Desde el cable
cercano al soporte incrustado en la fachada de la casa del pueblo, canturreaba
el macho de golondrina todas las mañanas. Mi vieja cama, heredada con mucha
estima, ni siquiera estaba pintada por no borrar la huella de mis antepasados
que en ella se apoyaron. Muy pegada a la ventana abierta, con la persiana
desenrollada, conectábamos el pájaro y yo a través del hueco de sus lamas de
madera. Daba igual si no quería madrugar, el charloteo de la golondrina a
primeras horas, alboreando, me llevaba a la ventana. Allí la veía tan radiante, arrancándome una sonrisa atento a su voz delicada y musical. -No puedo dormir más pero,
escuchándote, me alegras el alma-. No creo que estés cantando sólo para marcar
tu territorio, pienso que lo haces para alentar a toda la comunidad de seres
vivos a disfrutar de un nuevo día de sol y momentos por vivir. El comportamiento
mecánico que los científicos os achaca, es sólo para gente cuadriculada. Las golondrinas tenéis el don de acelerar el corazón de las personas que lo
tienen. Estos días, os echo mucho de menos en la calle. Los cables de mi ventana están vacíos
y, las mañanas desde entonces, son más largas. Tampoco el colirrojo tizón, más
madrugador que el gallo, se puede escuchar; las obras en las casas los han
dejado sin posibilidades para anidar.
Pero bueno, en esta
ocasión he combatido la nostalgia acercándome a otra ventana para revivir de
nuevo aquellos días. Una ventana con sus jambas y alfeizar todavía azulados de cal.
Azul de blanquear la ropa y aplicado con la brocha de encalar y su alargadera
de caña. El paso del tiempo, ha desgastado el azulete y afloran las hebras
donde el color tenía más densidad, quedando claroscuros al desprenderse las
capas.
Es una familia bulliciosa
de golondrinas que ha anidado dentro del habitáculo. Atravesando el hueco de la
ventana de cristales quebrados entran y salen estruendosas, acaparando mi
atención; alegrándome el día. A estas horas de la mañana el sol es suave y, muy
importante para las aves, como para la vida de la mayoría de los seres vivos
terrestres. Entre sus mayores beneficios está la síntesis de la vitamina D en
la piel, indispensable para el metabolismo del calcio.
La vitamina D tiene
un rol muy importante en la puesta de huevos, la calcificación del ave y la
supervivencia de los embriones. Es indispensable para el correcto metabolismo
del calcio.
La glándula uropigial (la glándula sebácea se encuentra en la base de la cola en la parte posterior y superior de muchas especies de aves) produce precursores de vitamina D, que extienden sobre las plumas con el pico durante el acicalamiento normal. Cuando el ave se expone a la luz ultravioleta (la porción UVB), los precursores se convierten en la vitamina D3 activa, que luego se ingiere cuando el ave se acicala de nuevo.
La glándula uropigial (la glándula sebácea se encuentra en la base de la cola en la parte posterior y superior de muchas especies de aves) produce precursores de vitamina D, que extienden sobre las plumas con el pico durante el acicalamiento normal. Cuando el ave se expone a la luz ultravioleta (la porción UVB), los precursores se convierten en la vitamina D3 activa, que luego se ingiere cuando el ave se acicala de nuevo.
Macho y joven de golondrina soleándose placenteramente.
El placer de una
buena sesión solar en las golondrinas se aprecia indudablemente por las
posturas atípicas mostradas en las imágenes, rara vez visto con facilidad en
las aves pero, efectuado por todas y de un modo muy similar en instantes muy concretos
de relax.
Satisfecho de nuevo,
con la oportunidad de atesorar otra imagen inexistente en mi memoria, me voy entusiasmado al poder contar con el documento mostrado en esta
entrada.
Encantadora esta entrada sobre las golondrinas, e interesante la información sobre la vitamina D. Gracias.
ResponderEliminarGracias por tu interés.
EliminarSaludos
Magistral!!! Me ha encantado amigo Javier. Un fuerte abrazo desde Cantabria.
ResponderEliminarLas golondrinas son mi debilidad, bueno, para que vamos a engañarnos; todo.
EliminarEste Carlos Rosi que poca pereza tiene para viajar. Me alegró mucho vuestro encuentro y el de Benito; sois unos fieras.
Otro abrazo.
Interesantísimo, precisamente hace pocos días veía a unos naturalistas andaluces preguntando sobre el comportamiento de varios pájaros (carboneros, herrerillos y agateadores) que tomaban el sol en posturas tan extasiadas que casi parecían estar muertos.
ResponderEliminarAhora mismo andan por los cables de Andalucía estas amigas, junto a numerosísimos abejarucos en sus bulliciosos viajes.
¡Saludos!
Cuando se va toda esta "gente", incluidos los vencejos, esto se queda muerto matao. Pero bueno, todavía tenemos unas semanas para disfrutar de su compañía.
EliminarEste comportamiento lo he visto en los pollos de búho real. La primera vez, los vi tan tumbados que, como dices, pensé que estaban muertos. No lo estaban por fortuna.
Saludos
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Maribel...Espectacular.
EliminarSeguro, seguro, que eres una enamorada de las golondrinas.
Un abrazo
Interessante como uma cena do cotidiano que parece simples se pode ver tanta admiração e aprendizado contado romanticamente por esse amante da natureza tão dedicado que é você. Quanta riqueza em detalhes...
ResponderEliminarEstar por aqui e te ler é um oásis para os dias de tanto trabalho e cansaço.
Fotaças! "Muchas gracias".
Um beijo
Obrigado Teca, ainda que não o creias, também para mim é um oásis de alívio para o estrés do trabalho
Eliminarque tanto me pressiona.
É um prazer que possas complementar tuas sensações de relax com a leitura destas entradas.
Beijo e abraços
Pois eu creio... podes crer... ahah... por passear no seu blog há tantos anos, já te conheço um pouco o suficiente para perceber a sua sensibilidade e observação em relação à natureza...
EliminarMe esqueci de comentar... esse hábito de abrir as asas ao sol também é muito comum entre os biguás e biguatingas que vejo na beira do rio Paraíba... não sabia que era para fixação da vitamina D... dá a sensação que estão simplesmente secando as asas ao sol e tirando o mofo... ahah...
Outro beijo (se quiser)
Alféizares de añil desteñidos que dando cobijo a alborotadoras golondrinas propiciáis la vena poética de quien, desde chiquillo, os sigue y os retrata.
ResponderEliminarMuy inspirada la entrada, Javier.
Que razón tienes carmar, la poesía emanada por estas aves cautivó la imaginación de grandes poetas, que la han retratado en sus poemas de la manera más romántica.
ResponderEliminarUn abrazo
Desconocía el método de sintetización de la vitamona D en las aves a pesar de haber visto algunas en posiciones curiosas bajo el sol, como esta grajilla que se pegaba a una soleada pared sueca:
ResponderEliminarhttps://www.flickr.com/photos/arsnatura/27014697155
Saludos desde el norte.
Sí, es un buen ejemplo. Tuve hasta que liberé, una chova piquirroja a la que no daba el sol en la galería de mi casa. Cuando la sacaba al monte, exponía unas posturas realmente curiosas de éxtasis al recibir los rayos del sol.
EliminarEvidentemente, las posturas más conocidas son las de los buitres.
Saludos desde el secarral ibérico.
Qué bonitas fotos y momento, justo hace dos días fotografié dos golondrinas. Hace poco descubrí que existen los aviones, siempre creía que todos eran golondrinas. Tampoco sabía que ese color azul que tanto veo era de la cal y azulete.
ResponderEliminarSaludos
Creías bien; los aviones son otro tipo de golondrinas pero, especializadas en otro nivel del espacio aéreo donde se alimentan de insectos voladores. La golondrina común ocupa la zona más baja, el avión común una zona media y, los vencejos, la más alta (los vencejos si pertenecen a otra especie).
EliminarEn aquellos tiempos eran muy apañados con la escasez de recursos; azulete y cal, el color rústico por excelencia.
Saludos.
Parece que lo pasan bien. Ellas sí que saben disfrutar de la vida, aunque eso sí, por mucho que me gusten los animales, si no me dejan dormir ya tenemos lío.
ResponderEliminarPrefiero, sin lugar a dudas, que me despierte el melodioso canto de las golondrinas o cualquier ave, a que lo haga el camión de la basura o los vehículos excesivamente ruidosos (es lo que ocurre diariamente en la ciudad).
EliminarPero, entiendo que no soportes por la mañana un coro de estorninos ensayando sus variados plagios a otras aves.
Saludos.
Te ha quedado una entrada bellisima y muy evocadora....esos momentos privados y tan importantes que tenemos con otros seres, como con el paisaje. No se si ya te lo he comentado - me disculpo de antemano si asi ha sido- pero yo aquí ( sitio de topografia plana-plana) echo de menos espantosamente a los vencejos, que asociaba a unos momentos muy lindos, muy volátiles. Hace un tiempo les oí, en un pueblo que estaba visitando, dentro de un valle y casi se me salta una lagrima, de alegría y de añoranza, a la vez.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Anonima Eve.
Qué sería de las calles sin el griterío de los niños, o de la primavera y el verano sin la escandalosa algarabía de golondrinas y vencejos. No concibo la vida sin ellos y, la llegada del otoño con la caída de las hojas desnudando los árboles, silencia el paso del viento entre sus ramas; del mismo modo que las calles guardan silencio cuando sus escandalosos voladores desaparecen.
EliminarUn enorme abrazo para ti también
Gracias a los dos por vuestra presencia.
ResponderEliminarSaludos
Fascinante el arte de tus fotos y de tus ojos que toman las fotos
ResponderEliminarMuchas gracias. Mas que las fotos el arte es de la belleza de las golondrinas.
EliminarMe encantan las fotos y las golondrinas, siempre he sentido algo especial por ellas. Vengo tarde por aquí, pero no lo he olvidado.
ResponderEliminarUn abrazo.
No te preocupes Segundo, es un problema el del tiempo que nos perjudica a todos, por lo tanto, no queda más que tener paciencia y pasar cuando uno puede.
ResponderEliminarEstoy contigo en que las golondrinas tienen esa alegría innata contagiable al resto de los mortales por su sociabilidad.
Otro abrazo