El mirlo burlón del río Mesa.
Mientras el mirlo acuático (Cinclus cinclus) llevaba toda la
mañana dándome esquinazo a lo largo de un oscuro y cerrado tramo calizo del río
Mesa, la desesperación mellaba poco a poco mi paciencia. Conocía sus lugares
preferidos pero, no coincidía con él en el azud natural escogido para
aguardarlo con la cámara.
Al buscar otros parámetros mas apropiados para la cámara de
fotos, una corza (Capreolus capreolus) se acercaba sigilosa pero decidida por este encajonado cañón
que apenas dejaba entrar una cantidad de luz
adecuada para fotografiar. Mi inmovilidad absoluta no le llamó la
atención hasta que detectó mi forma humana, supongo. En aquel momento, el viento
estaba a mi favor…
Trotando con elegancia viene hacia mí, sonriente, la bella
corza…
Me descubre…se da cuenta de lo que soy, un humano más tieso
que un tronco.
No me muevo ni un milímetro pero, a pesar de todo, no le
gusta lo que ve y recela.
En este momento algo de inquietud me provocó. Estaba claro
que el cérvido tenía intención de seguir su camino en mi dirección.
Tranquilamente da la vuelta…
Creo que trata de despistarme…
Se siente descubierta y se va lentamente…
…pero, no da la situación por perdida y cavila…
Lo sospechaba…otra intentona de pasar, y yo, sigo en el
mismo lugar sin moverme.
Esta carita tan dulce, supongo, es a la que se refería el
genial etólogo Konrad Lorenz en su libro “Hablaba con las bestias, los peces, y
lo pájaros” cuando, del macho de corzo, recalca su encubierta agresividad. Lo
define como uno de los asesinos más repugnantes, sedientos de sangre y privados
de freno. Añade que Hornaday, director de un parque zoológico americano en sus estadísticas
recopiladas, afirma que los corzos “mansos” causan mas accidentes cada año a
los visitantes que los leones y los tigres. El macho de corzo cuando se dispone
a atacar no lo hace en carrera, sino
lentamente, con precaución y, apunta Lorenz que, sólo cuando nota una resistencia
firme, embiste con fuerza. En un recinto cerrado donde sus congéneres no pueden
huir, es capaz de perforar el vientre no sólo a otros machos, sino a hembras y
crías de su especie. Lógicamente, en libertad, el contendiente vencido tiene
todo el monte para escapar de la inmisericordia del vencedor, como establece la
ley de la naturaleza, no así en un lugar artificial excesivamente limitado
donde terminaría ensartado.
Pero no es mi intención estropear con la crudeza del comentario
un extraordinario encuentro con esta hembra preciosa de corzo, todo lo
contrario, pretendo con ello, prevenir a los paseantes de la naturaleza para
que caminen siempre con la debida precaución ante los animales con los que se crucen,
dadas sus intenciones impredecibles. Debemos estar muy atentos a sus posibles
reacciones; animales heridos, hembras con crías o, quién sabe…, comportamientos
imposibles pueden presentarse ante nuestra sorpresa. Tengámoslo siempre en
cuenta.
La corza de la fotografía, bellísima sin lugar a dudas, pertenece
a una especie poseedora de una capacidad física increíble; he visto ejemplares,
no sólo ascender velozmente cuesta arriba entre arbolado denso, sino además, trepar por
zonas rocosas con la agilidad de una cabra montés o, cruzar el caudaloso río
Ebro con una fortaleza y habilidad asombrosas.
Era esa una razón para permanecer inmóvil, para que el
animal asustado no sufriera mi presión, tan sólo la duda de avanzar,
sobrepasarme o retroceder. Me inquietaron algunas posturas intimidatorias del
cérvido y, a pesar de su pequeño tamaño, si le diera por embestir, utilizaría
sus extremidades delanteras acuchillando
con sus pezuñas; algunos ciervos acorralados lo hacen…
De comportamientos increíbles, os iré contando.
Por fortuna, a la corza no se le cruzaron los cables. Se fue
por donde quiso.
El pelaje invernal, grisáceo, se desprende en estas fechas dando
paso a otro estival más corto y de tono pardo rojizo. Esa es la causa de ver a la corza algo desaliñada.
con una mirada tan dulce quien lo iba a decir, que miedo!!!
ResponderEliminarla serie es fabulosa, enhorabuena!!!
Uma surpresa inesquecível... e um comportamento humano invejável.
ResponderEliminarGrande abraço.
Especial encuentro, excepcionales fotos,,me encanta la que sale medio cuerpo entre los árboles e interesantes consejos. Saludos
ResponderEliminarMe ha sorprendido que no saliera corriendo, por lo menos es la experiencia que he tenido cuando me he encontrado con corzos y corzas, otras veces he oído una especie de ladrido y el sonido que producen sus pezuñas en el suelo. Tienes razón en respetar a la fauna, porque nunca sabes cuál puede ser su reacción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esta vez fue la montaña la que se acercó a Mahoma. Tiene cara de curiosa.
ResponderEliminarComo dice el refrán, no hay bien que por mal no venga. Feliz encuentro el que tuviste con la corza, pues le has hecho un reportaje magnífico, con unas fotos muy buenas. Ya tendrás ocasión de afotar al Mirlo.
ResponderEliminarSaludos
Impresionante, creo que casi se puede hablar de una experiencia donde el ser humano se comunica con un ser animal. Es un lujo ver algo así, tan cercano.
ResponderEliminarUn saludo.
Una entrada de lo más acertada, por la calidad y precisión de las imágenes y los comentarios.
ResponderEliminarBellísima corza, sí señor.
Este sábado se cruzó una (a cierta distancia) por mi camino. Pronto se escucharán los roncos ladridos del celo de este precioso animal.
Enhorabuena por el encuentro, Javier.
Hola Javier
ResponderEliminarNo conocía esta faceta tan agresiva de los corzos, la próxima vez andaré más precavido, hasta ahora he sido algo temerario cuando los he encontrado, gracias por el aviso.
Un saludo
Preciosa, Javi. No tengo palabras.
ResponderEliminarMuy bonito animal.
ResponderEliminarLorenz tiene unas cuantas de esas lecciones que son de las que no se olvidan.
Algo parecido contaba sobre las palomas. Los animales que aparentemente no tienen armas letales no tienen mecanismos de inhibición y terminan matando a sus congéneres.
Saludos
Gran encuentro, eso tienen los aguardos, esperas el mirlo y te vas con esto, que sorpreson!
ResponderEliminarEn Navarra editaron posters en que se decia qeu no habia que tocar los corzuelos que la gente se encuentra en el monte "desbalidos" como ellos creen , pues una vez tocados la madre los abandona.
Saludos camperos!
Que encuentro mas maravilloso, la corza es preciosa, :-) aunque esté un tanto desaliñada.
ResponderEliminarNo sabía yo que pudieran ser tan agresivos, será cosa de tenerlo en cuenta por si un día me tropiezo con alguno.
Buen día
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTío...¡¡Eres genial!!
ResponderEliminarEl relato divertido, entrañable, cargado de ternura, tanto que hiere..., (perdona pero no encuentro las palabras...)
Las fotos... (tampoco las encuentro, mecachis!)
El momento tuvo que ser genial, el entumecimiento y el gozo a cual mayor... (me encanta cuando te defines "más tieso que un tronco", es que te estoy viendo...)
La naturaleza siempre sorprende y recompensa.
Gracias por traernos a casa estos momentos tan maravillosos.
Date un fuerte abrazo de mi parte!
-Elena: bueno, aunque todo puede pasar, son los machos los violentos y es difícil cualquier otra reacción en las hembras.
ResponderEliminarSaludos.
- teca: una buena sorpresa, sobre todo cuando estás a punto de tirarte de los pelos al no coincidir con el mirlo.
Un abrazo…
- Pablo: fue algo increíble. De todos los encuentros con los corzos que son muchísimos, nunca vi una reacción igual.
Saludos.
- Valverde: ahora que lo dices, curiosamente, no ladró y, si nos fijamos en el escudo anal, ni siquiera llega a erizarlo. Parecía muy confiada pero, eso me mantuvo expectante.
Saludos.
- Tawaki: nunca mejor dicho; es cierto, se acercó la criatura para ser fotografiada.
Saludos.
- Pini: es cierto, ha sido una sesión inolvidable para una preciosa corza que lo era, con esos deslumbrantes ojazos.
ResponderEliminarMe quedo con tus palabras: el mirlo caerá tarde o temprano.
Saludos.
- Fernando: que pena que, cosas así no ocurran con mas frecuencia o, quizá, para que sean así de impactantes, tengan que ocurrir sólo esporádicamente…creo que sí, así es mejor.
Saludos.
- Fco Javier: antes de este magnífico encuentro, tuve otro en el que dos ejemplares huían por el acanalado y cerrado barranco seco de Calmarza. Uno de ellos me vio y comenzó a desplazarse sin prisa, mientras el otro, que no me había visto, aunque sí me había venteado, sabía que yo estaba allí, ladraba desesperado pero no me veía. Fue curioso como el pobre lo pasó peor que su acompañante.
Saludos Javier.
- Pedro: bueno, el comportamiento más agresivo corresponde a los machos, ahora, ver que una corza se acerca con ese desparpajo, tratando de pasar delante de un humano en vez de huir desesperada, es algo que inquieta a cualquiera que viva esta situación tan extraña.
Saludos.
- Guillermo: muy bien, para eso tengo las imágenes…
Me alegra que te gusten.
Saludos.
- Jesús: eran dos buenos ejemplos para desmantelar el mito del amable corzo y la aureola pacifica de la paloma de la paz según Lorenz; capaces ambos de matar a sus congéneres en una lucha despiadada en la que sus rivales no tienen, si se hallan en lugares cerrados, posibilidad alguna de escapar. Para ellos, la huída es el motivo de rendición, algo imposible dentro de jaulas.
ResponderEliminarSaludos.
- Campero: sí, es un error frecuente de ciertas personas que se topan con el corcino, lo consideran abandonado y se lo llevan. Es un gran problema; la concienciación mediante pósters es una buena iniciativa.
Saludos.
- Abedugu: la pérdida del pelaje a mechones cuando cambia la estación de mas calor hace que se vean algo mas deslucidos los corzos pero, me parece un detalle interesante para fotografiar, precisamente, ese cambio de vestimenta.
No te preocupes; cuando ocurre algo así, creo que lo mejor es permanecer quieto, o de lo contrario, si el animal sólo tiene esa estrecha salida, dejarle sitio para que pase y se ponga a salvo.
Saludos.
- teca: gracias de nuevo por sorprenderte.
Un abrazo…
- Transi: que comentario más arrollador y enérgico el que me dejas. Es un placer llegar al punto mas sensible de la gente compartiendo estos acontecimientos tan raros y espontáneos.
Créeme que quedé prendado con la belleza de la corza y su aparente mansedumbre. De vez en cuando, alguna cosica me deja la naturaleza, porque ya estaba hirviendo del cabreo con el esquivo mirlo.
La naturaleza siempre está ahí…esperando a pacientes e impacientes.
Gracias Transi por el comentario y, sobre todo, por esa alegría contagiosa que tanto valoro y aprecio.
Otro abrazo como el mío para ti.
Siempre me ha dado penica que los animales tengan que recelar incluso de nuestra silueta; de que nos identifiquen, automáticamente, como peligro mortal...
ResponderEliminarYa ves tu si no molaría que, mientras aguardas para la foto, la corza paseara por tu lado, te mirase con sencilla curiosidad y siguiese con sus asuntos corciles -sean los que sean-.
Qué tal Chuan-Che: eso me gustaría a mí también pero, si te fijas en la dos primeras fotografías de la corza (dale hacia delante y hacia atrás con la rueda del ratón), verás como en la segunda fotografía se le borra de golpe la sonrisa que luce en la primera.
ResponderEliminarTal vez la gente como yo no debiera salir al campo para no borrar la sonrisa de las corzas. Que triste. Está claro que no le gustó lo que vio.
Saludos.
Hola Javier:
ResponderEliminarComo bien dices, en la naturaleza te puedes sorprender en cualquier momento "cuando menos te lo esperas salta la liebre"
Creo que tienes que tener mucha tranquilidad y contener los músculos y la respiración para conseguir que permanezca la corza un rato próxima a ti, es algo que no todo el mundo consigue, señal de muchas horas de paciencia en el campo.
Enhorabuena por las fotografías.
Saludos.
Así es Pedro. Salir al campo supone disfrutar de todo cuanto hay y, sobre todo, de lo que no se espera.
ResponderEliminarMuchas veces, no sólo basta con quedarse quieto, sino tener la suerte de cruzarte con un animal, cuanto menos, curioso.
Saludos.