Mandíbula inferior de Rattus norvegicus con una infección grave.
Hablar de la
alimentación del búho real sería demasiado recurrente si no se contara con
alguna novedad que rompiera esa tendencia tan explotada gracias a los grandes
trabajos de estudio de la dieta de esta rapaz nocturna. No voy a
incidir en ello, puesto que hay una larga lista bibliográfica de excelentes
trabajos al respecto, interesantes y muy detallados.
Ahora, sí os ofreceré unas
imágenes elocuentes de cierto tipo de presas con limitaciones físicas
capturadas por el búho real y descubiertas en los análisis de egagrópilas que realicé hace unos años. Son pocas,
pero muy curiosas.
Al final os
dejo el enlace sobre un estudio de Pedro Fernández Llario y Sebastián J.
Hidalgo referido al tema tratado: “Importancia de presas con limitaciones
físicas en la dieta del búho real Bubo bubo”, explicando la importancia del
búho real como controlador selectivo de presas transmisoras de enfermedades.
Por lo demás,
entender la dura existencia de esas especies que estoicamente superaron periodos
de vida más o menos largos sufriendo una enfermedad, heridas infecciosas o fracturas
óseas.
Gracias al
análisis de Adérito Calzón Ayerza (veterinario) realizado con la única disponibilidad
de las fotografías para sacar un complicado diagnóstico, podemos saber con
cierta probabilidad, las causas que afectaron a estas malogradas víctimas.
Uno puede
imaginar el suplicio de la rata gris Rattus norvegicus en el transcurso de su
infección. Capturada por el búho real, tal vez fuera el alivio a una agonía
dolorosa. Qué decir del ratón de campo y la fractura soldada de su tibia. Sospechamos del dolor en la recuperación, pero, descubrimos que el
roedor se dio cierta vida antes de morir en las garras de la rapaz nocturna.
Los análisis
de egagrópilas nos descubren verdaderas historias sobre las presas, al margen
de la identificación de las especies depredadas. Un mundo lleno de sorpresas.
Nº1
Mandíbula inferior izquierda de rata gris o de alcantarilla Rattus norvegicus (arriba), y de rata negra o campestre Rattus rattus (abajo).
Lo más probable es que se trate de
una infección ósea, bien sea primaria por acción de una bacteria y aquí las más habituales por el tipo de lesión que
se ve pudieran ser un Mycobacterium, Fusobacterium y más difícil Yersinia o
bien secundaria a una lesión por
mordedura en peleas, depredadores, etc y posterior contaminación. Se ve como una línea de fractura semicircular. Obviamente, con ese grado de lesión y sus
consecuencias, la vulnerabilidad ante un
búho aumentan, de ahí que en las egagrópilas haya un sesgo hacia animales con “déficits”(Dejémoslo entre comillas).
Tampoco sería una malformación congénita por el tipo de lesión.
Fractura ósea soldada en tibia de ratón de campo.
Nº2
Tibias y peroné (izquierda), fémures (derecha) de ratón de campo Apodemus sylvaticus
En esta no hay duda. Se trata de una
fractura no consolidada correctamente por falta de reducción lógicamente y por
tanto callo óseo defectuoso.
Los fémures más que alargarse
para compensar lo que si ocurre es que si un hueso está sometido a una mayor
carga se suele producir un aumento de crecimiento y alargamiento por tanto. Los trocánteres cerca de la cabeza están algo
desprendidos e igualmente las partes distales.
Nº3
Fémures y tibias de rata campestre Rattus rattus.
Nº4
Metatarsos y falanges de conejo Oryctolagus cuniculus.
(Nº3 y Nº4) Engrosamiento por antigua osteomielitis ya curada que produce aumento del diámetro del hueso por aumento de grosor de la cortical.
Nº4
Metatarsos de conejo Oryctolagus cuniculus.
Metatarsos de conejo Oryctolagus cuniculus.
Exostosis por traumatismo o infecciones en el periostio en zona probable de inserción de músculos que facilitan una mayor respuesta ósea celular reactiva en esos puntos concretos.
Búho real Bubo bubo.
Conejo Oryctolagus cuniculus.
Prácticamente todos autores de estudios de alimentación del búho real coinciden en catalogar al conejo como su presa potencial y básica.
Restos de conejo abandonados por el búho real, no muy bien escondidos. Observad los mechones pegados a la pared donde se alimentó.
Después de acudir de nuevo, gracias a su gran memoria, la rapaz nocturna termina con la presa (si no le es arrebatada).
Egagrópila en posadero dentro de una oquedad.
Posadero en repisa donde se aprecia una egagrópila, deyecciones y tres plumones de la rapaz nocturna.
(Pedro Fernández Llario y Sebastián J. Hidalgo de Trucios)