domingo, 15 de diciembre de 2019

Pies de cabra




Agobiante hyde. Una continuada e infinita ventana con orejeras. Un pobre horizonte meditabundo, complementado por la esperanza fugaz de una ansiada especie a la que fotografiar; si hay suerte. Paciente aguardo, aguzada impaciencia cuando uno se desespera. Sin embargo, no deja de ser el mejor sistema para obtener fotos de aceptable calidad.
Ahora, nada mejor que una buena sentada en una cómoda y despejada piedra para avizorar el terreno en busca de algo interesante con que alimentar la curiosidad.




Así lo hice días atrás. Me apetecía presenciar el escenario natural con todo su esplendor. La vida inerte frente a mi mirada absorta e indisciplinada.
Pasaron los minutos tan rápidos como el envite de los fringílidos fugaces, apresurado su vuelo por la necesidad de nuevas oportunidades. Tiempo que fulminan los seres al llenar el entorno serrano de peñascales y azulada bóveda.




Abandonó el punto muerto de mi abanico ocular una hembra de cabra montés al introducirse en mi campo de atención. Sin prisas. La caída de algunas piedras delataron su presencia; escandalosas en una vallejada repleta de silencio. Con los prismáticos atisbé a la cabra con renqueante caminar. La causa; una herida sangrante en el cuarto trasero izquierdo. No parecía de disparo, ya que hubiera reventado la extremidad. Sospeché de una mala caída trepando o descendiendo con sus "teóricamente" infalibles pezuñas, mas fiables que unas pies de gato en la escalada. De cruces y placas están salteadas las montañas por ello, y las cabras, también sucumben ante imprevistos tramposos agazapados en la roca.





Dueña de su paciencia, avanzaba estoicamente con la fuerza de la vida, atravesando ajustadas repisas y sorteando empinadas laderas. Abordando una travesía que facilitara un destino seguro para desarrollar un futuro posible.
Un joven macho montés encelado se acercó. Me sorprendió (según mi interpretación personal) como a su celo, se anteponía un cierto temor a la sangrante herida de su congénere. No obstante, la vida empuja fuerte para procrear, y el macho, la acompañó. No estaba la hembra entregada en absoluto al período nupcial. Tampoco el macho montés perseveró.




Intento entender las experiencias de los animales y, la de la cabra, me hizo reflexionar para no bajar la guardia. Un buen mensaje para los que acostumbramos a seguir rutas hostiles como la de estos montaraces animales en nuestro campeo.

Todos estamos expuestos a los accidentes, aun tomando las precauciones oportunas. El fallo de cálculo nos lleva a errores fatales cuando la roca está impregnada de gravilla, tierra o líquenes húmedos.

Una joven cabra yace bajo un roquedo calizo. La muerte, por causa desconocida, bien podría deberse a un mal cálculo.


8 comentarios:

  1. Uffff... preciosa observação (com belas fotografias)! Confesso que tal experiência me remeteu à lembrança do amigo carmar...
    Um beijo

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  2. Un avez más describiendo minuciosamente la existencia cotidiana de los seres que habitan la naturaleza. Y los avatares y dificultades naturales que deben superar para poder sobrevivir. Como para que además un mono venido a menos, por diversión, aún les haga la vida más difícil.

    Un saludo Javier.

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    1. Tienes razón. Pensar que en vez de accidente, hubiera sido disparo, dramatizaría mas la escena. La caza no me parece noble si no se necesita la carne cazada para sobrevivir.
      Los animales apenas tienen ya un espacio digno de libertad.

      Un saludo Fermín.

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  3. Interesante y sentida entrada. Hecha con mucho tacto y delicadeza que nos hace reflexionar y nunca bajar la guardia y menos en la montaña. Enhorabuena y un saludo.

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    1. Cuántas veces me doy cuenta del peligro existente durante los trayectos de montaña. No viene mal una cura de humildad sobre las posibilidades de uno respecto a la infalibilidad de accidentes. Es necesario recordar nuestra vulnerabilidad frente a la naturaleza.
      Gracias.
      Saludos.

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  4. Lo raro es que no se caigan más a menudo. Da vértigo verlas caminar por esos precipicios como si estuvieran en el pasillo de casa. Espléndidas imágenes; mereció la pena la espera.

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  5. Desde luego, no tengo una estadística sobre los accidentes de esta especie pero, el riesgo al que se exponen es muy grande. Hay zonas donde la roca está muy descompuesta y se desprende con facilidad, etc., los riesgos son innumerables. Ahora, su capacidad física es extraordinaria.
    Saludos.

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