lunes, 17 de octubre de 2011
Quedan los pájaros pero, el pastor ya se fue...
La hierba ya no acaba en el aparato digestivo de las reses, ahora, delimita el espacio de cada losa pétrea.
Aparqué cerca de una construcción parcialmente desmoronada, lejos de la urbe y en compañía de algún pajarillo que rompía con su reclamo el silencio reinante. Sólo estaban ellos; gorrión común, gorrión chillón, estornino negro, cogujada común y el eterno colirrojo tizón, todos indistintamente ubicados sobre el tejado. En el interior del corral no balaban las ovejas, ni siquiera tintineaban sus cencerros por el monte de escarpadas laderas. No había nada más que lo habitualmente campestre con bastante soledad.
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochuros)
Me sedujo el entramado sencillo de las viejas tejas formando un tejido impermeable de gran belleza, reconozco que fue entonces, cuando me dejé llevar por la nostalgia. Recordé aquellas temibles tormentas cuyo estruendo se multiplicaba por el efecto cerrado de los murallones de roca caliza, como si reventara el cielo después de cada relámpago. Cuando el agua de lluvia y, sobre todo de granizo, repicaban sobre las tejas de arcilla y oscurecían el paisaje con una violenta cortina traslúcida, la cual, no nos resistíamos a mirar cariacontecidos desde la puerta de casa. En el transcurso del temporal, sobre el polvoriento suelo, el agua embravecida corría calle abajo turbia y desesperada.
Me limité a desarchivar más y más recuerdos. La rueda ha ido evolucionando y con ella, el resto de inventos capaces de amortiguar el sobreesfuerzo de una humanidad cada vez más acomodada. Al contrario que los animales domésticos, que son ahora, animales de concentración restringida y despiadada.
Los caminos ahora, pasan de largo ante los corrales desplomados presa del abandono.
Bajo los tejados y al abrigo casero, la ramulla repleta de hojas secas de tamara o chaparro como llamaban mis mayores a la leña de encina, alimentaba la lumbre y provocaba un fuego emergente, crepitante y violento, capaz de despacharnos uno a uno del humilde banco frente al hogar. Y, su haz luminoso, anulaba la triste luz amarillenta de la vieja bombilla de 40 w.
Aquel caldero de cobre ennegrecido sobre el fuego repleto de patatas tocineras girando al son del agua hirviendo, los candiles humeantes durante los apagones eléctricos, el relincho del mulo desde la oscura cuadra dentro de casa, las manzanas extendidas en el granero, los colchones de lana...Tantas y tantas cosas abordaron mi memoria que, ya no quería moverme del lugar.
Fueron tiempos en los que la gente del campo olía a una extraña mezcla de humo del hogar y plantas aromáticas del monte. Tiempos en los que las cabras llegaban del páramo apacentadas hasta la entrada del pueblo con el pastor, y éstas, se distribuían solas esperando en la puerta de sus respectivos corrales muy obedientes aguardando su encierro. Era gracioso verlas dada su espontaneidad.
Ahora muchas puertas están abiertas, desiertas, pero nadie al otro lado para conversar, para ofrecer entre cordialidad un poco de lo poco que entonces había en cada casa. Creo que el progreso lleva una velocidad endiablada, de vértigo, tan rápida que no puedo adaptarme adecuadamente sin sufrir sus nefastas consecuencias.
Fachada levantada con fragmentos de toba, material ligero pero de gran resistencia y transpiración.
La luz exterior penetra en un mundo ya vacío.
Al paso de estos carros de madera tirados por mulos solían rechinar las piedras, que se resquebrajaban bajo su peso y la dureza del aro metálico que revestía las gigantescas ruedas.
Cogujada común (Galerida cristata)
Gorrión común (Passer domesticus)
Gorrión chillón (Petronia petronia)
Estornino negro (Esturnus unicolor)
El colirrojo tizón como el resto de pájaros urbanos, eran copropietarios de mi casa paterna. Todavía hoy, afortunadamente, algunos siguen siéndolo.
Qué era entonces para los niños de campo el águila real (Aquila chrysaetos). El águila como contaban los pastores, era una alimaña a la que no podías perder de vista ni un momento si no querías perder algún cordero.
Todas estas imágenes actualmente son una exhalación del pasado, cada vez en más lugares de la península.
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¡Hola Javier!
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir estos sentimientos a cerca de ese medio rural que nos guste o no, evoluciona. Yo me considero afortunado de haber conocido todavía a estas personas auténticas en mis andadas por la provincia de Teruel principalmente, gentes que cada vez escasean más. Hay progreso, pero me da pena ver que se pierdan algunas cosas, destacando ciertos valores humanos. Pero por suerte, los pájaros testigos de todo cuanto ocurre, siguen ahí...
Un saludo y muchas gracias por estas palabras.
Ainda bem que tem pessoas como você que viveram o que foi antes e recordam com muita doçura os tempos idos que antes eram progresso da época.
ResponderEliminarUm encanto esses pássaros que fazem do lugar um espaço de alegria e encontros emocionantes.
É um prazer ler-te, Javier...
Você me fez recordar meus tempos de criança quando passávamos férias no sítio e andávamos estrada afora em busca de "novidades" da roça e ouvíamos causos inesquecíveis.
Obrigada por compartilhar tanta beleza natural!
Um beijo imenso!!!
Hola Javier
ResponderEliminarEstuve hace algún tiempo en un lugar de la provincia de Segovia similar a este que nos muestras, aunque en los campos todavía pastaban vacas. Al leerte me he acordado inmediatamente, has expresado perfectamente la sensación que dejan esos lugares abandonados.
Un saludo
Casi no recuerdo; era muy, muy pequeña. Las reses aún transitaban de vez en cuando por el empedrado de la plaza. El olor se volvía temporalmente acre, y aún así resultaba limpio. Sonidos, olores... Pocas, muy pocas imágenes: blanco y negro. Era aún muy pequeña para comprender que se escapaba irremediablemente, para intentar retenerlo. Besos.
ResponderEliminarComparto todo lo que nos transmites en esta entrada. Para mi, estas construcciones en ruinas, testigos del paso del tiempo y de otra manera de vivir la vida, causan una gran atracción sobre mí a la que no me puedo resistir. Cada piedra, cada teja, cada madera... nos cuenta una historia.
ResponderEliminarSaludos
Cuántas construcciones así me he encontrado yo! Y qué nostalgia siento al verlas sin ni siquiera haber vivido en un pueblo, pero mi imaginación me hace elucubrar las situaciones allí vividas y se me viene una punzada de angustia al estómago. Qué difícil pero qué pura sería la vida entonces.
ResponderEliminarSaludos Javier.
Como siempre un placer leer las historietas (en el buen sentido) que redactas. Las bordas se han convertido en un vergel para muchas especies, pero cuando no quede ninguna en pie por el paso del tiempo y solo queden naves horribles de uralita y acero nos acordaremos aun mas de es\a vida que una vez hubo.....(aunque algunos intentaremos evitarlo)
ResponderEliminarSaludos camperos!
- Fernando: en la actualidad y con lo que se nos viene encima, estos recuerdos son uno de mis más valiosos tesoros.
ResponderEliminarEs una suerte para quien haya vivido toda esta serie de experiencias en un mundo donde lo justo era también sincero y humano, desde la humildad de lo poco o, muy poco.
También es cierto que, cada etapa de la vida tiene sus pros y sus contras y lo mejor es un término medio, cosa arto difícil en una sociedad de consumo compulsivo.
Saludos.
- Teca: me alegra que estas vivencias estimulen también tus recuerdos y puedas pararte un momento a pensar en las tuyas infantiles.
Recordar es un ejercicio que me apasiona, sobre todo, cuando ves el destino de nuestra naturaleza explotada sin consideración quedando cada vez menos.
Gracias por tu visita.
Un abrazo…
- Pedro: muchos tenemos en la memoria la dificultad para vivir en los pueblos por la carencia de antaño pero, no es mejor la opulencia desmesurada de la actualidad.
Me pregunto; porque no vivir con lo mejor del progreso en un entorno natural sin sobreexplotar.
Saludos.
- Salomé: estas entradas tal vez animen a cuantos salen al campo a disfrutar de la naturaleza. Pero han de saber que a pesar de los bellos paisajes, no todo fue tan fácil en tiempos pasados cuando precisamente la belleza de dichos paisajes, fue simultáneamente, la dificultad y dureza de un modo de vida.
ResponderEliminarTienes suerte de guardar a buen recaudo unos cuantos recuerdos.
Saludos.
- Lluís: ya te imagino frente a estas pintorescas construcciones tomando apuntes para fraguar tu próxima obra. Debe de ser muy complicado para ti no llevártelas todas a casa para darles vida con tu talento artístico.
Saludos.
- Mamen: era bastante complicada pero, al ser lo que había, también estaban más habituados a ella. Mis tíos nunca quisieron abandonar el pueblo y, a su manera, vivieron aquellos años con lo necesario.
Saludos.
- Campero: sí, historietas del abuelo cebolleta jeje…
Hay zonas de huerta que siempre se hallaban cultivadas por sus dueños a los que saludabas y con los que conversabas pero, que ahora, están totalmente yermas. También esta estampa resulta dramática, porque la ciudad con su voracidad lo absorbe todo y, los terrenos abandonados, nunca se sabe en qué manos caerán.
Saludos.
Rezuma nostalgia tu entrada y me hace recordar mi niñez en la dehesa, sin luz eléctrica, con el candil de carburo y después con la bombona de camping gas, ahora vas a los pueblos y es la naturaleza la que va ganando terreno, no queda nadie en los pueblos.
ResponderEliminarAsí están los pueblos en Castilla y León.
Un abrazo.
Querido Javier,
ResponderEliminarme pregunto si, algunos edificios semiderruidos (no sé si serán el mismo) que aparecen a veces en tus fotos te los encuentras por casualidad cuando vas por la carretera en coche y te entran ganas de parar y lo haces: paras y echas fotos.
Mi madre, cuando era pequeña, en verano se iba a la orilla del Júcar, a un caserío que hay aquí al Norte de Albacete, cerca de La Roda. Allí convivía con gente que vivía del campo, gente humilde pero muy receptiva y cariñosa, que le enseñó a mi madre a respetar a todas las personas, sin distinción. Ella podría haber acabado como muchas personas de esa época (y de esta también, cada vez más por desgracia) que se criaron en ciudades (y en Albacete hay MUCHAS) y que no respetan nada, que miran por debajo del hombro a los pastores, a los agricultores que no tenían estudios y que vivían como podían (ya ves, en el campo español de los años 60...). Pero no sólo a ese tipo de persona, sino a todas las personas en general, sin importar en qué trabajen o qué inteligentes sean, etc.
Es una pena que lo que nos transmites en este post estén desapareciendo. Te digo que algún día el hombre va a tener que volver al campo y no va a saber sacar provecho responsable de él, porque algunas de estas cosas se habrán olvidado...
Menudos 'tochacos' te suelto a veces jaja. No soy tan hablador como parece.
Un saludo :D
Yo siempre recuerdo las tormentas de finales de verano cargadas de truenos y relámpagos, y me recuerdo mirando a través de la ventana mirando caer la lluvía, después cuando ya dejaba de llover salíamos al campo en busca de caracoles
ResponderEliminar- Valverde: ahora ha vuelto mucha gente de nuevo al campo, sobre todo la que se fue con el tema de la construcción pero, el campo está tan devaluado que es difícil sobrevivir dignamente.
ResponderEliminarLastima que este todo tan mal repartido.
Saludos.
- Guillermo: a veces si. Los que veo con algún encanto especial me gusta fotografiarlos como recuerdo, no lo puedo evitar.
Algunas veces cuando voy por el campo en busca de observaciones curiosas o lo que salga, me cruzo con algún pastor y enseguida entablamos conversación. Son tantas las horas que pasan en soledad humana que agradecen una buena charla. Ellos te dicen la ubicación de muchos de los animales del lugar, y muchos, son bastante respetuosos con el monte y sus pobladores.
Creo que también como tu madre, he aprendido a tratar con todo tipo de gente y a escuchar con la misma atención a un licenciado tanto como a un pastor, que, por cierto, ahora, también los hay con estudios, y alguno, hasta con carrera.
Este blog está pensado precisamente para que las personas se expresen con tochacos o para recordar sus momentos más fructíferos, nostálgicos y anecdóticos vividos en cualquier lugar y con cualquier persona o bicho. El caso es que tenga relación con la naturaleza.
De todos modos Guillermo, si te hace falta un permiso firmado que te de derecho a dejar “tochacos” legalmente en este blog sin miedo a ser denunciado por terceros, te lo firmo ya mismo, jeje.
Saludos ¡Vaya! Tendré que firmar para mí también.
- Pacasapena: pues si las viviste entre cortados rocosos como en mi pueblo, era aterrador como retumbaban los truenos debido al cerramiento del valle. Recuerdo además, como las abuelas se santiguaban tras cada trueno “Jesús, María y José” decían…
Saludos.
¡Hola Javier!
ResponderEliminarDe todo lo que explicas en tu precioso y nostálgico post, lo que más pena me da es que estos animales de pastoreo no estén, compartiendo su presencia con la naturaleza, comiendo esa hierba tan sana y respirando ese aire tan puro. Y que a cambio, sin haber hecho nada para merecerlo, estén en granjas saturadas, como si fueran cosas, esperando el triste momento, que los haga terminar con esa indigna vida, que por el progreso, por la mala administración, y por la avaricia de los humanos, se encuentran así.
Disculpa ese desolador comentario, pero creo que de alguna manera el tema se desprende de la añoranza reflejada en el post, entre otras cosas, que debes encontrar a faltar también de aquella época.
Debían de seguir las cañadas reales, creo que se llamaban, quiero decir los anchos caminos por donde transhumaba el ganado de una parte a otra de la península y esta manera de criarlos, más humanizada que la actual -con todo el progreso- que para qué nos sirve...
Bueno, me ha gustado mucho tu entrada y las descripciones que haces, sobretodo la de la tormenta oída desde el interior del corral.
Abrazos.
Me identifico plenamente con tu sentir. Con esa mezcla de nostalgia, añoranza y tristeza ante lo que queda de lo que fue...
ResponderEliminarQué será de nosotros si ya casi nos hemos quedado sin raíces.
Saludos, Javier. Y mi enhorabuena por el tema y el estilo, tan sentido y depurado (has alcanzado un punto perfecto).
- Clariana: ¿qué tal…? este maltrato animal lo explica muy bien Desmond Morris en su libro “El Contrato animal”, en el que relata toda la convivencia a lo largo de la historia del hombre con ellos. Desde que se establece en un determinado territorio y se hace agricultor y ganadero, abandonando así, el espíritu nómada. Ahora, los animales de consumo humano, no son nada más que mercancía para producir dinero sin escrúpulos a costa de reducirles los espacios para sacar mayor beneficio insensiblemente.
ResponderEliminarTienes razón con todo esto, puesto que la entrada revela la pérdida de las buenas costumbres con las reses, pastoreándolas en espacios naturales a cambio de estabularlas y alimentarlas con piensos y poco ejercicio para que produzcan más carne pero, de peor calidad.
Cómo hecho de menos en gran parte aquellos momentos vividos en libertad y con la pureza de nuestros pueblos antaño más limpios.
Abrazos.
- Javier: cuando eres capaz de reconocer la diferencia del pasado con el presente en materia de naturaleza limpia gracias a haberlo vivido, uno se da cuenta de la carrera de pavo con cabeza cortada que estamos dando al artificializar lo más sencillo de lo natural.
Con tus comentarios, me obligas a deberte una caja de cervezas, pero de la extra.
Saludos.
En estas ruinas se mezcla la tristeza con el interés por los numerosos animales que aprovechan la construcción para instalarse. No solo las aves, en una curiosa mezcla de urbanas y silvestres, sino también reptiles y los más variados invertebrados.
ResponderEliminarHas escrito un precioso relato de tus vivencias.
Saludos
Seguro Jesús que sacaríamos una buena cantidad de especies entre insectos, aves, reptiles y algún micromamífero, incluida alguna comadreja en estas construcciones siempre útiles desde el inicio de su existencia.
ResponderEliminarEs una pena que desde que el automóvil se extendió, la gente viajó más, y las casas de los pueblos abandonados fueron literalmente desvalijadas.
Saludos.
Bonita entrada en honor de un mundo del que a veces sólo encontramos ya sus ruinas.
ResponderEliminarYo prefiero vivir en la ciudad, pero me pregunto si no nos estaremos distanciando demasiado de nuestro pasado.
Un abrazo.
Y, a veces, las ruinas las hallamos desgraciadamente rematadas con los malditos grafitis.
ResponderEliminarLa ciudad está bien cuando la convivencia es respetuosa, cosa difícil en alguna ocasión. Pero todo es cuestión de preferencias. Existen ciudades que son un ejemplo exclusivo de ecología y civísmo, algo inalcanzable para muchas ciudades españolas.
Saludos
Me ha emocionado tu relato.
ResponderEliminarSólo la visión de esos pájaros magníficamente retratados, me sacaban de la tristeza que emanan tus palabras...
Pero es real..., yo también siento lo mismo cuando veo esas masías abandonadas, esos corrales levantados con tanto trabajo, caerse..., y desaparecer.
..."Son cosas de los tiempos"...
Está muy bien que alguien nos recuerde lo que forma parte de nuestro patrimonio histórico, cultural...
Gracias!
Un abrazo.
El texto y las fotos, nos ponen en tu piel, literalmente, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
- Transi: bueno, queda el consuelo de la utilidad que dan a estas ruinas de estructura tan bella, los pájaros que en ellas habita y anidan.
ResponderEliminarSeguro que todos los que sentimos una sensación especial por estas construcciones nos gusta recrearlas con la gente que las habitaron. Es una forma de recordar nuestras raíces.
Gracias por tu visita.
Abrazos.
- Manu: gracias por el comentario. A veces la nostalgia tiene estas cosas y, recordar, sale muy económico y a la vez, te deja una cierta sonrisa de agrado.
Saludos.
Un relato magnífico lleno de nostalgia por una época que fue desapareciendo pero que todavía queda prendida en las ruinas de corrales y cabañas que guardan en sus paredes los rumores de aquellas voces.
ResponderEliminarMuy buenas las fotos.
geniales fotos y buen escrito..un saludo desde Murcia..ah?..te einvito a que veas la página de mi primo del mAR mENOR y se llama marmenorenclave..Y ES UNA PASADA SOBRE SU FAUNA..ETC...
ResponderEliminar- Abedugu: afortunadamente, me reconforta el empujón que, del boom inmobiliario, a propiciado a las construcciones antiguas para su restauración los fondos pertinentes.
ResponderEliminarGracias a ello, se han salvado muchos edificios históricos y rurales.
Saludos.
- alp: qué tal…? Veo que no paras dando humor ácido a las imágenes que la gente te pone a “güevo”.
Bueno, seguiré tu consejo e iré a ver a tu primo.
Saludos.
Se te echa en falta, espero que vuelvas pronto.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy un poco liado y...un poco vaguete...
ResponderEliminarA ver si termino el actual que preparo.
Gracias por el ánimo Abedugu.
Abrazos.
Javier,
ResponderEliminaraunque todos estos pájaros son muy bellos, me encanta especialmente el estornino negro en el tejado, ¡es tan gracioso!
Gracias por estar siempre, en los momentos felices y en los que no lo son tanto.
Un abrazo.
este tipo de lugares siempre tienen un hálito especial, se respira magia en ellos
ResponderEliminarpor aquí sabemos mucho de esta mezcla entre piedra seca y pájaros
un saludo!
Raúl
maestrazgomagico.blogspot.com
- Clariana: sí, el estornino ha salido muy atareado centrado en el cuidado del plumaje. la verdad es que son pájaros realmente desconfiados, precisamente, por conocer al dedillo al ser humano con el que convive.
ResponderEliminarY, gracias a ti por compartirlos pacientemente.
Abrazos.
- Raúl: ciertamente, esas tierras inhóspitas de enorme atractivo natural, están repletas de corrales y masías rendidas al paso del tiempo, en parte, debido al olvido por la mala gestión de gobernantes que no dieron la talla con sus promesas falsas de ayuda al medio rural.
Son construcciones bellas pero, no lo serían menos si continuaran hoy en perfecto estado de habitabilidad.
El Maestrazgo, siempre será un lugar mágico y especial donde perderse en la “nada y en el todo”.
Saludos.
Hoje eu não fui dar uma volta na beira do rio... então, vim reler os amigos, em especial essa postagem... me impressiona a quantidade de aves diferentes num mesmo lugar... espécies que convivem harmoniosamente entre si - um pouco diferente dos humanos...
ResponderEliminarInteressante é deixar a imaginação voar enquanto se lê... conforme você vai nos contando, eu tenho a sensação de ver as ovelhas e tudo em pleno funcionamento...
Relato de uma época...
Te deixo mais beijos doces para, juntamente com os passarinhos, trazer-te um pouco mais de alegria.
Felicidades!!!!
Valeu a pena estacionar no lugar certo! Você dá um verdadeiro show fotográfico! Saludos
ResponderEliminar- teca: fue una época vivida con una enorme intensidad infantil, donde todos las vivencias cobraban su máxima expresión gracias a la curiosidad por todo y, lo más importante, sin necesitar nada más que la libertad por descubrir el cómo y el porqué de tantas cosas. Quedaba tanto por aprender y por vivir…
ResponderEliminarUn abrazo…
- :.tossan: ciertamente, desde el coche bien aparcado, se ven también muchas de las mejores secuencias de animales en acción. La paciencia es crucial.
Saludos.
Bonitas fotos. La que más me gusta es aquella donde entra la luz exterior a la casa por la puerta.
ResponderEliminarLas imágenes del recuerdo nos hacen mirar con curiosidad buscando los puntos más concretos que quedaron en nuestra retina al vivir ciertas secuencias en la infancia mas dulce.
ResponderEliminarSaludos.
¿Cuál fue tu sensación al estar en este lugar místico?
ResponderEliminarEn principio, al margen de lo que comento en la entrada, son todo recuerdos de un pasado de escasez pero, de mucha unión entre las pequeñas poblaciones. Siempre me dio la impresión de que había más solidaridad en ese tiempo no tan lejano.
ResponderEliminarVas mirando todos los rincones y todo parece contarte algo, algo que tu mente sugiere que pudo ocurrir del modo que lo piensas en ése momento. Es como si vieras la presencia de sus moradores realizando la labor de salir adelante, vivir con sus alegrías y tristezas; con la dureza del campo de antaño.
Cuando penetras en las viejas construcciones, tienes la sensación de que alguien ta acompaña como si te ayudara a tejer sus historias, relatándote cada uno de los acontecimientos en tu imaginación del espacio abordado con respeto, mucho respeto...
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.