El sábado pasado, me dio el punto y en
un momento me trasladé al campo. Es una zona donde puedo ver al búho real sin
mucha dificultad. Ahora que están de amoríos, me apetecía estar presente para
disfrutar de ellos y de sus manifestaciones nupciales.
Hay multitud de blogs cargados de
fotos de búho real, fotos de una calidad increíble y espectaculares en
toda su dimensión. No me canso de verlas.
No es mi caso, puesto que no he dedicado
apenas el tiempo necesario para preparar, tecnológicamente, el escenario
adecuado de fotografía de trampeo para sorprender a tan selecta rapaz de la
noche.
Mi técnica es otra y no busca en
exclusiva la captura fotográfica, sino todo lo contrario; busco el contacto
visual y vocal con el búho real, disfrutar de toda su esencia salvaje.
El plumaje gutural blanco de la hembra a pesar de ser ésta de mayor tamaño que el macho, no luce tanto como el de su consorte cuando reproduce su canto.
Como os comentaba, una vez en el campo
rodeado de las luces de polígonos industriales, con la ruidosa autovía y la vía
del tren como elementos del paisaje, me dispuse a presenciar el ocaso del sol.
La luz escaseaba y las posibilidades para la cámara también. Por lo tanto, plagié
la voz del búho real imitándolo lo mejor que pude (no me gustan los reclamos
artificiales). Llevo siempre la cámara conmigo pero sin preparar nada, sólo quería saber que todavía
existían en su territorio. Y, los jóvenes ya se habían dispersado. Sobre un
talud asomaban las ramas secas de la copa de un álamo todavía vivo, limitando
mi panorámica a la parte superior del lugar.
Media hora después comencé a escuchar
al macho bastante lejos y mi atención se centró en él. Tanto se centró, que la
hembra apareció sobre la rama seca posándose súbitamente a unos 25 metros de distancia. Ya no había apenas
luz pero podía verla bien. Con la cámara y su flash accesorio disparé algunas fotos
que salieron, salvo las pupilas reflectantes, totalmente negras. Lo que veis,
es el resultado de forzarlas y aclararlas con el photoshop.
Con la emisión del canto, el blanco de las plumas guturales se intensifica, dando una señal óptica para el macho.
Muy atenta a todas las direcciones, vigila en equilibrio sobre una rama seca de álamo blanco, el paso de los vehículos de la autovía sin dejar de ulular.
Agotado el tiempo como espectador,
decidí cesar la imitación para que la hembra no lo perdiera más conmigo. Así lo
hizo yendo en busca de su pareja.
Cuando la oscuridad tapizaba todo,
salvo el horizonte industrial, estaba recreándome con la observación tan
especial de la jornada. No era la primera vez que tenía un encuentro así pero,
éste, al ser el último, me parecía más fresco para comentar. Estaba, como decía,
disfrutando mediante la reproducción mental del maravilloso encuentro. Feliz además,
de escuchar a la hembra cerca del macho a lo lejos. Estaba tan ensimismado que
surgió de la nada una estridente voz, la voz enojada de la hembra de búho real
ante mí, un intruso difuminado al amparo de una línea de pequeñas retamas. La
voz de alarma de la hembra de búho real es muy estridente, todo lo contrario
que su dulce voz nupcial. Me armé de tranquilidad superando el tremendo susto
recibido y contesté con la voz apaciguadora. Ella contestó poco después,
también, pacificada (por fortuna).
Se fue definitivamente al lugar de
nidificación del año actual, desde donde la escuchaba bastante lejos. Por allí
la dejé entregada a su futura obligación biológica comprobando tal vez, esos
cuencos preparados por el macho para seleccionar uno como mejor opción para
anidar.
No sé cuál puede ser el motivo exacto del
acercamiento de la hembra de búho real atraída sin duda por la imitación de su canto pero, no por ello, deja de ignorar al extraño ser reproductor del plagio y provocador de
su indagación (siempre lo he hecho sin ocultarme). La rapaz nocturna no se
suele acercar a más de 20 metros y su curiosidad es insaciable.
Este
encuentro fue de media hora pero, en una ocasión estuve con otra hasta tres horas. Aquella, a plena luz.
Vaya momentazo amigo, estos encuentros son mágicos. Preciosa entrada, un fuerte abrazo desde Cantabria.
ResponderEliminarExacto, un gran momentazo. Reflexioné bastante con la colocación de las fotos por su nula calidad pero, como este blog se dedica a contar cosas de la naturaleza y no a exponer fotografías, no me quedó otro remedio.
EliminarGracias Germán.
Abrazos
Muy interesante y bonito. Saludos.
ResponderEliminarGracias Teresa.
EliminarSaludos.
No importan las fotos sino captar y vivir el momento.
ResponderEliminarUn saludo.
No cuesta nada comentar la historia por lo anecdótico del momento y, a pesar de la mala calidad de las imágenes, por lo menos, algo se adivina.
EliminarSaludos.
Las fotos, son lo de menos. Lo importante es poder disfrutar de esos mágicos encuentros y poder interactuar de una manera tan íntima con unas aves salvajes en plena naturaleza.Muy bonito e interesante todo olo que nos cuentas.
ResponderEliminarSaludos
Tienes razón, todo esto entra en el diario de cualquier observador de la naturaleza y, como se dice: cuando no hay pan buenas son tortas.
EliminarEstas actividades con otras especies, interactuando para descubrir cuál es la conducta de la especie ante. por ejemplo, la imitación de su canto (cosa que hace mucha gente) me demuestra, aunque superficialmente, la coquetería de algunas hembras de búho real de acuerdo a la presencia de otro posible pretendiente.
Me alegra que te guste.
Saludos Pini.
Impressiona essa mirada tão atenta da fêmea desta espécie que nos conta neste pequeno relato tão intenso... apesar da noite que adentrou na sua observação, pude sentir a sua emoção deste outro lado do oceano...
ResponderEliminarQuando estive na sua terra, não tive o privilégio de ver de perto um exemplar de búho, mas fiquei alucinada ao ouvir o chamado emocionante de um deles frente o imitar de meu amigo que me acompanhava na caminhada noturna... fiquei arrepiada e bastante emocionada...
Não se preocupe se as fotos não são cinematográficas, porém encha-se de brio pelo incrível momento vivido...
Um beijo desde este lado do Atlântico
Todo lo que sea alternar paseos por la naturaleza y poder comunicarse de algún modo con los animales, es algo difícil de explicar pero, un valioso recuerdo para la eternidad.
EliminarBesos y abrazos...
Yo, hablando con absoluta franqueza, ya quisiera tan sólo verlos como tú los ves, así que con fotos como éstas como recuerdo me daba por satisfecho sobradamente.
ResponderEliminar¡Saludos!
Cuando se trata del macho (no todos entran en el engaño) éste lo puede hacer en cualquier época del año, aunque con más intensidad durante el celo. La razón por la que unos acuden y otros no, de momento, resulta complicado de avanzar. La hembra tan sólo acude durante el periodo nupcial.
EliminarEstos encuentros son mejores para observar que para fotografiar.
Saludos
Es muy difícil hacer fotos en esas condiciones y, como dices, hace falta una preparación previa, pero en este caso son las pruebas de un encuentro que al menos a mí me parece excepcional. Qué suerte la tuya.
ResponderEliminarBueno, llevo muchos años con el asunto y he tenido de todo. Hay mucha gente capaz de imitar otros cantos o voces de animales y, todos coincidimos en la misma sensación de placer pero, sobre todo, de libertad con la especie. Es como compartir el espacio salvaje del ser humano, perdido por culpa de la civilización tan hermética con la naturaleza.
EliminarSaludos
Mirada encendida que ningún detalle se pierde, sorprendida quizás por dos reclamos de machos distintos que, si parecidos, alguna diferencia sí apreciaba entrambos. Finalmente, cuando quien debía cesó, ella, más concentrada, ya supo hacia dónde volar. No obstante aún hubo de retornar para recriminar al impostor quien, tras reconocer su osadía y pedir disculpas, fue perdonado y, de nuevo, abandonado, que no ignorado. Bello relato Javier. Salud y Naturaleza.
ResponderEliminarAhí has estado acertado. Has seguido bien el hilo conductor de la historia. Sé que soy culpable de "metomentodo" pero, la coquetería de la hembra, tampoco se queda atrás.
EliminarEs una sensación ésta que recomendaría a todo el mundo; el lazo casi perdido del hombre con las especies salvajes.
Un abrazo.
Precioso el comentario.
ResponderEliminarEl fin de semana pasado, paseando por la base de un cortado, junto al rió, vimos al gran duque.
Me gustaría saber imitar su voz para atraerlo y así poder disfrutar de su presencia; ya no para fotografiarlo, sino simplemente para mantener ese contacto mágico y único.
Saludos
Gracias Ignacio, por lo que me toca. Un saludo.
EliminarPrecioso el comentario.
ResponderEliminarEl fin de semana pasado, paseando por la base de un cortado, junto al rió, vimos al gran duque.
Me gustaría saber imitar su voz para atraerlo y así poder disfrutar de su presencia; ya no para fotografiarlo, sino simplemente para mantener ese contacto mágico y único.
Saludos
Ignacio, es lo que he pretendido siempre. Ocurre que, cuando quieres compartir la historia (sobre todo, afortunadamente, con gente mas lectora que visionaria de fotografías) tienes que aportar alguna imagen o dibujo de la historia en cuestión para que la alimente y ayude a la imaginación del lector.
EliminarEn 1985 comencé con las primeras intentonas.
Sólo por el encuentro y el contacto, merece la pena.
Saludos.
La mañana transcurría entretenida entre soberbias encinas, que en esta dehesa alcanzan un porte imponente. El perímetro de sus enormes troncos es muy superior a lo que se ve por estos contornos. Desde uno de estos enormes chaparros, a pocos metros de distancia, voló silencioso un majestuoso búho real. Siempre discreto y perfectamente mimetizado con su entorno, no me percaté de su presencia, pese a su respetable envergadura. Con toda seguridad, podría haber pasado por debajo sin verlo. Me acerqué hasta su dormidero, en una gruesa rama lateral, para curiosear. Nunca se sabe lo que se puede encontrar en los territorios de estas poderosas rapaces. En el suelo visualicé varias egagrópilas y manchas de excrementos. Entre los huesecillos de una de estas egagrópilas asomaba el pico de un ave mediana, seguramente de rabilargo o mirlo. A falta de piezas de más consistencia, como liebres y conejos, el gran duque no desdeña nada de lo que se ponga a su alcance, siempre que haga su función en el buche. Sabiendo cómo se las gasta este bicho, no me sorprendí mucho cuando miré hacia al posadero del que voló precipitadamente y descubrí la cabeza de una comadreja asomando de la gruesa rama. Rápidamente busqué un largo palo para descolgarla. Ya en el suelo, cuando la cogí para observarla detenidamente, comprobé con asombro que el bello carnívoro, aún palpitante, había sido capturado instantes antes de hacerme presente. Incluso emanaba de su nuca un hilo de sangre, producida por el picotazo mortal de la enorme rapaz al romper su vertebras cervicales. La comadreja no es animal que se achante fácilmente. Dotada de gran agilidad y dientes como alfileres, los depredadores se cuidan mucho de molestar a este pequeño mustélido, aunque de poco han servido las armas del intrépido carnívoro para escapar de las garras de un enemigo temible, para el que no hay defensa ni escapatoria. El búho real nunca deja de sorprenderme. No baja la guardia ni con un ojo entornado.
ResponderEliminarVes Luengo; por la sensación tan personal con que comentas tu vivencia, dejas notar a raudales la admiración sentida por tan extraordinaria rapaz. Es un ave que rara vez deja indiferente a los amantes del mundo animal.
EliminarAl principio tenía dudas sobre si meter esta entrada con una fotografías tan malas pero, veo que todos los que os asomáis por este blog tenéis vuestras vivencias y buscáis novedades; cuestión que también me aplico.
Queda tanto por descubrir (afortunadamente) que día a día cualquiera de nosotros tendrá la fortuna de dar con ello y, los demás, estaremos ansiosos de que alguien nos lo cuente.
Precioso e interesante apunte de campo. Enhorabuena.
Excelentes descripciones, buena narrativa, uno puede imaginar el momento y vivencias al leerlo. Si las fotos hubieran sido perfectas, quizás tú relato no tanto. Entonces no hay mal que por bien no venga! Saludos Javier!
ResponderEliminarCiertamente, "no hay mal que por bien no venga". He de conformarme con lo que consigo a pesar de las fotos; sería egoísta por mi parte quererlo todo.
EliminarMe conformo con lo que hay, por supuesto y, muy agradecido.
Un saludo Lou.
Excelentes descripciones, buena narrativa, uno puede imaginar el momento y vivencias al leerlo. Si las fotos hubieran sido perfectas, quizás tú relato no tanto. Entonces no hay mal que por bien no venga! Saludos Javier!
ResponderEliminarMe encanta como escribes y describes las fotos que has sacado Una maravilla te felicito
ResponderEliminarMuchas gracias. Dejar el peso de la escritura al sentir diario después de un fecundo día de campo facilita mucho las cosas.
EliminarUn abrazo
Breve pero muy hermoso! Me fascina que sepas comunicarte asi con una hembra de buho, de verdad, debes estar muy orgulloso! La paciencia y la observacion pagan...no me imagino como empieza uno a imitarlos a viva voz, ni como debe ser la sensacion la primera vez que ves que han comprendido y responden! A mi las fotos me han gustado mucho, quedan umbrias y misteriosas.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que disfrutes de momentos asi!
Un abrazo, Anonima Eve
Todo empezó con mediocres probatinas para experimentar su reacción. Hasta que, un buen día, parece que sonó la flauta.
EliminarLa idea era la de provocar al macho conociendo su territorialidad. Los machos (no siempre acuden), vienen en defensa de su feudo, a desalojar al presunto intruso. Impresiona tenerlo de frente aunque sea a una distancia prudente. La rapaz instintivamente, se ve atraída por la voz, a pesar de no coincidir mi forma humana con la de un competidor. Hasta que no ceso la imitación la rapaz no se retira. A veces, incluso, aun siendo atacada por otras aves irascibles por su indeseable presencia.
También conseguí atraer a los jóvenes volantones de una nidada en Guadalajara, presentándose tan inocentes. Pero, he de reconocer que la presencia más agradable es la de la hembra. Ésta sólo acude "por amor"; bueno, un amor a su manera, claro. Saber que ella está allí atraída por mi voz, me da ganas de volar y ofrendarla como haría el macho con el que tiene que emparejarse. Lastima que no pueda volar y menos, pasar mi mano por su manto aterciopelado de plumas.
Es indescriptible la sensación vivida.
Un abrazo Eve.
Es muy interesante, Javier. Gracias por la ampliacion!
EliminarLas sensaciones, si, tienen que ser indescriptibles. Te deseo muchos encuentros y muchas conversaciones. Yo tendria que empezar con los cuervos, a los que oigo reir todos los dias ( es broma, no creo que sacase ninguna respuesta positiva...)
Un abrazo, Eve
Bueno, inténtalo, todo tiene un comienzo...
EliminarA cambio, puedes conseguir grandes satisfacciones, nunca se sabe.
Un abrazo.
sos grandioso un abrazo
ResponderEliminarGrandiosa es la naturaleza y sus criaturas.
EliminarMuchas gracias por tu atención.
Otro abrazo.
Entonces, lo leeré con atención y detenidamente.
ResponderEliminarGracias por el obsequio.
Saludos
querido blogger
ResponderEliminarte deje un comment que quizas puedas contestarme en mi blog
abrazos
Las fotografías son lo de menos, muchas veces sólo el placer de observar es suficiente. Es una de las especies que tengo pendiente... Espero poder verlo algún día.
ResponderEliminarEnhorabuena por el avistamiento.
Un saludo
Deseo de corazón que sea pronto cuando puedas ver a esta maravillosa rapaz. Vi por primera vez al búho real el 11 de marzo de 1989; todavía parece que siga viéndolo por primera vez.
EliminarPor cierto, una cosa es verlo al natural y, otra mucho más especial, cuando acude a tu llamada plagiada, por supuesto, con el esfuerzo de tu propia voz.
Suerte.
Un saludo