Búho real Bubo bubo hispanus
Hay una autovía por
la que circulan vehículos de todo tipo y a cada momento. Paralelamente, algún que
otro tren retumba con su traqueteo vibrante sobre su predestinado camino férreo
hacia la gran ciudad de Zaragoza. Por si fuera poco, la proximidad de un
polígono industrial cercano anima el cotarro con una actividad notoria. Sin
embargo, ella, la hembra de búho real, ha escogido el lugar como propicio para
traer al mundo a sus pequeños junto a un macho que, de momento, la avitualla
correcta y sobradamente puesto que le deja reservas para la siguiente noche si
por algún motivo se presenta floja.
No voy a desestimar
la opción deportiva en la zona, incrementando con ella, el abanico corporativo humano
como acompañante de la pareja nocturna de este paraje tan concurrido. Durante
las 9´00 hasta las 10´00 horas de la mañana, pude contar la presencia de diez
ciclistas en cuatro grupos diferentes, además de un grupo de cuatro personas
corriendo. No quiero olvidar el ganado ovino que he visto en el borde superior
del cortado, sobre el mismo nido, ramoneando la abundante hierba generada por
las últimas lluvias. Vamos, la soledad para esta bella rapaz es una quimera
pero, ella así lo ha decidido, y por lo que veo no le importa mucho, está bien
y pasa muy desapercibida en un entorno con bastante vegetación.
Desde que vi esta
emblemática rapaz de la noche acomodada en su cubil terroso, ha transcurrido algo
más de una semana con unos días bastante inestables por las precipitaciones. El
sábado pasado llovió durante todo el día y con fuerza, por la tarde incluso
granizó aunque el grano fue menudo, por fortuna. No descansé muy bien por la
noche sabiendo que un refugio en el talud de tierra, ubicación de la rapaz,
podría actuar como un azucarillo a la hora de absorber la humedad de la lluvia
y dar al traste con su cría. Afortunadamente, por lo que pude ver, abrigó muy
bien la puesta con su denso plumaje, que a su vez, reposaba sobre un abundante
y acolchado sustrato de egagrópilas desmenuzadas cuyo contenido es el pelo de
sus presas, un suave y eficaz aislante. Esta es la fórmula con que las hembras
de esta especie preparan sus futuros nidos para proteger los huevos y pollos
del frío suelo. El resultado de la lluvia hacía contrastar las zonas secas y
claras con las húmedas y oscurecidas por efecto del aguacero, y la rapaz
nocturna, la sufrió bastante. Afortunadamente, también disfruta de una buena jornada
de sol matinal que inunda la parcela de su nido, contribuyendo a eliminar la
humedad reinante del lugar.
Sé que hay obras de
arte supremas, inspiradas y realizadas por grandes genios a nivel mundial de la
pintura y la escultura, como de tantos otros tipos y estilos diferentes de arte. Soy
consciente del tiempo que hay que dedicarles con suma concentración y sin parpadear tratando de analizarlas, sumergiéndose si es posible, en la idea de su creador
para comprenderlas.
Entiendo, como no,
que haya gente que dedique horas e incluso días para deleitarse con esas creaciones, claro que lo entiendo. Siendo consciente de ello, también llevo
horas, días, años e incluso toda mi vida prendado de la mirada incisiva del
búho real. Un hábito del que no he podido escapar y que como una imperiosa
necesidad hace que mi persona lo busque allí donde habite. Y otra
vez la misma sensación rondando mi cabeza, como una obsesión crónica que domina
casi todo mi tiempo. Sólo, para verlo una vez más. Para contemplar también una
de las obras más bellas de la naturaleza.
Mochuelo Athene noctua en su habitual posadero. Este pequeño habitante es común en los territorios del búho real y ocasional presa del mismo.