Joven del año de azor (Accipiter gentilis)
En septiembre, aún están los azores jóvenes curtiéndose en el arte de la caza. Sus alas redondeadas y cortas, junto a una cola larga y maniobrera, atribuyen a esta rapaz una dotación eminentemente forestal. Pero el azor, al parecer, caza o intenta cazar donde le da la gana. Y, de este modo, lo comprobamos en plena estepa Fernando y yo, mientras sobrevolaba la balsa donde observábamos gangas comunes y ortegas sin un sólo árbol en kilómetros a la redonda. Sospechamos de la presencia de algún halcón peregrino porque la charca permanecía desierta, sin actividad durante largo rato; pero era el azor. El azor estaba sobre nuestro escondite, una elevada visera rocosa que le proporcionaba un mirador inmejorable.
Ése fue el momento clave de la foto mientras la rapaz oteaba y esperaba estoicamente la ocasión de sorprender algún ave despistada en el bebedero.
Curiosamente, la semana anterior nos salió un águila real joven que se arreglaba el plumaje en la orilla después de un placentero baño, y, segundos más tarde, salió un búho real. El búho real estaba oculto en un ajustado escondite de rocas apiladas que construyó Fernando para tomar fotos bien oculto. Queda claro que, la intimidad del águila real durante su baño fue seguida con reservas por su antagonista el búho real. Son potenciales enemigos y en este caso, afortunadamente, no ocurrió nada.
Ejemplar adulto.
Pero volvamos al azor, rapaz noble en el arte de la cetrería y muy preciada desde tiempo inmemorial por el capricho y pasión de la realeza en el medievo occidental. Una cultura cuyo origen y elaboración procedía de Oriente. Fue esta rapaz, uno de sus pasatiempos favoritos de caza por su distinguida versatilidad, evidentemente de corte nobiliario, por lo tanto, fuera del alcance de la clase humilde.
Los azores fueron las aves más fácilmente domesticables, y de ellos, decía el canciller Pero López de Ayala en su tratado sobre cetrería (el más famoso y difundido escrito a partir de 1385) lo siguiente: “Los señores precian en mucho los azores buenos, porque son hermosos y de buen donaire y toman ante ellos las presas.”
Existen ahora demostraciones de cetreros que brindan a cierto público un abanico de posibilidades contratándose sus servicios. Ofrecen lances de rapaces, entre ellos, el del magistral azor como atracción ornitológica para apasionados de las rapaces, y también, de la fotografía de acción.
Paloma torcaz (Columba palumbus).
Correlativamente, la paloma torcaz corresponde como presa ideal al azor y, la paloma bravía al halcón peregrino.
Desplumadero de azor bajo el ramaje de un sauce en la orilla de un río encajonado por roquedos. La presa es una paloma torcaz.
Pero no hay nada mejor que seguir pacientemente a esta rapaz en su medio natural, no desdeñando los datos que otros observadores nos puedan aportar sobre su conducta. El resto, deberemos seguirlo con nuestra atenta mirada estimando nuestras propias conclusiones, que es como mejor comprenderemos su manera de actuar. El azor puede utilizar una rama dominante para avistar a las presas más próximas y atacarlas con un vuelo corto y preciso; puede también, surgir del interior de la fronda del bosque y atrapar a favor del ángulo muerto de visión a cualquier ave apropiada; y además, prospectar con velocidad creciente surgiendo de improviso entre las copas de los árboles, matorrales bajos, ribazos o cortaduras rocosas etc. y sorprender a una circunstancial víctima desprevenida en ese crítico momento.
En las numerosas observaciones de esta rapaz, he comprobado cómo en ocasiones seguía de cerca a posibles presas; palomas bravías o torcaces. Lo hacía en línea horizontal, evaluando las posibilidades de captura. Del mismo modo, lo hizo un joven azor con un pito real. Recuerdo que me llamó mucho la atención el estridente relincho de este pícido verdoso. El azor iba detrás pero, no parecía tener claro que un ave que vuela ligera entre el ramaje de una tupida chopera sincronizando su audible reclamo fuera una víctima fácil. La joven rapaz abandonó su cometido, posiblemente, dada la escasa rentabilidad de éxito en una persecución demasiado prolongada. Extraer estas escenas del corazón de la naturaleza, invitan a uno a reflexionar profundamente sobre la fragilidad de los seres vivos y de la importancia de esta trama de la vida y su equilibrio.
Contra un bando de palomas bravías
A continuación, os dejo una observación estremecedora de hace varios años pero, de actual vigencia. Toda una cruda secuencia de lucha por sobrevivir.
Un joven azor, lleva volando desde el punto de la mañana. Lo hace de un lado a otro de los cortados rocosos del pantano del río Huerva. El bando de palomas bravías vuela delante de él, debido a su alarmante presencia. Llega de nuevo al monumental coloso pétreo que, más bien, parece un gigantesco bloque de viviendas por la gran cantidad de aves que en él habitan. Sobre este determinado cortado, hace gala el accipitrido de su asombroso dominio en el aire al realizar innumerables acrobacias entre la superficie arbustiva. Va y viene, sumándose a cada desplazamiento, la desesperación. La insistencia de regresar al cortado le aporta problemas, pues cuando aparece, salen todas las aves en estampida; ya sean palomas, estorninos, grajillas, vencejos reales etc.
El azor prospecta revisando palmo a palmo el perfil superior, tratando de sorprender a algún despistado pájaro que solvente su problema nutricional. Ante la expectativa presente, decido tomar asiento junto al tronco de un frondoso sauce frente al farallón calizo. Me distraigo observando al gran bando de palomas bravías acompañadas de individuos domésticos y alguna grajilla. Y, son décimas de segundo lo que tarda en estallar el bando, atronando con sus alas batientes el espacio arrinconado del paraje. Es el azor, perdido en un mar de alas agitadas por doquier que buscan desesperadamente una salida al laberinto de este súbito caos.
Cuando quiero darme cuenta, abrumado por el desorden, ya hay una bravía rasgando el aire con su potente vuelo batido. Ha escogido fortuitamente la peor opción, que es a su vez, la galería adecuada para el azor. Pero no parece que la rapaz haya detectado algún problema físico en el colúmbido, si no que en el picado, la inercia, ha favorecido este emparejamiento. Ha sido en este caso, el azar.
Durante el dramático descenso, tengo a las aves en el encuadre de mis prismáticos, vuelan directas hacia mi posición. En la tremenda persecución, la acción es velocidad pura acompañada de las más dispares acrobacias aéreas. La paloma bravía tiene a su enemigo totalmente pegado tras su esquivo vuelo.
Fuerza contra precisión. La mirada del hambre, contra la mirada desesperada por la vida; la mirada del terror. El azor recorta los ángulos dejados por la paloma, atajándolos mediante su sobrada maniobrabilidad y estirando las garras cuando lo cree oportuno. El joven azor, poco curtido en la caza, obedece al despliegue de posibilidades que le brinda su instinto cazador. La paloma, con sus afiladas alas y potentes músculos pectorales, corta el aire burlando con su velocidad los prodigiosos giros de su perseguidor.
La cercanía del suelo como la meta en una carrera, esta vez por la vida, hace romper con un estridente zumbido el silencio y la trayectoria suicida de estos audaces voladores, dividiéndose frente a mí cuando en los prismáticos el enfoque ya es imposible. Desde mi observatorio a escasos metros escucho el fatigoso jadeo de la brava paloma mientras respira aliviada en una rama, ahora, aferrada a la vida. Por hoy, resuelve un enorme problema. El azor, continúa buscando solución al suyo.
"Pero no hay nada mejor que seguir pacientemente a esta rapaz en su medio natural...". Me has hecho recordar un libro del gran Félix Rodriguez donde explica todo todo todo sobre la cetrería, pero cuenta una anécdota que vivió el mismo donde (resumiendo) una pareja de peregrinos espanta a un águila real que acechaba a sus crías, y el propio felix dice que de la emoción de aquella escena, salió corriendo de su escondite y se calló rodando.
ResponderEliminarSin duda alguna, mucho mejor guardar en la retina esas escenas totalmente inesperadas (que tan bien has contado) que verlas una y otra vez "manipuladas".
Un saludo!
No puedo evitar recordar a Taiga, el azor, y rememorar a nuestro querido Félix. Él sí que me enseñó a reconocer la silueta del increíble proyectil del bosque. Hasta ahora no he tenido la suerte de ver ninguno, aunque un amigo del pueblo me ha dicho que en el bosque hay y he ido a buscarlo sin éxito. Qué rabia, oirle decir "cómo vuela, cómo esquiva los árboles, cómo persigue a las palomas!!" con tanto entusiasmo y a sabiendas de que anidan cerca, ir a buscarlo y no tener éxito en la empresa... no cejaré hasta que lo vea, no una sino infinitas veces!
ResponderEliminarHe leído tu entrada, Javi, y la descripción de "vivencias azoriles" y no sé por qué, esta me ha llegado más que nunca, qué habrás hecho...
Un abrazo.
Como siempre preciosas las fotos e impresionante el texto, reflejo fiel de tus vivencias compartidas.
ResponderEliminarMuchas gracias por la clase de hoy
un saludo!!
¡Hola Javier!
ResponderEliminarComo siempre una entrada de calidad exquisita. Si me viene a la mente el recuerdo de Félix, es porque tienes una facilidad de palabra increíble con la que eres capaz de transmitir las observaciones de campo, sin perder el más mínimo detalle. Hasta el momento, sólo he tenido una ocasión de encontrarme con esta ave.
Un saludo.
Disfruto leyendo las crónicas y la información que das sobre las aves y en esta ocasión sobre el azor.
ResponderEliminarMe ha llamado la atención que en las narraciones han salido indemnes las víctimas, y la lucha por la supervivencia.
Un abrazo.
Hola Javier
ResponderEliminarA mi, con esta preciosa entrada, también me ha venido al recuerdo Félix y los cetreros. La historia de la persecución es realmente emocionante hasta el final pensé que la cazaba.
Un saludo
Los hilos de un relato son siempre frágiles como los hilos de la propia vida. Un paso en falso -o un vuelo en falso- y el desenlace de nuestra historia muta inevitablemente... Besos.
ResponderEliminarA sua paciência na observação da natureza me impressiona bastante... assim como seus relatos detalhados em tom tão romântico. São vivências de campo muito ricas sempre bem documentadas com belas imagens e... desenhos impecáveis!!! Espetacular a sua desenvoltura com o desenho.
ResponderEliminarParabéns pela postagem, que eu, particularmente, não tenho nada a acrescentar... é sempre um prazer vir aqui te ler e conhecer mais sobre a natureza que nos envolve.
Felicidades e realizações. Obrigada.
Um beijo afetuoso.
Estupendo.La foto de arriba que subidon me imagino.......y tus encuentros con esta ave toda una envidia que me das, solo,lo he visto una vez y lejos.
ResponderEliminarSeguro que te dara mas "alegrias".
Saludos camperos.
La naturaleza siempre nos ofrece escenas maravillosas. Me admiran mucho estas rapaces cazadoras.
ResponderEliminarMuy buenos tus dibujos.
Saludos!
La Naturaleza de estos animales nos da una visión de lo que en realidad es la vida, bella pero fugaz, unos mirando por saciar su hambre y otros por conservar indemne su vida y es así, toda una cadena nos guste o no nos guste.
ResponderEliminarEn los humanos se ve también de una manera todavía más atroz con el tema de la guerra, de la especulación, de la corrupción. No podemos escandalizarnos de ver a estos animales en su lucha por la vida, cuando nosotros lo hacemos peor.
Con el comentario trato de justificar el misterio de esa Naturaleza que tanto me gusta y que al tiempo me entristece.
Un abrazo.
- Pablo: todo esto es, sin duda, fruto de la admiración y curiosidad nuestras que se desbordan cada vez que salimos al monte a ver a todos estos actores de la vida real. Tenemos muchísima suerte de poder disfrutar de todas estas y otras vivencias y poder contárnoslas ¿verdad?
ResponderEliminarSaludos.
- Guillermo: si, el entrañable azor Taiga. Se trataba de un macho adiestrado por su colaborador Aurelio que, cazando gallinetas en las charcas del aeropuerto de Barajas cayó al capturar una sobre las aguas residuales. Aurelio intentó limpiar a la rapaz que estaba sucia y maloliente, y Félix, hizo la misma operación con agua caliente. El azor guardaba restos de jabón que deslucía su plumaje y, de nuevo lo bañó pero, esta vez con agua fría, extrañamente le dio un temblor y murió. El papel al final lo protagonizó una hembra de azor alemana que le dejó un cetrero amigo de Félix.
Ten paciencia que lo verás y, seguramente, entres en la lista a descifrar la cotidiana duda de los ornitólogos de campo: “es un azor o un gavilán”; la eterna duda entre el macho de azor y la hembra de gavilán, ésta última, menos corpulenta, de batir de alas más ligero y cola más larga comparativamente entre otras diferencias que hay que averiguar en vivo.
Espero que lo disfrutes pronto.
Abrazos.
- Juan: vivencias que son el motor de la vida del amante de la naturaleza. Todos sabemos qué es esto de salir al campo y, por supuesto, compartirlo.
Son muchas las clases de respeto por la vida que la naturaleza pone a nuestro alcance, espero que sepamos aprovecharlas para favorecer nuestro futuro protegiendo nuestros paisajes.
Saludos.
- Fernando: es cierto que, todos los que vivimos con intensidad los programas de Félix, tenemos esa impronta grabada en lo más profundo de nuestros corazones. En cierto modo, todos nos parecemos a la hora de presentar nuestros blogs y, pienso, que es precisamente lo que nos hace ser compañeros de este medio de divulgación.
Con la cantidad de kilómetros que haces por el monte, pronto lo verás de nuevo.
Saludos.
- Valverde: bueno, en las observaciones de campo que he presenciado no siempre es así, fallar en la caza, además, no necesariamente es más impactante la captura de la víctima, sino la intriga de la persecución.
Saludos.
- Pedro: realmente, siempre estará Félix en la memoria de todos. Por cierto Pedro, ¿de parte de quién estabas, del azor o de la paloma? Jeje…Por la mirada del colúmbido durante el gran esfuerzo físico de huída, considero suficiente el mal rato para ganarse el pasaporte en tierra por un día más.
ResponderEliminarSaludos.
- Salomé: muy acertada tu metáfora. Afortunadamente para la paloma, conservar un día más la vida al escapar de una posible muerte, le dará sin duda, un eslabón más de veteranía para los próximos encuentros.
Saludos.
- teca: siempre es así mi vida en el campo. Atento a todo lo que se mueve, a lo más quieto, a lo más oculto pero, con el corazón en vilo, palpitando por lo que pueda acontecer durante cada paso entre el bosque, la laguna o el roquedo vertical. Quienes nos consideramos parte de la naturaleza y curiosos seguidores de sus acontecimientos, vivimos y sentimos cada segundo de su espectacular esplendor de vida.
Beijos e abraços...
- Campero: la foto del azor joven tiene miga. Cuando estas con otra persona fotografiando dentro de un hide, el primero que desenfunda y dispara es el que se lleva el trofeo. Los disparos de las cámaras fotográficas son todavía muy ruidosos y alertan a todos los animales esquivos, algunos, soportan muy mosqueados la sesión.
Saludos.
- Mamen: vaya...nadie ha reparado en la pobre paloma bravía. Lo malo del equilibrio ecológico es que, siempre hay alguien que pierde mucho o un poco que, por cierto, si se repite demasiado se convierte en mucho. No sé cuantos lances se puede permitir fallar el azor pero...también tiene que comer.
Saludos.
- Clariana: que coincidencia, en parte, es lo que senti ante la cruda mirada del azor y, sobre todo, de la más afectada la paloma bravía si el lance hubiese concluido con su vida. Es cómodo para el observador estar al margen del escenario y mirar desde un punto privilegiado como otros animales debaten fisicamente su condición en la vida. Profundizando, también llego a tu misma conclusión. Quisiera no perder el norte acerca del significado y labor de mi presencia en este planeta. Es lo que tiene esta atractiva naturaleza, donde sus criaturas son capaces de lo mejor y también de lo peor.
Abrazos.
Un gran reportaje que con el aporte de las vivencias personales lo enriquece enormemente y más si se acompaña de un texto tan didáctico como el que nos muestras.
ResponderEliminarSaludos
..La azarosa vida del azor.
ResponderEliminarMagnífica rapaz y estremecedor relato final.
Saludos (en picado...y esquivando el suelo)
Estupenda descripción de una lucha por la supervivencia. Muchas veces como en este caso, la constancia y perseverancia del débil superan al ímpetu y arrebato del fuerte.
ResponderEliminarSaludos.
Un relato que nos mantiene casi sin respirar hasta conocer el final de la persecución. Lo siento por el azor, comprendo su necesidad de alimentarse, pero me alegré por la paloma que al menos consiguió un día más de vida.
ResponderEliminarMe encantaron los dibujos.
Buen día
La verdad es que esas vivencias nos marcan. Si muchas personas fuesen capaces de acercarse así a la naturaleza habría menos problemas de conservación.
ResponderEliminarPreciosos dibujos.
Saludos
Qué gusto da leerte Javier!
ResponderEliminarEl relato final, superemocionante, qué bien relatas la vida!
Además nos lo ilustras con buenas fotos e impresionantes dibujos...
(Cerca de casa, en una cantera abandonada vive una pareja de cernícalos, y alguna vez he visto esa masa de plumas que indican la pitanza... Por cierto, conviven con palomas bravías, collalbas, tórtolas...)
Todo un placer pasar a saludarte.
Un abrazo.
- Vilas: cuando la gente como vosotros ya conocéis al azor, sólo cabe compartir observaciones.
ResponderEliminarAgradecido por pasaros.
Saludos.
- Javier: siempre es afortunado aquel que se topa con un azor. Entiendo la admiración de aquellos que lo han visto y, sobre todo, de aquellos que están por verlos, pues les queda la oportunidad de apreciar el estilo y la soberbia de una rapaz hecha para iluminar sus miradas.
Saludos nobles.
- José: bien dicho. Que no desesperen aquellos que tienen de momento todo, o casi todo en contra. Que piensen en la paloma y en su lucha; en la superación exitosa de un momento muy difícil de su vida.
Saludos.
- Abedugu: tienes razón, no siempre tienen que ser los mismos quienes den el espectáculo de sus capacidades como cazadores, sino también, aquellos capaces de escapar con destreza de una muerte segura. La paloma bravía también tiene un puesto privilegiado entre las grandes voladoras.
Saludos.
- Jesús: mucha gente se afana en coleccionar avistamientos de especies raras en su curriculum ornitológico, pero en cada especie, existe infinidad de comportamientos diferentes, para los que haría falta consumir muchas vidas seguidas hasta alcanzar a ver en distintas observaciones todas sus características.
Saludos.
- Transi: tienes suerte de tener unos vecinos tan joviales, con los que atender en ocasiones tus miradas de curiosidad. No dejes de seguirlos, se aprende mucho de su capacidad de organización.
Pasa siempre que quieras, es un placer.
Abrazos.
¿A que los problemas de la paloma y el azor ayudan a trivializar los propios?
ResponderEliminarLa Naturaleza tiene una belleza terrible y despiadada.
...y yo, separado del mundo por una membrana protectora, me preocupo por tontás.
No parece haber ningún azor cerca y por eso creo que llegaré a mañana sin problemas...
Me gustan mucho tus observaciones.
Chuan-Che, tienes toda la razón. Qué fácil es mirar el mundo bien protegido y desde una posición tan privilegiada como la humana. Son precisamente estas observaciones, caprichosas para el observador y trágicas para sus protagonistas, las que me hacen reflexionar en profundidad sobre la delicadeza del planeta.
ResponderEliminarCuida que no tengas azores cerca pero, hay gran cantidad de políticos rondando…
Saludos.
Me encantan las rapaces y creo que deberíamos protegerlas a toda costa. Lástima que no todos sepn ver su belleza.Un abrazo.
ResponderEliminarA sua arte de fotografar é grande e bela. Fotografar a natureza e ficar perto dela e de Deus. Saludos
ResponderEliminar- Tawaki: en efecto, las rapaces tienen un enorme poder de atracción para los ornitólogos; pero, también son dignas de admirar por su capacidad de reacción, las especies que escapan de sus garras gracias a su habilidad.
ResponderEliminarSaludos.
- tossan: la naturaleza es así, no la mejora ni las fotos mejor hechas.
Saludos.
Emocionante vivencia.
ResponderEliminarLa interacción de las especies es así; fascinante...
ResponderEliminarSaludos.