12 de marzo 2020
Es increíble la ubicación del nido de esta águila en el cañón del río Mesa. No debo dar detalles puesto que la más mínima referencia daría con su emplazamiento fácilmente.
Me chocó bastante la construcción liviana de escaso aporte leñoso y de una similitud extraordinaria con el anterior. Ambas plataformas apenas asoman de la oquedad elegida y aunque la rapaz accede cómodamente, el interior es bastante ajustado. Un buitre leonado no podría arrebatárselo por superar su cuerpo el tamaño idóneo de entrada.
El lugar que utilizo para su observación es muy seguro y ofrece una panorámica excelente para no perder el mínimo detalle de su comportamiento. Cuando se posa, los sesenta aumentos del telescopio son suficientes para ahondar en los detalles de su morfología. En vuelo, los manejables prismáticos la persiguen en sus fugaces vuelos durante los vaivenes del trabajo cotidiano de la elaboración del nido.
Son rapaces muy desconfiadas al acceder al nido, de no guardar una distancia (más exagerada que prudente) podría afectar a su conducta reproductora. Durante los dos días, incluso fuera del punto de observación, he visto a la hembra muy ajetreada y sin apenas descanso en su labor constructora para finalizar el forro del cuenco. Lo mas preocupante ha sido no ver al macho en ningún momento. Al día siguiente, incluso con la hembra en el nido (no sé si incubando) la escuchaba con agobio reclamar la presencia de su pareja. La voz, como desesperada, era desconcertante.
Llevo viéndolas juntas desde 2015 y apenas se separaban. El año pasado no tardaba el macho en aparecer con alimento para abastecer a su consorte, o simplemente, montar la guardia cerca de ella.
Me queda esta duda, sin embargo, habrá que esperar más adelante.
Llevo viéndolas juntas desde 2015 y apenas se separaban. El año pasado no tardaba el macho en aparecer con alimento para abastecer a su consorte, o simplemente, montar la guardia cerca de ella.
Me queda esta duda, sin embargo, habrá que esperar más adelante.
Arreglándose el plumaje en uno de sus posaderos momentáneos 9´50 h..
Reclamando la presencia de su consorte.
No siempre la blanca pechera del águila de Bonelli es perceptible entre la inmensidad de la roca caliza.
Cuando parte con una idea fija, sigue firme su propósito batiendo con fuerza sus alas.
Alterna con el pino las ramas frescas de encina.
Equilibrándose sobre la copa de la encina, arranca con el pico una rama de tamaño ideal a sus necesidades, ya en el tramo final de la construcción del nido.
A veces, adornado su vuelo con algún rodeo, rompe la incierta deriva con un quiebro repentino para cambiar de dirección antes de alcanzar la plataforma nidal.
El vuelo del águila de Bonelli puede arrebatar la mirada del observador durante horas. Es la magia del águila mas carismática de nuestra geografía.
Reclamando la presencia de su consorte.
No siempre la blanca pechera del águila de Bonelli es perceptible entre la inmensidad de la roca caliza.
Cuando parte con una idea fija, sigue firme su propósito batiendo con fuerza sus alas.
Alterna con el pino las ramas frescas de encina.
Equilibrándose sobre la copa de la encina, arranca con el pico una rama de tamaño ideal a sus necesidades, ya en el tramo final de la construcción del nido.
A veces, adornado su vuelo con algún rodeo, rompe la incierta deriva con un quiebro repentino para cambiar de dirección antes de alcanzar la plataforma nidal.
El vuelo del águila de Bonelli puede arrebatar la mirada del observador durante horas. Es la magia del águila mas carismática de nuestra geografía.