CULEBRA VERDIAMARILLA (Coluber o, Hierophis viridiflavus)
La vi por primera vez en papel, en la página 70 del tomo n º 7 de la enciclopedia Fauna Ibérica, de “Félix Rodríguez de la Fuente”. Fue para mi, el tomo más esperado por su especial contenido, allí, estaban todos los grandes de la montaña.
Su llamativo diseño, con vermiculadas manchas amarillentas sobre un fondo verde muy oscuro, casi negro, llamó mucho mi atención y, su escasa distribución, más todavía.
Estaba relegada a la dureza del norte pirenaico y poco se sabía de ella. Su hermetismo y especialización integrados en el bosque húmedo, la convertían en una misteriosa desconocida, que alimentaba mi curiosidad.
Este ejemplar, fue capturado cerca de la carretera (como no podía ser de otro modo),estaba soleándose entre la recortada hierba, cerca de una pendiente muy pronunciada y boscosa: hayas, robles, servales preciosos, avellanos etc. conformaban este enclave cercano a la cabecera del río.
Mi hija mayor me avisó de la presencia del ofidio, me acerqué y… -¡una verdiamarilla!, a lo que la culebra, supongo, reaccionó de forma distinta… -¡humanos! Poniendo tierra de por medio. Muy veloz deslizándose, traté de sujetarla por su parte terminal para no perderla, y al apreciar su flexibilidad con el giro súbito de la cabeza y la boca abierta de par en par, la solté de inmediato hacia atrás, sin percatarme de la presencia de mi hija menor y mi mujer que curioseaban demasiado cerca, a mis espaldas.
Estaba claro el desenlace…, estampida y horror.
Nunca esperamos ni deseamos que nos echen una culebra, salvo que vaya bien sujeta, y ésta, tenía mucha agresividad.
Era tanta la humedad, que multiplicaba su agilidad, por ello, era comprensible la necesidad de su cotidiana exposición al sol, para escapar del entumecedor efecto de la penumbra forestal de un bosque tan apretado.
La sesión de fotos se produjo en un tiempo muy breve (sufro demasiado el estrés de los animales cautivos), y lo más destacable sin duda, el precioso contraste de sus escamas; amarillo tachonado sobre un fondo oscuro e irisado.
La furia en el ataque, equivale proporcionalmente a un imprevisto de vital importancia como el acaecido; la defensa (huida y, enfrentamiento), aunque no tiene la agresividad de la culebra de escalera (Elaphe o, Rhinechis scalaris).
Recordar como observación adicional, la pareja de águilas culebreras sobrevolando la zona.
Su longitud (ejemplar capturado): es de unos 115 cm., pudiendo alcanzar los 180 cm.
Es una gran escaladora, muy esquiva, dada su costumbre solitaria en la alta montaña.
Hiberna en grietas de las rocas o, cualquier madriguera adecuada, que puede compartir con otros congéneres o especies diferentes al llegar los primeros fríos otoñales.
Abandonado el letargo una vez comenzada la primavera, este esbelto ofidio, gracias a sus características anatómicas, es capaz de capturar ranas, roedores en sus galerías, trepar a los nidos de aves y consumir sus huevos y pollos, además de depredar sobre otros ofidios, incluidas las víboras.