Un día te levantas, tomas dirección
al campo bajo los efectos sugerentes de una espléndida mañana de agosto pero,
cuando llegas al lugar de destino, te das cuenta que el cielo está uniforme y
el estampado que lucía de siluetas planeando ha desaparecido. Los milanos
negros se han ido, ya no están. Se ha quedado el espacio vacío como el de una
habitación sin muebles. Antes que ellos, se fueron los vencejos y, diría que,
en la recta final cuando falten las golondrinas, quedará una sensación inmensa
de soledad, un paréntesis de silencio que será ocupado gradualmente con la
llegada de las aves invernantes.
Los últimos días de los milanos.
Ruta de los milanos negros (Milvus migrans) sobre el
soto del río Ebro dirección al vertedero.
6´25 horas – 28 de Julio: el paso
de los milanos es constante y espaciado. Al no haber corrientes térmicas,
avanzan batiendo las alas sin descanso. En poco más de 15 minutos han pasado más
de 500 ejemplares.
Milanos negros sobre un soto del
Ebro utilizado como dormidero. Algunos ejemplares prefieren solearse y buscar
alimento más tarde. Seguramente, están bien comidos del día anterior.
Son las 6´25 de la mañana, y la
alborada, a duras penas, da forma a las siluetas madrugadoras de los primeros
milanos negros. Es como una incesante columna que emerge entre la espesura del
poblado soto ribereño del Ebro. Una conjunción proveniente de ambos extremos
del río, cuya formación, les lleva ordenadamente a un lugar donde todos tienen
la imperiosa necesidad de acudir, porque saben, conocen por sus necesidades
alimentarias, que allí el hombre arroja enormes cantidades de alimentos
desechados. Son las sobras de su opulencia, su hartazón y su incontrolada
capacidad de despilfarro. Los milanos, rapaces ocupantes de un cómodo eslabón
ecológico basado en el oportunismo, saben que al lado del hombre la vida es más
fácil. También lo saben cada día más especies, que se unen al entramado antropógeno
para escapar de las dificultades diarias y poder ahorrarse fatigosas e infructuosas
prospecciones.
No tiene ninguna base científica mi
sospecha sobre cierta inactividad observada en los milanos negros a la hora de
explotar el curso fluvial. Creo recordar que, años atrás, estas rapaces era
fácil sorprenderlas planeando sobre sus aguas intentando arrebatar alguna de
las carpas o barbos que se desplazaban por la superficie del río.
Uno de los antiguos tramos muertos
del río Ebro (galacho) había quedado desconectado del cauce por la pertinaz
sequía, carpas y barbos nadaban en sus aguas asomando inevitablemente sus dorsos.
Lo que más me llamó la atención fue, que no había ninguna de estas rapaces
oportunistas rondando el lugar en los días que acudí. La captura de peces,
aunque sean moribundos, requiere de un riesgo que tal vez los milanos poco a
poco desestimen gracias a sus visitas al vertedero.
A esta peregrinación hacia los
vertederos, también por aprendizaje, se unen los jóvenes del año, anotando en
su conducta esta fuente práctica y eficaz de alimento optimizándola en cantidad
y bajo esfuerzo.
Nuestros milanos parecen cada vez
más domésticos, y esta especialización podría perjudicarles si saliera a la luz
otra nefasta ley como la que estrangula, actualmente, a la población de buitres.
Ejemplar adulto.
Joven del año con su característico
plumaje tachonado. La librea juvenil tiene una tonalidad realmente atractiva.
Grupo de milanos posados en un soto
a orillas del Ebro. La foto está hecha pocos días antes de regresar a su residencia africana
de invernada.
Espero que este año, la fábrica
española de milanos negros, haya tenido una excelente producción, ajustada a su
equilibrio poblacional.