumirla después de hervida.
Quién sabe si por el orificio bajo de la puerta pasó la ágil gineta o un escuálido gato hambriento. Los musulmanes fueron habitantes de estas tierras antes de que Alfonso I conquistara toda la comarca.
Puerta de acceso a las escaleras. Como se puede apreciar, tallada a mano. Por guardar la esencia de tan singular trabajo, la dejé como siempre ha estado desde su origen.
Latas de gasas, de harina lacteada Nestlé, etc., dos botellas de ceregumil y una de gaseosa junto a un elemento de madera para medir pequeñas cantidades de cereal. Todo era aprovechable en tiempos difíciles.
Rellano de acceso a las habitaciones. La cómoda, fue restaurada con mucha dedicación y tiempo, partiendo de un montón de madera apilada irreconocible.
Con cuatro hierros bien organizados, se disponía de una eficaz estructura para apoyar la palangana y la toalla.
Habitación de la chimenea. Este pequeño cuarto tenía la ventaja de ser el más caliente en invierno. Aquí dormía el abuelo.
La cama del abuelo, su gayata y un viejo baúl sin restaurar. Subí la cama al granero para disfrutar de esta reliquia durante la noche y despertar con el privilegio de ver a través de la ventana el vuelo de buitres, vencejos reales, chovas y todas las criaturas posibles del lugar.
El granero y algunos aperos para trabajar en el campo. Una decoración que jamás pasará de moda, ni hará olvidar mi pasado.
Un viejo collerón del mulo. Su función era la de anclar y amortiguar el pesado arrastre del arado.
Una foto entrañable y de gran valor para mí. Yo soy el de la izquierda. Advertiréis entre otras cosas, la gran similitud de nuestros pabellones auriculares.
Los mulos eran grandes trabajadores en tareas agrícolas. En este caso el Macho, como lo llamábamos, era un equino curioso, obediente y bonachón. A escondidas en la cuadra le ofrecía algunas patatas y manzanas. El sonido característico de estos frutos triturados por sus molares, llamaba la atención de mis tíos que no tardaban en regañarme.
Hago mía la frase de Félix Rodríguez de
miércoles, 14 de abril de 2010
DESFILADERO DE CALMARZA
La luz de la luna se funde lentamente con la alborada, iluminando poco a poco, un nuevo y esperanzador día. Entre los altivos farallones calizos, se van adivinando las oquedades, anfractuosidades, y afiladas aristas rocosas talladas por el eficiente paso del tiempo. Al comienzo del día, las aves se preparan ordenadamente para afrontar las novedades que puedan acaecer durante la rutina cotidiana. El día se compone de veinticuatro horas, sin embargo, son veinticuatro horas llenas de emociones y marcadas sensaciones, transmitidas, por un paisaje capaz de compartir sus criaturas y el espacio, también con tu mirada.
Cuando el sol da de lleno en el frente rocoso…
los alimoches desde su dormidero disfrutan sin moverse, de su ligero calor.
Donde había oscuridad, ahora hay luz y calor. Los buitres lo saben, y se reúnen en este punto desde generaciones.
Los más rezagados y perezosos, ocupan los lugares más expuestos al viento.
Cuando el sol permite la creación de corrientes térmicas, los buitres, grandes planeadores y conocedores de este medio favorecedor de sus desplazamientos, aprovechan para partir prospectando sus zonas de campeo.
La silueta del buitre leonado puede resultar monótona por su abundancia, pero para mí su vuelo, es francamente deslumbrante y recreador.
El narciso amarillo (Narcissus assoanus) abunda sobre todo, en las repisas inaccesibles de los roquedos formando nutridos mantos amarillos. Éste, solitario y aislado, llamó mi atención gracias a su situación de abandono.
El macho de carbonero común (Parus major), madrugador, anda en busca de alimento entre las ramas, el suelo del soto, y tablas de cultivo.
Hembra de carbonero común.
El macho de pinzón común (Fringilla coelebs), manifiesta su estado prenupcial cantando desde las ramas altas.
Al atardecer, el cortado que desaloja al sol por la mañana, recibe al final del día sus últimos rayos. Mañana, será otro día con sensaciones incombustibles.
sábado, 10 de abril de 2010
La cultura de los imbéciles
Así tratamos, o vemos en España, nuestra cultura. Es hora de limpiar nuestra mala imagen.
-A un lado, la maltratada literatura; esa sensación personal y emocionante de uno, de varios, e incluso de millones de lectores al compartir el mismo contenido, la misma ilusión, y la misma senda de vivencias con autores y protagonistas de un verdadero arte: la escritura con su encuadernación. Una cultura para heredar cómo tradición perpetua.
-Al otro; el impostor. La miseria, la barbarie y la ignorancia por imposición.
miércoles, 7 de abril de 2010
Bajo el mismo tejado
La tórtola turca (Streptopelia decaocto), observa ajena la maratón de gorriones y estorninos para hacerse con una vivienda. Ella, es menos exigente y ya incuba en algunos lugares.
En los tejados, impera la locura. Todas estas aves de medio urbano, se afanan en la búsqueda de oquedades para nidificar.
Hace quince días que se hicieron las fotos, y lo único que ha cambiado, son las prisas para encontrar el espacio idóneo donde sacar adelante a sus futuros pollos. El cielo, todavía se empeña en mostrar su habitual tono grisáceo.
Estornino negro (Sturnus unicolor), emitiendo su habitual silbido. Este gran plagiador, puede imitar con destacado parecido el canto de la oropéndola, el torcecuello, el carbonero común y la grajilla, entre otros.
La mayor corpulencia de los estorninos sobre los gorriones, les convierte en privilegiados inquilinos de los huecos más adecuados.
Hembra de gorrión (Passer domesticus), a la entrada de su futuro nido.
Macho de gorrión interesándose por este atractivo y espacioso bajo-teja.
Reunión de gorriones. El plumaje nupcial de los machos, aún no está completo.
viernes, 26 de marzo de 2010
La mañana del mochuelo
Las noches del mochuelo (Athene noctua) son siempre muy ajetreadas, sobre todo, en primavera. La pequeña rapaz nocturna mediterránea, ya tiene la reserva de su lugar de cría. Aquí, en abril o mayo, cuando comience la reproducción y se haya establecido la pareja, traerán al mundo a su descendencia.
Esta breve cronología fotográfica, revela la cotidianeidad del mochuelo poco después de salir el sol. Es un aspecto importante en su metabolismo la absorción de la luz solar, no sólo para conseguir ese ajuste térmico corporal, sino además, para activar y fijar el calcio y la vitamina D a los huesos.
Ahora es importante el reposo, y más, tras una noche activa en la caza de insectos y pequeños micromamíferos de los que se alimenta.
Mientras los transeúntes a su paso bajo la terrera no hagan ningún movimiento extraño, o inapropiado, el pequeño búho les acompañará con la mirada, sin la necesidad de retirarse al interior del hueco.
Esto son palabras mayores. Si el riesgo viene por lo alto, volando; ya sean urracas, cernícalos, milanos o grajillas, entonces lo mejor es ponerse a cubierto.
Para el etólogo Vitus Dröscher; el ligero dormitar es para muchos animales un substituto, eminente y de importancia vital, de las horas de sueño perdidas.