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jueves, 6 de abril de 2023

El halcón agrario




 No es otro que nuestro cernícalo vulgar Falco tinnunculus. Siempre arraigado a los lugares de trabajo del agricultor. Un Compañero infatigable de la campiña. Oteador desde las alturas de esos invertebrados y micromamíferos que bajan la guardia y son sorprendidos por el pequeño halcón. 

De sobras los conocen los trabajadores del campo. Los más agradecidos, siempre los mencionan con marcado énfasis cuando les preguntas por ellos. Están acostumbrados a verlos prospectar sus tierras cuando toca labrar o segar. No cejan los cernícalos en su empeño de prospectar estáticos el tiempo que haga falta. Cada metro cuadrado de terreno puede ser el ideal. Allí están estos veloces kamikazes, prestos a picar sobre el bocado más suculento que va quedando al descubierto una vez el arado o las cuchillas actúan al paso del terreno. 

domingo, 22 de enero de 2023

Ratonero senderista



Me preguntaba tras ver este vídeo corto, si al ratonero Buteo buteo le podía ocurrir lo mismo que a las gallináceas, cuya capacidad de vuelo y movilidad terrestre se alternan. 
Su extraordinaria capacidad de volar como rapaz forestal, le permite descansar con las alas extendidas mientras el viento lo mece durante planeos a gran altura. 
¿Qué puede hacer el ratonero después de una relajante sesión de vuelo? Posarse en una rama, en un montículo o pasar largas horas en un poste al pie de la carretera bajo el implacable calor o entumecedor frío. Posarse y volar. Ya está. 
Sin embargo, esta breve secuencia nos induce a pensar que las aves también son caminantes; vemos cigüeñas, garzas, palomas, córvidos, gaviotas etc. que lo hacen a placer campeando. En las rapaces, sólo tenemos el concepto de verlas posadas o en vuelo, salvo en ocasiones de caza donde capturan sus presas en el suelo para posarse después en lo alto de una rama, roca, etc. 

Al amparo protector de la alambrada natural formada por las zarzas y las desnudas ramas de los árboles del sotobosque lineal, ahora desprovistos de hojas, este ratonero camina tranquilo en el seguro pasadizo de una acequia en desuso. Lastima que la imagen se corte y no nos ofrezca el tramo resultante de su correría. Se ve que le apetece caminar y corretear.

jueves, 6 de enero de 2022

El viejo corral del mochuelo



Despiadada con la madera, a pesar de su dureza, la carcoma horada pacientemente vigas, puertas y ventanas del viejo refugio labriego convirtiéndolas en laberínticas galerías. Allí, sus voraces moradores, incólumes, taladran su interior hasta transformarlo en polvo de serrín.

Los años de acción del diminuto coleóptero propician en las exhaustas vigas una debilidad creciente. Provocan su agotamiento y ceden bajo el peso de las tejas. Cuando el tejado se desploma, la destrucción completa es inminente.

En el interior de la añeja construcción la superficie del suelo era bastante irregular, repleta de galerías practicadas por los conejos Oryctolagus cuniculus. En las vigas había excrementos de pájaros, y el sol penetraba por el enorme boquete del tejado. La casa nunca dejó de estar habitada.

Más adelante, me fijé en las inscripciones trazadas en el yeso rugoso de la pared. Estaban sobre la línea superior del pesebre. La curiosidad me pudo y las fui revisando con atención. Parecían notas de creatividad espontánea. Tal vez, para evadirse del monótono silencio y soledad imperantes. O por qué no, un memorándum de autor como recuerdo de visitas posteriores. 
Quién sabe, no obstante, siempre las leo.

Estaba absorto leyendo los grafitis a lapicero no sin cierta dificultad para descifrarlos. Entonces..., un aletazo súbito, acompañado de una notable brisa inaudible me sacudió en la nuca suavemente. El susto fue grande debido a la alta concentración de ese preciso momento. Giré la mirada siguiendo la trayectoria del causante hasta descubrir al protagonista posándose en un hueco similar a una hornacina o nicho de la pared. Un mochuelo Athene noctua. Un mochuelo fugaz dándome un susto monumental. Inquieto por mi presencia salió de nuevo. Me asomé rápido, por la puerta, y vi la silueta del gavilán Accipiter nisus sobrevolando el cabezo cercano, justo, por el lado contrario al del fugado mochuelo.

Este pequeño búho, tenía en el interior su posadero y vivienda. Es razonable pensar que la presencia del gavilán, forzó al mochuelo a internarse con desesperación en la casa.
Mi inoportuna presencia, le hizo reaccionar con un plan “B”.

Posadero habitual del mochuelo sobre el travesaño superior de la puerta de acceso al interior de la casa.


Egagrópilas acumuladas en el suelo junto a excrementos bajo el posadero de la rapaz nocturna.


"El día28 de diciembre estuve aquí por el frío y las gotas, sobre las 2´50 h. de la tarde del año 1959".


"El día 30/9/1960 estuve en este mas comiendo, día que estrené el cabezal y rompí 2 rejas. Una la encontré pero la otra me cansé de buscarla, pero no pude encontrarla".


"En el rancho La Paloma, una vieja solterona se me quiso enamorar, como le di calabaza me tiró con una taba en la columna vertebral".


Cupido violento, desamor evidente...


Mochuelo tomando medidas de seguridad.



Gavilán buscando...

                           
                                     Movimientos habituales del mochuelo

                                          MOCHUELO: VER VÍDEO




viernes, 5 de marzo de 2021

Águila de Bonelli: defender la propiedad del nido


A las águilas de Bonelli Aquila fasciata, se las atribuye una irascibilidad desmesurada contra los buitres leonados Gyps fulvus. Podemos ver con algo de suerte en el campo, a pesar de su mermada población, sus fulgurantes ataques hacia los pacíficos carroñeros sin aparente razón. Sin embargo, hay algo más concreto que justificaría dichos ataques ejecutados por esta rapaz de pecho blanco. Toda necesidad biológica conlleva un gasto de energía y, el robo de ese esfuerzo, una reacción.

No son gratuitos los ataques del águila de Bonelli hacia los buitres. El período reproductor del gran necrófago comienza mucho antes que el de la mediana rapaz rupícola, por ello, pueden elegir frente a otros competidores del mismo hábitat dónde se instalarán para traer al mundo a su descendencia. Entonces, para los buitres, las plataformas añejas del águila de Bonelli son el lugar ideal para dicho cometido. El problema de estos robos, lleva a la rapaz cazadora a quedarse sin ubicación para anidar, por lo tanto, han de emprender rápidamente la construcción de otro nuevo incrementando el esfuerzo que ello supone.



Del mismo modo que el búho real Bubo b.hispanus en el nido es capaz de identificar el vuelo del águila real Aquila chrysaetos y otras rapaces molestas erizando por la reacción las plumas dorsales; el águila de Bonelli sabe sobradamente quién ocupa sus nidos, viéndose abocada a realizar duros ataques contra las aves carroñeras como usurpadoras.
El vecindario del roquedo se conoce perfectamente y, nada de lo que ocurre es casual.

Este año, bastantes buitres leonados van tardíos en su ciclo reproductor. La última semana de febrero los he visto atareados trasegando ramas para adecentar su plataforma nidal. He visto cómo el ejemplar que seguía como referencia, se posaba en el de un congénere para llevarse gran parte del fino forro del nido donde irá bien acolchado el huevo de la puesta. Impera entre las especies la ley del mínimo esfuerzo.

Miraba con atención al águila de Bonelli emparejada, cubriendo con elegantes vuelos su amplio territorio. Unos ataques al buitre leonado por parte del macho me ponen en guardia y sigo parte de ellos. Más tarde, la hembra acude veloz a un punto concreto. No he reparado en ningún momento de qué podía tratarse, hasta el final. No era un ataque a un buitre leonado en su nido, no. Era el ataque para desalojarlo de su recién construida plataforma. Tras dos años en nidos ubicados en ajustadas covachas, éste se ha decidido a anidar en uno exterior, eso sí, bien disimulado.

Las fulgurantes pasadas de la hembra de Bonelli hacia el buitre leonado son dramáticas. El necrófago se protege como puede, asumiendo que el temporal pasará pronto. Sin embargo, no parece tener la dueña del nido en disputa la idea de abandonar. 
La contienda se soluciona con el desalojo forzoso, asentándose la hembra en su elaborado nido como legítima dueña.

Mientras el macho realiza unos ataques, la hembra de águila de Bonelli detecta la presencia de un buitre leonado en su nido recién construido y va a su encuentro.






El buitre leonado se ha mantenido firme en su resistencia, aunque finalmente, desiste y abandona.

La hembra de águila de Bonelli recupera de nuevo su nido.


Al día siguiente, si es el mismo buitre, ocupa una vez más la plataforma del águila de Bonelli
De momento, es la última noticia de la que dispongo hasta una nueva visita.


Una pareja de águila real sobrevuela a gran altura el territorio de las medianas rapaces. Éstas, se limitan a marcar su presencia con reclamos de alarma.

NOTA:
Las imágenes del nido han sido tomadas desde 847 metros de distancia (Google Maps) para guardar un espacio prudencial.
Siento la pésima calidad de las fotos en estos casos.

sábado, 30 de enero de 2021

Cernícalo vulgar regurgita egagrópila en vuelo


En estos paseos limitados por la prevención del confinamiento, hace unos días, registraba con atención la campiña ribereña cerca del río Ebro. Guardando el perímetro municipal de mi ciudad.
Sin objetivo alguno, me dio por seguir el vuelo del cernícalo vulgar Falco tinnunculus sobrevolando la llanura labriega. Esperaba que se acercase algo más al objetivo de la cámara fotográfica, pero, no fue así. Volaba querencioso hacia las terreras, se detuvo en el espacio batiendo sus alas enérgicamente para, finalmente, posarse después en un saliente adecuado. Parece que las prisas por hacerlo tenía mucho que ver con el cargamento transportado por la rapaz; un topillo Microtus duodecimcostatus probablemente.
 
Hace gala de unas armas muy eficaces este halcón, tan común en los campos españoles. Es un gran aliado del agricultor como experimentado controlador de micromamíferos e insectos. De toda su morfología, estacaría su vista infalible.
Haciendo una comparación, en este caso, centrados en la vista; los fotorreceptores (conos) de la retina humana responsables del color absorben tres tipos: rojo, verde y azul. Es una percepción relativamente buena. Sin embargo, en comparación con las aves es bastante pobre porque ellas tienen cuatro tipos de conos sencillos: rojo, verde, azul y ultravioleta. No sólo tienen más tipos de conos que nosotros, sino también más cantidad. Además, los conos de las aves contienen una gotita de aceite pigmentada con la que, probablemente, consigan distinguir todavía más colores.

La visión ultravioleta era conocida en los insectos desde la década de 1880, cuando el vecino de Darwin, John Lubbok, la observó en las hormigas. Décadas después, los biólogos descubrieron la visión ultravioleta en las abejas, por la cual, distinguían las flores preferentes.
Sin embargo, el tipo de cono en las aves capaz de detectar el ultravioleta se descubrió en los años setenta.
Se sabe ahora, que muchas aves, quizás la mayoría, utilizan específicamente algún grado de visión ultravioleta útil para hallar alimento y pareja. La visión sobre el plumaje entre las aves descubre tonos imperceptibles para la vista humana.
 
Volviendo a nuestro halcón más común, la visión ultravioleta le otorga una gran ventaja en la prospección de terreno en busca de presas, ya que el cernícalo puede rastrear a los topillos desde el aire por el reflejo ultravioleta de sus rastros de orina.
Reducir el espacio de campeo,
 es un logro muy práctico durante la búsqueda de determinado tipo de presas por el ahorro de energía.


He visto al petirrojo, alcaudón común, cigüeña blanca, garza real, mochuelo, búho real, etc. regurgitar una egagrópila. En el búho real, curiosamente, me dio la impresión de verlo pasar un mal rato. Esos movimientos peristálticos parecen agónicos.

El día de esta entrada, al fotografiar al cernícalo vulgar, advertí que algo dejaba caer durante el vuelo. Al mirarlo en la fotografía descubrí que se trataba de una egagrópila. En ese momento, la rapaz transportaba un topillo entre sus garras.
Es la primera vez que lo veo y, me parece muy interesante. 

Arriba está la misma imagen a contraluz sin retocar; abajo con algo más de luminosidad.


Macho de cernícalo vulgar sobre una terrera dispuesto a alimentarse con la carne de un topillo recién capturado.








 

viernes, 20 de noviembre de 2020

RETAZOS DE UN PASEO



El valle del Ebro es lo que tiene, extensos bancos de niebla cuando el anticiclón se empeña en instalarse sin soltar una brizna de viento. A veces, para estas fechas, uno se aborrece de no ver el sol durante semanas, salvo que un fin de semana cambies la depresión del Ebro por cumbres aledañas.

El jueves lo tomé libre. Un día de vida por todo lo alto dedicado a colmar todos los sentidos. 
Aunque las fotografías rara vez logran plasmar las sensaciones de un paseo desinhibido, son una vaga muestra del sentir del paseante durante una travesía en silencio, llenando los sentidos con la magia del otoño y su repertorio previo al sueño estacional del bosque.


Atrás quedaba la persistente niebla. La inminente llegada del cierzo despejaba las zonas altas, dejando rastreros bancos de niebla ya dominada. 

La salida del sol invita a un nuevo día, un gran motivador.

El astro sol, el agua, el bosque... 

Un aguilucho lagunero Circus aeruginosus atisba el horizonte desde lo alto del árbol sin vida. Las retorcidas ramas delatan su angustiada decrepitud 

Un día tan espléndido, incita al escribano triguero Miliaria calandra a formar parte de un escenario sonoro junto a otros paseriformes. 

Otro aguilucho lagunero Circus aeruginosus pendiente del panorama campestre. El efecto del tempranero sol unido a la niebla crea un fondo curioso.

Un petirrojo Erithacus rubecula, busca sobre los excrementos desmenuzados de caballo Equus caballus insectos con los que alimentarse.

Macho de tarabilla común Saxicola rubicola, centinela de los caminos. El paso de algún insecto sobre la superficie despejada, aporta mayor éxito de capturas a este incansable entomófago.

No es muy agraciado el canto del escribano triguero Miliaria calandra, más cercano al sonido machacón de la cigarra que al sublime repertorio del ruiseñor Luscinia megarhynchos.

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Hembra y macho de ánade real Anas platyrhinchos nadando en un galacho. El galacho es un tramo abandonado del antiguo curso del río Ebro.

Garza real Ardea cinerea.

Carbonero común Parus major.

Ratonero Buteo buteo.

Cigüeña blanca Ciconia ciconia.

Gaviota patiamarilla Larus michahellis. Un ave común en el curso del río Ebro con citas de cría en la ciudad de Zaragoza.

Lavandera blanca Motacilla alba.

Garceta grande Ardea alba.

Garceta grande Ardea alba.

Petirrojo Erithacus rubecula mimetizado entre las hojas del ramaje de un álamo blanco Populus alba.

En su percha muy discreto.

Ratonero Buteo buteo prospectando un paisaje ya despejado de niebla.

Garza real Ardea cinerea campeando entre alfalfa Medicago sativa. La captura de micromamíferos y otras presas variadas hace pensar en la diversidad alimenticia de esta zancuda. No me atrevería a afirmar si prefiere más el pescado que la carne.