Búho real acosado por una pareja de cernícalos.
El cambio de planes es lo que
tiene; sorpresas inolvidables que se archivan en la memoria de por vida. No fui
a anillar aquel sábado pero, mereció la pena.
ETERNO PERSEGUIDO
5 de julio de 2014 Valle del río Huerva (Zaragoza)
Decidí entonces, echar un vistazo
a los jóvenes buitres leonados Gyps
fulvus para saber de ellos en su pequeña barranca caliza. Sin saberlo, la
cosa se presentaba muy amena.
En las salidas al campo,
ocasionalmente, acertamos a pasar delante del escondite de algún búho real Bubo bubo. Normalmente, suele tratarse
de ejemplares jóvenes que se ocultan en lugares bastante dispares, siempre
cerca del perímetro de nidificación al desconocer el resto del territorio.
Están en proceso de aprendizaje; tanto de vuelo, caza y memorización del
espacio habitado.
Me molesta el hecho de ahuyentar a cualquier joven volantón
de búho real, más que nada, por romper su confortable descanso. Cuando esto
ocurre, una nube de enojados vecinos va tras él hostigándolo sin compasión,
vamos, con la misma que tendrá él en un futuro durante sus vuelos nocturnos de
caza. Pero, el tiempo es corto y los días pasan rápidos. Los jóvenes tienen que
aprender lo antes posible a conocer a
sus enemigos antes de abandonar la seguridad del territorio paterno. Entonces,
todo queda al azar. Si un búho levanta el vuelo aprenderá durante su trayecto
las costumbres belicosas de otras especies actuando contra él y, todo ello, le
servirá para curtirse en nuevas experiencias. La vida del gran búho en su etapa
juvenil es durísima. Recordemos que los jóvenes están acostumbrados al apoyo de
sus progenitores gozando de una estancia fácil dentro del territorio familiar.
Al final de agosto, tendrán que marcharse obligados por los padres cuando
comiencen los preparativos de una nueva etapa fenológica. Entonces, comienza el
período mas difícil para ellos. Es clave y definitivo, tan duro como los
primeros días de vida. Han de cruzar multitud de territorios, muchas veces
ocupados, y ser expulsados ya no por hostigadores, sino por otros congéneres
establecidos como dueños de los feudos que atraviesen. Algunos, si topan con el
águila real y no saben enfrentarse con éxito a sus ataques, morirán presa de
ellas; víctimas de su inmisericordia. Pasarán días de penuria errática antes de
encontrar un territorio propio y, después de hallarlo, tendrán que comprobar su
idoneidad para comenzar una nueva vida. Por supuesto, además, habrán de
memorizarlo pronto para solventar futuros problemas escapando con éxito de sus
enemigos, teniendo la garantía de acudir inmediatamente a uno de sus posaderos más
seguros.
Cuando un adulto de búho real es
ahuyentado y perseguido, acierta sin titubear con su refugio mas próximo,
programado gracias a su perfecto conocimiento del terreno. Sus perseguidores
nada pueden hacer cuando la rapaz está a buen recaudo.
Chovas piquirrojas Pyrhrocorax pyrrhocorax increpando el paso del búho real
Seguramente, todo comenzó debido a mi intrusión en el monte. Pude alertar a algún grupo de cabras montesas Capra pyrenaica hispanica que, a su vez, levantaron de su escondite al joven búho real. Entonces, en la penitencia de la inexperta rapaz, se fue gestando con nuevos conocimientos la belicosa conducta del vecindario.
Dos machos de cernícalo vulgar Falco tinnunculus acuchillan con vuelos fugaces y contundentes a la joven hembra de búho real. Casualmente, acierta a pasar sobre una hembra de cabra montés que, seguramente alertada por el silbido de sus congéneres, parece esperar a la rapaz nocturna.
Observad en la parte baja del extremo izquierdo de la fotografía como la cabra va tras el búho real.
Atenta la rapaz a la llegada de la cabra salvaje, no advierte la enganchada del cernícalo que la ataca por detrás con inquina.
Las cabras son irascibles y no dudan en embestir a cualquier ser que constituya un peligro para su cría. Las cabras domésticas al cuidado de sus recentales, acometen con firmeza incluso contra los perros.
Desde la misma piedra utilizada por la estrigiforme, la cabra, con el deber cumplido, trata de localizar a su recental que, a buen recaudo, permanece protegido por una nodriza.
Después de un intenso forrajeo las cabras buscan lugares cómodos y sombreados para reposar tranquilamente, como ocurre en el ejemplo de esta repisa de nidificación del búho real. Al fondo, a la derecha de la pequeña Ephedra, está el punto donde anida la rapaz. Todo el terreno está muy pisoteado por las cabras.
En esta imagen, aparece el cuenco excavado por la hembra de búho real para una próxima cría. Se pueden apreciar multitud de excrementos de cabra montés sobre la tierra. La rapaz no llegó a nidificar por las continuadas molestias de los cápridos.
ENTRADAS ANTERIOR Y POSTERIOR:
No es fácil ser búho real (parte 1)
No es fácil ser búho real (parte 3 y última)
ENTRADAS ANTERIOR Y POSTERIOR:
No es fácil ser búho real (parte 1)
No es fácil ser búho real (parte 3 y última)