sábado, 5 de julio de 2014

MOCHUELOS


Hembra de mochuelo Athene noctua vigilando a sus pollos jóvenes que aguardan dentro del nido. 



Por un pedregoso camino que nace en la periferia del pueblo de la Cartuja, cercano a Zaragoza, se atraviesan fincas particulares valladas donde se aprecian los restos de la prosperidad constructora pasada. En los terrenos se amontonan herramientas de sondeo, material de construcción donde campean entre ellos jaurías de perros, cabras domésticas, burritos y algún caballo. Hay unas terreras de bastante altura como un gran escalón natural que hace de mirador frente al caudaloso río Ebro. También, como no, hallamos los vertidos incontrolados fruto de la falta de civismo. Al pie de una pequeña oquedad del terraplén hay una vetusta puerta de corral tachonada de cabezudos clavos oxidados y cincelados en la madera carcomida. Y, es allí, sobre ella, donde los jóvenes mochuelos esperan curiosos la llegada de su hora; el abandono definitivo del nido. La madre vigila desde lo alto la seguridad de su descendencia y, seguramente, no esté con ellos en el interior por la insoportable algarabía que se forma bajo la constante petición de ceba. Desde lo alto del talud, la madre centinela, no deja ni un rincón sin prospectar con su mirada.



A menos de noventa metros del nido de la anterior progenitora, por el mismo camino, me topo con la segunda. Vigila a sus criaturas también desde la cercanía, manteniendo sólo el contacto visual. La vieja oquedad que sirvió de cobijo a una familia de grajillas utilizada hace años, protege muy bien a otros pequeños, éstos, de grandes ojos y con muchas ganas de curiosear el mundo exterior.


De la imagen de esta madre, con porte soberbio, me encanta la marcada trayectoria de sus calzas y el relieve de su musculación, inadvertibles por las plumas ventrales en la mayoría de las fotografías dedicadas a esta rapaz nocturna ¿Verdad que tiene cierta complexión de rapaz poderosa?

martes, 1 de julio de 2014

Cosas de buitres


El pasado mes de mayo mientras caminaba por la senda que atraviesa uno de los barrancos de Calmarza, a pesar de la notable distancia, algunos buitres leonados Gyps fulvus abandonaban a mi paso lo alto del cortado rocoso. Es un tramo habitual para los senderistas y no es raro que los buitres más asustadizos echen a volar. Pero, me sorprendió más que lo hiciera el progenitor de  un pollo todavía en plumón, dejándolo solo en el nido. Desconozco si mi presencia provocó la extraña reacción del ave o fueron sus congéneres. Poco después, se posó una grajilla Corvus monedula junto al pollo de buitre,  alertando al progenitor que volaba cerca. Acudió en picado emitiendo simultáneamente un chillido ronco y alarmante a medida que se acercaba al nido. Quedé atónito observando la desesperación del adulto al que parecía hacérsele eterno el descenso hacia su vástago para protegerlo del negro córvido. Con ese desgarrador grito que jamás escuché, ni siquiera durante sus ruidosas cópulas, la grajilla no esperó su llegada.




Al asomarme desde lo alto de un cortado con bastante vegetación pude sorprender a este buitre leonado al que no parecía importarle mucho mi presencia. Sin realizar movimientos bruscos, le saqué unas fotografías y, cuando me disponía a abandonar el lugar, me di cuenta del pollo bastante emplumado que estaba detrás, semioculto. El adulto podría haber emprendido el vuelo perfectamente,  puesto que el pollo era bastante grande como para estar solo, sin embargo, no lo hizo. Sorprendente.

Sospecho  que son las hembras las que afrontan con más valentía la presencia de cualquier intruso para proteger a sus vástagos.



A medida que los pollos de buitre alcanzan cierto tamaño, los adultos los dejan solos, no obstante, sin dejar de vigilarlos. En ocasiones, si algún alimoche Neophron percnopterus, cuervo Corvus corax o grajilla Corvus monedula se posan en el nido la función defensiva corresponde al pollo.
Los alimoches acuden con frecuencia a las plataformas de estos necrófagos para buscar despojos o no sé qué. Y, los progenitores, saben que son inofensivos pero, no así los pollos que los reciben alarmados haciéndoles frente. Conocen bastante bien los alimoches la incapacidad defensiva  de los jóvenes inexpertos, ignorándolos cuando campean a su lado.

 
En la imagen (digiscoping), un pollo ligeramente emplumado hace frente a un alimoche. El buitre sabio deambula tranquilamente por la repisa, optando el pollo por la innata estrategia de aparentar mayor tamaño; treta instintiva muy extendida en muchos animales frente a otros más poderosos.
Este sábado pasado, el pollo de buitre ya estaba completamente emplumado y muy desarrollado. 

domingo, 1 de junio de 2014

SI ES TU PUEBLO ¿POR QUÉ NO LO CUIDAS?


Hay muchas, muchas mas imágenes naturales del entorno maravilloso del pueblo de Calmarza (Zaragoza), sin embargo, parece que dichas maravillas son insuficientes para algunas personas que…


Mirlo acuático Cinclus cinclus


…no valoran la estampa todavía activa del mirlo acuático; un indicador fiable de la calidad del agua de los ríos…


…Tampoco parece impresionarles el salto magistral del río Mesa salpicando el mirador mientras el espectador escucha el zumbido de su caída con los jóvenes mirlos acuáticos en sus primeras salidas…


…Qué decir de la espectacular muralla pétrea de roca caliza, enrojecida por los últimos rayos del sol para despedir un día mas el juego de luces de la naturaleza…


Buitre leonado Gyps fulvus


… La ignorancia, lamentablemente, les hace denostar el importantísimo papel que ejercen tantas especies favoreciendo el entramado biológico del paisaje…


…Ni siquiera les importa distinguir la claridad del día dando paso a la oscuridad de la noche, donde el gigante volador rompe su silencio con una monótona voz repetida por el eco de un canal rocoso casi hermético…

Iphiclides podalirius


Anthocharis euphenoidea

Iris pseudacorus

…Esta gente es capaz de multiplicar los colores naturales de las mariposas y las flores arrojando, por desgracia, los suyos…


… Los árboles, muy criticados, son eternos y fieles compañeros de nuestros ríos. Ciertas personas los limpiarían de sus orillas gustosamente a cambio del cemento canalizador…





…Ciertamente, es un pueblo agraciado por su sorprendente paisaje pero…
lo dicho…algunos prefieren compartir estas maravillas con la dejadez de su conciencia, consecuencia de su repugnante conducta. Parecen estar cómodos entre la basura.  


Envases vacíos de herbicidas abandonados en la toma de agua que, por desgracia, desemboca de nuevo en el río.



Botellas de agua flotando en el río. El resultado de la saludable agua embotellada en la naturaleza.

Esta entrada es extrapolable al resto de pueblos de España. No es tan económico evidentemente, remangarse las perneras para recoger toda la basura de nuestros ríos que el negocio de reciclaje con sus cómodos y rentables contenedores.
Que satisfactorio es el ecologismo cuando genera tantos beneficios económicos ¿verdad? Nadie lo discute.



sábado, 26 de abril de 2014

Mas historias del lagarto ocelado


El año pasado, durante el recorrido de los transectos en los que acompañaba a Fernando durante su trabajo por la estepa monegrina para censar aves esteparias, topamos con tres cornejas negras Corvus corone que ante nuestra presencia, pronto levantaron el vuelo. Bajamos del vehículo y quedamos estupefactos al ver a un pobre lagarto ocelado Timon lepidus agonizando, cubierto de heridas sangrantes por todo su cuerpo. Las inmisericordes cornejas tenían asegurada su comida ante la debilidad palpable del enorme saurio; esto es así en la naturaleza. Seguramente, el viejo lagarto ocelado tuviese mermadas sus facultades físicas y su previsible decadencia fue el aliciente perfecto para estos negros córvidos que de una cruenta manera iban a adelantar su final. Entiendo perfectamente por qué este ágil corredor, cual verde centella, desaparece apresurado como si le fuera la vida en ello y, ciertamente, le va. No sólo las cornejas los depredan, también he visto al águila de Bonelli Aquila fasciata transportarlos en sus garras, al águila culebrera Circaetus gallicus y, por supuesto, aparecen ocasionalmente en algún nido de águila calzada Hieraaetus pennatus, águila real Aquila chrysaestos y búho real Bubo bubo; por citar algunos.

En su desesperada huída el lagarto se incrustó en este ladrillo. 
Detalle de la necrosis de la cola.
El cemento que cierra la cavidad del ladrillo le impidió seguir adelante.
De nuevo nos tocó bajar a un profundo aljibe, esta vez con cuerda al carecer éste depósito de las grapas de hierro a modo de escaleras. Basta asomarse para observar el fondo y ves como una multitud de pequeñas criaturas corren despavoridas. Allí arriba, ocasionalmente, se asoma la muerte, lo saben los animales prisioneros y, a veces, cuentan con escasa protección en estas cerradas prisiones para escapar del cautiverio y de sus potenciales predadores. Había tres lagartos ocelados y rescatamos a dos, el tercero, al que apodamos lagarto de barro, escapó, seguramente por que debía ocultarse fácilmente en las galerías de los topillos que también habitaban el espacio (de ahí el barro). Uno de los lagartos se incrustó en la cavidad de un ladrillo y quedó atrapado; así lo subimos con la cuerda. Estaba algo desnutrido y presentaba en la mitad posterior de su cola una necrosis severa.  El otro ejemplar, seguramente dominante, hacía gala de un vigor excelente pero, su originario apéndice caudal fue amputado, luciendo el regenerado mucho menos vistoso. Por fortuna, este último ejemplar había comenzado la muda y podía apreciarse el destacado contraste del verde intenso con el negro y azul de los ocelos asomando bajo la camisa vieja y blanquecina de la piel saliente. Era libre, y nada mejor para la ocasión que estrenar traje nuevo. Al del ladrillo lo liberamos partiendo con cuidado la celda sin que sufriera ningún rasguño y, en su carrera fugaz como la del otro incauto, manifestaron su apego a la vida corriendo libres para preservarla en lugar seguro. Colocamos además, un enorme tronco ejerciendo de rampa accesible hacia el exterior del aljibe y, cuando volvimos al cabo de varios días, el lagarto de barro ya no estaba. Preferimos pensar que trepó por el madero.

 Un macho mudando la piel; soberbio...
 Detalle del contraste y luminosidad del nuevo traje de escamas. 
 Buena suerte a los tres.


martes, 22 de abril de 2014

ROCÍN O ALONDRA DE DUPONT (Chersophilus duponti)

Rocín correteando por la estepa.
Un 15 de agosto de 1995 accedí con el vehiculo por un camino pedregoso para estacionarlo al lado de un almez Celtis australis, cuyo tronco, partía de la base de un pequeño cortado calizo siguiendo toda la curvatura de la covacha donde nació hasta alcanzar el exterior. Antes de aparcar y, achicharrado por el calor estival, un pequeño pájaro pardo cruzó en vuelo el camino delante del coche, frené, y eché mano a los prismáticos siempre accesibles en el otro asiento. Se posó seguidamente, prosiguiendo su marcha correteando a intervalos cortos entre los matorrales. Su corvo pico entreabierto, constataba el excesivo calor de ese día; se trataba de un rocín o alondra de Dupont Chersophilus duponti que, todavía, pude disfrutar observándolo unos nueve minutos mas antes de que desapareciera. Este paraje de parameras con pastizales xerofíticos donde apareció el rocín y donde el mediano almez trataba de emerger de la curvatura de su covacha, fue arrasado al transformarse en cantera reactivada, cuya actividad contratada va para largo. No es un hecho aislado este de la cantera, también, la roturación de zonas silvestres apropiadas para este raro pajarillo son, entre otros, problemas con los que se enfrenta la difícil supervivencia de su escasa población en un futuro.

 
Cualquier matojo le sirve para alzar su típico canto.
Fue el pasado domingo día 13 de abril caminando entre el alboroto territorial de tantos aláudidos, mientras sentía el penetrante aroma estepario tan inconfundible y el viento que azota estos pequeños cabezos erosionados de la estepa que separan Belchite de Mediana de Aragón, cuando puede fotografiar al rocín, tal y como se le conoce por estas tierras. Fue rápido y su voz se escuchaba desde muchos puntos; uno de los ejemplares, incluso, me acompañó adelantado y correteando unos metros por un camino.  En la estepa abundan los invertebrados, y el rocín se alimenta de ellos, como larvas de lepidópteros, hormigas, artrópodos etc.; además, poseer un pico mas alargado que el de otros aláudidos le aventaja para extraer tarántulas Lycosa sp.de sus agujeros. También añade a su dieta cierto tipo de semillas.




domingo, 23 de marzo de 2014

EL VUELO PROVOCADOR DE LA ABUBILLA


Dibujo a lápiz de abubillas

Siempre me llamó la atención en las aves, ciertas maniobras fuera de lugar, realizadas en vuelos de desplazamientos cotidianos. Arrancaban entonces, algunas de ellas, sin aparente motivo, con extraños picados y piruetas disuasorias pero, ¿evitando qué?, al no avistar ningún enemigo posible a su alrededor. En las salidas ornitológicas, tampoco era extraño escuchar en boca de otros observadores -¿has visto eso?- refiriéndose, no sólo a la capacidad de sacudirse el plumaje en pleno vuelo, sino por esos cambios súbitos de dirección con quiebros inexplicables, todo un enigma y un interrogante para los que presenciamos dicha conducta mas propia de una locura pasajera que de una acción con fines concretos para posibles actos disuasorios. Quién sabe.
Cuando nos sumergimos de lleno en nuestras anotaciones de campo, ya sea por recordar viejos tiempos o, por que casualmente hay detalles conductuales que enlazar a las nuevas observaciones, es entonces, cuando uno se da cuenta del sentido de ciertas conclusiones al relacionarlas con dichas anotaciones archivadas.

LO APRENDIDO SE MANTIENE EJERCITÁNDOLO CON CIERTA FRECUENCIA

El portentoso vuelo conjunto del estornino pinto Sturnus vulgaris tiene como finalidad achicar espacios, apretándose los ejemplares pero sin perder en absoluto la sincronización en los cambios bruscos de dirección. Con ello, son capaces de anular las intenciones cinegéticas de halcones y gavilanes. Los bancos de peces, también lucen esa asombrosa capacidad. Quién no ha visto a los gorriones comunes Passer domésticus y molineros Passer montanus, aunque algo mas desordenados, descender a un lugar concreto para alimentarse, protegidos siempre por algún árbol o arbusto espeso para ascender en conjunto hacia las ramas de la salvación en caso de peligro. La situación es tan tensa que, basta con que alguno, confundido por una falsa alarma salte, llevándose detrás de él al resto de comensales a refugiarse. Ésa es la estrategia instruída para una alarma real.
Las palomas bravías Columba livia no siempre emprenden el vuelo por la presencia de un predador. En muchas de las observaciones, las aves reposan en las repisas rocosas de su colonia y, sin advertir ningún peligro, puede saltar algún ejemplar súbitamente arrastrando a los demás. Ejecutan un vuelo ordenado, tratando de conseguir la máxima coordinación para posarse de nuevo en el cortado. Es obvio que, el colúmbido mas rezagado será presa del peregrino, como ocurre frecuentemente con las aves integradas provenientes de pueblos o ciudades que no son capaces de seguir el ritmo.

La pauta mas complicada de descifrar es esa especie de trastorno pasajero, sin serlo, perpetrado por el ave solitaria en el momento concreto que he comentado, cuando vuela con normalidad. En halcones peregrinos Falco peregrinus y gavilanes Accipiter nisus no cabe duda que tal acción puede estar mas relacionada con la perfección del vuelo pero, para la caza. Sin embargo, el contenido cambia con la conducta de aves mas vulnerables. 
Un treparriscos observado mientras se alimentaba tranquilamente en un cortado rocoso, después de capturar diversos invertebrados entre las fisuras durante media hora de seguimiento, emprendió un veloz picado con bruscos e increíbles quiebros contundentes e inexplicables que nada tenían que ver con el parsimonioso vuelo mariposeante de sus escaladas por la roca.

LA ABUBILLA Y LA PARSIMONIA DE UNA MARIPOSA

Es caprichoso el diseño blanquinegro de las alas y la cola de la abubilla Upupa epops y, también, el de su soberbia cresta. Se piensa que la fantástica combinación de sus franjas blancas sobre intenso negro, podría tener en conjunto, la finalidad de confundir a las aves de presa. Pero, un ave migradora como la abubilla posee una perfecta musculación capaz de agitar con fuerza unas alas anchas, y virar enérgicamente gracias a unas rectrices relativamente largas. Esa ralentización que provoca la intermitencia del blanco y el negro en el vuelo de la abubilla es un misterio.

Abubilla en vuelo; dibujo a lápiz
Hace unos años, concretamente el 3- 9- 2007 paseaba por un camino entre campos de labor y unos corpulentos álamos blancos Pupulus alba que bordeaban las márgenes del río Ebro. Una hembra de gavilán Accipiter nisus sobrevolaba el espacio aceleradamente pegada al dosel forestal ignorando mi presencia. Por su fijación, parecía buscar algo, ya que rastreaba la zona repetidamente. En un esfuerzo final, la rapaz esprintó girando hacia la superficie del río Ebro, atravesando el soto entre los troncos centenarios y clavando su mirada en una infeliz abubilla que lo cruzaba sin apercibirse, de momento, del ataque.  Apenas unas milésimas de segundo para el impacto previsto, la abubilla se elevó súbitamente dejando un vacío que ocupó el gavilán con su inercia; comenzó una suerte de quiebros, vuelos esquivos y fulgurantes a no mas de dos metros sobre el río. Cómo explicar el extraño acontecimiento de cazar y no ser cazado, rotación y persecución sincronizada entre predador y posible presa. La abubilla, tras unos recortes de sorprendente destreza, rompió la estrategia del gavilán. Seguramente acabada la contienda, tanto al gavilán como a mí, se nos quedó la misma cara de pasmados.

 
Gavilán en vuelo; dibujo a lápiz
El 14- 12- 2010 mientras observaba a cuatro abubillas invernantes cerca de Zaragoza campeando en un erial, uno de los ejemplares levantó el vuelo, avanzó horizontalmente y se despachó briosamente ejecutando unos quiebros vertiginosos, elevándose y descendiendo súbitamente, sin más. Lo dicho, locuras pasajeras.

 
Abubilla escalando verticalmente en vuelo para evitar el ataque de un congénere.
 
Abubilla en su territorio