viernes, 19 de junio de 2009

CULEBRA DE ESCALERA (Rhinechis scalaris)

La capacidad constrictora de este ejemplar es sorprendente a pesar de su tamaño.
En este caso, era necesario retirarla de un camino por precaución.

Por desgracia, es más frecuente ver a este ofidio atropellado en las carreteras que, deslizándose entre la vegetación de los áridos parajes mediterráneos donde habita. La mala costumbre de acaparar el calor del asfalto, la convierte en una víctima propicia de los vehículos, cuyos ocupantes, a causa de la aversión y falta de escrúpulos que sienten hacia ellas, no dudan en pasarles por encima.
Es después de la culebra bastarda, la de mayor longitud, aunque bastante más agresiva. Amenaza erguida, emitiendo un audible silbido. Puede alcanzar los dos metros de longitud (más frecuente el metro y medio), unos cuarenta centímetros menos que su antecesora. Robustez, fuerza y musculatura extraordinaria, son los atributos morfológicos del ofidio que nos ocupa. Capacidad muy útil para trepar por taludes, y cualquier cortado pétreo vertical en busca de sus presas.
Os dejo con las imágenes de la especie que, debe su nombre precisamente, al dibujo dorsal de los jóvenes en forma de escalera. A medida que alcanzan la madurez, van desapareciendo los peldaños.



A las ocho de la mañana, el individuo de la foto, descansa justo en medio de la senda de un barranco de Calmarza. Hace calor, aún en horas tempranas, y por si pudiera aparecer el pastor con el ganado, capturo a la inactiva culebra y… ¡está fría!, como recién sacada de la nevera. Probablemente, su condición termófila le hace aguardar pacientemente a los primeros rayos del sol que, activarán su sangre fría con el calor necesario.











Espécimen trepando por una terrera. Luce en el dorso, las dos líneas longitudinales de adulto. Es portentosa, la capacidad de aprovechamiento de los escasos salientes para trepar con aparente facilidad. (Esta, fue rescatada de un islote durante una crecida temprana del Ebro).

Egagrópila de búho real con restos de la especie mencionada. A la izquierda, hay también una escolopendra. Entre sus enemigos naturales, aunque esporádicamente, el búho real también captura algún ejemplar de este colúbrido. Estas presas no son muy bien recibidas por los pollos que las desechan si hay mejores bocados en la reserva del nido.

martes, 16 de junio de 2009

Búhos reales y buitres leonados jóvenes




Una vuelta por los cortados calizos del entorno del río Mesa, me ha permitido comprobar los primeros vuelos de los jóvenes volantones de búho real, la privilegiada coloración del roquero rojo y su melodiosa voz. También, el completo plumaje de los pollos de buitre leonado; quedando todavía alguno rezagado.


Por último; la ocupación del águila calzada (Hieraaetus pennatus) en el mismo nido donde en julio de 2007, otra congénere al cuidado de su pollo, fue atacada y muerta por el búho real.

La intriga del desenlace, será una pesada losa para los nervios día a día.



Dos jóvenes volantones de búho real (Bubo bubo) como los de la foto, abandonaron la base del cortado de cría ahuyentados por mi presencia. El vuelo forzado pero sostenido, les condujo a un lugar más seguro, siempre uno detrás del otro.


Concretamente, estos aprendices de la noche han salido de un nido alto, lo cual les da ventaja, debido al mayor desarrollo del plumaje cuando se lanzan al vacío por primera vez. Los que lo hacen desde un nido bajo y muy accesible, tienen la oportunidad de abandonarlo antes, exponiéndose más a sus enemigos naturales.




Este ejemplar joven, demuestra ya un control de vuelo bastante estable.




El roquero rojo (Monticola sexatilis), es sin duda uno de los pájaros más elegantes de los cañones calizos. Su colorido y encendido canto, encandilan a cualquier senderista que se tope con él.

La caliza, lleva sus mismos colores.



Farallón calizo frente a la casa del pueblo. Desde la terraza y con el telescopio, controlo gran cantidad de aves como: halcón peregrino, águila real, alimoche, cuervo y como no, a los buitres leonados. Si estoy atento, logro ver incluso al nervioso treparriscos en invierno.

De las tres oquedades redondeadas, la de la izquierda es el nido de las fotografías posteriores.




Protegiendo al pollo del viento.



Alimentándolo. 22- 3- 2009

A veces, cuando la lucha por el reparto del cadáver no ha sido buena, el progenitor regurgita largas tiras coriáceas que vuelve a ingerir para no asfixiar al pollo. El peque tira con insistencia pero…no lo consigue. La hembra continúa la labor hasta dar con otro fragmento mas reducido.

La carne adecuada, destaca por ser una papilla de color rosáceo, muy fácil de ingerir por el pequeño.



Progenitores con el joven emplumado completamente. 14- 6- 2009

Dentro de unas semanas, los adultos verán a su descendiente como a un intruso. Tendrá que desvincularse del proteccionismo familiar y aprender a enfrentarse a las dificultades de la vida.



Es una foto de un pino carrasco con un nido de… de Javier. Lo he construido yo, meses antes con la idea de que fuera utilizado por la pareja de águilas calzadas. Ahora hay dos nidos, el mío que está vacío y el suyo a unos veinticinco metros de distancia, donde pude observar a la hembra tumbada casi invisible sobre su plataforma original.


Si recordáis el post del superpredador, allí sale reflejado todo el increíble desenlace de la anterior hembra de calzada con su cría.

Puede que se trate de una interferencia mía entre dos especies, pero me da igual. Pretendía confundir al búho real con otro nido más, para que su tentativa fallara al encontrarlo vacío. Ya es demasiado tarde y la suerte está echada.

Si tengo noticias, lo sabréis sin falta.


jueves, 11 de junio de 2009

Barranco de La Parada (Zaragoza)



Hay lugares escondidos, sencillos y sin belleza descomunal. No son esos paisajes grandiosos, tan buscados por gentes que los admiran a escasos metros del coche. A mi, personalmente, dichos lugares, me llenan de curiosidad y regocijo solo con pensar, lo que puedo hallar bajo sus paredones calizos como, entre la belleza acopada de las sabinas negras o, entre el manto polícromo de sus laderas florecidas.

Estos rincones corrientes, también albergan al águila real, al alimoche, al roquero rojo, al búho real y a otras tantas especies desapercibidas por su mimetismo. En este caso, los tonos cálidos que entonan las mañanas, son suficiente razón para dar una vuelta por sus abruptos desniveles pero, haciendo más caso a las pequeñas criaturas que podrían ser ignoradas de no ser por sus formas tan caprichosas.




Zigena de seis puntos (Zygaena filipendulae). Lepidóptero de tonos envolventes. Su sencillo atractivo, hace que uno, le dedique largo rato de observación.



Cardador (Julus terrestris) en posición de defensa pasiva. Si son capturados, segregan una sustancia repelente y de composición tóxica. Se alimenta de materias orgánicas en descomposición.





Corraleja rojinegra o, aceitera (Berberomeloe majalis). Escarabajo de abdomen descomunal cuyos élitros apenas cubren el primer segmento. Cada vez que topo con ella, me quedo perplejo con su enorme dimensión y a pesar de ello, de agilidad considerable.




Cuchara de pastor (Leuzea conífera).





Desgraciadamente, la cresta de esta sierra será coronada por un futuro poligono industrial eólico. Energía limpia.
¡Patético!


domingo, 7 de junio de 2009

EL CONEJO (Oryctolagus cuniculus)



Ya sabemos que, el nombre de nuestro país, viene del conejo (Oryctolagus cuniculus). Fue confundido por los fenicios en su desembarco, con los damanes (habitantes de sus tierras), al alcanzar nuestras costas. Le llamaron: “tierra de damanes”, al verlos corretear por millares en nuestro territorio. Posteriormente, los romanos, ante la instauración de su poder, lo hicieron con la denominaron de Hispania.


De la misma manera que al toro; la historia al conejo, no le ha deparado absolutamente ningún beneficio, sino, todo lo contrario. Ha sido y es, una plaga destructora de los intereses agrícolas, como también lo son; los animales que se alimentan de ellos, que por cierto, son cantidad y también perseguidos por el hombre.
La codicia de “los escopeteros”, está impregnada de una pauta muy ancestral y, disfrazada a la vez de deporte, ecologismo, equilibradores del ecosistema e, incongruencias varias, (por no definirlas, como idioteces por el estilo).


Este gremio, apoderado y esquilmador del monte, pretende monopolizar la gestión cinegética de los lagomorfos. Ser ellos, quienes decidan qué especies son aptas por su interés, en detrimento de las demás, ejerciendo caprichosas y descontroladas explotaciones a su antojo.

Así pues, demuestra una vez más el conejo, que su fortaleza como especie ecléctica es portentosa, dada su capacidad de adaptación. Como prolífico mamífero, resulta verdaderamente increíble, está muy por encima de la presión que ejercen sus depredadores, incluido el hombre, al contrarrestar las bajas sobradamente.

Cuando entra en escena la atrocidad del ingenio humano, todo el ecosistema se tambalea. El médico francés Armand Delille en 1952, nos dejó una estela de desolación no exenta de reflexión, al preparar el virus de la mixomatosis para erradicar la plaga de éstos animales en su finca. El resto, es de todos sabido. Una enfermedad inmisericorde capaz de debilitarles, haciéndoles sucumbir tras unos quince días de agonía, durante los meses de verano.

Para rematar la incompetencia de ciertos reguladores de la especie; la enfermedad vírica hemorrágica, diseminada a finales de los 80 hasta Europa y, cuya afección se produce en invierno, destruye el 95% de los conejos en 48 a 72 horas. La especie, en franco declive, tiene su futuro en el aire, soportado con paños calientes.

En fin, disfrutemos de las imágenes de tan simpático mamífero. Peluche, de muchos sueños infantiles.



Aunque principalmente nocturnos, también son activos en horas diurnas.
Este de la foto, descansa algo somnoliento.



Su peso medio, rara vez supera los 1100 o 1200 gramos.



Hasta 10 cm al año, crecerían sus incisivos de no desgastarse por el uso continuado.



De alimentación fitófaga, aprovechan todo tipo de materia vegetal, de donde obtienen también el agua necesaria.



Los terrenos áridos, dan una coloración algo pardusca a su pelaje.




Malla de protección en el perímetro del sementero, para evitar la visita de los conejos.




La cantidad de biomasa aportada por el conejo, supone una medida idónea en las necesidades alimentarias de muchos de sus predadores naturales.

En la foto, los restos de un infortunado conejo, apurados sus huesos
por el pico de un macho de búho real.



Mejor que los conejos de peluche; uno real, suave y poco escandaloso. Una joya.

sábado, 30 de mayo de 2009

Río Mesa

¿RÍOS LIMPIOS DE ARAGÓN?



Del mismo modo que cae sobre nuestros ríos, fruto del desarrollo desenfrenado del ser humano, los restos de nuestro progreso, caen las hojas ocráceas de los álamos. Ya secas, esperan a que la vegetación se active con el tiempo a favor para, recubrir como la nieve en la montaña, el hueco de la vergüenza extirpada a una civilización egocéntrica, incapaz de sostener su neutralidad en el equilibrio estético del paisaje. Algo tan fácil y sencillo, como razonar, amortiguando con el mínimo impacto, todo el desorden establecido por el curso natural de los ecosistemas.


En Aragón se limpian los ríos pero, de una manera muy peculiar: arrasando la vegetación.
El resto de elementos residuales como efecto de los vertidos, se interpreta de otra manera; con indiferencia.


En esta impresionante cascada, se han talado multitud de árboles que protegían con su sombra, la capa de musgos y culantrillos que colonizan este medio húmedo. Al recibir directamente el exceso de sol, muestran una notable sequedad.
Abajo, un fresno de la tala.


Conocí éste río con unas aguas realmente transparentes. Entre los peces de aguas muy oxigenadas, las truchas, además de cangrejos autóctonos, etc. que poblaban su cauce en abundancia. Eran un atractivo reclamo conocido entonces, por gran cantidad de pescadores.

Los envases, y plásticos utilizados para la boca de los riegos, son la principal amenaza visual de un paisaje privilegiado.


Los invertebrados acuáticos como los efemerópteros, plecópteros, y tricópteros, son los mejores bioindicadores de la pureza de las aguas de nuestros ríos. A medida que avanza el curso fluvial, su presencia se enrarece hasta desaparecer por el efecto de la contaminación.

El mirlo acuático, es una de las especies más afectadas si desaparecen éstos insectos en fase larvaria de aguas cristalinas.


Para combatir la suciedad de los ríos, una de las soluciones sería: la creación de un puesto de trabajo específico para este incómodo problema, a cargo del ayuntamiento de cada pueblo. No se puede despilfarrar tanto dinero en planes absurdos que no voy a enumerar.


Estos son varios ejemplos de cinco tramos del cauce en siete km.



Prácticamente, está todo igual.


domingo, 24 de mayo de 2009

CAÑÓN DEL RÍO MESA

 
Buitres leonados en su hueco habitual frente al pueblo de Calmarza.


Recuerdo con verdadera evocación, la travesía interminable en un antiguo tren desde Zaragoza, asignado prácticamente a la población rural.

Estaba habilitado con compartimentos, para mayor privacidad de los pasajeros y ostentaba la fastidiosa obligación de parar en todas las estaciones. Se conocía popularmente como ”El Correo”, encargado también de repartir la correspondencia a su paso por los pueblos. Su color verde militar y los vetustos vagones desconchados, le daban un aire entrañable. La máquina humilde y familiar, despedida con agitación y lágrimas desde el andén, te transportaba haciendo acopio de todo el tiempo disponible, que era muchísimo. Así, al llegar al destino, que era Alhama de Aragón, tenía la sensación de viajar al fin del mundo.

El siguiente paso, un trasbordo; de nuevo otro correo, una DKV convertida en microbús y conducida por ”Manolo el cartero”, que llegaba donde no lo hacía el tren hasta Jaraba.

Finalmente, y más puntual que los anteriores (con mi tío), el recorrido culminaba a lomos del “Macho”, un mulo al que tenía gran aprecio y cuyo encuentro celebraba con desenfrenada alegría.

El repicar de sus cascos herrados sobre el asfalto, amplificado por el eco del encajonado desfiladero calizo, era el rutinario sonido durante los siete km hasta Calmarza, mi pueblo.


Panorámica de uno de los tramos más bellos del cañón.

Durante la infancia, la percepción de altura de los escarpes era mayor. 
El mismo viento al chocar contra estos muros pétreos, asciende con racheada violencia y es aprovechado por los buitres para ganar altura. Siempre he disfrutado de esa sensación sentado sobre el mismo perfil.

El contraste de colores entre la vegetación y la roca; además de la extraordinaria verticalidad, conforman una amalgama de sensaciones gratificantes para todos los sentidos.

 
Pareja de alimoches (Neophron percnopterus). Foto del año pasado, éste, sólo apareció un ejemplar 

Formas curiosas como ésta son habituales en éste enclave pétreo.
Al fondo, pino carrasco repoblado en los años cincuenta.

Pasillos de roca en un paisaje donde perderse, e interpretar la naturaleza de modo personal.

 
Espectaculares meandros rocosos en un paraje prospectado años atrás por la escasa e irascible águila de Bonelli. Su ausencia, condenó al lugar, a un extraño silencio y soledad. 

Águila de Bonelli (Hieraaetus fasciatus). Solía verse volar a la pareja en la entrada del barranco.

Corral en desuso de ganado lanar sobre el barranco de “La Tejera”. Otra estampa digna de atención.

 
Encina centenaria.


 
La imponente vegetación, regresa a las tablas abandonadas. Quienes las dejaron, partieron en busca de mejores posibilidades.

Vista de la altiva necrópolis de “Los Villarejos” sobre depósito tobáceo o “tosca”, (como se conoce en el lugar) formado por carbonatos disueltos y que conforman peculiares bloques porosos.

 
Tumbas antropomorfas en “Los Villarejos” Calmarza.

 
Corrales de ganado integrados en el paisaje tobáceo.

Casetas de almacenaje de los aperos útiles para la trilla. A su lado “la era”, explanada acondicionada para dicha labor.

 
La construcción en piedra, y ladrillo de adobe (barro arcilloso, paja y piedrecillas), fueron materiales utilizados en tiempos ya olvidados.