Ya los estuve viendo
sobrevolar el carrizo donde nacieron pero, sin posibilidad de ver la plataforma
del nido cubierta por la densa marea de cañas. Eran vuelos cortos los que
realizaban, a causa del incipiente plumaje todavía incompleto. La zona está
protegida por su singular biotopo palustre originada por un meandro del río Ebro,
correspondiente al tramo del cauce abandonado tras una crecida del río hace
muchos años. Estos restos del Ebro se conocen como “galachos” en Aragón, y
tienen un alto valor ecológico por la valiosa fauna que atesoran.
Tenía más o menos
previsto un itinerario corto con el nombre en mente de varias especies de las
que observar sus jóvenes voladores en progreso. Así pues, mientras preparaba el
material óptico, el lugar se animó.
Hasta que no
apareció un joven aguilucho lagunero Circus aeruginosus decidido a posarse en la orilla del río,
una orilla rebosante de hierba fresca, no reparé en el animal muerto que
visitó. No parecía la primera prospección y, si no hubiera sido por la
insistencia de intentar sacarlo del agua, no hubiera adivinado que se trataba
de una garza real Ardea cinerea;
sobre todo, cuando accidentalmente, levantó una de sus alas. Obviamente, no
logró su propósito y se fue alimentando con lo más accesible, aún posándose
sobre el cadáver flotante, la masa muscular quedaba bajo el nivel acuático.
Interesado por la
secuencia, apareció seguidamente otro ejemplar con el que compartió el cadáver
sin mediar pelea alguna. Incluso más tarde, acudió un tercero colocándose en un
lugar ligeramente elevado donde esperó pacientemente, observando hasta la
llegada de su turno.
Que más decir, sólo
que, con la historia de estos hermanos (probablemente), ya no me moví del
lugar, me dediqué a disfrutar de su primer año de vida para corroborar el
intenso aprendizaje del que eran protagonistas con muy buena nota.
Me gusta, cuando hay
oportunidad, dedicar el tiempo necesario para ver el final de cada acontecimiento
cotidiano protagonizado por la especie observada, disfrutando del desenlace para conocerla mejor en sus diferentes pautas.
La lejanía bajó la
calidad de las fotos pero, no del seguimiento. Sin recelar las rapaces de mí por
la distancia, el espectáculo de sus disputas con vuelos bien mantenidos me
dejaron muy satisfecho.
Es muy bonito que compartas tus salidas, que subas las fotos, y te molestes por explicar lo que has vivido, de manera de a que quienes lo leemos, nos llegue un poquitín de ese momento (porque como la experiencia real, evidentemente, no hay nada) Y sepamos que, como hoy, que esos aguiluchos estaban ahi, lo cual es MUY importante!
ResponderEliminarUn abrazo!
(Impresionantes las dos ultimas fotos!)
Anonima Eve.
Merece la pena salir y,cuando sabes que hay personas que pueden vivir como uno mismo las observaciones expuestas, entonces,la cuestión es indescriptible.
EliminarVivo estas cosas de modo muy particular pero me anima mucho no ser el único, por ello, agradezco mucho tus comentarios muy reveladores.
Estas aves son bastante peleonas. No hay momento en el que no se enzarcen. Cuando he puesto carne para fotografiar rapaces, ellas son las que mandan ante otras rapaces de su tamaño.
Un abrazo
Já que no meu passeio noturno de hoje não avistei um bicho sequer, admiro a festa animada contada magistralmente por você. Muito obrigada pela oportunidade.
ResponderEliminarUm beijo
Paciência que sempre há um momento inesperado para presenciar
Eliminaruma boa cena da natureza. Só há que passar no dia e
no momento preciso.
Beijos e abraços.
Obrigado por seu amabilidad e por interessar pela natureza, tão castigada
ResponderEliminarnestes tempos pela má gestão do homem.
Cumprimentos.
Buena secuencia de fotos e interesante la muestra que nos traes del comportamiento del aguilucho lagunajo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estos bichos son tan belicosos que, cuando tienes oportunidad de verlos, lo más seguro es que acaben enfrentándose haciendo gala de una capacidad de vuelo impresionante.
EliminarOtro abrazo.