A estas alturas, el ejemplar de la imagen estará reposando en lugar seguro y con unos cuantos días del ciclo letárgico ya consumidos, afortunadamente.
Hace dos semanas como en otras ocasiones, Fernando y quien escribe, prospectamos unos aljibes de la estepa monegrina, precisamente para auxiliar dado el caso, animales prisioneros de estas inmisericordes trampas tantas veces mortales. Sobre el suelo embarrado y húmedo del aljibe, tratando de buscar refugio bajo una enorme losa de piedra, la mediana culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) trataba inútilmente de acomodarse en un lugar idóneo inexistente. Era evidente que, ya debiera de estar inactiva bajo los efectos del periodo de letargo. Un ofidio respetable de tamaño considerable. Las escamas o placas supraoculares a modo de cejas destacadas le dan un aspecto fiero y amenazante. Los mayores ejemplares pueden superar los 200 cm de longitud, siendo las hembras más voluminosas. Su coloración general es variable, existiendo individuos marrones, pardos, grises y oliváceos (estos últimos los más frecuentes). Es una especie típicamente mediterránea.
La culebra bastarda, es una culebra opistoglifa al igual que la culebra de cogulla (Macroprotodon brevis), con los colmillos inoculadores de veneno asentados en la parte posterior de la boca. Para el hombre, la mordedura de estos colúbridos no reviste el menor peligro debido a la posición retrasada de dichos dientes inyectores que dificulta una mordedura eficaz y, por supuesto, nunca resulta mortal que se sepa. Existen también en la península, otros dos grupos que albergan al resto de estos reptiles apodos: aglifos; ofidios carentes de glándulas y aparato inoculador de veneno como la culebra de agua, y: selenoglifos; ocupado por las temidas víboras cuyos colmillos acanalados y conectados a unas glándulas venenosas inyectan un efectivo veneno paralizador y mortal para sus presas mas habituales. Los dientes se retraen al abrir y cerrar la boca.
Levantando la enorme piedra aparecieron multitud de escarabajos del género Blaps acompañando al ofidio. La imagen impresiona bastante.
Apenas ofreció resistencia la culebra bastarda durante su captura; todo lo contrario de haber sido durante el estío que, hubiéramos alucinado con su furia. Ser ectotermo, optimiza la temperatura corporal de los reptiles pero, les hace depender exclusivamente de la temperatura ambiental en la que se hallan. Al ser el día señalado bastante frío, el colúbrido yacía prácticamente inactivo. Me llamó bastante la atención su mirada perdida, tal vez, por la incapacidad de defenderse. Notaba además como sus ojos giraban levemente, supongo que, analizando sus escasas posibilidades de escapatoria.
Si he de recordar a esta mimética y recatada serpiente lo haría desde la niñez, cuando buscaba afanosamente por curiosidad todo tipo de insectos en la base de los árboles durante el silencio estival del mediodía. En la arboleda, cuando ni siquiera los pájaros cantaban de puro calor, se dejaba oír en ocasiones un estruendo repentino y fugaz, que a su vez, agitaba las altas hierbas a su paso, era aquel, un momento escalofriante de suspense que me dejaba helado.
Durante este verano pasado, hallé una culebra bastarda de gran tamaño soleándose entre la vegetación herbácea de un sendero junto al río Ebro. Sólo asomaba su verdoso lomo, paré con firmeza y en silencio; el ofidio, arrancó tan rápidamente que desapareció de modo increíble. La velocidad de esta culebra es su principal defensa si dispone de terreno libre para huir. Solamente cuando se siente acorralada, actúa de modo muy agresivo.
Un ejemplar de esta especie que hallé atropellado en la carretera, tenía en su aparato digestivo dos topillos semidigeridos; quizá, los atrapó acorralándolos en su galería subterránea.
El momento de liberar a un animal siempre es especial. Al lado, había una enorme pila de piedras donde se introdujo finalmente, muy protegida.
A esta joven y preciosa culebra de escalera (Rhinechis scalaris) de fase gris, la liberamos del aljibe, e indirectamente, de la culebra bastarda.
Los aljibes eran construcciones utilizadas para estancar el agua de abrevar el ganado.
Levantando la enorme piedra aparecieron multitud de escarabajos del género Blaps acompañando al ofidio. La imagen impresiona bastante.
Apenas ofreció resistencia la culebra bastarda durante su captura; todo lo contrario de haber sido durante el estío que, hubiéramos alucinado con su furia. Ser ectotermo, optimiza la temperatura corporal de los reptiles pero, les hace depender exclusivamente de la temperatura ambiental en la que se hallan. Al ser el día señalado bastante frío, el colúbrido yacía prácticamente inactivo. Me llamó bastante la atención su mirada perdida, tal vez, por la incapacidad de defenderse. Notaba además como sus ojos giraban levemente, supongo que, analizando sus escasas posibilidades de escapatoria.
Si he de recordar a esta mimética y recatada serpiente lo haría desde la niñez, cuando buscaba afanosamente por curiosidad todo tipo de insectos en la base de los árboles durante el silencio estival del mediodía. En la arboleda, cuando ni siquiera los pájaros cantaban de puro calor, se dejaba oír en ocasiones un estruendo repentino y fugaz, que a su vez, agitaba las altas hierbas a su paso, era aquel, un momento escalofriante de suspense que me dejaba helado.
Durante este verano pasado, hallé una culebra bastarda de gran tamaño soleándose entre la vegetación herbácea de un sendero junto al río Ebro. Sólo asomaba su verdoso lomo, paré con firmeza y en silencio; el ofidio, arrancó tan rápidamente que desapareció de modo increíble. La velocidad de esta culebra es su principal defensa si dispone de terreno libre para huir. Solamente cuando se siente acorralada, actúa de modo muy agresivo.
Un ejemplar de esta especie que hallé atropellado en la carretera, tenía en su aparato digestivo dos topillos semidigeridos; quizá, los atrapó acorralándolos en su galería subterránea.
El momento de liberar a un animal siempre es especial. Al lado, había una enorme pila de piedras donde se introdujo finalmente, muy protegida.
A esta joven y preciosa culebra de escalera (Rhinechis scalaris) de fase gris, la liberamos del aljibe, e indirectamente, de la culebra bastarda.
Los aljibes eran construcciones utilizadas para estancar el agua de abrevar el ganado.