
lunes, 10 de agosto de 2009
Comiendo con la musaraña.

miércoles, 5 de agosto de 2009
Salamanquesas: "un saurio perseguido"

Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)
Es difícil, muy difícil la clemencia para éste reptil áspero, de piel rugosa y llena de excrecencias. Con ojos y mirada repulsiva, y lo que es peor; una capacidad ingrávida para desafiar la verticalidad de las paredes donde habitan los humanos.
A pesar de ser un excelente aliado nuestro, y librarnos de los más incómodos insectos pululantes de nuestras viviendas, no se ganan nuestra simpatía ni perdón.

Completamente inofensiva, ésta lagartija nocturna de aspecto mutante, o pequeño dragón, no escupe al pelo provocándole una prematura caída, ni su piel segrega sustancias tóxicas venenosas; eso es para las salamandras, anfibios de vivos colores con las que se les confunde, muy dependientes del agua. Tampoco se cuelan en los armarios roperos para devorar la ropa ni tantas otras leyendas urbanas y rurales.

Es triste, pero apenas se les dispensa amparo. Poca es la gente que se apiade de ellas, siendo finalmente víctimas del escobón o del insecticida. Se deshacen, con el convencimiento de obrar correctamente eliminando un riesgo.
He visto hasta la saciedad, matanzas de salamanquesas apaleadas inconscientemente por los críos en sus pasatiempos, (en la ciudad, son los videojuegos) cómo no, alentados por sus padres. Explicarles su error, es clamar en el desierto.

Al final, como Félix deja constancia en su Cuaderno de Campo (Anfibios), comenta: el leopardo y el halcón desaparecen por bellos; porque al hombre le apetece su piel o su presencia. Al pobre sapo y (salamanquesa) se les aniquila por feos.

“Por favor, acércate a ellas y descubre su insólito mundo. Son completamente inofensivas”
lunes, 3 de agosto de 2009
Agentes de la naturaleza
Este pasado sábado, de los cuatro interesantes reportajes de Informe Semanal, uno estaba dedicado a la tragedia de los incendios forestales. Algo tiene el bosque cuando arde que provoca en la gente tras el desgaste desolador de la impotencia, la rabia y el brote desenfrenado de las lágrimas.
El fuego, se lleva parte de la historia de los pueblos, y el fin del bosque, nos hace recapacitar sobre la soledad de nuestro futuro.
En el reportaje, reconocí a José Luís Lagares, a quién hacía tiempo, no veía. Era el agente forestal de la zona, persona encargada de velar por el espacio natural donde se encuentra una de las creaciones más fantásticas de la naturaleza: Los Órganos de Montoro (Teruel). Prominentes agujas calizas que apuntan al cielo, simulando un gigantesco órgano tubular pétreo.
Como decía; José Luís es batallador, entregado, y sobre todo, amante de la naturaleza, de su tierra y de su gente.
Lo comprobé por primera vez, en un debate de televisión acerca del problema de las grullas con los sembrados, exponía mediante férreos argumentos la defensa de estas aves viajeras. Su idea era: la protección y observación para disfrute público de
Dejó contra las cuerdas y sin reacción alguna, al jefe del Servicio de Vida Silvestre de la Dirección General de Aragón (DGA), y al resto de los contertulios. Francamente, arrollador.
Entre otras tantas acciones defensoras del patrimonio natural, coincidí también con él, cerca de Ejulve, en la captura de unos furtivos cazadores de pajarillos en plena faena, tenían las redes puestas en una balsa de abrevar el ganado. Casualmente, uno de los guardias civiles del Seprona, era también un fascinado amante de las aves, y la detención tras la fuga de varios de ellos, convirtió la acción gracias a su convicción y perseverancia, en el triunfo de esta batalla contra la impunidad del furtivismo.
Gran cantidad de pajarillos de campo abierto, fueron felizmente liberados.
José Luís, ha recibido muchas amenazas de este tipo de gente, desconociendo sus reacciones futuras y creándole una cotidiana incertidumbre incómoda y estresante.
Al final de la jornada en el reportaje, la angustia de la tragedia le desmorona ligeramente. Las lágrimas, eran tan reales como la devastadora voracidad del fuego.
jueves, 30 de julio de 2009
Despensas del búho real (II)

La primera parte de este tema, dejó claramente de manifiesto la desconocida conducta del búho real referente a sus despensas, a pesar de ser la rapaz




viernes, 10 de julio de 2009
Una mañana de estepa
Cada amanecer en la estepa, tiene siempre una descarga diferente de color y formas. El juego de las nubes guardando un espacio para que asome el sol, nunca es el mismo, y el espacio horizontal infinito invita a disfrutar de su todavía pulcra lejanía.

A pesar de no estar en auge reproductor las aves que pueblan estas tierras tan difíciles,
no cesan con su voz, de inundar las abruptas y resecas lomas modeladas por el viento más que por el agua. El canto de los alaúdidos marca la diferencia sonora, aprovechando la carencia fanérica de sus plumajes ocráceos y pardos.
Alondras, collalbas, calandrias, cogujadas, terreras, y rocines, tienen establecido aquí su hábitat.
Balanceada por el viento esta rama de genista, arrastra y perfora la delicadísima capa de escasos nutrientes del suelo. Una estampa cruda de la sensibilidad propia del terreno.

Las características edáficas (relativo al suelo) y climáticas de este medio no facilitan la vida vegetal, lo que implica una gran especialización y adaptación biológica de las especies que, desarrollan sobre esta superficie su capacidad de supervivencia. Además de plantas como el albardín (Lygeum spartum), esparto (Stipa sp.), hay líquenes exclusivos como (Acarospora nodosa) y (Caloplaca fulgens) relegados a estas extremas condiciones.

En el ecosistema estepario, subsisten comunidades de medios salobres, pasando por un amplio abanico de situaciones vegetales entre las que se encuentran tamarizales, sisallares, ontinares, albadinales, romerales, o tomillares, favorecidos en gran medida por la acción transformadora del hombre en estas tierras.

Esta mole escarpada de arcilla roja, regala a nuestros ojos el colorido y la magia particular de este entorno tan diferente y castigado por la voracidad erosiva del cierzo y los cambios radicales de temperatura.
Las escasas oquedades disponibles, desatan verdaderas contiendas bélicas entre las aves arraigadas al lugar y, dispuestas a luchar por el derecho a la ocupación de esos espacios tan necesarios para cumplir con el ciclo reproductor.
Dentro del estirado hueco se aloja una hembra de cernícalo común, el pequeño halcón, tiene que vérselas con mochuelos, grajillas y chovas piquirrojas para conservar el puesto.
En 1979 un pito real nidificó en uno de estos taludes a dos metros de altura, y en 1988 un águila pescadora sobrevoló este recogido curso fluvial.
Y el milagro de la estepa se llama Ginel. Un recogido pero eficiente río capaz de abastecer con su caudal a una vega de unas 9000 hectáreas. Tiene una longitud de
Se trata de una fuente artesiana, pozo, bajo una losa impermeable a través del cual, y por una diferencia de presión asciende el agua a la superficie. Tiene a su vez, una alimentación producida por pequeños manantiales que surgen en el contacto de arcillas rojas con los materiales yesíferos del relleno del valle.
Quizás, es la planta más representativa del marco estepario.
Como los cardos, el albardín (Lygeum spartum) no pierde su belleza estructural y fisonómica cuando se marchita.
El cardo yesquero (Echinops ritro) caprichoso en sus formas, también está en la estepa pero, en la zona cómoda, es decir, cerca del agua.
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Ganga
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Ortega
La ganga (Pterocles alchata), y la ortega (Pterocles orientalis), son dos de nuestros más bellos representantes de la llanura deforestada y convertida en falsa estepa.
Tienen un vuelo potente, acorde con su poderosa musculación pectoral, permitiéndoles recorrer velozmente largos tramos, y evadir en parte el sofocante calor establecido en estos lugares durante el estío.
No me cabe duda, del elogio merecido a este paisaje tan hostil y disciplinado de la estepa, donde la especialización se convierte en una dura prueba de supervivencia diaria para las criaturas que lo desafían.
Una auténtica belleza natural.
martes, 7 de julio de 2009
Mi mochuelo particular

Esta rapaz nocturna, a pesar de su abundancia, es una especie a la que me gusta dedicarle horas de observación cuando no tengo ganas de caminar. Me siento en un lugar cómodo, a distancia prudencial y, a pasar el rato mirando como poco a poco, se va asomando al balcón de su oquedad el observador incansable.
Años atrás, este espacio fue utilizado como nido por las grajillas.
El año pasado, criaron varias parejas de abejarucos en el mismo talud que el mochuelo. Concretamente, entre el territorio de dos parejas de la mencionada rapaz, y tres jóvenes fueron devorados por ellos. Jóvenes que abandonaron el profundo espacio nidal quizá sin haber desarrollado completamente el plumaje, problema añadido a la inexperiencia de su corta edad. Los restos de sus alas y plumas, confirmaban el tributo pagado por ésta multicolor ave a las leyes de la cadena trófica.
Con sus vecinos los cernícalos comunes, no tiene ningún problema y, en ocasiones, cuando hay concentraciones de insectos voladores sean coleópteros o lepidópteros nocturnos, ambos se organizan para no estorbarse y sacar el máximo partido a este momento de abundancia.
Hay que ver, lo que recompensa un largo espacio de relajación y atención.
Simplemente observando...